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26 de febrero de 2013

MIEDO, INCERTIDUMBRE, PREGUNTAS...

La renuncia de Benedicto XVI al solio de San Pedro sin duda ha sido un seismo de enorme magnitud dentro de la Iglesia Católica, sobre todo tras seis siglos en que ninguno de los pontífices había abdicado, razón por la cual parece un hecho inédito pese a que en dos mil años de Historia se han dado estos casos en al menos cinco o seis ocasiones.

Este hecho, mas los acontecimientos dentro del complcado y frecuentemente vapuleado por los medios de comunicación, pontificado de el Papa Ratzinger han dejado la impresión de que la Iglesia se encuentra en la mayor crisis de su Historia, lo cual no es del todo cierto: la crisis más grave, y con mucho, fue el cisma Protestante en el siglo XVI, sin duda, aunque en la actualidad se alega que esto se conjuga con la secularización y el desplazamiento de la religión del seno de la vida pública, sobre todo en una Europa descristianizada y en general de un Occidente que ha renunciado a sus raíces ancladas en, precisamente, la institución presidida hasta el próximo jueves por el pontífice germano, lo cual se suma, por supuesto, a las tensiones internas entre Tradicionalistas, Neoconservadores y Modernistas en el seno de la Iglesia de las que he hablado en otro artículo de este blog.
Todo esto, por supuesto, ha generado, como tras cada muerte de un Papa, una serie de conjeturas, dudas, preguntas y un ambiente de incertidumbre malsano para la fe de los creyentes, a lo que contribuyen las constantes notas aportadas por los medios en las que abundan las tesis conspiranóicas, la exageración de problemas graves, como los abusos de curas pedófilos a los que Benedicto ha combatido, y el amarillismo, lo que ha creado una atmósfera enrarecida como no se había visto desde la muerte repentina del Papa Juan Pablo I, en 1978. Por si fuera poco, a esto han contribuido algunos fenómenos celestes coincidentes con el acontecimiento, como fueron el meteorito que cayó en los Urales (arriba) o el rayo que golpeó la cúspide de la cúpula de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Ambos fenómenos son más comunes de lo que la gente cree, aunque claro, a lo largo de los siglos en los que no existía la tecnología actual, no era posible capturar, justo en el momento, a alguno de estos fenómenos como puede verse en estas imágenes, ni mucho menos, transmitirlo en vivo y en directo al resto del mundo, de ahí que el fenómeno de Tunguska siga siendo actualmente un enigma para muchos y los científicos, a posteriori hayan llegado a la conclusión de que se trató de un gran bloque de hielo desprendido de un cometa lo que cayó con violencia inusitada en una zona tan despoblada del mundo como Siberia, ademas de que es raro que un meteoro de las dimensiones y espectacularidad como el que cayó cerca de la ciudad de Cherlyabinsk pase por encima y afecte a zonas urbanas, como en esta ocasión; en el caso de la Iglesia de San Pedro, es natural que en noches de tormenta caigan los rayos en la cúpula, al ser el punto más alto en esa zona de la Ciudad Eterna.

Como creyente, sin embargo, he de reconocer que no puedo dejar de sentirme un tanto perturbado por esos fenómenos, recordando que Dios nos habla a través de la Naturaleza y que ésta en sí misma es un milagro. Sin embargo he estado serenándome y observando cómo han aparecido en estos días en que nos aproximamos a la Sede Vacante tanto las profecías de Nostradamus como las que se atribuyen al obispo irlandés medieval San Malaquías, se haga alusión al mensaje de la Virgen María en Fátima, La Salette o en Garabandal, y en definitiva, se de, nuevamente, la actuación de toda esa "Industria del Miedo" que se quedó sin filón a explotar después de que nada pasara el 21 de diciembre del año 2012, fecha del presunto fin del mundo vaticinado por los Mayas. De igual manera, contribuye a este entorno atemorizante la buena intención de algunos sacerdotes que en sus homilías interpretan los acontecimientos actuales como la realización de tales predicciones o signos del "Fin de los Tiempos", expresión que, por cierto, no es lo mismo que el "Fin del Mundo", esto es, no significa la destrucción del planeta, de la humanidad o del universo entero.

