Hablemos de un tema que, por ser la fecha 11 de septiembre tan simbólica sobre la por muchos predecida "caída del Imperio Estadounidense", nos trae reminiscencias actuales y que, además, es muy, pero muy interesante:
Aún no termino de leer el tomo V de "Canción de Fuego y Hielo": "Danza con Dragones", mismo que en su momento reseñaré y que me ha parecido un tanto más lento y pesado que el volumen anterior: "Festín para Cuervos", pero no por eso carente de méritos, como en un próximo post lo reseñaré, cuando cayó en mis manos una verdadera joya de la nueva historiografía británica enfocada al estudio de las civilizaciones clásicas de Grecia y Roma, se trata del libro "La Caída del Imperio Romano" de Peter Heather, cuya portada vemos aquí, con la cabeza colosal de la estatua de Constantino que se encuentra en los Museos Capitolinos de Roma, editado por primera vez en 2005 como resultado de un proyecto de investigación financiado por la Unión Europea sobre la decadencia y derrumbe de la mayor civilización de la Antigüedad, este libro es solo uno de los trabajos resultantes de dicho proyecto, y debo decir que moriría por leer los otros trabajos producidos de el mismo, supongo que ya deben estar publicados algunos más, aunque no en español.
Aún no termino de leer el tomo V de "Canción de Fuego y Hielo": "Danza con Dragones", mismo que en su momento reseñaré y que me ha parecido un tanto más lento y pesado que el volumen anterior: "Festín para Cuervos", pero no por eso carente de méritos, como en un próximo post lo reseñaré, cuando cayó en mis manos una verdadera joya de la nueva historiografía británica enfocada al estudio de las civilizaciones clásicas de Grecia y Roma, se trata del libro "La Caída del Imperio Romano" de Peter Heather, cuya portada vemos aquí, con la cabeza colosal de la estatua de Constantino que se encuentra en los Museos Capitolinos de Roma, editado por primera vez en 2005 como resultado de un proyecto de investigación financiado por la Unión Europea sobre la decadencia y derrumbe de la mayor civilización de la Antigüedad, este libro es solo uno de los trabajos resultantes de dicho proyecto, y debo decir que moriría por leer los otros trabajos producidos de el mismo, supongo que ya deben estar publicados algunos más, aunque no en español.
Resulta curioso que las propias autoridades comunitarias hayan financiado el desarrollo de una investigación arqueológico-histórica sobre el fascinante periodo comprendido entre los siglos IV-VI d.C., quizá lo motiven los pasos en la azotea que se sienten en el bloque continental, considerado por muchos como una especie de reencarnación del sueño imperial romano, --guardando las enormes distancias,-- por supuesto, y la concepción de que quizá, comprendiendo las causas o razones por las cuales la mayor civilización de la Antigüedad se fue a pique, se busque dar respuesta a los graves retos actuales, encontrando elementos comunes, aunque creo que la decadencia actual de Occidente es mucho más similar a la decadencia de la Grecia Clásica o a los Mayas que a la de Roma, dado que en nuestra civilización no se ha dado el caso de un solo pueblo con poder hegemónico y capacidad unificadora, sino como en el caso de estas civilizaciones mencionadas, se ha dado el caso de potencias predominantes como España, Francia, Inglaterra o Estados Unidos (Esparta, Atenas, Tebas y Macedonia en el caso Griego, Tikal, Calakmul, Palenque, Chichén Itzá o Mayapán en el Maya) que han luchado entre sí por esa supremacía y sus rivales, a su vez, han evitado que adquiriesen esa capacidad hegemónica, y al igual que en el caso de esas civilizaciones, por un modelo económico insostenible que presionó a los recursos naturales hasta el agotamiento.
