El Presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson es, a mi parecer, junto a Fray Francisco de Vitoria y Hugo Grocio, uno de los personajes más importantes en el desarrollo del Derecho Internacional Público; simplemente, se trata del artífice de la paz posterior a la Primera Guerra Mundial; si bien no logró imponer del todo su visión acerca de un tratado moderado, que evitara las venganzas sobre todo de Francia contra Alemania, sí impulsó varios de los principios que hoy son considerados como parte del Ius Cogens Internacional, esto es, de los puntos fundamentales sobre los que se construye el ordenamiento jurídico de la comunidad internacional, tal y como lo enunció en sus famosos Catorce Puntos, que difundió en su discurso del estado de la Unión del año 1918.
Entre esos puntos, se encuentran: la libre determinación de los pueblos, y la estructuración de la cooperación internacional mediante una organización internacional: la Sociedad de Naciones, con la renuncia a la guerra, --lo que luego se expresaría en el inútil Pacto Briand-Kellogg-- y la búsqueda de medios pacíficos de resolución de conflictos, en el que la organización fungiría precisamente como un foro para la discusión y la resolución de los conflictos internacionales. Para Wilson, por cada Nación, entendida ésta como grupo humano con elementos objetivos de identidad, como raza, lengua, religión, costumbres, etc., correspondía la constitución de un Estado, de ahí que se desmembrase a los Imperios Europeos, como Austria-Hungría, generándose los conflictos balcánicos, el Segundo Reich Alemán, que tuvo que devolver Alsacia-Lorena a Francia y ceder los territorios polacos absorbidos desde el siglo XVIII, y el Califato Otomano en Medio Oriente, lo que desembocaría en la enorme inestabilidad de la zona, principalmente por la Declaración de Balfour y el inicio del conflicto Israel-Palestina y la desaparición de la figura del Califa, siendo el último titular de tal cargo Mohamed VI de la Casa de Othmán, lo que llevó a la pérdida de dirección unificada del Islam Sunnita y el surgimiento de los grupos radicales que desean su restitución y la lenta pero inexorable influencia de la Casa de Saud y su corriente Wahabita sobre ellos.
Pero, sobre todo, Wilson concebía que el papel de EUA sobre el Derecho Internacional sustentado sobre estos principios era de ser el "policía del mundo", el garante de ese orden jurídico, para lo cual, no dudaría en intervenir en el exterior para asegurar la obediencia de ese conjunto de normas, lo que incluía, por supuesto, el respeto a los derechos humanos. Ya había dado muestra de ello interviniendo en México en 1914 en contra de la Dictadura de Victoriano Huerta, en lo que en realidad era el castigo por que el Presidente de origen Wixárika había eliminado a Francisco I. Madero, quien con su errático gobierno y la Guerra Civil que había desatado, había alejado a México de la senda del desarrollo por la que lo había llevado Don Porfirio Díaz y su acercamiento a las potencias europeas, lo que no era conveniente para el ascenso de EUA, y apoyar así a Venustiano Carranza, quien continuaba la tradicional sumisión de los Liberales mexicanos a Washington... aunque parecía que Wilson sí se creía su discurso, en pos del cual también intervino en la Primera Guerra Mundial, y más cuando se enteró por el telegrama Zimmerman, que el Káiser Guillermo II ofrecía al propio Carranza los territorios perdidos en 1848 a cambio de que México interveniera como aliado de los Imperios Centrales atacando a EUA, lo cual, por otro lado, habría significado el suicidio del impulsor de nuestra actual constitución y de México entero, --lo cual no importaba al Reich, que quería usar a México como "carne de cañón" y distractor de EUA, para que le permitiera ganar tiempo para derrotar a franceses y británicos en las trincheras europeas, antes de que llegasen los refuerzos gringos-- ya sumido por entonces en una cruenta Guerra Civil entre caudillos.
Wilson en realidad era un académico, que venía de ser rector de la Universidad de Princeton antes de ser Gobernador del estado de Nueva Jersery y de ahí ocupar la primera magistratura de la Unión, bastante ingenuo e idealista, además de masón. Esto le llevó a fracasar de la manera más torpe en cristalizar sus planteamientos cuando el Senado se negó a ratificar el Tratado de Versalles y como consecuencia, EUA quedó fuera de la Sociedad de Naciones que su propio mandatario había ideado. Esta derrota influyó en su frágil salud y lo llevó a la tumba poco después de dejar la Casa Blanca. Por su parte, la ausencia del coloso del norte en la organización le llevó a ésta a carecer de algún agente que, con su fuerza, garantizara la aplicación de sus resoluciones.
Sin embargo, las ideas de Wilson repercutieron tanto en la posterior Carta de las Naciones Unidas en 1945, donde se incluyeron los principios por él delineados en sus artículos 1 y 2, y por otra parte, tal y como lo señala Henry Kissinger en su obra La Diplomacia, en la Política Exterior de Estados Unidos, definiendo su intervencionismo en el resto del siglo XX e inicios del XXI, y sin duda, caló hondo en los partidarios del Globalismo, como en el caso de George Soros y su utópica idea de Gobierno Mundial que cada vez se aleja más de realizarse... es más, tras el COVID, y la victoria de los Talibán en Afganistán, casi podemos darla por muerta y sepultada, aunque no lo crean los conspiranoicos.