Esto no quiere decir que no esté preocupado ni dimensione la importancia histórica de la dimisión de Benedicto XVI, claro que lo estoy y más que nada me encuentro intrigado por los interesantísimos tiempos que estamos viviendo, aunque mi preocupación tiene que ver más con lo que expresa el periodista español Eduardo Goliorsky haciendo eco de las ideas del economista británico Niall Ferguson en su obra Civilización: Occidente y los Otros, aunque Ferguson, como buen anglicano, tiene como base de su preocupación a la grave crisis de la Iglesia de Inglaterra y del Protestantismo en general, cada vez más carente de intelectualidad y reducido a una versión "light" y comercial del Cristianismo y que ha sustituido a la liturgia por el espectáculo. Para Ferguson, la pérdida de la ética del trabajo que encontraba su base en la Religión Cristiana es una de las más grandes amenazas para la Civilización Occidental y la supremacía que ha ejercido por sobre el resto del mundo desde 1492.

No andan tan descaminados ni Ferguson ni Goliorsky en sus muy buenas reflexiones, y eso que este último es hasta ateo. Como lo describiera Samuel Huntington, los rasgos más propios de cada civilización se vienen definiendo por la relación entre la autoridad política y la autoridad religiosa: en la Civilización Eslavo-Ortodoxa, la Iglesia se somete al Estado, en el Islam, la Iglesia es el Estado, en China y Japón, el Estado es la Iglesia, pero en Occidente, Iglesia y Estado están separados y en equilibrio constante, a veces tenso, a veces suave, pero esa relación es la que, sin duda, ha sido causa de mucho del gran dinamismo de Occidente y en última instancia, de su desarrollo por sobré las demás áreas de civilización que existen en el mundo.

Si la Iglesia Católica, uno de los pilares --y del que se derivó el Protestantismo en todas sus vertientes-- llegase a desmoronares o a debilitar se para quedar reducido a una minoría o a una dimensión privada de las personas (y con ella, también las Iglesias o sectas protestantes, de hecho, estas están más ocultas y los países en que son mayoritarias han sido los más secularizados) la Civilización Occidental perdería una característica fundamental y quedaría únicamente el Estado como ente aglutinador y rector de la sociedad.

¿Recuerdan el post de hace unos días en que hablé del Neoconstitucionalismo? Precisamente parece ser la teoría jurídica y la ideología que servirá para fundamentar o justificar la supremacía absoluta del Estado, en la que quedan anuladas todas las comunidades intermedias, (incluso la familia, de ahí que no extrañe la destrucción del matrimonio y el ataque a la familia actual) el planteamiento Rousseoniano de la relación inmediata individuo-Estado quedaría plenamente realizado, y con el magnífico pretexto de la Democracia.

Y así, veamos que ahora la nueva religión, predicada por los "Progres" y de Izquierdas y que por ahora parece ir ganando la partida es la Democracia, en la que su dios es el Estado, su decálogo: los derechos humanos, su liturgia: los procesos electorales, su catecismo: las encuestas, su libro sagrado: la constitución y los tratados internacionales y su clero los funcionarios públicos, en especial los judiciales, siendo sus profetas autores como Norberto Bobbio, Sartori, Ferrajoli, Comanducci o Robert Alexy. La Democracia se ha convertido en un fin en sí mismo y en un absoluto, cuando los griegos lo veían simplemente como un medio de control sobre los gobernantes, pero hoy, existe una verdadera manía sobre la Democracia, y la misma se pretende adoptar para todos los aspectos de la existencia humana, y como siempre, teniendo al sempiterno Estado como referencia: desde el punto de vista de la Democracia, llegan al mismo totalitarismo predicado por Hegel: el Estado se convierte en "la marcha de Dios sobre la Tierra", como decía el idealista alemán, y aunque ateos o laicistas extremos, caen en el mismo fundamentalismo que los islámicos; basta ver lo que hemos visto en la Maestría en Derecho Constitucional impartido por docentes de la Universidad de Guadalajara:

Para ellos, no existe la moral pública u objetiva. Erróneamente, piensan que "moral" es un concepto derivado de "religión", y no es así; ciertamente, el Judaísmo, el Cristianismo, el Islam y el Budismo son doctrinas religiosas que tienen aparejada una doctrina moral, mas las religiones Grecorromana o la Mexica, por ejemplo, no tenían esa vinculación con ninguna postura ética. Los Griegos y Romanos, de hecho, se esforzaron por descubrir una moral objetiva o natural, y para ello, fundaron la Etica, rama de la Filosofía que estudia el comportamiento moral humano. En cambio, mi progresista profesor dice que no debe existir moral, sino ética en la vida pública para no cometer el "pecado" de traer la Religión a la vida en sociedad, cuando debe ser algo que se quede en casa o en el templo, identificando como ésta al "deber ser conforme a la Ley"... que me perdone, pero eso es legalidad, o el sentido de cumplir con los mandatos de la Ley, y entra a los terrenos jurídicos, confusión que haría infartarse al nada clerical Immanuel Kant.

Lo curioso es que de esa definición de Etica se desprende que la medida del comportamiento social siempre debe ser la Ley, y por tanto, el Estado, ente legislador; de ahí que implícitamente se atribuya al Estado, que expresa mediante la Legislación a la voluntad general o mayoritaria de la población mediante los representantes electos (únicos representantes legítimos y válidos que puede haber) y por tanto, puede calificar de bueno o malo, de justo o injusto cualquier conducta o hecho. La mesa, por tanto, está servida para regímenes totalitarios sustentados en el voto mayoritario; no es de extrañar, por tanto, que los académicos de la UDG se presten a hacer un montaje de elecciones para, cumpliendo con la Ley, seguir la voluntad de su cacique y nombren Rector al sobrino de éste, en algo notoriamente inmoral y de sometimiento a una voluntad absoluta que les despoja de libertad y dignidad, pero ético de acuerdo con sus paradigmas.

Así, una sociedad o sociedades occidentales en que el Estado lo sea todo, con una burocracia que interprete  la voluntad mayoritaria y la haga Ley y un Estado que crea más Estado para defender a los individuos de sí mismo, con una Iglesia débil y sin los referentes morales del Cristianismo, con comunidades intermedias igualmente débiles y deslegitimadas, se convertirá en un ambiente hostil para la libertad humana y para el pensamiento, con individuos reducidos a niños caprichosos acostumbrados a ser mantenidos por "Papá Gobierno", en definitiva, la ética del trabajo, nacida desde la cita de San Pablo: "el que no trabaja, que no coma" y las máximas benedictinas: "ora et labora" (reza y trabaja) y "carpe diem" (aprovecha el día) está dando paso a la ética del atenido que exige al Estado la solución de sus problemas, la satisfacción de sus necesidades y la legitimación de sus vicios. La pérdida de iniciativa y el empoderamiento del Estado orillan a la pérdida de creatividad, de originalidad y de innovación, eso ya lo estamos viendo hoy, en que el ocio o el entretenimiento se ha vuelto un prioridad, e incluso, la tecnología se ha venido a desarrollar, últimamente, en torno a ello.

Por el contrario, la ética del trabajo ha sido asumida por los orientales: chinos y japoneses, sobre bases diferentes a lo que fue en Occidente, en Rusia, el rescate de los valores Morales judío-cristianos emprendido por el Gobierno o caudillaje de Putin ha sido una forma de sanar las heridas cometidas por el Comunismo, restaurando la continuidad histórica con el pasado anterior a 1917, y también recuperar los deseos de trascendencia más allá del materialismo. El Islam, por otro lado, se encuentra en un renacimiento, y eso impulsa al desarrollo de sus sociedades, durante mucho tiempo frenado por sistemas estatistas y de ahí el origen de las "Primaveras Arabes".