Por otro lado, la caída del Imperio Romano que conocemos como tal únicamente fue la de su mitad occidental, el resto del Imperio continuó existiendo hasta 1453; sin embargo, el hecho de que estamos en Occidente, ha hecho que los historiadores de este hemisferio siempre hayan denostado la sobrevivencia y la esplendorosa Historia del Imperio Romano de Oriente (debemos recordar la división del Imperio decretada definitivamente por Teodosio en su lecho de muerte, en que dio el trono del Oriente a su hijo mayor Arcadio, y la parte occidental a su hijo menor. Honorio, hacia el año 395). El cual además no es llamado con su nombre, sino como "Imperio Bizantino" y presentado como una ininterrumpida decadencia, en realidad, este Imperio, con capital en Constantinopla, hoy Estambul, sobrevivió a la crisis del siglo V y las invasiones bárbaras para ser una gran potencia imperial a lo largo de casi toda la Edad Media, y su cultura y civilización no fue más que la continuación de la clásica grecorromana con tendencia a recibir influencias orientales en la tradición de la Epoca Helenística.Si bien perdería, con la aparición del Islam las provincias de Egipto, Medio Oriente y Norte de Africa, la realidad es que se convirtió en un verdadero Estado- Nación con una gran cohesión social y étnica centrada en el mundo griego de los Balcanes y el Asia Menor, lo que le permitió tener una mayor fortaleza que si hubiese continuado arrastrando a las tradicionalmente rebeldes o problemáticas provincias semitas. Así, el Imperio Romano no entraría en decadencia si no es por la intervención de los Cruzados en 1204 y la aparición en la escena del clan Otomano entre los Turcos y su lucha por unificar al Islam en un Imperio expansionista. Irónicamente, la Romanidad permitió a los Griegos evolucionar más allá de sus antiguas divisiones tribales y superar la organización de la ciudad-estado para la consecución de un ideal imperial que ellos mismos, con Alejandro Magno, habían sembrado e inspirado a sus primos itálicos siglos antes.
Hoy en día, mucha de la herencia cultural del Imperio Romano Oriental sobrevive en el mundo Eslavo-Ortodoxo, al cual evangelizó, gracias a las Iglesias Orientales y en los Católicos de Medio Oriente, por lo que ellos han recibido la herencia clásica en forma más directa que nosotros, y no a través de copistas, arqueologías y recuperaciones posteriores.
Pero bien, circunscribiéndonos a nosotros los Occidentales, ¿por qué cayó el Imperio Romano de Occidente entonces? ¿porqué no pudo sobrevivir como lo hizo su hermano oriental? La pregunta sigue teniendo un cierto sabor a enigma, aunque no han llegado a formularse planteamientos extravagantes o pseudocientíficos como con los Mayas, quizá porque existe un gran soporte documental que sobrevivió a la debacle y a los siglos y pueden ser consultados, sin embargo, los historiadores han barajado una serie de causales o han comprendido lo ocurrido al tenor de su ideología o simplemente de los documentos, sin busar evidencias físicas, arqueológicas, de lo acontecido en esa convulsa época.
Tomemos por ejemplo, a Edward Gibbon, cuya obra: Historia de la Decadencia y Caída del Imperio Romano es considerada un clásico al respecto, y que pretendió, en el siglo XVIII, ser la respuesta definitiva a lo ocurrido. Sin embargo, el británico, que escribió en el contexto del racionalismo y la Ilustración, formuló en realidad un tratado de "Anticristianismo" en el que con virulencia culpaba al Cristianismo de ser el culpable de la caída de la "liberal" civilización pagana Grecorromana, responsable de haber introducido la pusilanimidad, atemperado las virtudes guerreras de los Romanos, y enfocar las potencias intelectuales a la Iglesia en vez de a la supervivencia del Estado, así como la abolición de la esclavitud, puntal fundamental de la economía agrícola del Mundo Mediterráneo; Gibbon además, se dedicó a narrar los hechos e hizo mucho énfasis en el deterioro moral de los Romanos, al que ligaba con la extensión del Cristianismo; fue él, además quien trazó la negra imagen del Imperio de Oriente.
