Los acontecimientos de este atribulado mes de marzo y algunas experiencias personales me han motivado este día a hacer una serie de reflexiones acerca del punto histórico en que nos encontramos. Veamos algunos de ellos:
- Tras el terremoto y tsunami y la alerta nuclear siguiente en Japón, los medios occidentales presentaron el panorama más aterrador y catastrófico, dando por descontado que sucedería una calamidad apocalíptica; a ello contribuyeron algunas autoridades, como el Comisario de Energía de la Unión Europea, pero sobre todo, los medios masivos de comunicación que han estado actuando desde el 11 de marzo con un alarmismo y un amarillismo espectaculares. Los medios japoneses, por el contrario, buscaron dimensionar la tragedia correctamente y hablaron de reconstrucción, así como plantear la seriedad de lo que ocurre en Fukushima pero sin crear pánico.
- La actitud contrastante: los occidentales residentes en Japón, en su inmensa mayoría pusieron pies en polvorosa y huyeron del Imperio del Sol en forma histérica y hasta atropellada, mientras los nipones, alentados por su Emperador y sus fuertes valores morales, guardaron la calma, han actuado con un gran respeto hacia sus caídos, con gran civilidad y solidaridad, entereza y calma.
- Las protestas en el Medio Oriente y Norte de Africa, que se han extendido ahora a Siria, y generado una guerra civil en Libia que terminó por convertirse en un conflicto internacional con la intervención de la OTAN en una forma muy ambigua, dividida y polémica, con un oscurecimiento del papel de EUA en todo ello y que empezando con la finalidad de proteger a los civiles de los bombardeos lanzados por la aviación de Gaddafi, ha venido a terminar siendo una campaña para derrocarlo, aunque las contradicciones y los desencuentros entre los aliados continúan, así como el misterio y las dudas sobre los dirigentes e intenciones de los rebeldes.
- La motivación puramente electorera de la intervención en Libia que motivó a Sarkozy a buscar el apoyo popular y distraer de la situación interna de Francia, que sobre todo en el aspecto económico es preocupante; al mismo tiempo, se buscó por éste y otros líderes europeos desmarcarse del apoyo descarado que se dio por años a las dictaduras del Magreb (Norte de Africa); sin embargo, no le funcionó, y en las elecciones departamentales celebradas el domingo pasado, el partido Conservador de Sarkozy perdió ante una renaciente pero cuestionada Izquierda, un enorme abstencionismo, y lo peor, el ascenso del neo-fascismo del Frente Nacional.
Esos son algunos de los hechos internacionales que motivaron en mí una serie de reflexiones respecto a la situación histórica en que nos encontramos. En cuanto a hechos personales, he tenido un desencuentro con mis actuales alumnos, no sé si estén fallando los filtros para el ingreso a la universidad donde doy clase o sea esto un reflejo de la situación actual de los jóvenes en México y más allá, pero resulta que en contraste a los alumnos que he tenido en semestres anteriores, éstos han demostrado tener un nivel bajísimo de preparación para ingresar a la Universidad, una cultura prácticamente inexistente, y lo que es peor, una actitud ante la vida de valemadrismo completo; véase por ejemplo la siguiente conversación que sostuve ayer con una alumna, que empieza por el motivo de que en Facebook he puesto como imagen de mi perfil a la bandera de guerra de Japón, la del sol con sus rayos para solidarizarme con el Imperio del Sol en estos amargos momentos:
alumna: olaa profe comoandaaa?
Yo: que tal
alumna:
- bn bn ii qe esa imagen
- qe signigic oo qe
- ç?¿
- =O
Yo: es la bandera de guerra de Japón
alumna:- mm
- ii qe onda
- xqe tan patriotaa
Yo:- es para mostrar apoyo a Japón en su lucha por reconstruirse
- porque siempre he admirado a los japoneses
Vámos, que la chava núnca ha visto una película de la Segunda Guerra Mundial o visto un libro con fotos de aquel conflicto, o de perdis haber visto de pasada en Internet un barco de la marina japonesa actual o de las Fuerzas de Autodefensa (eufemismo para llamar a su ejército desde 1945) que siguen utilizando tal enseña, además de que exhibe su pereza por escribir bien y los efectos del uso excesivo del teléfono celular para mandar mensajes, aparte de que no sé si me vió cara de japonés que me dice que soy patriota por poner la bandera militar de ese país en mi página del Facebook. Pero eso no fue lo peor, para nada.