Esto es sólo uno de los aspectos en los que la crisis del Cristianismo en general se reflejaría en una crisis social; la decadencia o el debilitamiento de la Iglesia es a la vez, reflejo y causa de la decadencia de la civilización, lo peor, es que hay mucha gente que se encuentra trabajando en la auto demolición, y lo vemos hoy en día con los rumores y notas exageradas en torno a la actual sucesión papal, mediante las que se busca desprestigiar y debilitar a la institución básica de Occidente que ha durado 2000 años. La idea es, precisamente, hacer realidad la utopía de Izquierda actualmente: la democratización absoluta, el Estado de bienestar, garante del hedonismo y por ello se pide a la Iglesia que se modernice y se democratice, adoptando estos fundamentos ideológicos: igualdad de género con el sacerdocio femenino, sacerdotes casados, obispos electos, la Iglesia como una mera entidad filantrópica, religiosidad privada sin consecuencias éticas, aceptación de la promiscuidad sexual, etc. Hoy en día, esta ideología es el dogma moderno y se le predica incluso con violencia, se critica a las Cruzadas, ¿pero qué son sino "guerras santas" las invasiones a Irak o Afganistán par imponer la Democracia y demás ideas aparejadas a la misma?

Definitivamente, sí creo que estamos ante un "Final de los Tiempos" y ante el inicio de una serie de eventos que propiciarán un gran cambio histórico, hoy día muchos festinan la renuncia del Papa, no saben lo que significa o el golpe que se ha asestado a nuestra civilización, hemos estado como el coyote del correcaminos, serruchando la rama sobre la que estamos parados, y las consecuencias serán duras y no nos daremos cuenta de ello sino hasta que sea demasiado tarde.

Aún así, no soy tan pesimista, no debemos tener miedo, lo que fracasará al final es el sistema actual, que está llegando a sus límites, como lo podemos ver en la crisis económica actual, eso sí, va a ser algo muy duro y muy difícil, pero con fe y con fortaleza, podremos salir adelante.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Si, la estatolatría/estadolatría es la religión imperante actual.

Este tipo de idolatría al Estado que promueven se convierte entonces en un culto pagano, donde el mismo pueblo le da el poder al dios gobierno. Porque es más fácil ser esclavos que libres, no quieren responsabilidad, quieren que alguien les releve de ella y por eso muchos escogen la puerta ancha donde ellos dependen total y absolutamente por completo del gobierno y sólo den el más mínimo esfuerzo con tal de que él les resuelva todos sus problemas a costa del precio que sea. Se está usando la tendencia socialista, por eso estos tipos de gobiernos promueven el “ateísmo” y fomentan la envidia ante el progreso, porque a la pobreza le encanta la compañía. Se inyecta la idea de que el problema es el rico y por esto hay que poner a todos en el mismo nivel de pobreza, vemos que esto es contrario enseñanzas de Jesucristo, entonces es cuando el pueblo le da el poder total al Estado para que él sea el dios que controle esta supuesta injusticia.

Si lo pensamos un poco veremos con claridad que lo que plantean los políticos y burócratas de todas las naciones es que el gobierno debe ejercer de dios, salvándonos o perdiéndonos, dándonos la salvación o condenándonos a la infelicidad. Esta es la idolatría que nos ha destruido al basarse en una mentira. Porque el gobierno no crea, no produce, no construye, sólo parasita a la sociedad y la paraliza… y por ello es imposible que un mero parásito nos de la salvación. El Estado no nos salva sino que simplemente nos esclaviza y somete. Cuando estamos en fechas de campañas políticas y millones de personas se reúnen ante el televisor ó internet para presenciar los debates de los “candidatos” en turno, esto desde hace mucho tiempo ha dejado de ser un mero acto político. Esto ya es pura liturgia religiosa ante el gran ídolo, el Gran Moloch, del que se espera todo, cuando no sólo no da nada, sino que nos quita lo más importante: la verdad y la libertad.