Sin embargo, hoy en día, y pese a que los méritos literarios e historiográficos de Gibbon son insuperables, los avances en la Arqueología, ciencia que en su época estaba en pañales, y numerosos estudios en disciplinas como la Economía, estudios sobre los cambios climáticos y otros han llevado a dejar totalmente desfasadas a las tesis de Gibbon. Así, Heather, en el libro del que hablamos, no considera al Cristianismo como un factor determinante en el derrumbe del Imperio Occidental; por el contrario, la historiografía moderna lo considera un factor fundamental para la sobrevivencia del Imperio Oriental y la conformación de la identidad nacional griega moderna y de importancia capital en todo el mundo eslavo de Europa Oriental. Por el contrario, el autor considera que la cristianización, tras las persecuciones y el edicto de Constantino se realizó en una forma bastante tersa y no representó ni una ruptura con el pasado inmediato ni un terremoto ideológico o cultural tan radical como para cimbrar los cimientos del Imperio. Por el contrario, aquello representó un resurgimiento artístico y cultural, enfocado ahora a otros objetivos y estilos, como atestiguan el Mausoleo de Gala Placidia y los templos cristianos construidos a partir de Cosntantino y hasta la Catedral de Santa Sofía en Cosntantinopla, o monumentos del pensamiento como las obras de San Agustín o San Jerónimo, o poco después de la implantación del dominio Ostrogodo en Italia, la figura de Boecio, con quien inicia la Filosofía Medieval.
Incluso, la adopción del Cristianismo frenó la degeneración moral tan marcada ya en el siglo III con personajes como Heliogábalo, o desde los fines de la República, sustituyendo el hedonismo imperante entre los ricos y la desorientación de los pobres por un ideal ascético y la vocación de servicio a los demás que caracterizó a muchos santos de aquellos primeros siglos, cosa que el propio Heather reconoce.
No, para este autor, las causas de la caída del Imperio Romano de Occidente estriban en las propias limitaciones del sistema imperial y que no pudieron adaptarse para hacer frente a dos grandes retos:
Por otro lado, la caída del Imperio Romano que conocemos como tal únicamente fue la de su mitad occidental, el resto del Imperio continuó existiendo hasta 1453; sin embargo, el hecho de que estamos en Occidente, ha hecho que los historiadores de este hemisferio siempre hayan denostado la sobrevivencia y la esplendorosa Historia del Imperio Romano de Oriente (debemos recordar la división del Imperio decretada definitivamente por Teodosio en su lecho de muerte, en que dio el trono del Oriente a su hijo mayor Arcadio, y la parte occidental a su hijo menor. Honorio, hacia el año 395). El cual además no es llamado con su nombre, sino como "Imperio Bizantino" y presentado como una ininterrumpida decadencia, en realidad, este Imperio, con capital en Constantinopla, hoy Estambul, sobrevivió a la crisis del siglo V y las invasiones bárbaras para ser una gran potencia imperial a lo largo de casi toda la Edad Media, y su cultura y civilización no fue más que la continuación de la clásica grecorromana con tendencia a recibir influencias orientales en la tradición de la Epoca Helenística.Si bien perdería, con la aparición del Islam las provincias de Egipto, Medio Oriente y Norte de Africa, la realidad es que se convirtió en un verdadero Estado- Nación con una gran cohesión social y étnica centrada en el mundo griego de los Balcanes y el Asia Menor, lo que le permitió tener una mayor fortaleza que si hubiese continuado arrastrando a las tradicionalmente rebeldes o problemáticas provincias semitas. Así, el Imperio Romano no entraría en decadencia si no es por la intervención de los Cruzados en 1204 y la aparición en la escena del clan Otomano entre los Turcos y su lucha por unificar al Islam en un Imperio expansionista. Irónicamente, la Romanidad permitió a los Griegos evolucionar más allá de sus antiguas divisiones tribales y superar la organización de la ciudad-estado para la consecución de un ideal imperial que ellos mismos, con Alejandro Magno, habían sembrado e inspirado a sus primos itálicos siglos antes.
