Canadá, el gigante bonachón de América, un país del que en México tenemos una imagen borrosa, y en general, en todo el continente, para el que es el gran desconocido. Los estadounidenses generalmente tratan a su vecino del norte con buena cantidad de prejuicios y estereotipos como siempre lo hacen con otros países, y así lo retratan como un país rural, aburrido, despoblado y de gente un tanto lerda sobre los que hacen chistes; para el resto, sólo tenemos la idea de que es un país con un alto nivel de vida, elevados salarios para trabajos humildes y en el que jamás pasa nada, la vida es tranquila y la gente amable.
Es un país con el que me siento ligado de manera indirecta, mi hermano mayor, dado su trabajo, constantemente ha viajado a dicho país y tengo un amigo canadiense, una excelente persona, por lo demás, con el que luego contacto vía redes sociales. También, he admirado a muchas bandas de Rock canadienses que me parecen de lo mejor en música en nuestra América, más incluso que en la escena musical de EUA o Argentina, tales como Rush, un trío de virtuosos donde destacó Neil Peart, el mejor baterista de Rock de todos los tiempos, quien además llevó una vida ejemplar y que supo reconstruir con estoicismo y hombría tras la trágica muerte de su primera esposa y de su hija, pero también otros músicos y bandas desgraciadamente poco conocidas fuera de su país, como Matthew Good, The Tragicaly Hip, Our Lady Peace, o las jóvenes promesas de Motion Device.
Así que lo que está pasando en este año: con una protesta masiva iniciada por el gremio de transportistas, que parece fuera de lugar que esté ocurriendo en un país tradicionalmente tomado como un remanso de paz y naturaleza virgen, las escenas que se pueden ver en vivo a través de Youtube, parecen recordarnos lo ocurrido en Europa del Este entre 1989 y 1991, a los camioneros se les ha unido una enorme multitud que ahora ha cercado el Palacio del Parlamento en Ottawa, sede del Gobierno Federal Canadiense, de manera pacífica y hasta festiva, pero en el que es clara la demanda de defender la libertad contra los mandatos de vacunación obligatoria en el país norteño, aunque también contra la progresiva tendencia del gobierno de Justin Trudeau a ir limitando libertades en aras de la ideología de género y la Justicia Social.
Trudeau ha sido un personaje bastante controversial, desde incluso, su propio origen: para muchos canadienses, que no le encuentran parecido con su padre el también Primer Ministro, en la década de los 70, Pierre Eliot Trudeau, pero sí le encuentran un enorme parecido con el dictador cubano Fidel Castro en su juventud, existen muchas posibilidades de que sea hijo biológico de éste, señalando una infidelidad, incluso consentida, de la esposa del mandatario canadiense, quien además de ser un Marxista de tendencia socialdemócrata, tenía una gran amistad con el revolucionario barbado, el cual era incluso considerado muy atractivo por muchas mujeres.
(En la imagen: Margaret Trudeau, madre de Justin, Fidel Castro y Pierre Eliot Trudeau)
(Fotos comparativas entre Justin Trudeau y Fidel Castro en distintas etapas, teniendo aproximadamente la misma edad, agréguese que Pierre Eliot era de baja estatura y apariencia frágil, y Justin es alto y de complexión atlética como el cubano).
Es de destacarse que a la muerte de Castro, Justin acudió al funeral en La Habana. Contrastante que un país como Canadá, que se jacta de democrático y liberal tuviese tanta cercanía con un dictador comunista y que mantuvo el poder con mano de hierro por tantos años en la isla caribeña. Ayer por la noche, el periodista norteamericano Tucker Carlson señaló que quizá lo que alimentó más los rumores sobre su supuesta filiación, han sido sus medidas gubernamentales desde que asumió el Ministerio en 2015, muchas de ellas tendentes a limitar libertades, algunas sobre las que el conocido profesor universitario y psicólogo Jordan Peterson ha elevado fuertes denuncias y que motivaron su salida de la Universidad de Toronto, donde era catedrático, por ser propias ya de un régimen totalitario con pretextos como la diversidad, la inclusión y la igualdad.