¿Cuál es el mecanismo que lleva a un pueblo libre a convertirse en un rebaño feliz de ser manipulado y manejado a su antojo por el poder? Para nosotros los católicos la respuesta no es muy compleja:

El hombre está hecho para Dios, de manera que cuando, por la razón que sea, Dios desaparece de su horizonte cotidiano, el hombre inventa ídolos sustitutorios y se arrodilla (física y/o mentalmente) ante ellos. Pero el ídolo favorito de todos, el ídolo de los ídolos, el Gran Ídolo, es (y siempre ha sido) el Estado, sobre el que el hombre sin Dios proyecta todas sus necesidades y esperanzas, materiales y espirituales (por algo fue el primer ídolo que el hombre se forjó).

De hecho si en algún sitio es visible el anticristo es en la estatolatría creciente a escala planetaria (bastante bien es sabido que el último y definitivo de los anticristos será un “carismático” y “sabio” líder político que precidirá un “Gobierno Mundial” -algo que algunos santos ha profetizado como etapa final histórica de la humanidad).

Anónimo dijo...

El profesor Arnold J. Toynbee, a pesar de haber sido ateo, ha enfocado el tema desde dos ángulos a la vez diferentes y complementarios. Por una parte, examina cuál es y cuál debería ser la actitud de los cristianos con respecto a los adeptos de otras grandes religiones vivas. Por otra, la del cristianismo y de las otras religiones aún vigentes, frente a la realidad del mundo moderno y al avance de un credo tan antiguo como nocivo: el culto que el hombre se rinde a sí mismo bajo la forma de un poder colectivo. En muchos países orientales este culto, que por su esencia atea y materialista bien pudiera ser llamado la religión de la irreligión, asume las formas del comunismo marxista, fundamentalismo islamista, maoísmo, etc.

En países occidentales, adopta la forma del nacionalismo, socialdemocracia, socialismo fabiano, mercantilismo, etc. que erige al “país”, la “patria”, la "voluntad del pueblo", el "bien común", ó a la “nación” en valor supremo. Considerados en función de una perspectiva histórica y sociológica, ambos lados del globo terráqueo tienen básicamente, en el fondo, variaciones de un mismo tema negativo: "dos cuernos de un mismo diablo", según la conocida expresión de Jacques Maritain.

Por un lado en los Estados paternales (oriente y algunos latinoamericanos como Cuba y Venezuela) obligan e imponen; en los Estados maternales (occidente incluyendo a EUA y México) engañan y seducen. En los paternalistas Estados Totalitarios clásicos, las voluntades se doblegan directamente mediante el terror y la fuerza. En los maternalistas Estados Totalitarios socialdemócratas, más sutiles y más pacientes, más pacifistas, a las personas se les está manipulando más indirectamente, y de diversas maneras; se trata de quebrantar la resistencia sin coacción aparente, para suscitar un conformismo infantil: se le llena la cabeza a las personas de que tienen “derecho” a todo lo que se les ocurra y de que es “obligación” del gobierno “proveerlo de calidad y sin costo alguno”. En los Estados paternalistas se trata de formar y forjar la dictadura totalitaria perfecta (esclavitud forzada), en los maternalistas por el contrario se trata de formar y forjar al “pueblo perfecto” (esclavitud voluntaria ó infantilización).

Esto desemboca en la mayor forma de idolatría que actualmente abarca al mundo entero, una idolatría que no necesita ídolos tallados o esculpidos en piedra o mármol. Que no necesita ofrendas de incienso ni ceremonias. La interpretación de la fe cristiana moldeándola según la cosmovisión que a fuego nos impone el “humanismo” antropológico y su principal manifestación: el estatismo/estatolatría.

La batalla que hay que librar no es de índole ideológica, sino antropológica. Y los puntos o zonas de fricción donde se debe librar esa batalla son la defensa de la vida, la recomposición del tejido celular básico de la sociedad (esto es, la familia) y la recuperación de una educación que devuelva la posibilidad de "conocer" el mundo de forma armónica, y no como un mero agregado de impresiones contingentes y caóticas inspiradas por la ideología.

