El vídeo con el que se abre esta entrada es sumamente impresionante al mostrar en términos estadísticos el tamaño de las bajas sufridas por los contendientes en la Segunda Guerra Mundial. Sobre todo, resulta sobrecogedor cuando se muestra la magnitud del sacrificio ruso durante la contienda y también muestra las inmensas pérdidas, a menudo olvidadas, de los chinos durante la misma; así como las pérdidas de los vencidos, sobre todo las alemanas.
Lo que se me hace muy interesante sin embargo, es la parte final del vídeo: los conflictos armados posteriores a la Segunda Guerra Mundial han sido mucho menos intensos y han provocado menos muertes que todos los conflictos anteriores. Incluso, se concluye que, en proporción, las guerras mundiales fueron mucho menos violentas que las guerras de la Antigüedad o medievales, como por ejemplo, las conquistas mongolas de Genghis Khan. El planteamiento es optimista, de que parece que estamos en camino de la desaparición de las guerras; sin embargo, creo que obvian un factor fundamental que quizá ha evitado que hoy en día se den enfrentamientos tendientes a la conquista territorial, la dominación o la formación de Imperios: Adolfo Hitler, Hiroito y Benito Mussolini han quedado en la Historia como los últimos líderes que intentaron lanzarse a la conquista al estilo de antiguos caudillos guerreros: Temudjin, Napoleón, Pachacutec, Julio César, Aníbal o Alejandro Magno, aunque quizá ahora Abú Bakr II Al-Baghdadí y el ISIS se está convirtiendo en una nueva versión del fenómeno, aunque por lo pronto solo tiene un alcance regional.
El factor que ha evitado que los conflictos geopolíticos que se han suscitado de 1945 en adelante degeneren en enfrentamientos entre las potencias como era la tónica del sistema internacional desde el siglo XV al XVIII no ha sido la evolución hacia el pacifismo o la búsqueda de un orden internacional y un sistema que garantizase la paz con la resolución de conflictos mediante el diálogo y la diplomacia, eso se intentó después de la derrota de Napoleón con el Congreso de Viena, por un tiempo funcionó, pero finalmente el sistema planteado se fue resquebrajando empezando por la Guerra de Crimea, luego con las unificaciones italiana y alemana y todo se fue al traste en 1914. No, el factor que ha evitado el estallido de grandes guerras no ha sido otro más que la disuasión nuclear.
En efecto: la política exterior y expansionista de Stalin no era muy diferente a la seguida por los Romanov hasta antes de 1917; después de todo, Catalina II y posteriormente Alejandro I y Nicolás I deseaban una expansión hacia el oeste que pasaba por someter a Polonia, misma que incluso fue integrada en gran parte al territorio ruso y evitar así la amenaza que representó el país eslavo centroeuropeo para Moscú en el siglo XVII tras el colapso de los Riurikovich y la difícil trancisión a la entronización de los Romanov; Stalin llegó más allá y tras la Segunda Guerra Mundial quedó con el control de toda Europa Oriental, sin embargo, comenzó el contencioso con EUA por el dominio de Alemania; de no haber existido el arma nuclear, y que Stalin ya sabía, y llevaba bastante avanzado el propio programa nuclear soviético, su existencia y sus efectos tras el ataque contra Japón, es muy probable que el georgiano rusificado se hubiera lanzado contra sus otrora aliados occidentales para obtener todo el pastel germano, sin embargo, no lo hizo y aceptó la partición del país vencido, creando a la República Democrática Alemana en su zona de ocupación con un gobierno comunista títere.
Crisis posteriores, como Hungría, o Checoslovaquia, la Cuba castrista, los eternos conflictos árabe-israelíes y hasta el día de hoy, la crisis ucraniana, no se habrían resuelto rápidamente y habrían degenerado en guerras a gran escala, al más puro estilo de lo que ocurría en el siglo XVIII, pero el arsenal nuclear sin duda ha fungido como un importante factor que ha evitado el estallido de estas contiendas, ni Moscú, ni Washington. ni Londres, ni Pekín, --también pudo haberse dado un intento de recuperación violento de Hong Kong por parte de China respecto de la corona británica-- ni Islamabad o Nueva Delhi, con su eterna rivalidad, han utilizado sus arsenales nucleares. El temor a la "destrucción mutua asegurada" y que al final, de utilizar las armas atómicas nadie ganaría, sino que todo sería aniquilado, es sin duda, la mejor forma de convencer a las partes confrontadas a sentarse a la mesa de negociaciones, o en todo caso, a conducir el conflicto a través de otros --en contiendas regionales a través de países pobres a los que se mantiene así más pobres-- o por medios más indirectos como guerrillas o patrocinando el terrorismo, o como estamos viendo actualmente, a través de sanciones económicas, o bien, una guerra comercial y de divisas, como la que empiezan a desatar chinos y norteamericanos.
Finalmente, el miedo es un lenguaje universal.
Crisis posteriores, como Hungría, o Checoslovaquia, la Cuba castrista, los eternos conflictos árabe-israelíes y hasta el día de hoy, la crisis ucraniana, no se habrían resuelto rápidamente y habrían degenerado en guerras a gran escala, al más puro estilo de lo que ocurría en el siglo XVIII, pero el arsenal nuclear sin duda ha fungido como un importante factor que ha evitado el estallido de estas contiendas, ni Moscú, ni Washington. ni Londres, ni Pekín, --también pudo haberse dado un intento de recuperación violento de Hong Kong por parte de China respecto de la corona británica-- ni Islamabad o Nueva Delhi, con su eterna rivalidad, han utilizado sus arsenales nucleares. El temor a la "destrucción mutua asegurada" y que al final, de utilizar las armas atómicas nadie ganaría, sino que todo sería aniquilado, es sin duda, la mejor forma de convencer a las partes confrontadas a sentarse a la mesa de negociaciones, o en todo caso, a conducir el conflicto a través de otros --en contiendas regionales a través de países pobres a los que se mantiene así más pobres-- o por medios más indirectos como guerrillas o patrocinando el terrorismo, o como estamos viendo actualmente, a través de sanciones económicas, o bien, una guerra comercial y de divisas, como la que empiezan a desatar chinos y norteamericanos.
Finalmente, el miedo es un lenguaje universal.
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