Los fans de la Ciencia Ficción (y todo el mundo de las letras) estamos de luto, pues ha fallecido el escritor norteamericano Ray Bradbury, quien, junto al ruso, avecindado en EUA, Isaac Asimov y el británico, residente por muchos años en Sri Lanka, Arthur C. Clarke, constituyeron el llamado grupo de "los tres grandes", de conformación un tanto arbitraria, pues quizá a un lado de ellos tres debió de considerarse también a Philip K. Dick, fallecido ya también hace unos 30 años, o a Robert A. Heinlein, el primero, católico y místico, pero también adicto a drogas psicotrópicas, dotó a su obra de cierta profundidad teológica y de reflexiones sobre la naturaleza humana bastante interesantes, el segundo, fue muy avocado a la crítica política e ideológica en sus obras y un denunciante de los totalitarismos.
La Ciencia Ficción no son naves espaciales, espadas de luz y pistolas de rayos, olvídense de las imágenes cinematográficas de George Lucas aquellos que se hayan quedado con los prejuicios sobre este género como algo frívolo y propio de diversiones de adolescentes, fantasioso y poco serio; a los que tengan esa idea, les invito a que lean a Bradbury.
Este escritor nativo de Ilinois es llamado el "Poeta de la Ciencia Ficción", y no es para menos, supo dar a su obra de un estilo etéreo, delicado y sumamente hermoso, al leer sus páginas todo parece estar enmarcado en polvo dorado y atmósferas sutiles, vaporosas y perfumadas, pese a lo cual no deja de escribir páginas inquietantes y hasta generadoras de angustia o pesar; y es que Bradbury, contrario, por ejemplo al optimismo tecnológico de Clarke o a la fe en el progreso y la Historia de Asimov, es un pesimista y un tecnófobo; no en balde en ocasiones se le señala como coincidente con J.R.R. Tolkien en cuanto a su desconfianza hacia la tecnología y los logros de la Ciencia. Bradbury tenía una visión pesimista del futuro y consideraba que el progreso científico y tecnológico nos alejaban de la verdadera naturaleza del hombre, generando una falsa sensación de victoria o superioridad; el hombre, para este autor, se encuentra encadenado a luchar siempre y ser vencido ante la inmensidad de la Eternidad que nunca logrará comprender del todo.
Sus obras más conocidas se relacionan con ello: "Crónicas Marcianas", por ejemplo, nos relata en diversos episodios los progresos humanos por colonizar Marte; los mismos desencadenan la extinción de los alienígenas nativos del planeta rojo... es intrascendente el hecho de que Bradbury pusiera la llegada del hombre a nuestro vecino celeste en 1999--aún estamos muy lejos de ello, 13 años después de la fecha planteada--y que imagine a Marte con una atmósfera respirable y agua corriendo en canales; en ello, se basa en el conocimiento vigente o a las especulaciones todavía existentes a inicios de los 50, antes del lanzamiento del Sputnik por los Rusos y mucho antes al envío de las sondas Mariner y Viking al planeta rojo, por lo que imagina a un Marte no muy diferente al ideado por Burroughs, del que hablé en un post anterior, basado en las tesis de Percival Lowell y Schiaparelli, aunque sí mucho más apacible, lo importante en la obra es esa visión fatalista de que todas las obras del hombre, tendientes al dominio de la Naturaleza o a creerse un dios, terminan por fracasar. Mientras los humanos se extienden sobre Marte, estalla la Guerra Nuclear en la Tierra, y los humanos habitantes de Marte deben regresar al planeta madre a repoblarlo, al final, los marcianos son los hombres y todo es un volver a empezar.
"Farenheit 451", (temperatura a la que se quema el papel) sin duda su mejor novela al grado que su epitafio es Autor de "Farenheit 451", juega con un futuro en el que el mundo es regido por un sistema totalitario, en el que los libros están prohibidos, la letra impresa es negada, solo existe la imagen y se impide el acceso al conocimiento del pasado, del arte, la Teología y la Filosofía, sólo importa aquello que el régimen proporciona a través de la TV y el cine; los bomberos no tienen la función de apagar incendios, sino de quemar libros cuando la existencia de éstos es denunciada. En la época actual, en que se predice la muerte del libro a favor del kindle o de las versiones digitalizadas, por ecología o por cualquier otro pretexto, y en el que la gente lee cada vez menos y se cree lo que sale en Youtube o lo que sale en Televisión y aquello que no está en Internet no existe, no deja de ser inquietante la lectura de la novela de Bradbury.
Bradbury intervino también en el cine y la TV; ganó el óscar por la adaptación a la gran pantalla de la inmortal novela de Hermann Melville, Moby Dick, protagonizada por Gregory Peck, y que no es más que la crónica de la inútil lucha del hombre, representado por el Capitán Ahab y la tripulación del Pequod, por dominar y derrotar a la Naturaleza, simbolizada por el cachalote albino, su obra "Crónicas Marcianas" fue adaptada a la TV en 1980, en forma magistral, contando con una de las últimas actuaciones de Rock Hudson. Guionista de miniseries y de obras teatrales, dentro de su bibliografía se cuenta también con obras como "Las Doradas Manzanas del Sol" y "El Sonido de un Trueno", novela en la que se adelantó a la Física Cuántica al hablar del llamado efecto Mariposa, doctrina básica de la Teoría del Caos. (Y que nos dice que si alteramos mínimamente algo, esto tendrá efectos enormes en un tiempo y lugar diversos).
