Entre los muchos temas que a lo largo de todos estos años he tocado en este blog, está la música; como bien saben, mis gustos musicales se decantan más por el Rock en general, y ya más específico, mis géneros favoritos son el Rock Progresivo, y el Heavy Metal, y por supuesto, todo lo que se engloba dentro del término demasiado amplio, llamado Música Clásica, así como hay géneros que no soporto, aunque se les identifique como parte del folklore mexicano, mismo que fue creado o inventado tras la mal llamada Revolución, en la búsqueda de crear una identidad nacional propia; siempre lo he dicho, de Alaska a la Patagonia, los países americanos somos producto de la conquista y colonización o poblamiento hecho por unas cuantas potencias europeas: España, Portugal, Inglaterra, Francia y por ahí colada, Holanda, y hemos pasado los últimos 200 años tratando de hacernos los diferentes a nuestras Madres Patrias, incluyendo con la creación de géneros musicales artificiales que pretendemos hacerlos pasar como tradicionales, sea la Milonga, la Salsa, la Bachata, el Mariachi, la horrorosa Banda, o el Country.
Pero dentro de la evolución en conjunto de la Civilización Occidental, con la invención del fonógrafo por Thomas Alva Edison, surgió la música popular y comercial, de la que surgirían como una evolución de géneros, esos sí espontáneos y de una conjunción de influencias de lo más disímbolas, como la música celta traída a América por los inmigrantes irlandeses y escoceses, por un lado, y la traída por los esclavos africanos, lo que dió origen al Jazz, al Blues, al Swing y al Rock; y un subproducto de todos ellos que se le denomina como Pop, abreviatura de popular.
Aunque el Pop ha tenido creadores e intérpretes muy variados, pues internamente, este nombre engloba a multitud de movimientos musicales y estilos, y algunos han hecho Historia, como el que se considera su Rey, el fallecido, incomprendido y difamado Michael Jackson. Sin embargo, en los últimos 20 años, el Pop empezó a decaer en calidad, si bien siempre ha sido una caja donde ha entrado música muy pegadiza y comercial, muchas veces repetitiva, protagonizada por figuras con imágenes atractivas y fáciles de vender, a partir quizá de fines de los 90, aquello empezó a volverse la norma, con intérpretes efímeros, canciones olvidables y muchas veces poco talento, agrandado por el empleo de artilugios como el Auto Tune, aquello se ha hecho patente con varias representantes femeninas, muchas de ellas, además, víctimas de abusos o de explotación laboral para luego ser dejadas en el olvido, piénsese en Britney Spears, quien tras haber estado de moda a fines de los 90 y primeros años del 2000, se la ha pasado lidiando con problemas de salud mental y legales incluso en contra de su propia familia, y hemos visto desvanecerse en el olvido a cantantes como Christina Aguilera o la cada vez más apagada Katy Perry.
Recientemente, se ha dado el fenómeno de la norteamericana Taylor Swift, quien sin embargo, empieza a tambalearse, no solamente porque ya pasa bastante la treintena y se hace, por tanto, menos fácil identificarla con las adolescentes despechadas que por el tema repetido en sus letras, son su público objetivo, sino porque prácticamente hipotecó su carrera al destino del Partido Demócrata, y con ello, es ahora parte del hundimiento de dicho instituto político, además de que la Industria ya le tiene una sustituta: la más joven y sexualizable Sabrina Carpenter. Y aparte tenemos a la británica de origen bosnio Dua Lipa, más reconocible por sus atractivos que por su obra.
Sin embargo, hay gente con verdadero talento que da la esperanza de que el arte puede resistirse a ser devorado por la industria y aún así, tener éxito; durante la Pandemia, me apareció la imagen de una joven rubia y menuda, vestida con un estilo hippie modernizado, si pudiera describirlo así, pero que me impactó por la extraordinaria voz con la que entonaba canciones reflexivas con un gran sentimiento, aparentemente nostálgicas pero que denotaban una gran alegría de vivir en el fondo, y me fui enterando que la chica en cuestión se llama Aurora Aksnes, conocida más habitualmente sólo por su nombre de pila y que es proveniente de Noruega.
Desde entonces comencé a escuchar sus canciones y ver sus presentaciones en vivo grabadas en vídeo y subidas a las redes y finalmente, hace unos días tuve la oportunidad de verla en concierto aquí en Guadalajara, Jalisco, México, en el Auditorio Telmex, donde, lo primero que me sorprendió, fue que el recinto estaba repleto, fue un sold out, y me dio gusto de que fuera más conocida en mi ciudad de lo que yo creía, pues pensaba que era más underground, dado el Pop alternativo que, podríamos decir, es su estilo; pero me he dado cuenta también que ya había venido antes a México y a Guadalajara en particular, aunque en las ocasiones anteriores había venido a foros más pequeños, como el Teatro Diana.
¿Qué puedo decir? Fue impresionante, la chica tiene un talento innegable, cuenta con una capacidad vocal increible, despliega una enorme energía en el escenario, sin descansar de exhibir sus habilidades para el baile, sustentadas en una evidente formación en el ballet clásico y la danza contemporánea, un carisma enorme y un sentido del humor chispeante y natural. Lo que quizá se le pueda señalar es que se encuentra muy anclada en el discurso woke, en torno a temas como el Ambientalismo, la agenda LGBTQ, o el feminismo y hasta el slogan del Free Palestine, mucho probablemente debido a que es hija de su tiempo --cuenta apenas con 28 años-- y desde la educación primaria, en un país en el que el discurso de Izquierda se arraigó tanto como lo es Noruega, aquellas ideologías le fueron implantadas, y quién sabe si ha tenido también que claudicar al mismo para no ser "cancelada", veremos si los recientes cambios políticos no muestran que, en realidad muchos artistas tanto en la música como en la actuación, no se han visto obligados a ser comparsas de los monstruos ideológicos posmodernos ante la amenaza de perder oportunidades de trabajo y desarrollo.
(Me viene a la mente el dueto de las rusas T.A.T.U., quienes exhibían su pretendido lesbianismo durante la época de Yeltsin, pero tras llegar Vladimir Putin al Kremlin se convirtieron en felices esposas de varones tradicionales y ejemplares madres de familia).
Sin embargo, la mayoría de sus canciones, escritas por ella desde que era adolescente, tocan temas profundamente humanos: desde la lucha contra el estrés cotidiano, como en Some Type of Skin, una canción genial:
El superar la tristeza para no dejar de disfrutar la vida, como es en la extraordinaria The River:
El optimismo:
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