Si Alonso Quijano "el Bueno" en vez de vivir a inicios del siglo XVII hubiese vivido a inicios del siglo XXI, hubiera tenido un campo para desahogar su obsesión con la Edad Media provocada por la lectura de los libros de caballerías y cantares de gesta: modernos Quijotes de Europa, y aún de países recientes que no tuvieron Edad Media, como EUA, México, Canadá-Quebec, Nueva Zelanda o Argentina e Israel, están poniendo de moda la celebración de torneos medievales; el combate medieval con armadura, espada, hacha, alabarda, maza, falción y otras armas de mano se está presentando como un arte marcial, propio de Occidente, que había caído en el olvido.
Pero no es solo el volver a esgrimir armas antiguas y vestir armaduras que tienen que corresponder a periodos históricos determinados --la mayoría, se puede apreciar, toman modelos de entre los siglos XIII a XV, la época de más desarrollo de las defensas metálicas, antes de la aparición y generalización de las armas de fuego portátiles que las dejaron obsoletas-- muchos de los participantes buscan el recuperar los valores de fe, lealtad, honor y valentía que se han perdido; no es de extrañarse, como en el caso francés, en que se trata de monarquistas (los galos batallan bajo la flor de lys sobre campo azur que era la enseña del reino bajo los Capeto) y Católicos Tradicionalistas.
La Edad Media, pese a la mala prensa que ha tenido por los Historiadores desde la Epoca de la Ilustración que la han presentado como una época oscura, dominada por el fanatismo religioso, la suciedad y la enfermedad, triste y negra, sigue causando enorme fascinación para el hombre de hoy: los grandes escritores de Fantasía, desde J.R.R. Tolkien, Robert Howard, C.S. Lewis o George R.R. Martin y hasta Christopher Paolini, han creado sus mundos fantásticos sobre el molde medieval, imaginando eras desaparecidas o mundos alternativos en los que tienen vigencia los mismos valores medievales, las costumbres, vestimentas y prácticas bélicas que en la Edad Media europea, hay algo, en fin, que llama al hombre moderno o postmoderno a reencontrarse con esa época en que se encuentran las raíces de nuestra Civilización: la época en que se fusionó el Cristianismo con la herencia clásica y los aportes germánicos; la figura del caballero medieval, con su código de honor y su armadura resplandeciente es emblemática del periodo y sumamente atractiva, al igual que el Samurai japonés.
En México igualmente se está poniendo de moda, se están haciendo festivales medievales y están surgiendo ligas de combate y reconstrucción histórica, incluso ya de los pueblos indígenas antiguos, con sus armaduras de algodón acolchonado, escudos de carrizos trenzados y armas de madera y piedra; pero sobre todo de la Edad Media con la que tenemos vínculo por nuestra cultura occidental y nuestras raíces hispánicas.
A pesar de la "leyenda negra" contra la Edad Media, quizá, muchas personas añoramos une época en que se vivía de acuerdo con ideales, convicciones, la búsqueda de la virtud y valores morales. Quizá no se tenía el confort de la actualidad, y la esperanza de vida de aquel entonces era de unos 40 años, sin embargo, en esa época la vida era más sencilla y la gente tenía un mayor deseo de trascender, dado que tenía consciencia de la fugacidad de la misma; por eso nos dejaron las catedrales góticas o monunmentos del pensamiento como la Summa Theologica de Sto. Tomás, las Universidades y tantos ejemplos de santidad y sabiduría.
Sin duda, en la mayoría de estos entusiastas, en su mayoría jóvenes hombres y mujeres, pesa mucho más que la adrenalina de blandir una espada o una alabarda y la emoción que produce el crujir de las armas y el entrechocar de las hojas con las armaduras, o la estética de vestir como príncipes o princesas de cuentos antiguos, la nostalgia de una época en que se vivía de acuerdo con ideales, con el deseo de heroísmo y de dejar un legado del cual se pudiera cantar en el futuro; así vivieron Bertrand Du Guesclin, Ricardo I Corazón de León, San Luis IX de Francia, Godofredo de Boullon, Rodrigo Díaz de Vivar o Alonso Pérez de Guzmán El Bueno, Juana de Arco o Leonor de Aquitania; en esta época, vacía y materialista, hacen bien en recordar una época en que la vida valía mucho más y se buscaba volar alto. Sin duda, una verdadera aventura quijotesca.
Sin duda, en la mayoría de estos entusiastas, en su mayoría jóvenes hombres y mujeres, pesa mucho más que la adrenalina de blandir una espada o una alabarda y la emoción que produce el crujir de las armas y el entrechocar de las hojas con las armaduras, o la estética de vestir como príncipes o princesas de cuentos antiguos, la nostalgia de una época en que se vivía de acuerdo con ideales, con el deseo de heroísmo y de dejar un legado del cual se pudiera cantar en el futuro; así vivieron Bertrand Du Guesclin, Ricardo I Corazón de León, San Luis IX de Francia, Godofredo de Boullon, Rodrigo Díaz de Vivar o Alonso Pérez de Guzmán El Bueno, Juana de Arco o Leonor de Aquitania; en esta época, vacía y materialista, hacen bien en recordar una época en que la vida valía mucho más y se buscaba volar alto. Sin duda, una verdadera aventura quijotesca.
1 comentario:
Me parece un buen escrito, pero siento que en el caso de México más que por un sincero reconocimiento a la herencia hispánica (y por ende occidental), esos festivales están llenos de darketos y metaleros anticristianos que solo les gusta la estética de aquella época.
Se hacen pajas mentales oyendo grupos como Rhapsody o se creen vikingos (aunque físicamente estén más cerca de apaches y comanches, jajaja) con bandas tipo Amon Amarth, sin saber que la Edad Media es una de las etapas más cristianas de la historia.
Lo digo porque he asistido a esa clase de eventos, además de tener una amiga que practica danza árabe y participa en ellos pero se declara en contra de la Religión de Cristo.
Un futuro esperanzador con ese tipo de gente no creo que haya.
Saludos.
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