Lo que ya había planteado en alguna entrada anterior parece se está haciendo realidad: el Gobierno de Enrique Peña Nieto está naufragando, sobre todo a partir del 27 de septiembre del año 2014 y la matanza o desaparición de los "estudiantes" de Ayotzinapa, hecho en el que todo indica, su gobierno no tuvo intervención o responsabilidad alguna, sino que al igual que en otras muchas cosas, lo que ha minado su imagen y su legitimidad ante la sociedad no ha sido tanto su actuar o sus omisiones, que por supuesto, ha tenido tanto errores como evidentes actos de corrupción, sino que ha perdido totalmente la batalla en el frente mediático y de la imagen.
Desde el primero de diciembre de 2012, Peña dejó que le crecieran los enanos de los movimientos contestatarios y de protesta, dejó que muchos comunicadores coludidos con la eterna oposición --porque ni el PAN ni la Izquierda aprendieron a ser partidos en el poder, salvo para servirse con la cuchara grande del erario-- le cuestionaran hasta el peinado, algún dislate verbal cuando los nervios le traicionaban, un gesto, un sí o un no, sin que esto signifique que debía reprimirlos, pero no supo hacer una contrapropaganda que contestase las críticas, muchas veces referentes a nimiedades que engrandecieron o resultaron infundadas, ni tampoco orquestó una campaña de comunicación social que supiese "vender" efectivamente, sus reformas e ideas entre la gente, sobre todo, no supo cómo aprovechar las redes sociales para ello, sino que, como si nos encontráramos en los años 80, apostó por la tradicional alianza con Televisa para difundir su proyecto al modo antiguo.
Pero repito, no solo ha sido cuestión de imagen; Peña y su grupo llegó al poder henchido de autocomplacencia y optimismo desbordado: pensó que sería muy fácil, que la gente estaba harta tras el desastroso y sangriento sexenio de Calderón y de la inanidad e inepcia de los años de Fox, que le había dado toda la confianza para realizar su proyecto: grave error, por eso mismo, la gente esperaba grandes cosas y logros, quizá con expectativas demasiado altas, pero también quería un Gobierno que le devolviera la paz y frenara la sensación presente en los últimos años del sexenio del panista michoacano, de que todo se estaba yendo al abismo. Ahora, las cosas están peor, o al menos, el sentir generalizado es mucho más pesimista que el que se tenía en los años 2011 y 2012.
Peña ha tenido aciertos como la reforma educativa o la energética, pues por un lado era urgente transformar al relación de trabajo entre Estado y profesorado, a fin de extinguir las mafias sindicales que sobre todo desde los años ochenta había anquilosado al sistema educativo público y había convertido al gremio docente en una casta divina con plazas hereditarias, posibilidad de comerciar con los puestos y privilegios propios de una nobleza medieval, y del otro, era necesarísimo liberalizar el mercado de los hidrocarburos, lamentablemente, como se ha visto en las circunstancias internacionales actuales y la guerra económica que se libra entre EUA y Rusia y el intento de tronar a ésta mediante precios bajos del crudo, nos demuestra que la reforma llegó veinte años tarde y en un mal momento. Igualmente, la reforma en terrenos de telecomunicaciones abre la posibilidad de que existan más cadenas televisivas y se acabe igualmente el monopolio del libanés Slim sobre la telefonía.
Pero también cometió un error garrafal con la "reforma fiscal" que ha frenado la economía; sin embargo, es entendible que lo hiciera: existe una burocracia y un aparato electoral y de partidos inmenso que debe ser sostenido por un gasto público igualmente enorme; sin embargo, los intereses políticos llevan a que en vez de buscar reducir ese gasto recortando la burocracia y dejando de sostener con dinero público a los partidos políticos, se busca a base de las exacciones a los particulares el seguir sosteniendo a los pesados paquidermos de las instituciones públicas y electorales; todo en nombre de la Democracia y de ese falso orgullo por "nuestra institucionalidad" que se repite en cada discurso.