Trudeau ha impulsado políticas identitarias, obligando al uso del "lenguaje inclusivo" y el ostracismo, multas y hasta cárcel de aquellos que en aulas, púlpito o redes sociales se atreva a plantear cuestionamientos a los comportamientos homosexuales o a la disforia de género, incluso, llegó a acusar a la Iglesia Católica de haber perpetrado un genocidio contra los pueblos indígenas canadienses, señalando la existencia de fosas comunes en los atrios de templos y patios de colegios, olvidándose que, hasta inicios del siglo XX, no solo en Canadá, sino en todo el orbe católico, los atrios de las iglesias eran fundamentalmente usados como cementerios, en segundo lugar, jamás aportó prueba de dicho genocidio, y las políticas destinadas al exterminio y desplazamiento forzoso de pueblos indígenas en América fue muy propia de la colonización anglo-protestante, a diferencia de la hispano-católica; muchas veces, los indios encontraban en las misiones católicas ya fuera de francocanadienses o anglocatólicos, estos últimos muchas veces tan marginados como los propios nativos, un refugio, y sufrían con ellas las carencias, la persecución y el desprecio de un Estado confesional anglicano y "antipapista", todo en un intento por desprestigiar a quien planta cara a sus demenciales políticas identitarias y convertirle en chivo expiatorio de los errores y crímenes del origen de Canadá como colonia británica.
Trudeau desató con más fuerza las medidas restrictivas a la libertad de opinión, conciencia y culto a raíz de la pandemia, e incluso una mayor injerencia en los datos personales, estigmatizando además, a las personas no vacunadas. Es cierto que existen muchos que son antivacunas basados en las "teorías de la conspiración" de las que he venido hablando desde hace dos años: que disque Bill Gates iba a inyectar un chip para controlar la voluntad de las personas, que para matarlas con apretar un botón, que traen grafeno para convertirnos en antenas de recepción de la red 5G de telefonía celular y así controlarnos, que son en realidad medios para esterilizar a la gente, dada la obsesión con la idea de la sobrepoblación que tienen las élites, etc., pero también lo que sí es cierto es que las vacunas, por un lado, no han demostrado una gran efectividad contra el coronavirus, dado que se tratan de biológicos experimentales que funcionan con una nueva tecnología de ARN mensajero que se inocula en las células humanas y les hace producir una proteína similar a las del virus, propiciando la respuesta inmune, y cabe señalar que uno de los primeros en cuestionar la efectividad, y advertir de algunos riesgos que pueda tener este método de inmunización sea el Dr. Robert Malone, uno de los pioneros en el tema y cuya entrevista por el podcaster Joe Rogan, ha valido las peticiones de censura en contra de este comunicador.
Así, resulta que se ha venido a reconocer que las vacunas no generan realmente inmunidad contra el COVID, únicamente cierta atenuación en sus síntomas y afectaciones, y no en todas las personas, e incluso, resulta que en ciertos casos --todo parece depender de la genética-- genera efectos secundarios contraproducentes, siendo uno de los más peligrosos la miocarditis y otros problemas cardiacos, esto ha quedado patente entre deportistas profesionales que, o sufren problemas para respirar como consecuencia del esfuerzo físico, o bien, se desvanecen en plena competición. Muchos de los que ahora apoyan las protestas en Canadá, aducen que han tenido familiares que han padecido estas situaciones, por lo que consideran que el hacer obligatoria la vacunación o acreditarla, es en principio innecesario, pues da igual, ya que vacunado o no, uno se puede enfermar, además de que la letalidad del COVID no es realmente demasiado elevada, o riesgoso como lo sería el Ébola, la Peste, o lo fue la Viruela o la Gripe Española de hace 100 años, aparte de que resulta riesgoso el vacunarse, quizá más que enfermarse, pues tampoco, en el COVID, la mayoría de los casos terminan en hospitalización y terapia intensiva.