Hoy en día, mucha de la herencia cultural del Imperio Romano Oriental sobrevive en el mundo Eslavo-Ortodoxo, al cual evangelizó, gracias a las Iglesias Orientales y en los Católicos de Medio Oriente, por lo que ellos han recibido la herencia clásica en forma más directa que nosotros, y no a través de copistas, arqueologías y recuperaciones posteriores.
Pero bien, circunscribiéndonos a nosotros los Occidentales, ¿por qué cayó el Imperio Romano de Occidente entonces? ¿porqué no pudo sobrevivir como lo hizo su hermano oriental? La pregunta sigue teniendo un cierto sabor a enigma, aunque no han llegado a formularse planteamientos extravagantes o pseudocientíficos como con los Mayas, quizá porque existe un gran soporte documental que sobrevivió a la debacle y a los siglos y pueden ser consultados, sin embargo, los historiadores han barajado una serie de causales o han comprendido lo ocurrido al tenor de su ideología o simplemente de los documentos, sin busar evidencias físicas, arqueológicas, de lo acontecido en esa convulsa época.
Tomemos por ejemplo, a Edward Gibbon, cuya obra: Historia de la Decadencia y Caída del Imperio Romano es considerada un clásico al respecto, y que pretendió, en el siglo XVIII, ser la respuesta definitiva a lo ocurrido. Sin embargo, el británico, que escribió en el contexto del racionalismo y la Ilustración, formuló en realidad un tratado de "Anticristianismo" en el que con virulencia culpaba al Cristianismo de ser el culpable de la caída de la "liberal" civilización pagana Grecorromana, responsable de haber introducido la pusilanimidad, atemperado las virtudes guerreras de los Romanos, y enfocar las potencias intelectuales a la Iglesia en vez de a la supervivencia del Estado, así como la abolición de la esclavitud, puntal fundamental de la economía agrícola del Mundo Mediterráneo; Gibbon además, se dedicó a narrar los hechos e hizo mucho énfasis en el deterioro moral de los Romanos, al que ligaba con la extensión del Cristianismo; fue él, además quien trazó la negra imagen del Imperio de Oriente.
Sin embargo, hoy en día, y pese a que los méritos literarios e historiográficos de Gibbon son insuperables, los avances en la Arqueología, ciencia que en su época estaba en pañales, y numerosos estudios en disciplinas como la Economía, estudios sobre los cambios climáticos y otros han llevado a dejar totalmente desfasadas a las tesis de Gibbon. Así, Heather, en el libro del que hablamos, no considera al Cristianismo como un factor determinante en el derrumbe del Imperio Occidental; por el contrario, la historiografía moderna lo considera un factor fundamental para la sobrevivencia del Imperio Oriental y la conformación de la identidad nacional griega moderna y de importancia capital en todo el mundo eslavo de Europa Oriental. Por el contrario, el autor considera que la cristianización, tras las persecuciones y el edicto de Constantino se realizó en una forma bastante tersa y no representó ni una ruptura con el pasado inmediato ni un terremoto ideológico o cultural tan radical como para cimbrar los cimientos del Imperio. Por el contrario, aquello representó un resurgimiento artístico y cultural, enfocado ahora a otros objetivos y estilos, como atestiguan el Mausoleo de Gala Placidia y los templos cristianos construidos a partir de Cosntantino y hasta la Catedral de Santa Sofía en Cosntantinopla, o monumentos del pensamiento como las obras de San Agustín o San Jerónimo, o poco después de la implantación del dominio Ostrogodo en Italia, la figura de Boecio, con quien inicia la Filosofía Medieval.
Incluso, la adopción del Cristianismo frenó la degeneración moral tan marcada ya en el siglo III con personajes como Heliogábalo, o desde los fines de la República, sustituyendo el hedonismo imperante entre los ricos y la desorientación de los pobres por un ideal ascético y la vocación de servicio a los demás que caracterizó a muchos santos de aquellos primeros siglos, cosa que el propio Heather reconoce.
