Ante tanto acontecimiento que se ha venido desarrollando en las últimas semanas, sobre todo en el ámbito eclesial, me he saltado el tema del inicio del gobierno de Aristóteles Sandoval en el estado de Jalisco. Llegado a la gubernatura de nuestra entidad el pasado 1 de marzo, su gobierno no ha tenido un buen comienzo y nos tiene en la zozobra en sus primeras semanas ocupando el Palacio de Gobierno.
Para empezar, resulta increíble que con un plazo de 8 meses que mediaron entre la elecciones de julio pasado y la toma de posesión, semeja que el nuevo gobernador armó tanto su equipo como sus proyectos con qué iniciar su mandato en los últimos meses o semanas previas al inicio de su administración. En la formación de ese equipo, además, queda claro que el criterio para conformar al gabinete fue la relación de amistad entrañable entre el mandatario estatal y algunos de sus colaboradores, misma que se remonta a la época del bachillerato.
En la designación de los integrantes del equipo de gobierno, resultó un tanto sorpresiva la designación del hasta hace poco Senador Arturo Zamora como Secretario General de Gobierno, esto es, como Jefe del Gabinete y encargado de llevar materialmente el desarrollo de la administración y de la negociación política al interior del estado, esta designación resultó ser un acierto, puesto que el Lic. Zamora, aún antes de incursionar en la política era considerado uno de los mejores abogados en el estado, alcanzando un gran prestigio profesional, posteriormente, entró a la política dentro del PRI y llegó a ser Presidente Municipal de Zapopan, donde tuvo una actuación un tanto gris, después, intentó llegar a la gubernatura del estado, contendiendo contra Emilio González del PAN, y una campaña sucia en que se le acusó de tener nexos con el crimen organizado sin fundamentos, con lo que se generó una mala imagen del abogado, que perdió las elecciones.
Posteriormente, como legislador federal, Zamora había tenido una relevante actuación, recientemente había llegado al Senado y su actuar estaba siendo muy destacado como uno de los líderes de nuestra cámara alta, hasta que sorpresivamente renunció a su escaño para regresar a Guadalajara y encabezar el gobierno de Aristóteles, de inmediato, ha circulado la versión de que el abogado fue designado por la dirección nacional de su partido ante la percepción de que Aristóteles Sandoval y sus amigos carecen de experiencia y aptitud para llevar a cabo una buena labor, por lo que se necesitaba de alguien con capacidad para llevar un control adecuado de la administración y salvar la cara de un personaje como Sandoval que en su paso por el Ayuntamiento de Guadalajara destacó por su inacción y una gran capacidad verborrea a, que ganó las elecciones no por ser el mejor, sino por la pésima calidad de los rivales: por el PAN, Un "cartucho quemado" como Fernando Guzmán, y por la Izquierda el ex-priísta Enrique Alfaro, que tuvo todo el apoyo del Gobernador Emilio González y que no es más que un demagogo consumado.
Llegado al mandato estatal, Y en lo que va del mes, el nuevo gobierno no ha terminado de arrancar, para colmo, a la semana de haber sido juramentado, sufrió una gran pérdida: el asesinato del recientemente nombrado Secretario de Turismo del estado. Todo indica que esto no sucedió por el crimen organizado, pero sí por manejos y negocios sucios o truculentos en los que el empresario de los Ramos de la construcción y el turismo se desenvolvía: algún socio defraudado o competidor frustrado con temor de que el ahora secretario se hiciese con grandes oportunidades de negocio aprovechando el cargo. Lo peor: resulta que Aristóteles le había nombrado casi de último minuto apenas unos días, sino un día antes de la toma de posesión del gobierno.
De esta forma, lo que se exhibe es preocupante: por un lado, la incapacidad del gobierno estatal para custodiar y evitar la muerte de un funcionario de primer nivel... entonces, ¿qué podemos esperar los ciudadanos de a pie? Y en segundo: ¿Fue a tal grado la dejadez y la improvisación del nuevo mandatario estatal que no pudo investigar los antecedentes y las actividades de las personas a las que quería de colaboradores e identificar los posibles riesgos? ¿Qué hizo Aristóteles durante ocho meses en los que pudo haber realizado toda una planificación minuciosa de su gobierno y de su arranque? ¿Porqué su equipo de transición inició labores hasta una fecha tan tardía como diciembre pasado?