No se cree en la posibilidad de que las religiones históricas superiores se fusionen, ni se aboga tampoco por tal posibilidad porque sería caer en el sincretismo. Empero, frente a un enemigo tan formidable como lo es la presente divinización del Estado —la estatolatría ó estadolatría—, existen personas (entre ellas Tonbee) que se preguntan si las grandes religiones no deberían tratar de unirse en la prédica común del principio que todas ellas mantienen: de que el hombre no es la suprema presencia espiritual en el Universo. En otras palabras, oponer el teocentrismo al antropocentrismo. Toynbee cree que ésta es una causa a la que debemos consagrar nuestros mejores afanes. Si abandonamos el campo, piensa, nos perderemos a nosotros mismos.

Anónimo dijo...

Así que hagamos la paz, nunca la guerra. Para ello es necesario mantener bien alejado al Gobierno (los políticos y burócratas) de nuestras vidas, urgiendo la devolución a la sociedad (mercado) de todas las competencias que se han arrogado los Gobiernos, y no dar más poder, competencias ni dinero a gobierno alguno con independencia de su color, tamaño u orientación. Y de nuestras mesas y cocinas. Porque no es cuestión de encontrar gobernantes buenos, ni sabios, ni eficientes. Porque no hay nada más sabio, moral y eficiente que las relaciones voluntarias y pacíficas. Ningún político ni sus adláteres van a enseñar nunca la verdadera libertad que es dada sólo por Cristo. Porque si no, no les considerarías necesarios. Y tampoco podrían seguir con sus guerras, atiborrándonos de pastillas que medio matan lentamente (debido a la estatización de la medicina), de comida basura para enfermarte el cerebro y rescatando a bancos y empresas ineficientes con dinero creado de la nada con el que acaban esquilmando (vía inflación, o sea pérdida de poder adquisitivo) a los más pobres.

Y todo ello gracias al "pueblo", que trabaja el 40% de su tiempo, sus horas a la semana, sus semanas al año... durante toda su vida, no para uno ni la familia, sino para esos políticos y burócratas que han venido a saquearnos, enfermarnos y convertirnos en cómplices de guerras y dramáticas crisis. Hechos y palabras que deberían hacernos reflexionar en este tiempo en el cual el “mantra” es el Estado Universal, el Estado “Big Brother/Gran Hermano” con los hombres cada vez más reducidos a simples vacas de ordeñar al servicio de los políticos. El tan cacareado “Gasto Público” no es más que, finalmente, el más gigantesco invento de marketing político jamás ideado para parapetarse en la depredación, esquilmación y subyugación de la sociedad civil a manos del Estado. Pero ya se sabe, todo esto, todo, “es por su bien”. Vote, calle y pida que el Estado le dé más y sea más grande. Seamos todos yonquis del Gobierno en turno. Hasta que nos aplaste.

Todo lo que he descrito casi siempre lo he comentado con mis hermanos católicos como algo que debe servir de lección especialmente para aquellos que defienden ingenua y cándidamente la excesiva intervención estatal en la sociedad (ya sea a través de mayores “regulaciones”, “leyes”, “reglamentos”, “códigos”, “agencias controladoras”, “impuestos”, “expropiaciones”, “organismos rectores”, “subsidios”, “controles de precios”, etc. con tal de combatir la “codicia capitalista”): una vez cedido el poder al Estado no debería sorprender a nadie que políticos, burócratas y grupos de presión intenten imponer su propia agenda e intereses.

Anónimo dijo...

Las crisis, ya sean depresiones económicas como especialmente guerras, son el mejor aliado del crecimiento del Gobierno, tanto en su tamaño como en su alcance, debido a la gran capacidad de los gobernantes de aprovechar al máximo la docilidad, el miedo y la incertidumbre de los ciudadanos en situaciones de crisis, prometiéndoles la falsa seguridad que ofrece el Estado a cambio de su libertad. Sin embargo, esto último no se suele mencionar y la alternativa de una mayor planificación se plantea como la única: "¡Tenemos que hacer algo!", claman los estatistas de medio mundo.