No, lo peor es la actitud de mis alumnos: apáticos, somnolientos, aburridos y desinteresados; imparto Historia y Teoría del Pensamiento Económico, y no solamente he querido atraer la atención de ellos al pasado, sino a problemas actuales, como las consecuencias económicas de lo ocurrido en Japón o la guerra en Libia, y sin embargo, se muestra la misma apatía.
¿Cómo relaciono todo esto? Bueno, porque el motor de las revoluciones y el cambio en el mundo islámico, independientemente de a dónde lleve ese cambio, está siendo la juventud; recordemos que los países musulmanes tienen a la mayoría de su población con edades menores a los 30 años, y son ellos los que están dirigiendo a sus sociedades a destronar a dictadores que la mayoría de las veces no han servido a los intereses de sus pueblos, sino, como en el caso de Mubarak, a los de Israel y EUA, o en el caso de Ben Alí a los franceses, o en el caso de Gaddafi a los propios de éste y su familia, y piden ahora regímenes que respeten la raíz de sus pueblos y les conduzca, al mismo tiempo, al desarrollo y a la solución de los graves problemas de desigualdad económica y subdesarrollo que las sociedades islámicas han venido arrastrando, al menos, desde la etapa final del Imperio Otomano (siglos XVIII-XIX) hasta nuestros días.
Pero, por contraste, nuestras sociedades occidentales muestran una juventud totalmente ajena a los problemas y a la búsqueda o exigencia de soluciones: véanse las fotos con las que comienzo esta entrada: muestran dos aglomeraciones de jóvenes, la de arriba, en España, donde se les ve celebrando un "botellón", especie de borrachera colectiva que se hace en espacios públicos, muchas veces subvencionada por el propio Estado, abajo, una manifestación en Siria, donde se piden reformas profundas o de plano, el fin del gobierno laico y militarista, calcado de las ideas aplicadas por Atatürk en la vecina Turquía, de los Al Assad.
A pesar de la grave situación de México, a muchos de entre los jóvenes no les interesa buscar alguna solución y exigir, no solamente al desastroso gobierno de Calderón ni solamente al PAN, sino a todos los partidos, que al final son la misma mafia con siglas y colores distintos, preocupados únicamente por repartirse el botín, un cambio verdadero que lleve a la constitución de un gobierno de unidad y que resuelva los problemas y no estar únicamente avocados a ganar elecciones y meterse zancadillas entre sí. No, por el contrario, muchos, encandilados y como ya lo he mencionado antes, se sienten atraídos por la imagen del delincuente en el peor de los casos, o sueñan con ganar dinero "fácilmente" como futbolista o farandulero, y es que el materialismo, el hedonismo y el mercantilismo extremos, hace que como único objetivo de la vida aparezca el ganar la mayor cantidad de dinero posible para que esto lleve a la obtención de los mayores placeres y comodidades posibles.
¿Porqué sucede esto? Porque en Occidente hemos perdido la fe, y no me refiero únicamente a la cuestión religiosa, sino a la fe o a la confianza en nosotros mismos, en nuestras autoridades, y en el futuro. No vemos razón para la trascendencia ni vemos razón para el futuro, en definitiva, nuestra visión sobre el horizonte es pesimista, rehuímos de las dificultades, por mínimas que éstas sean y la actitud de los Japoneses nos parece de locos y temeraria, la admiramos a veces, pero jamás la seguiríamos. A diferencia de los musulmanes, que desean cambios para lograr un futuro mejor, nosotros ansiamos el fin: hacemos caso de supuestas profecías, ansiamos que llegue el fin, vemos películas como "2012", creemos en las incoherencias de Nostradamus que nos vaticinan desastres y males, estamos seguros de que el cambio climático nos va a arrastrar al final, esperamos por algo que ponga punto final a una existencia a la cual no le encontramos el sentido y a una serie de esfuerzos a los que no les vemos objeto.
A diferencia de un Akihito que convoca al pueblo a la solidaridad, a levantar cara y mirar hacia el horizonte y enfrentar las dificultades con valor y confianza en que pueden ser superadas, tenemos gobernantes que nos engañan y nos lisonjean para que votemos por ellos para luego traicionarnos, robarnos y hacer todo lo contrario a aquello que nos prometieron, en vez de inspirarnos confianza y esperanza, nos inspiran sospecha y preocupaciones.
Nuestras sociedades se desmoronan: se aprueban aberraciones, se aplaude la cobardía, la desvergüenza y la falta de honor, la disolución de la familia y se disfraza todo con eufemismos: "son los cambios", "es la realidad que debe ser aceptada", etc. para no querer ver la realidad, se busca ser "políticamente correcto" y no decir las cosas como son, porque se teme al conflicto, se teme a generar dificultades, la verdad no peca, pero incomoda, sin duda. Para evitar el conflicto y el desagrado, se busca arreglar todo con el diálogo y se pierden el orden y la disciplina y el ejercicio de la autoridad.