No, para este autor, las causas de la caída del Imperio Romano de Occidente estriban en las propias limitaciones del sistema imperial y que no pudieron adaptarse para hacer frente a dos grandes retos:
- El resurgimiento del Imperio Persa por los Sasánidas, a partir del siglo III d.C., sustituyendo a la Dinastía Azerí de los Partos Arsácidas, a la que Trajano había derrotado y con la que sus sucesores: Adriano y Antonino Pío, habían establecido una especie de "coexistencia pacífica", las cosas cambiaron, pues los Sasánidas se lanzaron a una aventura expansionista en detrimento de Roma y asestándole sendas derrotas.
- Los movimientos de población desatados por la gran migración de los Hunos desde Asia Central hacia Europa, arastrando consigo a numerosos pueblos y haciendo que los Germánicos, ya muchos de ellos, bastante romanizados, presionaran las fronteras del Imperio.
Buscando similitudes entre el pasado y la actualidad, uno no puede pasar desapercibido que el proceso de declive de Roma y los actuales problemas a los que se enfrentan las potencias occidentales están vinculados ambos al fortalecimiento de Irán/Persia. Como ya en otras entradas lo he comentado, las Primaveras Arabes están relacionadas con la búsqueda de limitar o rodear a Irán con un "cordón sanitario" formado por sus enemigos Sunnitas naturales, y en el pasado, Roma también tuvo que idear un plan de contención contra esa misma potencia.
Ante esos retos, los Romanos tenían las siguientes limitaciones:
- La Sobreextensión: Con los medios de transporte de esa época, el Imperio Romano era, en proporción, 5 veces más grande de lo que en realidad era, hoy en día, por ejemplo, puede irse en ferrocarril de Roma a Niza en cuestión de horas, en aquella época eran semanas, ahora pensemos en cuánto se tardaba en ir de la capital imperial a Alejandría, por ejemplo, o más allá, a la frontera ubicada en el norte de Irak. Por esa razón, cuando el Islam le arrebató Egipto, Africa y Medio Oriente a Constantinopla, en vez de debilitar al Imperio de Oriente le fortaleció, al quedarle un territorio mucho más fácil de controlar.
- La Economía Agrícola: La economía del Imperio Romano dependía totalmente de la agricultura, razón por la cual la máxima riqueza se obtenía de la posesión de tierras; la expansión durante los años de la República se debió a la obtención de tierras y esclavos para explotarlas, de ahí el empoderamiento de la clase guerrera, que se hizo con el poder económico y pudo así, allegarse del poder político en detrimento del Orden Senatorial republicano, también conformado por terratenientes, pero itálicos y no en las provincias, así, el Imperio surgiría cuando un militar, como César, se hizo con el dinero suficiente como para pagar a las tropas y sostener una naciente burocracia.
- El nexo Imperio-Dinero: El sistema Imperial nacería con Augusto para mantener un sistema que garantizara la seguridad para los terratenientes, y a su vez, estos pagarían los impuestos con lo que coadyuvarían al sostenimiento de los ejércitos, fortificaciones, calzadas y flotas que contribuían a proteger las actividades económicas en las que se sustentaba la riqueza de los grandes potentados. Estos a su vez, esperaban ser recompensados por el sistema, ¿cómo? pues ascendiendo en el escalafón político del Imperio y obteniendo magistraturas o puestos en la burocracia imperial: ser Senador, Cuestor, Edil, Prefecto del Pretorio, Tribuno, Cónsul o Tesorero Imperial, etc. se convirtió en la máxima aspiración de todo romano, con lo que las posibilidades de que la riqueza de los potentados se invirtiera en el desarrollo de negocios o de innovaciones prácticas que hubieran podido llevar a una Revolución Industrial adelantada fueron nulas; lo máximo era engrosar y fortalecer la Burocracia y los potentados se encontraban íntimamente ligados al Estado, sin más iniciativa que engrandecerlo para que éste a su vez les continuara favoreciendo.
