TOKIO 2020 (21) LA DESTRUCCIÓN DEL DEPORTE

 

La Política, entendida como su práctica y no como Ciencia o rama de la Filosofía, tiene un efecto contrario a las manos del mítico Midas: todo lo que toca lo convierte en mierda. La cada vez más asfixiante y evidente crisis occidental generada por las ideologías posmodernas han terminado por también tocar al deporte en general y esto lo vemos reflejado en el caso actual de los Juegos Olímpicos que se celebran en la capital de Japón, Tokio, y que originalmente debieron llevarse a cabo el año pasado, pero la aparición de la pandemia del coronavirus SARS CoV-2 o COVID-19, los llevó a ser aplazados un año.

El escenario y lo que acontece no puede ser más dantesco: un Japón que sufre el azote de la tercera oleada de la epidemia global, estadios vacíos o con cupos reducidos para evitar contagios, una delegación rusa castigada que no puede desfilar con su bandera y su himno por las denuncias de supuesto dopaje en competiciones internacionales anteriores --aunque también existe la posibilidad que sea parte de las sanciones occidentales contra el Gobierno de Putin, reacio a someterse a los dictados del Globalismo-- ausencia de figuras, con incluso, la sorpresiva renuncia de la gran gimnasta Simone Biles a seguir compitiendo en la justa, liderando al equipo de Gimnasia de EUA, reivindicaciones feministas que exhiben las contradicciones de dicho movimiento que exigen cubrir los cuerpos de las atletas con puritano afán de no sexualizarlas, cuando por años reivindicaron el orgullo por el cuerpo femenino y el derecho a exhibirlo, diciendo que las mujeres podían mostrarse sin que eso fuera con el fin de provocar a los varones, para ahora dar la razón a las señoras mochas y hasta a los musulmanes, que les piden taparse, (y a las que antes atacaban por ser patriarcales y machistas, todavía en los juegos anteriores, en Río de Janeiro, la polémica era en sentido contrario contra el uso del llamado burkini por atletas islámicas) por parte de delegaciones como Noruega o Alemania, hombres que creen o dicen ser mujeres compitiendo en categorías femeniles, y hombres afeminados que exigen competir en disciplinas que, por su naturaleza, son propias de las damas.

Equipos de países que se arrodillan por pedir perdón por traumas históricos de otros, --¿qué tiene que hacer la selección argentina de fútbol arrodillándose por los problemas raciales de Estados Unidos, que le son totalmente ajenos?-- atletas norteamericanos que expresan su disgusto y rechazo a su propia patria y bandera, que muestra que nuestro vecino del norte sigue el mismo ominoso camino de España, de haber sido la primer potencia mundial a vivir en un perpetuo mea culpa y creyéndose la leyenda negra que le imponen para debilitarle y fragmentarlo, un equipo de basquetbol norteamericano que no es ni la sombra de aquel fabuloso Dream Team de 1992, que manifiesta que la política, el activismo y la subordinación a intereses corporativos y agendas partidistas han generado una caterva de inflados, divos y mediocres, que ganan carretadas de dinero por pararse ante micrófonos y pronunciar diatribas contra el sistema del que en realidad son sirvientes en vez de exhibir un alto nivel deportivo, demostrando que son insectos al lado de gigantes como Michael Jordan, Magic Johnson, Larry Bird o Charles Barkley.

Y en resumen, la mediocridad, la ausencia de nuevas figuras, la notoria falta de preparación provocada por la interrupción del ciclo de preparación y aplazamiento de los juegos, la baja de ratings en las transmisiones televisivas, el disgusto de la población japonesa que incluso se ha manifestado por la cancelación de los juegos ante el incremento de los contagiados por el coronavirus, todos son síntomas de que el deporte como actividad profesional y como espectáculo, está enfermo y está muriendo. Los Políticos "democráticos" y las grandes corporaciones lo están matando, como parecen estar matando todas las gallinas de los huevos de oro que los colocaron donde están e hicieron posible el sistema y el medio en el que se desenvuelven. 

Pero sobre todo, el deporte generaba la figura de héroes, como tales, aparecieron Nadia Comanecci, Michael Phelps, Michael Gross el Albatros, Matt Biondi, Greg Louganis, Carl Lewis, Usain Bolt, Florence Griffith Joyner, Felipe Tibio Muñoz, Ernesto Canto, Raúl González, Natalia Kuchinskaya, Sergei Bubka, y tantos otros; pero como dije en mi primer vídeo de Youtube, hoy en día, se busca que no exista el heroísmo, sólo las víctimas que se digan perseguidas por el racismo, por el machismo, la discriminación y no sé cuántos males, y no demostrar en las pistas, canchas o terrenos de juego la valía en el logro de la victoria, sino en la reivindicación política, los gestos histriónicos y la palabrería demagógica.

De estos Juegos, yo sólo he visto las noticias y con ello me ha bastado, no quiero ver este patético evento que ni siquiera me ha llamado la atención. De todo esto, sólo se puede decir, que la lenta agonía del olimpismo, iniciada con esa catástrofe económica que fue Atenas 2004, pasando por la proclamación del ascenso de China en 2008, unos juegos que parecían que retomaban el rumbo en Londres 2012, para luego, anunciarse la debacle por venir con los juegos de Río de Janeiro, escaparate de la Izquierda Sudamericana que destrozó las finanzas de Brasil y exhibió la corrupción galopante de los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff, ha llegado a su punto más bajo... ¿qué seguirá después? No quiero imaginarlo.

La política y la ideologización lo han infectado todo, eso es la verdadera pandemia, y por ello, no tendremos ni entretenimiento, ni salud, ni diversión, ni héroes, lo que tendremos son esquemas de poder y de negocio, eso sí, disfrazados con las mejores intenciones y "el amor". Nos han dejado sin nada.