Pues bien, no me pude quedar sin hablar del fenómeno televisivo que recientemente arrebató la atención del público mexicano, incluso por encima del proceso electoral que se acaba de vivir, y aún más allá de las fronteras del país, en cierta forma fue una especie de placer culposo el ver la serie biográfica sobre el famoso cantante Luis Miguel.
Debo señalar que la verdad, la música de Luis Miguiel Gallego Basteri siempre ha sido para mi inframuscular, ni me va ni me viene; sin embargo, esto no quita que reconozca que es un sujeto con un talento enorme para el canto, --pese a que el género que maneja no es de mis favoritos-- y un carisma innegable, ni que no domine el escenario de forma natural y magistral. Ni tampoco puedo negar su importancia histórica en el mundo del espectáculo en México e Hispanoamérica, para muchos, su figura, en nuestro ámbito, es comparable a la de Frank Sinatra en EUA y el canto en la lengua inglesa; curiosamente, ambos finalmente tienen orígenes italianos, quizá los genes provenientes de la tierra del bel canto tuvieron algo que ver en nacer dotados de una gran voz.
Al terminar la primera temporada, me parece que podemos evaluar algunos de los factores del éxito de esta producción, misma que no es para nada espectacular, ni exigió un presupuesto enorme; creo que el impacto de la misma, que finalmente reactiva la carrera del ídolo musical tras varios años de alejamiento, problemas económicos, de salud y adicciones, por un lado, no puede soslayarse que el factor morbo tuvo mucho que ver para captar a las audiencias, más por la reserva ante los medios que el cantante ha mostrado a lo largo de su carrera, y detalles escabrosos de su vida personal y familiar, como sus hijos, relaciones amorosas y el misterioso destino de su madre, la italiana Marcella Basteri. Para muchos, la serie, de la cual el propio Luismi (como le llaman sus fans) es productor y ha proporcionado la base para la escritura del guión, era la oportunidad para que se revelase mucho de su vida y sus secretos.
Pero por otro lado, hay que reconocer que la serie contó con dos factores que han sido claves de su éxito: por un lado, un guión bien escrito y desarrollado, pese a que el serial no ha sido perfecto y parece que al final fue perdiendo gas; el penúltimo episodio fue un relleno casi pornográfico, centrado en la relación entre el cantante y la hoy actriz Isabela Camil, y el desenlace de la Primera Temporada careció de la tensión dramática que todo mundo esperaba; pero sobre todo, las extraordinarias actuaciones de los miembros del reparto.
La serie destaca por ser un verdadero duelo de actuaciones entre Diego Boneta, encargado de interpretar al cantante, incluso cantando, y que muestra los peinados, vestuario, gestos y ademanes típicos de su personaje de forma natural y espontánea, incluso la voz al cantar es casi la misma, y no es una mera imitación, es interpretación. Oscar Janeada, magistral actor español que da verdadera cátedra al interpretar a Luis Rey Gallego Sánchez, padre y primer manager de Luis Miguel, y finalmente la italiana Anna Favella, quien encarna a la madre del ídolo, la enigmática Marcella Basteri. Los tres hacen un trabajo extraordinario y la verdad, Janeada es quien se lleva las palmas, ganándose, como es bien sabido, el odio del respetable ante el retrato que hace del músico y empresario español como un hombre promiscuo, avaricioso, violento a veces, arrogante y explotador de su propio hijo.
Aquí no es de extrañarse, la historia de Luis Miguel es muy parecida a la que hemos visto en otras latitudes en torno a ciertas figuras que desde la infancia entran en el medio del espectáculo y conocen la fama y la fortuna, así como la gloria del aplauso, pero que a la vez, les lleva a ser víctimas de sus propios padres que les explotan y ven en ellos una mina de oro que consideran de su propiedad exclusiva. Sus hijos se convierten en sus instrumentos para obtener riquezas y sus instrumentos, lo que les destruye por completo la infancia y les marca muchas veces, para siempre: es conocido el caso de Michael Jackson, abusado y explotado por su padre Joe, que no es de dudar que sus cirugías plásticas y hasta sus inclinaciones pedófilas hayan tenido origen en una infancia perdida entre estudios de grabación, ensayos de baile, viajes y escenarios, Macaulay Culkin, que hasta recientemente intenta reconstruir tanto su vida personal como su carrera en el cine tras años de litigios contra sus padres, vicios y excesos, Drew Barrymore, alcohólica a los 11 años tras ganarse el corazón del público siendo una niña de 5 en el clásico de Spielberg E.T., o Haley Joel Osment, quien tras Sexto Sentido y otros filmes alcanzó fama mundial para luego caer igualmente en la trampa etílica y el sobrepeso o la quiebra financiera ante los malos manejos de sus padres, intentando también hoy en día, regresar a las pantallas, son casos famosos de ese precio elevado que se paga por la fama en los casos del encumbramiento en el espectáculo a edades escolares.
La serie, contada desde la óptica de Luis Miguel muestra a éste, --de una manera un tanto freudiana-- como víctima de las ambiciones de su padre (lo que los gringos llaman daddy issues): Luis Rey Gallego, quien no era un fracasado cualquiera. Era un músico muy talentoso, considerado en España como uno de los mejores guitarristas flamencos de su tiempo, llegó, a los 19 años a componer piezas para la famosa cantante francesa Edith Piaf, a inicios de de la década de los sesenta. Sus vínculos con la Izquierda española, y su oposición al Franquismo, le hicieron dejar trunca una carrera que pintaba para grandes cosas en Europa y emigrar a América, donde conoció en Argentina a la que sería su esposa, Marcella Basteri, hija de un ex militar italiano que había participado en la Segunda Guerra Mundial y que tras la derrota se fue al país sudamericano a buscar oportunidades de trabajo, llevándose después a su familia consigo y regresando después a Pisa, Italia.
