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9 de abril de 2023

REFLEXIÓN DE SEMANA SANTA


 Aparentemente, vivimos tiempos difíciles para ser Cristianos, en realidad, quizá estamos entrando en una etapa en que el Cristianismo resurgirá, pues éste florece con la persecución y el martirio, ¿cómo no lo será, si su propio fundador fue perseguido, como lo hemos conmemorado en estos días? Existe un rechazo generalizado a Cristo mismo, como se ve en la "reflexión" de meme que muestro aquí al abrir el presente post; que indudablemente implica un rechazo --casi, sino completamente satánico-- al mensaje cristiano y a su vez, una pésima comprensión del mismo; no es Dios quien condena a las personas, sino nosotros mismos somos los que nos condenamos, por supuesto, será Dios quien nos juzgue, pero el pecado que nos conduce a la condenación, empezando por el original, sale de la propia voluntad humana, siendo el interés de Dios no el condenarnos, sino salvarnos o rescatarnos de las consecuencias de nuestras propias malas decisiones y acciones, y también una reducción simplista a un condicionamiento pavloviano de premios y castigos. Esto, muchas veces, se debe a una pésima catequesis recibida en la infancia, y la imagen de un Dios represor, castigador y vigilante.

No es de extrañarse que ese meme lo sacara yo de una publicación en Facebook de una conocida, que, pertenece a un perfil de los que más son proclives a las ideas del New Age: señoras de entre 40 y tantos y sus primeros 50 que rechazan al Cristianismo, pero creen en los cuarzos, energías o vibras, en la Ley de la Atracción, el yoga, el reiki, las Constelaciones Familiares, en, soberbiamente decretar que las cosas sucedan, o en pedirle al Universo que las mismas ocurran, y que todo, por supuesto resulte en aquello en lo que radican sus principales frustraciones y carencias: la búsqueda de prosperidad económica y la satisfacción emocional y de placer sexual, y que luego, constantemente, publican memes con frases "motivacionales" que reflejan, de manera descarnada, una muy baja autoestima y conflictos personales larvados y no resueltos.

Es parte de un clima de hostilidad cada vez mayor, que empieza en lo pequeño, pero termina en lo grande y en la sangre, el ataque al Cristianismo va contra todas sus denominaciones: en Ucrania, Zelensky manda cerrar monasterios milenarios y encarcelar sacerdotes ortodoxos por encontrarse vinculados al Patriarcado de Moscú, lo que recuerda la inexistencia de una Historia independiente y propia ucraniana, separada de Rusia, y que Kiev es la "ciudad madre de todas las ciudades rusas", en EUA, un travesti ataca un colegio presbiteriano, y la Administración Biden considera que el asesino fue la víctima, que de alguna manera, mató a tres niños y a tres profesores impulsado por una "justa venganza" ante la "intolerancia cristiana". En Nicaragua, la dictadura de Daniel Ortega ha encarcelado a un Obispo y a varios sacerdotes, en México, la guerra entre carteles de la droga ha costado la vida a sacerdotes... la persecución ya no ocurre solamente en África o Medio Oriente a manos de grupos islamistas radicales como Boko Haram, sino en países mismos del núcleo del Mundo Occidental, y como en las épocas de Nerón, Decio o Diocleciano, son impulsadas desde el mismo poder público.

El mensaje de Cristo nos incomoda, más en el mundo actual porque el mismo nos lleva a confrontarnos con nosotros mismos y nos lleva a reconocernos débiles y falibles. Es una doctrina que además, exige esfuerzo, que implica una lucha permanente que sólo termina con la muerte y que no tiene resultados inmediatos ni visibles, pese a las falacias calvinistas, no siempre se verá reflejado en un bienestar material, pues las riquezas y todas las cuestiones mundanas son secundarias. Y sobre todo, porque el Cristianismo señala con claridad la responsabilidad individual de cada uno de nosotros respecto de nuestras acciones para con nosotros mismos y los demás.

Hoy en día, se busca evadir la responsabilidad, creer que todo lo que se hace está bien, o que la voluntad humana lo puede todo, y en todo caso, ante los defectos, malas acciones y tendencias, buscar echarle la culpa a los padres, abuelos, parientes, amigos o factores externos, o ser cínicos y decir que todo está bien, así ya es uno, no hay porqué perdón, no hay nada de qué ser salvado, todo es justificable y todos somos víctimas, tratar de quitarnos la libertad de encima y explicar nuestras decisiones por ya estar condicionados o destinados a hacerlo sin remedio; de esta manera, todo es pasable, desde cualquier mentira, la usura, el adulterio o la muerte de un inocente (el aborto), todo es al final lícito porque no existen parámetros objetivos de lo justo o de lo bueno.

Y así tenemos que lo religioso queda reducido a esa caricatura que se exhibe en nefastas producciones televisivas como La Rosa de Guadalupe y la desesperada búsqueda de soluciones sobrenaturales por las personas hoy en día, en que parece reducirse el papel de la divinidad al de un "genio de la lámpara" que conceda deseos y resuelva enredos. Y en mucho, esto tiene que ver con la mentalidad del mundo de hoy: la búsqueda de la satisfacción inmediata con el menor esfuerzo posible, apretando botones o googleando, y el consumismo desatado. Creo que el error en el Concilio Vaticano II se debió a una reacción de pánico de Juan XXIII y de la Iglesia en general que no supo cómo enfrentar al mundo hedonista que, de la mano de la economía de consumo, comenzaba a surgir en las década de los 60 y se pretendió contrarrestarlo tratando de adaptarse a ello, en vez de confrontarlo de plano. Como consecuencia, se vino una crisis en la que se encuentra ya desde hace sesenta años, y ante la que urge un replanteamiento.

El futuro aparece lleno de dificultades, pero que no sorprenden; es la constante en la Historia del Cristianismo. En este mundo convulso, sumido en un proceso de cambio que está siendo violento y lleno de incertidumbres, se presentan retos para la fe; pero quizá, parafraseando al mártir San José Sánchez del Río, "núnca será más fácil ganarse el Cielo."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es excelente el "cuadro de situaciòn" aquì pintado. Un fabuloso artìculo. Destaco que -para mì-, es el primero que pone la verdad de la "pèsima catequesis recibida". Es agradable encontrarse con este tipo artìculos que a uno lo impulsan a releerlos para sonsacar todas las reflexiones.
Una disgresiòn: Ortega de Nicaragua conoce bien a esos curas: son los mismo que le ayudaron "sotto voce" ha hacerse con el poder, desplazando a Somoza. ¡Asì que a èl, ahora no se la van a contar! Gerald.+