Desde mi punto de vista personal, yo creo que la vacunación debe ser voluntaria, y que cada quien puede decidir qué hacer con su salud y opta por uno u otro tratamiento o medida de prevención; aún así, si no se padece de ninguna condición cardiaca delicada, creo que es mejor vacunarse a no hacerlo, puesto que la inoculación puede evitar un agravamiento de la enfermedad (nadie sabe si puede ser leve o llegar a ser una enfermedad seria), y por supuesto, no hay que hacer caso de las teorías de la conspiración. De hecho, yo ya me vacuné dos veces, la primera con CanSino y luego un refuerzo de Moderna y hasta ahora me he sentido perfectamente normal, salvo las reacciones los días que me inocularon ambas dosis, y que fueron bastante pasables. La verdad, creo que el hacer obligatorias las vacunas tienen que ver no con la búsqueda de esterilizar poblaciones o volverlas zombies, sino con garantizar el negocio a los laboratorios farmacéuticos, no dudo que mucho de los rumores y tesis locas hayan salido de las propias empresas en sus luchas por ganar mercados y arrebatar contratos ante el prospecto de una pesca abundante; recuérdese cómo rechazaron en Europa y EUA a las vacunas chinas tanto de CanSino como Sinovac, o a la rusa Sputnik, aduciendo que no eran efectivas, a lo que debe agregarse la cuestión política internacional.
Lo más sorprendente resulta la negativa absoluta de Trudeau a escuchar las demandas de los camioneros, contrario a lo que ocurre ante cualquier otro tipo de manifestaciones, sea sobre el feminismo, la situación de minorías raciales, medio ambiente, o problemas en la prestación de servicios, por el contrario, el Premier canadiense decidió, con el pretexto de haber salido positivo en la prueba del COVID, huir de Ottawa y permanecer escondido en una locación desconocida, y desde ahí, salir frente al porche de lo que parece ser una agradable casa de campo, y despotricar contra los manifestantes, a los que ha calificado con toda la letanía despectiva del léxico progresista: "racistas, machistas, supremacistas blancos, homófobos, xenófobos, misóginos..." incluso acusándolos de violentos, y de manejar un discurso de odio, razones que esgrime para no querer escuchar sus demandas, como sí lo hizo con Black Lives Matter, quienes sí demostraron ser violentos, y por supuesto, racistas, al considerar que sólo las personas de raza negra resultaban importar. El Internet desmiente las calumnias de Trudeau, pues uno puede apreciar, en vivo, la transmisión de las manifestaciones por sus propios participantes, no existe violencia y se ve a gente de todas las razas apoyando el movimiento.
La realidad es que los canadienses ya se hartaron de que un Trudeau que decididamente está deschavetado de algún modo (han circulado sus fotos pintado de negro y vestido como personaje de las Mil y Unas Noches, usando penachos indígenas, o visitando la India vestido de hindú, o camino a una reunión oficial jugando a ser Clark Kent y mostrando el emblema de Superman, y qué decir su gusto infantil por calcetines coloridos de otros personajes de cómics). esté tratando de modificar la forma de vida que han llevado desde siempre en aras de una utopía, misma que es seguida por todos los reprimidos, acomplejados y traumatizados por infancias infelices, familias rotas o decepciones ante un mundo y unos seres humanos que no resultan ser perfectos; las personas así siempre se alinean hacia un ideal puritano en el que consideran que todo debería ser perfectamente justo, puro e inmaculado, en que nadie se sienta ofendido, en que no haya lugar para el odio y todo sea cielo azul, prados verdes, nubes blancas y mariposas revoloteando, como lo cantara John Lennon en Imagine, y para ello hay que suprimir la libertad, eliminar el humor, controlar el pensamiento y el discurso y evitar disidencias. Como Trudeau ahora, quien inició con esas ideas para construir la nueva Jerusalén fue el revolucionario puritano inglés Oliver Cromwell, un verdadero maniaco lleno de angustias y odios, y después de él, Maximilien de Robespierre que instauró el reinado del Terror en la Francia revolucionaria, en aras de "la Razón" que había perdido mucho antes.