Todo eso me convence de que estamos en la decadencia de nuestra Civilización Occidental. Cuando se pierde la visión de lo que se desea para las futuras generaciones, cuando se esperan calamidades, cuando se vive con temor y se pretende ocultar tras las máscaras de los vicios y de una falsa alegría, es que se sabe que se está enfermo, y de manera terminal, o como Jim Morrison, se ha elegido el camino de la autodestrucción cuando se podría llegar al éxito más alto. Por el contrario, los pueblos orientales, como el Islam, China o Japón están impulsados por una enorme fuerza moral, y sobre todo por una gran confianza en el futuro. Nada los parará en su ascenso, y nada podrá evitar nuestro declive.
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Ajedrez Libio:
Descartado el uso de la Fuerza Aérea, Gaddafi y los rebeldes se ensarzan en una guerra clásica de posiciones en tierra. Pese a las bravatas de la OTAN y quizá porque ha pasado la euforia electoral con mala fortuna para Sarkozy, se descarta el invadir por tierra para derrocar al extravagante caudillo. Aún así, los ingleses expulsan a diplomáticos libios y algunos funcionarios desertan de la administración del Coronel, sin embargo nada está claro, y quizá lo menos claro de todo sea la postura y el papel de EUA en todo el relajo.
Aún no puede definirse qué está sucediendo en el país norafricano tras el cambio repentino de Gaddafi de villano a amigo y otra vez a villano y todo lo que se ha venido después.
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Yemen, Bahrein y Siria:
Por el contrario, EUA habla maravillas de Alí Abdalá Saleh, presidente de Yemen, y no es para menos, ha sido su aliado desde la Guerra Fría, y la oposición, claramente, está impulsada por Al-Qaeda y otras fuerzas radicales islámicas, aunque Saleh no puede evitar sentirse abandonado y tener exabruptos con los que acusa a Obama, a EUA en general y a Israel de estar detrás de todo, aunque la verdad es que estos no pueden aparecer como sus aliados abiertamente por temor a quedar como "antidemocráticos" y traicionar su tradicional fachada de "defensores de la libertad".
En Bahrein, la situación es, como ya lo dijimos, un pulso entre Arabia Saudita e Irán. La isla, mencionada en las Mil y Una Noches como un punto de abastecimiento para los barcos mercantes que zarpaban a la India como en el caso de Simbad el Marino, perteneció bajo los Sasánidas (s.III-VII d.C.) y bajo los Safávidas (s.XVI-XVIII) al Imperio Persa, por lo que una gran parte de su población es de ese origen étnico y además Chiíta, corriente del Islam que aceptaron de los iraníes, pero que ha estado sometida por siglos a una elite de origen árabe y Sunnita, dueña de la riqueza y del poder. Esto propició el levantamiento de la gente y ha propiciado el envío, por parte de Arabia y de Kuwait, de tropas para ayudar en la represión. EUA, por su parte, guarda silencio: no le convendría que en ese emirato el rey, pro-occidental, cayera y en su lugar se instalase un régimen Chiíta pro-Irán, pues significaría una mayor reducción de su influencia en la zona y dejar abierta la línea de choque entre la monarquía saudita y la república persa. Sin duda, un problema muy interesante desde el punto de vista geopolítico por el control del petróleo del Golfo Pérsico.
En Siria, se tambalea el gobierno del partido Baath, parte del mismo movimiento que gobernó Irak con Saddam Hussein y que aplica la receta de militarismo, socialdemocracia, laicismo e imitación de Occidente que inspiraran tanto Atatürk como Nasser, bajo el gobierno de la familia Assad: Hafez el Assad, militar que dirigió al partido desde 1970 y después su hijo Bashar, oftalmólogo de profesión (pero general en los ejércitos sirios, por el mérito de ser "hijo de su papá") que estudió en Inglaterra e incluso tenía su consultorio en Londres, hasta que tras la muerte de su padre fue llamado para hacerse cargo del gobierno en el año 2000. Originalmente, él no estaba llamado al trono, pero la muerte de su hermano mayor Basil.
¿Qué pasaría si al gobierno del Júnior Assad, opuesto a Israel pero abierto a la negociación y con regulares relaciones con Occidente, le sustituyera un régimen radical y opuesto totalmente a la presencia Judía en Medio Oriente y a los intereses europeos y norteamericanos? ¿Por ello es que le sacan en la OTAN a plantearse la intervención en otra de las naciones más antiguas de la Tierra?