El Wilsonismo, como podríamos denominar a esta postura, fue esgrimido en mayor o menor medida por todas las administraciones norteamericanas, fuesen Republicanas o Demócratas, de 1945 en adelante, y quizá las más representativas de ello ha sido lo ocurrido en la antigua Yugoslavia y el Medio Oriente, fundamentalmente en Irak y Afganistán, y poco antes de ellas, lo que ocurrió en Panamá, donde quizá se dio el único caso en que fue exitoso.
A esta postura, defensora del llamado intervencionismo humanitario, tendiente a provocar cambios de régimen, para tratar, en primer lugar, de construir Estados construidos acorde con el modelo del Estado-Nación occidental, y que además, se constituyeran con regímenes de democracia representativa y de Derecho, en los que se protegieran los derechos humanos; se añadió desde los años 90 con Bush padre, y posteriormente, tras el 11 de Septiembre, la llegada al poder de los Neoconservadores. Estos, discípulos de Leo Strauss (particularmente Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Irving Kristoll, Condolezza Rice...) quien a su vez había sido seguidor de Trotsky en Alemania, su país de origen, del que huyó ante el ascenso del Nacionalsocialismo, pero que en Estados Unidos, trató de compaginar y aplicar las ideas del revolucionario ruso al liberalismo económico y político: si Trotsky predicaba la Revolución Mundial para implantar el Comunismo, Strauss planteaba una Revolución o implantación a la fuerza de la Democracia y el Libre Mercado en el mundo; lo cual se combinaba de manera perfecta con las tesis de Wilson.
Por ello, y pese a que Bush Jr. era Republicano y Obama, Demócrata, ambos mandatos fueron prácticamente en la misma línea, finalmente, las doctrinas de Wilson y Strauss fueron muy útiles para engrosar los bolsillos de los miembros del Complejo Militar-Industrial denunciado por el General Eisenhower durante su Presidencia, únicos beneficiados de las guerras interminables en las que EUA se vió envuelto desde Corea, aunque realmente no ganara ninguna y terminarse por golpear a las finanzas públicas del país y por cansar a la sociedad al verse envuelto en aventuras foráneas que realmente, no reportaban beneficio alguno a los habitantes del propio país.
La aventura afgana había iniciado únicamente con la finalidad presunta de capturar o eliminar a Osama Bin Laden y castigar al régimen Talibán que había protegido al caudillo islamista; pero pasó precisamente a convertirse en una operación de Nation Building, cayendo por tanto, los norteamericanos en el mismo error en el que cayeron sus rivales rusos. Se convirtió en una tarea interminable e imposible de concluir: no podían lograrlo sin vencer antes a la resistencia, y esto no pudo lograrse. Si a eso se suma que al mismo tiempo estaban ocupados haciendo lo mismo en Irak, y al final del mandato de Obama se metieron en algo similar en Siria y alentaron movimientos para implantar la "Democracia", como fueron las llamadas Primaveras Árabes, en un intento de realizar los proyectos de revolución de Strauss, se complicaron aún más la vida y generaron situaciones que llevaron a fines en el sentido contrario completamente.
Así, la intervención en Irak terminó por beneficiar a Irán, gracias a que el Gobierno post-Saddam quedó en manos de los chiítas, controlados desde Teherán, y que perpetúan la influencia persa en la antigua Mesopotamia presente desde el siglo VI a.C., las Primaveras Árabes aupó a los movimientos radicales islamistas, como a la Hermandad Musulmana en Egipto, lo que luego llevó a recular y apoyar de nuevo a los militares para que recuperaran el poder en el país del Nilo, cuando no al surgimiento de insurgencias de tal carácter político-religioso, que sembraron el caos en Siria, o en el propio Irak y formaron al Estado Islámico, el ISIS. El beneficiario final de dichas aventuras revolucionarias, no sería Estados Unidos, sino Arabia Saudita.
De esta manera, el intervencionismo norteamericano en los últimos veinte años se ha saldado con un fracaso mayúsculo. La derrota ante los Talibán sepulta, quizá para siempre, este rasgo tan típico de la política exterior norteamericana y tan propio de su Imperialismo defectuoso. Porque EUA es eso: un Imperio fallido, y ya en otro futuro artículo explicaré por qué lo considero así.
Sin embargo, creo que el fracaso de las doctrinas Wilsonianas es algo positivo: se ha dicho siempre en México que no existe nada peor que "un pendejo con iniciativa", y la verdad, eso era este Presidente norteamericano: el idealismo, y el tratar de ver la realidad a través de los filtros de ese idealismo, ignorando los datos duros, y la complejidad del mundo, lleva a creer que todo se resuelve con recetas simples nacidas en un tiempo y lugar determinado, pero inaplicables a otros lados y otras eras. Las ideas de Wilson sólo provocaron más guerras, muerte y destrucción de las que intentaron evitar; no bastaron las buenas intenciones del ex-Rector de Princeton, y finalmente, se han vuelto en contra de EUA, que se ha convertido en su principal víctima.
En un próximo post, hablaré acerca de los ganadores y perdedores del conflicto afgano. Mientras, sigamos atentos a los acontecimientos, que pintan para ponerse oscuros.
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