Volviendo al tema del mes, con la elección del Cardenal Jorge Bergoglio como 266 Papa de la Iglesia Católica, quien ha asumido el nombre de Francisco, he de opinar que me gustan bastante algunos de sus pronunciamientos aunque no puedo evitar sentir cierta inquietud ante el inicio de este pontificado.
Tras haber escuchado sus primeras homilías, y sus primeras acciones, no cabe duda que coincido bastante con la reflexión que se hace en el blog tradicionalista "The Wanderer", el Papa ha asumido un discurso bastante coincidente con el programa o los planteamientos Tradicionalistas: el colocar en el centro a Cristo, hablar claramente de la existencia del demonio sin eufemismos como el de "pecado social" que es lo que se habría de esperar de un Jesuita en estos tiempos, dar importancia a la caridad y la fe en la misericordia divina; incluso, recuperar el sentido de la oración no solamente como petición o agradecimiento, sinto también como acción de adoración y alabanza, además, con su misma actuación, ciertamente, busca lo que algunos denominan la "desacralización" de la figura del Papa, pero yo veo más como su "humanización" (algo en lo qeu Benedicto XVI dió el primer paso con su renuncia) y quizá ponga fin a la "Papolatría" que ha sido criticada por los tradicionalistas y que, iniciada como parte de las reivindicaciones ante la Unificación Italiana en 1870 de independencia para el Sumo Pontífice por Pío IX, tuvo su máxima expresión durante el reinado de Juan Pablo II, pues, según se ha planteado, se generó un verdadero culto a la personalidad de Wojtila, que para muchas personas eclipsaba por momentos el verdadero centro del Cristianismo, que es, precisamente: Cristo.
Es cierto que debemos defender y conservar el tesoro litúrgico tradicional, pero también lo es que quizá también, los que simpatizamos con el Tradicionalismo, como lo reflexiona Wanderer, a veces nos centramos demasiado en el aspecto formal o incluso ritual y nos olvidamos del fondo: la fe en Cristo antes de la persona que dirige a su Iglesia en la Tierra y que no debe ser por tanto el más importante, además de la forma en que nos comportamos con el prójimo, lo cual es esencial: más importante que los ritos y sacrificios, como dice el propio Antiguo Testamento, importa la Justicia y la Caridad, sin ellos los sacrificios y las celebraciones son vanas y quedan vacías como , pues el propio Apóstol Santiago dice que la fe se demuestra con obras.
Lo anterior me lleva a hacer algunas consideraciones sobre las razones por las que el Papa Bergoglio fue electo, a riesgo de parecer "vaticanista": Maneja las ideas teológicas centrales de la postura Tradicionalista y en ello parece un continuador de Benedicto, demostrando una sólida formación teológica, en segundo lugar, muestra una firme ortodoxia en torno a la moral, lo que gusta a los Neoconservadores, y en tercero, tiene un gran sentido social y una sencillez muy del gusto de los Modernistas; lo que sin duda llevó a que se le viera como garante de la unidad, pero también muestra elementos que inquietan a cada grupo: para los Tradis, se recuerda que como Arzobispo de Buenos Aires se opuso y obstaculizó la implementación del Summorum Pontifficum, llegando si mucho a una misa Novus Ordo en Latín, Los Neoconservadores no se fian de sus ataques al Liberalismo Económico, y ha decepcionado a los Modernistas ante su negativa en contra de la homosexualidad, el clero casado y las mujeres sacerdotisas.
No en balde, han empezado los ataques de la prensa --copada por la Izquierda-- en contra del Papa Francisco: si a Benedicto lo agarraron de encargo por los escándalos de pederastria; ahora, a Francisco, lo atacan por sus supuestos nexos con la dictadura militar de los años setenta, lo cual ha sido desmentido.
Pero, en otras cosas, no esperemos en este pontificado un regreso a la tiara y a la silla gestatoria (ambas malinterpretadas como símbolos de ostentación o poder, cuando en realidad representan la pesada carga y las tres potestades del Papa: Orden, Jurisdicción y Magisterio), mantos pontificios o el fanon y el camauro, incluso quizá nos olvidaremos de los zapatos rojos; Francisco I ha escogido un tanto como modelo a los dos Juan Pablos y romperá con el protocolo y el ceremonial (Luciani, en su cortísimo pontíficado también llegó a prescindir de la muceta, roquete y estola en ocasiones en que debía hacerlo y a portarse con los feligreses con la misma familiaridad con la que el Jesuita lo hace, y sobre todo, quiere aparecer como humilde.