La situación en estas pocas semanas que Aristóteles lleva ocupando el despacho del Palacio de Gobierno del estado, no parece ser muy positiva ni demuestra que se tenga control de la situación, la criminalidad está a la alza, y las autoridades en materia de seguridad paralizadas ante la lentitud del Poder Legislativo para realizar las reformas constitucionales y legales que sustenten a la Fiscalía General del Estado, entidad que sumara tanto la procuración de justicia como la dirección de las fuerzas policíacas en el estado y sus municipios.
La reorganización de la administración, buscando la eficiencia, a mi parecer, se está haciendo para construir gigantes burocráticos que quien sabe si resulten flexibles, ágiles y capaces para enfrentar los distintos problemas a los que debe hacer frente nuestro estado, no ayuda que este gobierno, ya acercándose a su primer mes en el poder, siga repartiendo plazas y puestos entre sus adeptos o entre las personas que le han sido recomendadas o impuestas por el cacique universitario Raúl Padilla y la Universidad de Guadalajara. Tampoco ayuda la actitud sectaria y de confrontación que la oposición del PAN y la Izquierda despliega, que busca entorpecer la labor de las autoridades a fin de exhibirlas y obtener un futuro beneficio electoral.
Los problemas, entre tanto, siguen creciendo: no sólo el latente de la deuda pública heredada del gobierno anterior, o la inseguridad y la impunidad reinante sobre los oscuros manejos de la administración anterior, la cuestión de la movilidad y la necesaria construcción de nuevas líneas tren eléctrico urbano amenazan con perderse en innecesarios (porque ya fueron hechos) y onerosos, pero seguramente muy provechosos para quien los realice, estudios técnicos interminables. En definitiva, el panorama no pinta muy bien para una administración que comienza titubeante, lenta y con ineficiencias y hasta tragedias como el asesinato del Secretario de Turismo, la pregunta será: ¿cuánto tiempo resistirá Arturo Zamora antes de abandonar la lenta y averiada nave? El día que lo haga, el gobierno estará perdido al perder a un operador político reconocido y que fue enviado al mismo con la idea de ejercer un control sobre un conjunto de inexpertos que al parecer vieron en el gobierno un trofeo a obtener pero no un servicio que prestar.
Jalisco no se merece esto, Aristóteles está a tiempo de cambiar el rumbo, y no sólo él, sino toda la clase política jalisciense, de ello depende o el desarrollo de nuestro estado, o su estancamiento, o algo peor, vernos como Michoacán en los últimos años.
La reorganización de la administración, buscando la eficiencia, a mi parecer, se está haciendo para construir gigantes burocráticos que quien sabe si resulten flexibles, ágiles y capaces para enfrentar los distintos problemas a los que debe hacer frente nuestro estado, no ayuda que este gobierno, ya acercándose a su primer mes en el poder, siga repartiendo plazas y puestos entre sus adeptos o entre las personas que le han sido recomendadas o impuestas por el cacique universitario Raúl Padilla y la Universidad de Guadalajara. Tampoco ayuda la actitud sectaria y de confrontación que la oposición del PAN y la Izquierda despliega, que busca entorpecer la labor de las autoridades a fin de exhibirlas y obtener un futuro beneficio electoral.
Los problemas, entre tanto, siguen creciendo: no sólo el latente de la deuda pública heredada del gobierno anterior, o la inseguridad y la impunidad reinante sobre los oscuros manejos de la administración anterior, la cuestión de la movilidad y la necesaria construcción de nuevas líneas tren eléctrico urbano amenazan con perderse en innecesarios (porque ya fueron hechos) y onerosos, pero seguramente muy provechosos para quien los realice, estudios técnicos interminables. En definitiva, el panorama no pinta muy bien para una administración que comienza titubeante, lenta y con ineficiencias y hasta tragedias como el asesinato del Secretario de Turismo, la pregunta será: ¿cuánto tiempo resistirá Arturo Zamora antes de abandonar la lenta y averiada nave? El día que lo haga, el gobierno estará perdido al perder a un operador político reconocido y que fue enviado al mismo con la idea de ejercer un control sobre un conjunto de inexpertos que al parecer vieron en el gobierno un trofeo a obtener pero no un servicio que prestar.
Jalisco no se merece esto, Aristóteles está a tiempo de cambiar el rumbo, y no sólo él, sino toda la clase política jalisciense, de ello depende o el desarrollo de nuestro estado, o su estancamiento, o algo peor, vernos como Michoacán en los últimos años.
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