Hay versiones que matizan un tanto la imagen presentada de Gallego como un hombre malvado y cruel de forma absoluta como lo interpreta Janeada, --y hay otras que dicen que era incluso peor-- así como el papel de víctima doliente de Marcella, pues hay quien señala que, siendo ambos un tanto hippies, la mujer entró a la misma vida de excesos y vicios de su marido, no dudando en ayudarle con su atractivo físico para conseguirle influencias; aunque Luis Rey ejecutaba la guitarra con maestría y podía componer canciones buenas, su estilo clásico resultaba un tanto aburrido o anticuado para una audiencia en Hispanoamérica que se encontraba igualmente pasmada ante el vertiginoso desarrollo del Rock & Roll en los sesenta y setenta proveniente del ámbito anglosajón, mientras que la música popular cantada en Español era dominada por los grandes baladistas de la época: Raphael, Camilo Sesto, José José, entre otros. Por ello, el éxito le era esquivo, hasta que descubrió el innegable talento de su hijo mayor, a quien a partir de los 11 años de edad, fue convirtiendo en un ídolo de masas y beneficiándose económicamente de su éxito gracias a la Patria Potestad ejercida sobre el menor, pero también por su gran astucia y habilidad para conseguir amigos poderosos.
También aquí se han alzado voces que también han criticado que Luis Miguel se presente únicamente como víctima de las decisiones de su padre, pero no plasme cómo él, voluntariamente, cayó en muchos de los vicios de aquél, también, que no es cierto que iniciara la búsqueda de su madre tan pronto, sino que fue indiferente un tanto al destino de su progenitora. Las versiones sobre éste abundan: algunos apuntan a que fue asesinada por el propio Luis Rey --tesis que al parecer se plasma en el serial--, otros, que no es cierto que estuviera en tan malos términos con éste, y que reunida con él en 1986, viajarían a México, muriendo ella a consecuencia de sobredosis de drogas y alcohol en una orgía celebrada en casa del General Arturo Durazo, ex jefe de la policía de la Ciudad de México, de quien se dice, fue amante de buen grado a cambio del apoyo para los éxitos iniciales de su hijo. Otros señalan que víctima de constantes depresiones, finalmente cayó en la insanía mental y terminó internada en un hospital psiquiátrico, algunos dicen que en España, otros dicen que en Italia o Argentina.
Algunos también señalan que no es cierto que la idea de grabar boleros para el álbum Romance, el más exitoso de su carrera, fuera de él, como se retrata en la serie, sino del manager argentino Hugo López, verdadero genio de la producción y quien convirtió a Luis Miguel en un artista no solamente circunscrito al público mexicano o hispanoamericano, sino global, tomando como base los éxitos previos logrados bajo la égida de Luis Rey, como el Festival de San Remo, Italia, Viña del Mar o siendo el ganador más joven del Grammy, Luis Miguel, y de ahí su trascendencia, fue quien hizo de la música popular hispanoamericana parte de la cultura pop de la Globalización; él fue el primero que, sin grabar discos en otra lengua que la natal hispana, fue escuchado igual en un barrio de Iztapalapa en la Ciudad de México, que en la Quinta Avenida de Nueva York, los atestados andenes del metro de Tokio o la Plaza Roja de Moscú. Ni Ricky Martin, Shakira o cualquier otro tendrían el éxito actual se no ser por que Luis Miguel, quien en sí mismo es un representante de la Globalización: hijo de español e italiana, nacido en Puerto Rico pero de nacionalidad mexicana, abrió camino.
Así, esta serie de TV, producida por Netflix no ha carecido de polémica, quizá el propio cantante así lo quizo, finalmente, es una forma de estar en boca de todos y darse a conocer a las nuevas generaciones con todos sus mitos y secretos apenas atisbados en lo que ha dejado ver en el serial, hay incluso quien recrimina --de manera estúpida a mi parecer, he visto igualmente biopics sobre John Lennon o Elvis Presley y no tienen porqué tocar temas de política y sociedad que no vienen al caso al narrar la vida de un personaje de la farándula en especial-- que no sea una crítica social al modo de vida de las personas de clase alta, cuando nada qué ver con eso. Basta con que la serie muestre el verdadero infierno que es el medio del espectáculo, con las corruptelas, lambisconerías y manejos que hizo Luis Rey para que su hijo escalara dentro del mismo, aunque sin duda se quede corto en ello, y quizá también sí ponga el dedo en la llaga en cuanto a que consideremos que los faranduleros son parte ahora de la "alta sociedad", cuando lo que queda obvio es que se trata de arribistas, incluso, no duda en mostrar la pobrísima educación que Luis Miguel tuvo más allá de la música.
Sin embargo, creo que la siguiente temporada no tendrá el mismo éxito, se extrañarán a Janeada y a Favella, y por el tono que la serie tiene, dudo mucho que se plasme a Luis Miguel cayendo en las adicciones, siendo un Don Juan incapaz de relacionarse de manera estable con una mujer, siendo artífice de sus propios problemas económicos y fiscales y siendo, finalmente, un padre desobligado con sus hijos que tuvo con la actriz Araceli Arámbula. Aún así, esta primera temporada fue excelente, una producción que valió la pena ver y un asomo de la oscuridad que existe detrás de "el Sol".
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