- La debilidad constitucional del Imperio: El Imperio nació como una monarquía simulada con Augusto, que pretendía aparecer como el salvador de la República, pero con el pasar de los años, y desde sus mismos sucesores, quedaba claro que el Emperador no era otra cosa más que un "Mega-Rey", en detrimento de las Magistraturas Republicanas y del Senado que continuaron existiendo, aunque cada vez más simbólicas y con menos poder efectivo, incluso y a pesar de que los Césares y Augustos fueron adoptando cada vez más símbolos propiamente monárquicos: orbe, cetro, la diadema o banda de tela blanca con perlas y joyas de los reyes helenísticos en vez de la corona triunfal de laurel y corona radiada o cerrada, manto púrpura, loros o estola dorada y trono y tratamientos como "Sacratissimus" o "Dominus Noster", el Emperador seguía ostentando como primero de sus títulos el de "Priceps" o Príncipe que quiere decir "Primer Ciudadano", y refiriéndose al Estado que gobernaba no como un reino, sino como una República, y así fue hasta Constantino XI. Esto provocó que la Monarquía Imperial nunca contara con un verdadero respaldo jurídico ni ideológico, sino que se sustentaba en la fuerza de las legiones situadas bajo el control del Emperador, y que tampoco hubiera reglas de sucesión en el trono estables, lo que propició las guerras civiles y usurpaciones constantes, incluso ya en el Imperio Oriental o en la "etapa bizantina", esto continuó pese a la aparente adopción del principio dinástico, pero como éste carecía de un sustento legal e ideológico y la fortaleza del monarca radicaba en su control sobre las fuerzas armadas, la tendencia a luchar por el poder ante cada fallecimiento del predecesor, al levantamiento armado de los generales cuando se cuestionaba la aptitud del Emperador reinante, la intriga y el asesinato fueron cosa común, esto apareció por vez primera en el año 69 con la caída de Nerón, y se presentó en cada cambio de dinastía posterior, para llegar a su cúlmen con la Crisis del siglo III, la debilidad constitucional del Imperio tampoco fue resuelta con la Tetrarquía de Diocleciano, sino sirvió para producir nuevamente el caos, y siguió haciéndose presente hasta fines del siglo XIV, en que se dieron las Guerras Civiles entre los Paleólogo con un Imperio menguante y cada vez más amenazado por los Otomanos.
- La descentralización excesiva: Lejos de la imagen promovida por Holywood y el pensamiento tradicional, el Imperio Romano distaba mucho de ser una entidad fuertemente centralizada en la que el César tenía a disposición por todo lo largo y ancho de su territorio a sus ojos y oídos; los primitivos medios de comunicación y también la muy rudimentaria organización de la administración pública le hacía depender de las autoridades locales; simplemente, basta leer los Evangelios para darse cuenta que Judea era gobernada por los Reyes de la Dinastía Herodiana, mientras que Pilatos, como Pretor Peregrino, se encargaba de concentrar los tributos de la provincia que eran remitidos a Roma, mismos que eran recaudados por funcionarios locales, como San Mateo y demás publicanos, odiados por sus compatriotas, pues eran vistos como traidores, aunque ellos, al recaudar el tributo, se quedaban con un porcentaje no despreciable para su bolsillo, igualmente, correspondía al dubitativo Poncio comandar la fuerza militar, asegurándose de que no hubiera rebeliones. Así, la ciudad del Tiber dependía de las élites locales sea de nativos, como en el caso de los Judíos, o sea de colonos Romanos, como sucedía en el Norte de Africa o de Romanizados como sucedía en la Galia o Hispania --que además eran los principales terratenientes en las provincias-- para controlar los territorios dominados, y debía buscar una relación con ellas de beneficio mutuo para asegurarse su lealtad y garantizar que nunca se rebelarían, cuando, con las invasiones bárbaras, estas élites locales se encontraron sometidas a nuevos poderes, encarnados en las dinastías o tribus germánicas que se hicieron con el control de las distintas regiones y éstas les garantizaron protección o seguridad, las elites simplemente empezaron a pagarles impuestos a los germanos y dejaron de mandarlos a Italia, pronto, los terratenientes de origen itálico o que habían adoptado la cultura clásica se mezclaron con la aristocracia germánica, dando origen a la nobleza europea, mientras dejaron languidecer a Roma, que sobrevivió gracias a ser sede papal.