Y terminan por introducir mayores regulaciones, mayor poder a autoridades públicas para supervisar, poner coto a la avaricia de los inversores y “asegurar la transparencia del sistema financiero”, etc. En el plano más geopolítico, se hacen llamamientos a realizar planes de acción coordinados entre América, Europa y Asia. Dicho de otra manera, actualmente estamos vislumbrando peligrosamente los próximos pasos gigantes hacia un mayor poder estatal, quizás (aunque pueda sonar algo conspiranoico) poniendo unos cimientos más del futuro Gobierno Mundial que algunos desean… y que es la antesala del “hombre de la iniquidad” definitivo que muchos han predicho como etapa final histórica de la humanidad.

La escritura y tradición NO dice que después “una guerra acabará con el mundo” dice emergerá la bestia del abismo y al final habrá un falso profeta que impondrá una falsa religión para adorar al Anticristo; no solo eso, sino que incluso sería capaz de engañar a muchos creyentes e incluso elegidos… pero de hecho casi siempre en todos los siglos ha existido eso: en todas las centurias ha habido herejes, blasfemos, anticristos, falsos ídolos y profetas, que han engañado a mucha gente con sus mentiras disfrazadas de palabras “sabias” y “justas”.

Pero con lo anterior se puede decir simultáneamente otra cosa y que grandes exponentes de la Iglesia Católica como Santo Tomás de Aquino (ó incluso ortodoxos como el ruso Vladimir Soloviev que bien lo recrea en su "breve relato del anticristo") sabían muy bien con respecto al fin de los tiempos, a saber: que el fin de la humanidad NO ocurrirá en el sentido de un caos, en el que una multitud de potencias históricas se enfrentan entre sí en una guerra, llegando paso a paso por ese camino a una disolución general de los entramados y estructuras, produciendo al final una especie de destrucción masiva (si eso ocurriera, todos sabrían inmediatamente que “el fin está cerca”).

Sino que al final habrá una figura soberana dotada de un poder inaudito, y que bien mirado no establece un verdadero orden. Al final de la historia se impondrá un pseudo-orden sostenido por un abuso de poder que en sí tenga subyugada, sometida y controlada a toda la humanidad bajo una aparente red de orden, bondad y bienestar, un Poder Político Mundial que prometa un aparente “paraíso terrenal” (¿de que otra forma va a engañar a la gente de que lo adore a él y no a Dios? Dándole al hombre lo que siempre ha querido: el paraíso en la Tierra)… y lo implante por la fuerza. A partir de ahí no habrá “guerra” sino una gran, gran, gran persecución política en contra de todos los que “no estén de acuerdo” que serán básicamente considerados los “herejes” de éste poder, a quienes él llamará “perturbadores de la paz mundial”.

Ahí están, por otro lado, las últimas cartas del anciano Jacob Burckhardt a Friedrich von Preen, en las que le habla de "la gran autoridad venidera", a la que nadie conoce ni se conoce ella misma, pero a cuyo servicio trabaja ya el radicalismo que todo lo nivela, todo lo iguala y todo lo controla (en otras palabras, los izquierdistas de todas clases), y ahí está, finalmente, la frase de un político moderno: "El mundo evoluciona hacia un centro de poder absoluto, hacia un absolutismo universal".

No es por ser conspiranoico (no creo en eso) pero la formación del "gobierno mundial" ya tiene rato que va "viento en popa".

YORCH dijo...

Excelentes y enriquecedores comentarios!! en efecto, no solo los mercados, relaciones en las que las personas intercambian bienes y servicios han sido arrebatados a las personas: algo muy importante que les ha sido robado es la capacidad de autoorganización, por ejemplo: si la gente se queja de la falta de cobertura de salud y de lo caro que son los servicios médicos privados, ¿porqué no organizarse, por ejemplo, los propios vecinos, pedir al gobierno simplemente los insumos necesarios y ellos mismos crear y gestionar un dispensario médico? ¿cooperar para financiar una clínica? ¿Buscar patrocinadores? Pero no, gana el egoísmo, el individualismo y el sentirse nada sin que el gobierno intervenga, por lo que se espera que éste haga todo y sea quien ofrezca el servicio en exclusividad