Sigamos viendo la marcha de los acontecimientos...
¿Cómo relaciono todo esto? Bueno, porque el motor de las revoluciones y el cambio en el mundo islámico, independientemente de a dónde lleve ese cambio, está siendo la juventud; recordemos que los países musulmanes tienen a la mayoría de su población con edades menores a los 30 años, y son ellos los que están dirigiendo a sus sociedades a destronar a dictadores que la mayoría de las veces no han servido a los intereses de sus pueblos, sino, como en el caso de Mubarak, a los de Israel y EUA, o en el caso de Ben Alí a los franceses, o en el caso de Gaddafi a los propios de éste y su familia, y piden ahora regímenes que respeten la raíz de sus pueblos y les conduzca, al mismo tiempo, al desarrollo y a la solución de los graves problemas de desigualdad económica y subdesarrollo que las sociedades islámicas han venido arrastrando, al menos, desde la etapa final del Imperio Otomano (siglos XVIII-XIX) hasta nuestros días.
Pero, por contraste, nuestras sociedades occidentales muestran una juventud totalmente ajena a los problemas y a la búsqueda o exigencia de soluciones: véanse las fotos con las que comienzo esta entrada: muestran dos aglomeraciones de jóvenes, la de arriba, en España, donde se les ve celebrando un "botellón", especie de borrachera colectiva que se hace en espacios públicos, muchas veces subvencionada por el propio Estado, abajo, una manifestación en Siria, donde se piden reformas profundas o de plano, el fin del gobierno laico y militarista, calcado de las ideas aplicadas por Atatürk en la vecina Turquía, de los Al Assad.
A pesar de la grave situación de México, a muchos de entre los jóvenes no les interesa buscar alguna solución y exigir, no solamente al desastroso gobierno de Calderón ni solamente al PAN, sino a todos los partidos, que al final son la misma mafia con siglas y colores distintos, preocupados únicamente por repartirse el botín, un cambio verdadero que lleve a la constitución de un gobierno de unidad y que resuelva los problemas y no estar únicamente avocados a ganar elecciones y meterse zancadillas entre sí. No, por el contrario, muchos, encandilados y como ya lo he mencionado antes, se sienten atraídos por la imagen del delincuente en el peor de los casos, o sueñan con ganar dinero "fácilmente" como futbolista o farandulero, y es que el materialismo, el hedonismo y el mercantilismo extremos, hace que como único objetivo de la vida aparezca el ganar la mayor cantidad de dinero posible para que esto lleve a la obtención de los mayores placeres y comodidades posibles.
¿Porqué sucede esto? Porque en Occidente hemos perdido la fe, y no me refiero únicamente a la cuestión religiosa, sino a la fe o a la confianza en nosotros mismos, en nuestras autoridades, y en el futuro. No vemos razón para la trascendencia ni vemos razón para el futuro, en definitiva, nuestra visión sobre el horizonte es pesimista, rehuímos de las dificultades, por mínimas que éstas sean y la actitud de los Japoneses nos parece de locos y temeraria, la admiramos a veces, pero jamás la seguiríamos. A diferencia de los musulmanes, que desean cambios para lograr un futuro mejor, nosotros ansiamos el fin: hacemos caso de supuestas profecías, ansiamos que llegue el fin, vemos películas como "2012", creemos en las incoherencias de Nostradamus que nos vaticinan desastres y males, estamos seguros de que el cambio climático nos va a arrastrar al final, esperamos por algo que ponga punto final a una existencia a la cual no le encontramos el sentido y a una serie de esfuerzos a los que no les vemos objeto.
A diferencia de un Akihito que convoca al pueblo a la solidaridad, a levantar cara y mirar hacia el horizonte y enfrentar las dificultades con valor y confianza en que pueden ser superadas, tenemos gobernantes que nos engañan y nos lisonjean para que votemos por ellos para luego traicionarnos, robarnos y hacer todo lo contrario a aquello que nos prometieron, en vez de inspirarnos confianza y esperanza, nos inspiran sospecha y preocupaciones.
Nuestras sociedades se desmoronan: se aprueban aberraciones, se aplaude la cobardía, la desvergüenza y la falta de honor, la disolución de la familia y se disfraza todo con eufemismos: "son los cambios", "es la realidad que debe ser aceptada", etc. para no querer ver la realidad, se busca ser "políticamente correcto" y no decir las cosas como son, porque se teme al conflicto, se teme a generar dificultades, la verdad no peca, pero incomoda, sin duda. Para evitar el conflicto y el desagrado, se busca arreglar todo con el diálogo y se pierden el orden y la disciplina y el ejercicio de la autoridad.