Trudeau no estaba logrando cambiar a los canadienses para bien, sino para mal, como lo ha denunciado Peterson: la hipocresía se ha adueñado de las personas, que aparentan en público ser liberales y progresistas, pero que en privado manifiestan su hartazgo ante minorías intocables, impunes e incriticables, que deben aceptar imposiciones y que la importancia de los méritos para obtener puestos de trabajo, ascensos o participación en proyectos académicos sean relegados en pos de cuotas para que todos los colores del espectro racial humano y todas las preferencias en la obtención del placer sexual o problemas de personalidad se encuentren representados. La gente en Canadá, está diciendo un enorme y sonoro "¡Ya Basta!" con las bocinas de sus tractocamiones.
Todavía es muy pronto para poder decir si esto significará el derribo de Trudeau del poder en Ottawa, y si este movimiento se extenderá más allá de Canadá hacia EUA y Europa, representando la caída de los regímenes actuales que han llegado al poder en Occidente y nos están conduciendo a la decadencia; los camioneros canadienses se han dado cuenta que la oposición del Partido Conservador solo busca conservar el status quo que les beneficia como a todos los políticos... ¿estamos acaso ante el inicio de un verdadero Nuevo Orden Mundial que responda a los pueblos y no a las cuestionadas élites?
2 comentarios:
A todo lo anterior que describiste, agrégale que Canadá tuvo una epidemia de adicción a opioides.
Las muertes por opioides se disparan en Canadá
https://www.aa.com.tr/es/mundo/las-muertes-por-opioides-se-disparan-en-canad%C3%A1/2297591
Sobre el tema de los indígenas en ese país, cabe decir que esa crisis les ha pegado fuertemente.
Native American tribes reach major opioid settlement
https://www.bbc.com/news/world-us-canada-60205968
Asimismo, un par de años atrás, hubo alarma por el aumento en los suicidios de aborígenes en la provincia de Attawapiskat.
Attawapiskat, el pueblo donde hasta los niños se quieren suicidar
https://www.elmundo.es/cronica/2016/04/18/57121c8eca474118338b45df.html
Curiosamente, me llamó la atención el gran parecido del nombre de esa población con el del último inca, Atahualpa. ¿Será algo parecido a las similitudes fonéticas entre Michigan – Michoacán que apuntan a algún origen común?
Ya por último, recordar que se descubrió entre las comunidades hindúes canadienses el aborto selectivo hacia a las mujeres.
Records reveal gender-selective abortion taking place in Canada
https://www.newscientist.com/article/2083801-records-reveal-gender-selective-abortion-taking-place-in-canada/
Saludos
Así es, la situación de Canadá es mucho más compleja; hay muchos problemas sociales internos de los que poco se sabe fuera de sus fronteras, y a eso hay que sumar las afectaciones económicas que algunos sectores, precisamente el agrícola, el minero y el transportista vienen arrastrando ya desde el TLCAN, y ahora el TMEC, recordemos que aquí en México, AMLO pretende nacionalizar la minería del Litio, lo que afectaría a empresas canadienses del sector, la migración llegada desde México y otros lugares descontrolada, la subida de impuestos y aranceles...
A todo ello, Trudeau no ha podido responder más que aplicando a rajatabla, las políticas recomendadas por el Foro Económico Mundial de Davós, esto es, beneficiando a los intereses del mercado y de las grandes empresas y fortunas que están detrás de dicha organización, para quienes es un niño mimado, y aplicándolas, además, con lujo de autoritarismo, lo que hace a muchos ver que existe una crisis constitucional.
Al parecer, existen problemas en el paraíso...
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