En definitiva, se ha ido un grande, y no me queda más que invitarles a que lean sus obras y reflexionen con él acerca del futuro de la humanidad y sus logros, sus obras son intemporales y de una validez universal, tal y como el propio Jorge Luis Borges, que fue amigo suyo y cuya obra prologó e introdujo en Latinoamérica, como hizo con la de Tolkien, lo reconocía.
Que descanse en paz, y que sueñe eternamente con arenas rojas acariciadas suavemente por el soplo de los vientos en el atardecer de Marte...
Este escritor nativo de Ilinois es llamado el "Poeta de la Ciencia Ficción", y no es para menos, supo dar a su obra de un estilo etéreo, delicado y sumamente hermoso, al leer sus páginas todo parece estar enmarcado en polvo dorado y atmósferas sutiles, vaporosas y perfumadas, pese a lo cual no deja de escribir páginas inquietantes y hasta generadoras de angustia o pesar; y es que Bradbury, contrario, por ejemplo al optimismo tecnológico de Clarke o a la fe en el progreso y la Historia de Asimov, es un pesimista y un tecnófobo; no en balde en ocasiones se le señala como coincidente con J.R.R. Tolkien en cuanto a su desconfianza hacia la tecnología y los logros de la Ciencia. Bradbury tenía una visión pesimista del futuro y consideraba que el progreso científico y tecnológico nos alejaban de la verdadera naturaleza del hombre, generando una falsa sensación de victoria o superioridad; el hombre, para este autor, se encuentra encadenado a luchar siempre y ser vencido ante la inmensidad de la Eternidad que nunca logrará comprender del todo.
Sus obras más conocidas se relacionan con ello: "Crónicas Marcianas", por ejemplo, nos relata en diversos episodios los progresos humanos por colonizar Marte; los mismos desencadenan la extinción de los alienígenas nativos del planeta rojo... es intrascendente el hecho de que Bradbury pusiera la llegada del hombre a nuestro vecino celeste en 1999--aún estamos muy lejos de ello, 13 años después de la fecha planteada--y que imagine a Marte con una atmósfera respirable y agua corriendo en canales; en ello, se basa en el conocimiento vigente o a las especulaciones todavía existentes a inicios de los 50, antes del lanzamiento del Sputnik por los Rusos y mucho antes al envío de las sondas Mariner y Viking al planeta rojo, por lo que imagina a un Marte no muy diferente al ideado por Burroughs, del que hablé en un post anterior, basado en las tesis de Percival Lowell y Schiaparelli, aunque sí mucho más apacible, lo importante en la obra es esa visión fatalista de que todas las obras del hombre, tendientes al dominio de la Naturaleza o a creerse un dios, terminan por fracasar. Mientras los humanos se extienden sobre Marte, estalla la Guerra Nuclear en la Tierra, y los humanos habitantes de Marte deben regresar al planeta madre a repoblarlo, al final, los marcianos son los hombres y todo es un volver a empezar.
"Farenheit 451", (temperatura a la que se quema el papel) sin duda su mejor novela al grado que su epitafio es Autor de "Farenheit 451", juega con un futuro en el que el mundo es regido por un sistema totalitario, en el que los libros están prohibidos, la letra impresa es negada, solo existe la imagen y se impide el acceso al conocimiento del pasado, del arte, la Teología y la Filosofía, sólo importa aquello que el régimen proporciona a través de la TV y el cine; los bomberos no tienen la función de apagar incendios, sino de quemar libros cuando la existencia de éstos es denunciada. En la época actual, en que se predice la muerte del libro a favor del kindle o de las versiones digitalizadas, por ecología o por cualquier otro pretexto, y en el que la gente lee cada vez menos y se cree lo que sale en Youtube o lo que sale en Televisión y aquello que no está en Internet no existe, no deja de ser inquietante la lectura de la novela de Bradbury.
Bradbury intervino también en el cine y la TV; ganó el óscar por la adaptación a la gran pantalla de la inmortal novela de Hermann Melville, Moby Dick, protagonizada por Gregory Peck, y que no es más que la crónica de la inútil lucha del hombre, representado por el Capitán Ahab y la tripulación del Pequod, por dominar y derrotar a la Naturaleza, simbolizada por el cachalote albino, su obra "Crónicas Marcianas" fue adaptada a la TV en 1980, en forma magistral, contando con una de las últimas actuaciones de Rock Hudson. Guionista de miniseries y de obras teatrales, dentro de su bibliografía se cuenta también con obras como "Las Doradas Manzanas del Sol" y "El Sonido de un Trueno", novela en la que se adelantó a la Física Cuántica al hablar del llamado efecto Mariposa, doctrina básica de la Teoría del Caos. (Y que nos dice que si alteramos mínimamente algo, esto tendrá efectos enormes en un tiempo y lugar diversos).
En definitiva, se ha ido un grande, y no me queda más que invitarles a que lean sus obras y reflexionen con él acerca del futuro de la humanidad y sus logros, sus obras son intemporales y de una validez universal, tal y como el propio Jorge Luis Borges, que fue amigo suyo y cuya obra prologó e introdujo en Latinoamérica, como hizo con la de Tolkien, lo reconocía.
Que descanse en paz, y que sueñe eternamente con arenas rojas acariciadas suavemente por el soplo de los vientos en el atardecer de Marte...
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