Hasta aquí dejamos este post, en uno próximo continuaré detallando cómo se expresaron estas limitaciones y provocaron la caída de Roma, y demás ideas que ha generado en mí la lectura del libro de Heather, pero los dejo con unas inquietudes: ¿De qué forma la posición de Irán y la obsesión de Occidente en su contra deja desprotegidos otros frentes? ¿No se ha construido, desde 1789, un sistema favorable e interrelacionado con los financieros e industriales que ahora está llegando a sus límites? ¿No resulta cada vez más atractivo engrosar las filas de la Burocracia?
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La Muerte del Embajador Stevens:
La sangre de Christopher Stevens, embajador de EUA ante el gobierno de la "Libia libre" y otros tres funcionarios de exteriores norteamericanos cae directamente sobre Barack Obama y Hillary Clinton, el pobre diplomático tuvo, al parecer, una muerte tan brutal (ver foto) como la de Ghadaffi en el asalto al consulado americano en Benghazi, cuna de la "Primavera Arabe" en Libia, por primera vez, Mitt Romney ha denunciado ya, con todas sus letras, que tales primaveras son en realidad inviernos del fundamentalismo y que los rebeldes, como ahora se ha demostrado, no son más que los grandes enemigos de Washington: Al-Qaeda y otros grupos radicales, ahora más fuertes que nunca y sin Bin Laden. Por primera vez, me parece que el mormón ha dicho una verdad tan grande como una catedral y que ni la actual administración demócrata ni los medios masivos han querido ver.
Esperemos que esto abra los ojos y se den cuenta que en Siria, si bien Bashar el-Assad, no es una hermana de la caridad, es la mayor garantía de estabilidad, como lo eran el extravagante libio y el régimen de Mubarak en Egipto, y también que Irán es la potencia regional que puede ejercer de contrapeso al radicalismo Sunnita impulsado desde Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Arabes Unidos. Dudo sin embargo, que Obama y la Clinton sean capaces de ese realismo.
Lo de la película insultante hacia el Islam hecha por un Judío norteamericano es meramente anecdótico y un pretexto, tal parece que Al-Qaeda, fortalecida y envalentonada, había programado para este 11 de septiembre y como conmemoración de su gran victoria neoyorkina, una serie de ataques a sedes diplomáticas norteamericanas, y en Egipto esto también se dio, aunque sin fatalidades, solo daños.
Sigamos atentos a lo que pasa...
La Muerte del Embajador Stevens:
La sangre de Christopher Stevens, embajador de EUA ante el gobierno de la "Libia libre" y otros tres funcionarios de exteriores norteamericanos cae directamente sobre Barack Obama y Hillary Clinton, el pobre diplomático tuvo, al parecer, una muerte tan brutal (ver foto) como la de Ghadaffi en el asalto al consulado americano en Benghazi, cuna de la "Primavera Arabe" en Libia, por primera vez, Mitt Romney ha denunciado ya, con todas sus letras, que tales primaveras son en realidad inviernos del fundamentalismo y que los rebeldes, como ahora se ha demostrado, no son más que los grandes enemigos de Washington: Al-Qaeda y otros grupos radicales, ahora más fuertes que nunca y sin Bin Laden. Por primera vez, me parece que el mormón ha dicho una verdad tan grande como una catedral y que ni la actual administración demócrata ni los medios masivos han querido ver.
Esperemos que esto abra los ojos y se den cuenta que en Siria, si bien Bashar el-Assad, no es una hermana de la caridad, es la mayor garantía de estabilidad, como lo eran el extravagante libio y el régimen de Mubarak en Egipto, y también que Irán es la potencia regional que puede ejercer de contrapeso al radicalismo Sunnita impulsado desde Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Arabes Unidos. Dudo sin embargo, que Obama y la Clinton sean capaces de ese realismo.