Esa reforma le enajenó el apoyo de los empresarios, mientras que las reformas antimonopolio desató la ira de Slim, quien no ha tenido empacho en mostrar el poder que tiene a través de medios como el New York Times o El País, a través de los cuales el fenicio ha sacado los trapitos de Peña y su equipo al sol, estos olvidaron que para tener la lengua larga hay que tener la cola corta, y si se meten en las tranzas ajenas les iban a sacar a relucir las suyas. Esto provocó el enorme descalabro que produjo la exhibición del escándalo de "la casa blanca" de las Lomas, o las casas de descanso en Ixtapan de la Sal, y la pérdida de la inversión china en la construcción del tren de alta velocidad México-Querétaro, además de que se exhibieron los cochupos y favoritismos entre el Secretario de Comunicaciones y la constructora HIGA, esto una muestra de que Peña y su grupo pensó que podrían gobernar como en el Estado de México: aplicando el típico croony capitalism ("capitalismo de compadres") que es la marca de la casa del PRI, y que con los buenos resultados obtenidos, pasaba desapercibido.
La inacción contra los grupos contestatarios, como la CNTE o la CETEG en Oaxaca, Guerrero y Michoacán cuyo vandalismo opera con plena impunidad, --aunque al fin, en las últimas semanas, el Gobierno estatal de Oaxaca parece que asumió al fin su responsabilidad y ha iniciado una estrategia para detener este movimiento contrarreformista afectando al soporte financiero y al control del Instituto de la Educación Pública del estado, con lo que el movimiento empieza a hacer agua-- además de la vergüenza internacional por la fuga del capo mafioso el Chapo Guzmán, los rumores y la evidente apariencia enfermiza del mandatario han minado su administración. Ante esto, viene la llegada a la dirigencia del PRI, del experimentado político sonorense Manlio Fabio Beltrones.
Como ya en su momento lo expresé al narrar la Historia de dicho instituto político, éste fue, fundamentalmente, un movimiento fundado por políticos y militares nativos del norteño estado de Sonora y que fueron los que obtuvieron el triunfo tras la guerra civil conocida como "Revolución Mexicana" librada entre 1910 y 1920. De cierta manera, esta contienda cambió el centro del origen de los gobernantes del centro-sur del país (en particular, la mayoría hasta entonces había provenido de Michoacán-Guanajuato-México-Veracruz-Oaxaca) pero la Revolución introdujo a los hasta entonces distantes, poco poblados, pero muy ricos estados del norte del país, mismos que bajo el Porfiriato habían conocido un enorme desarrollo, la revolución llevó a sus terratenientes e industriales al poder a través del PNR-PRM-PRI, aunque también a los de otras muchas regiones del país, aunque dentro de un esquema creado por la facción norteña vencedora de la lucha armada. En mucho, Beltrones es representante de ese grupo originario del "partidazo"y como tal es un tipo de carácter fuerte, decisivo y de gran habilidad negociadora.
Beltrones entra como candidato único para la renovación de la dirigencia del partido, quedando fuera de la liza el que era visto como aspirante postulado por el Presidente de la República, el joven Aurelio Nuño, jefe de la oficina de la Presidencia y representante del grupo que actualmente ocupa Los Pinos, en un gesto en el que parece que Peña Nieto ha aceptado su derrota y decide someterse al ala "clásica" o al llamado "Jurásico Priísta". Para muchos, ocurre que el joven mexiquense está cediendo el poder real al viejo y colmilludo sonorense, quien entra como emergente a tomar las riendas antes que el carruaje del Estado se desbarranque.
¿Veremos un cambio en las políticas de esta administración? ¿se verá que Beltrones es el que manda ahora y habrá una mayor asertividad y dirección en la toma de decisiones? A México le urge liderazgo y energía, cosa que este Gobierno ha fallado totalmente en brindar; es cierto, no es ningún ángel ni santo, pero quizá es lo menos peor que el partido en el poder puede brindar, si no es que es lo menos peor que toda la clase política mexicana puede darnos en este momento.