Y ahi es donde me llegan muchas reservas en torno al Sumo Pontífice: ¿su humildad es sincera? ¿estamos ante el típico demagogo latinoamericano llegado a Roma? El discurso del "pobrismo" es típico de clérigos y políticos en nuestra América, y más en Argentina donde ese mensaje, esgrimido desde la época de Perón, no ha llevado a la mejora del estado económico de la población, al contrario, ese Presidente y su esposa Eva Duarte, hundieron al país sudamericano con su exaltación de la pobreza; el "pobrismo" ha sido uno de los vehículos por el cual las Sectas Protestantes han criticado a la Iglesia Católica, en cuanto a que se obstaculiza el progreso personal al tener una óptica negativa de la riqueza material, algo de lo que ha hecho eco Max Weber, como es de todos conocido.
Igualmente, el trato excesivamente familiar que Francisco busca no es solamente cuestionable desde el punto de vista del Tradicionalismo o del protocolo; por razones prácticas, de seguridad, es muy peligroso actuar de esa forma y fundirse con la multitud de los fieles; aunque no se crea, algunas cuestiones ahora vistas como anacrónicas tuvieron razón de ser: la sedia gestatoria, la Guardia Suiza, la distancia entre el Papa y los fieles, tuvieron su origen en cuestiones de seguridad: a Juan Pablo II su familiaridad y cercanía con los fieles le costó el ser herido por el turco Alí Agca, enviado por el bloque soviético. Con un Islam militante y un laicismo furibundo y fanático en la actualidad, el Papa Bergoglio corre riesgos innecesarios.
Pero además, hay una gran virtud en el guardar las formas: se mantiene la autoridad, si se pierden las formas, se pierde la sana autoridad; guardar las formas no quiere decir comportarse como ogro, pero sí mantenerse en el papel: los seres humanos somos seres simbólicos, y necesitamos ver que alguien es autoridad para que lo respetemos como tal: ese es el objeto de tiaras, mitras, palios, mucetas, roquetes y estolas, así como es por ello que el Presidente de México usa la banda presidencial, o el Presidente de EUA lo hace con la bandera nacional y el estandarte del Presidente detrás de él, por ello, la Reina Isabel II acude con corona y manto de armiño a abrir las sesiones del Parlamento: no por ostentación, sino para demostrar su autoridad; una relajación, una campechanía a la que somos tan dados los latinoamericanos, lleva a que la persona que se comporte así no sea tomada en serio.
Con todo: el Papa Francisco tuvo un gesto de autoridad, como fue el correr al Cardenal norteamericano Mahoney de la Iglesia de Santa María la Mayor y de Roma, quien precisamente fue responsable de encubrir a curas pederastras en EUA, esperemos y recemos porque el Papa tome conciencia plena de su papel y que las formas existen por algo.
Por lo pronto, hagamos caso de su petición, y oremos por él.
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Por cierto, será impensable que el Papa Francisco sea coronado con la tiara el próximo martes: Fue Juan Pablo I el primer Papa en no querer tal tocado en la cabeza y Pablo VI ofrendó la suya en el altar; aunque pocos lo saben: Juan Pablo II y Benedicto XVI tuvieron sus tiaras, aunque nunca las usaron y les fueron regaladas por los fieles:
Esta es la tiara de Juan Pablo II.
Y ésta, a la derecha, la tiara de Benedicto XVI. El propio Juan Pablo dejó en un decreto la opción para sus sucesores de ser coronados o no con la tiara, aunque aconsejaba, con prudencia, no tomar la tiara, en pocas palabras, por que ahora se cree que es un símbolo de poder temporal... lo que no quita que en un futuro más sano, respetuoso y espiritual, vuelva a usarse...
Oremus pro pontifice nostro...
Oremus pro pontifice nostro...
3 comentarios:
Hace tiempo que no leía un artículo tan equilibrado y enriquecedor. Muchas gracias.
Verónica de Echevarria
¿Benedicto no usó la Tíara?
son verdaderamente hermosas.
No, nunca la usó, de hecho, en la foto en la que la recibe se le nota agradecido, pero a la vez, se le nota si no avergonzado, sí mirando a la tiara con cierta precaución, aquí la liga a la imagen:
http://4.bp.blogspot.com/-Sz2SdBSGp-E/Td70Dv9T-pI/AAAAAAAAEzA/hbEkzCTDs74/s640/CATHOLICVS-Tiara-Papal-Bebedicto-XVI-Papal-Tiara-Benedict-XVI-1.jpg
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