Lo de la película insultante hacia el Islam hecha por un Judío norteamericano es meramente anecdótico y un pretexto, tal parece que Al-Qaeda, fortalecida y envalentonada, había programado para este 11 de septiembre y como conmemoración de su gran victoria neoyorkina, una serie de ataques a sedes diplomáticas norteamericanas, y en Egipto esto también se dio, aunque sin fatalidades, solo daños.
Sigamos atentos a lo que pasa...
2 comentarios:
Algunos han comentado ya que la caída del Imperio Romano poco se debió en realidad a las invasiones bárbaras, sino se debio principalmente porque los gobernantes romanos para ganarse la simpatía de su pueblo les otorgaron gratuitamente tierras, privilegios y se excedieron en sus gastos. Los excesos "benefactores" de los emperadores y no las invasiones bárbaras, ni las de Atila, ni las de los turcos, fueron los responsables de la caída del imperio romano... en otras palabras: fue culpa del Estado de Bienestar al estilo romano.
Eso fue lo que llevó a la ruina a la economía romana, al igual que dicha actitud de los políticos de la Unión Europea, EUA y paises latinoamericanos nos esta llevando lenta (pero seguramente) al abismo.
Siempre he tenido mis dudas de la validez de muchos "libros oficiales" escritos por maestros y/o doctores de escuelas "publicas" y sus teorías y explicaciones burdas y absurdas de muchos procesos y fenomenos historicos, sociales, educativos, psicologicos, culturales, economicos, cientificos, etc. en donde le hechan la culpa de los males que mayormente han aquejado a la humanidad a todas las razones que se les ocurra (guerra, materialismo, plagas, la cultura, falta de infraestructura, conspiraciones secretas, la desigualdad, falta de educacion, sindicatos, el capitalismo, enfermedades, la religion, etc.) menos a la principal y en muchas formas la verdadera (y que hace que todas las demas se corrompan o empeoren): la intromision excesiva del gobierno (de cualquier tipo) en las vidas de las personas (solo debe de existir el gobierno para la policia y tribunales y su proposito no debe ser "hacernos felices", el mejor gobierno es el limitado -el que gobierna menos-).
Aunque parece que ese no es el caso de algunos de los autores y libros que citaste (pero el tal Gibbon ha de haber sido no tanto un ateo sino un practicante de la religion humanistica-cientifica-civica como decia Murray Rothbard y que se dan muy a menudo en las escuelas publicas... lugares en donde la ciencia y el civismo han dejado de ser eso y se han convertido en la religion oficial de los gobiernos y que enseñan a adorar y alabar al Estado/Gobierno por sobre todas las cosas).
Tal vez, como decia Milton Friedman, debido a que la mayoría (o casi todos) de nuestros "maestros" o "investigadores" (sean economistas, sociologos, psicologos, cientificos, etc.) trabajan o son financiados por el gobierno, y por ende sus ingresos o investigaciones dependen de él (o sea que son poco mas que burocratas glorificados), es poco probable que, en caso de que se den cuenta de la verdad, se sientan con la libertad de hablar acerca de los males inherentes de la "socializacion" de... practicamente todo. Y en el peor de los casos se vuelven sus mas denodados defensores ya que "el mercado (la gente) no los recompenzan como debe de ser".
Muy certero comentario, efectivamente, uno de los grandes defectos de las civilizaciones antiguas fue que el estatismo burocrático en ellas llegó a rangos excesivos totalmente, la cuestión de un mayor liberalismo era imposible, egipcios, griegos o romanos tenían una mentalidad puramente tribal y comunitaria que llevó necesariamente a que el Estado fuese totalitario, esto lo trata Bertrand Russell en su Historia de la Filosofía, próximamente abundaré más en el tema de la caída de Roma, por lo pronto, te recomiendo ámpliamente el libro de Heather
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