Este movimiento, ante el próximo 2018, es oportuno para el PRI: ante el proceso de autodestrucción del PRD y la división de la Izquierda, cuyo líder sigue siendo el casi senil López Obrador, y un PAN igualmente dividido y desmoronado, el "dinosaurio" sigue, increíblemente, apareciendo como la opción más fuerte, a menos que aparezca alguna nueva opción en el horizonte de nuestro accidentado paisaje político. Beltrones apuesta a ello, habrá que ver qué hace.
La inacción contra los grupos contestatarios, como la CNTE o la CETEG en Oaxaca, Guerrero y Michoacán cuyo vandalismo opera con plena impunidad, --aunque al fin, en las últimas semanas, el Gobierno estatal de Oaxaca parece que asumió al fin su responsabilidad y ha iniciado una estrategia para detener este movimiento contrarreformista afectando al soporte financiero y al control del Instituto de la Educación Pública del estado, con lo que el movimiento empieza a hacer agua-- además de la vergüenza internacional por la fuga del capo mafioso el Chapo Guzmán, los rumores y la evidente apariencia enfermiza del mandatario han minado su administración. Ante esto, viene la llegada a la dirigencia del PRI, del experimentado político sonorense Manlio Fabio Beltrones.
Como ya en su momento lo expresé al narrar la Historia de dicho instituto político, éste fue, fundamentalmente, un movimiento fundado por políticos y militares nativos del norteño estado de Sonora y que fueron los que obtuvieron el triunfo tras la guerra civil conocida como "Revolución Mexicana" librada entre 1910 y 1920. De cierta manera, esta contienda cambió el centro del origen de los gobernantes del centro-sur del país (en particular, la mayoría hasta entonces había provenido de Michoacán-Guanajuato-México-Veracruz-Oaxaca) pero la Revolución introdujo a los hasta entonces distantes, poco poblados, pero muy ricos estados del norte del país, mismos que bajo el Porfiriato habían conocido un enorme desarrollo, la revolución llevó a sus terratenientes e industriales al poder a través del PNR-PRM-PRI, aunque también a los de otras muchas regiones del país, aunque dentro de un esquema creado por la facción norteña vencedora de la lucha armada. En mucho, Beltrones es representante de ese grupo originario del "partidazo"y como tal es un tipo de carácter fuerte, decisivo y de gran habilidad negociadora.
Beltrones entra como candidato único para la renovación de la dirigencia del partido, quedando fuera de la liza el que era visto como aspirante postulado por el Presidente de la República, el joven Aurelio Nuño, jefe de la oficina de la Presidencia y representante del grupo que actualmente ocupa Los Pinos, en un gesto en el que parece que Peña Nieto ha aceptado su derrota y decide someterse al ala "clásica" o al llamado "Jurásico Priísta". Para muchos, ocurre que el joven mexiquense está cediendo el poder real al viejo y colmilludo sonorense, quien entra como emergente a tomar las riendas antes que el carruaje del Estado se desbarranque.
¿Veremos un cambio en las políticas de esta administración? ¿se verá que Beltrones es el que manda ahora y habrá una mayor asertividad y dirección en la toma de decisiones? A México le urge liderazgo y energía, cosa que este Gobierno ha fallado totalmente en brindar; es cierto, no es ningún ángel ni santo, pero quizá es lo menos peor que el partido en el poder puede brindar, si no es que es lo menos peor que toda la clase política mexicana puede darnos en este momento.
Este movimiento, ante el próximo 2018, es oportuno para el PRI: ante el proceso de autodestrucción del PRD y la división de la Izquierda, cuyo líder sigue siendo el casi senil López Obrador, y un PAN igualmente dividido y desmoronado, el "dinosaurio" sigue, increíblemente, apareciendo como la opción más fuerte, a menos que aparezca alguna nueva opción en el horizonte de nuestro accidentado paisaje político. Beltrones apuesta a ello, habrá que ver qué hace.
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