Todo eso me convence de que estamos en la decadencia de nuestra Civilización Occidental. Cuando se pierde la visión de lo que se desea para las futuras generaciones, cuando se esperan calamidades, cuando se vive con temor y se pretende ocultar tras las máscaras de los vicios y de una falsa alegría, es que se sabe que se está enfermo, y de manera terminal, o como Jim Morrison, se ha elegido el camino de la autodestrucción cuando se podría llegar al éxito más alto. Por el contrario, los pueblos orientales, como el Islam, China o Japón están impulsados por una enorme fuerza moral, y sobre todo por una gran confianza en el futuro. Nada los parará en su ascenso, y nada podrá evitar nuestro declive.
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Ajedrez Libio:
Descartado el uso de la Fuerza Aérea, Gaddafi y los rebeldes se ensarzan en una guerra clásica de posiciones en tierra. Pese a las bravatas de la OTAN y quizá porque ha pasado la euforia electoral con mala fortuna para Sarkozy, se descarta el invadir por tierra para derrocar al extravagante caudillo. Aún así, los ingleses expulsan a diplomáticos libios y algunos funcionarios desertan de la administración del Coronel, sin embargo nada está claro, y quizá lo menos claro de todo sea la postura y el papel de EUA en todo el relajo.
Aún no puede definirse qué está sucediendo en el país norafricano tras el cambio repentino de Gaddafi de villano a amigo y otra vez a villano y todo lo que se ha venido después.
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Yemen, Bahrein y Siria:
Por el contrario, EUA habla maravillas de Alí Abdalá Saleh, presidente de Yemen, y no es para menos, ha sido su aliado desde la Guerra Fría, y la oposición, claramente, está impulsada por Al-Qaeda y otras fuerzas radicales islámicas, aunque Saleh no puede evitar sentirse abandonado y tener exabruptos con los que acusa a Obama, a EUA en general y a Israel de estar detrás de todo, aunque la verdad es que estos no pueden aparecer como sus aliados abiertamente por temor a quedar como "antidemocráticos" y traicionar su tradicional fachada de "defensores de la libertad".
En Bahrein, la situación es, como ya lo dijimos, un pulso entre Arabia Saudita e Irán. La isla, mencionada en las Mil y Una Noches como un punto de abastecimiento para los barcos mercantes que zarpaban a la India como en el caso de Simbad el Marino, perteneció bajo los Sasánidas (s.III-VII d.C.) y bajo los Safávidas (s.XVI-XVIII) al Imperio Persa, por lo que una gran parte de su población es de ese origen étnico y además Chiíta, corriente del Islam que aceptaron de los iraníes, pero que ha estado sometida por siglos a una elite de origen árabe y Sunnita, dueña de la riqueza y del poder. Esto propició el levantamiento de la gente y ha propiciado el envío, por parte de Arabia y de Kuwait, de tropas para ayudar en la represión. EUA, por su parte, guarda silencio: no le convendría que en ese emirato el rey, pro-occidental, cayera y en su lugar se instalase un régimen Chiíta pro-Irán, pues significaría una mayor reducción de su influencia en la zona y dejar abierta la línea de choque entre la monarquía saudita y la república persa. Sin duda, un problema muy interesante desde el punto de vista geopolítico por el control del petróleo del Golfo Pérsico.
En Siria, se tambalea el gobierno del partido Baath, parte del mismo movimiento que gobernó Irak con Saddam Hussein y que aplica la receta de militarismo, socialdemocracia, laicismo e imitación de Occidente que inspiraran tanto Atatürk como Nasser, bajo el gobierno de la familia Assad: Hafez el Assad, militar que dirigió al partido desde 1970 y después su hijo Bashar, oftalmólogo de profesión (pero general en los ejércitos sirios, por el mérito de ser "hijo de su papá") que estudió en Inglaterra e incluso tenía su consultorio en Londres, hasta que tras la muerte de su padre fue llamado para hacerse cargo del gobierno en el año 2000. Originalmente, él no estaba llamado al trono, pero la muerte de su hermano mayor Basil.
¿Qué pasaría si al gobierno del Júnior Assad, opuesto a Israel pero abierto a la negociación y con regulares relaciones con Occidente, le sustituyera un régimen radical y opuesto totalmente a la presencia Judía en Medio Oriente y a los intereses europeos y norteamericanos? ¿Por ello es que le sacan en la OTAN a plantearse la intervención en otra de las naciones más antiguas de la Tierra?
Sigamos viendo la marcha de los acontecimientos...
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