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21 de diciembre de 2017

¿HACIA DÓNDE VA STAR WARS?




Como ya antes lo mencioné en este espacio, no soy especialmente fanático de la saga creada por George Lucas; no tengo juguetes ni coleccionables ni parte alguna de todo el merchandising derivado de la misma, por ahí recuerdo que de niño sí tuve una camiseta con la efigie del androide R2-D2, pero nada más. Sin embargo, es parte de mi vida, al haber nacido en 1976, se puede decir que el serial fílmico ha acompañado mi paso por este planeta, así que es inevitable que hable de él.

Pude ver la nueva entrega: Episodio VIII, Los Últimos Jedi, y ahora aquí me pongo a plasmar mis impresiones sobre la misma (ojo: spoilers):

Primero que nada, siempre he pensado que Star Wars contiene una muy buena idea, pero ha sido mal contada; esto se debe a que, admitámoslo, George Lucas es un mediocre narrador y un cineasta medio, no importa que fuese compañero de generación en la Escuela de Cine de la Universidad del Sur de California de Steven Spielberg o de Francis Ford Coppola; él está muy pero muy atrás de ambos grandes directores. El logro, sin embargo, inigualable de Lucas que ya he mencionado aquí antes, radica en que sus películas fueron pioneras o aventajadas para su época en varios aspectos: le dio a la Ciencia Ficción --pese a que su historia tiene muy poco de ciencia y mucho, demasiado de ficción para ser considerada del género-- carta propia para ser un género cinematográfico, pues posteriormente a ella aparecería Alien de Ridley Scott, ésa sí perteneciente a la ciencia ficción más dura, innovó en los aspectos técnicos de los efectos especiales y sobre todo, generó por primera vez todo el fenómeno de mercadotecnia que ahora acompaña a los lanzamientos de muchos estrenos de Hollywood: juguetes, ropa, chácharas coleccionables, cromos, etc.

Sin embargo, y como alguna vez lo dijera Juan Manuel de Prada, la historia ideada por Lucas gira en torno a un maniqueísmo simplón, y por supuesto, no cuenta con la elaborada estructura de la obra de Tolkien, o la actual, de George R.R. Martin, y tampoco de los grandes de la fantasía científica: Asimov, Herbert, Bradbury o Clarke, aunque quizá su simplicidad bastó a las audiencias de finales de los setenta e inicio de los ochenta para llenar los deseos de escuchar y ver una historia épica, en un momento en que estaba lejos de darse en la pantalla la posibilidad de ver aventuras y acción  de proporciones míticas ambientadas además en el espacio y en un ambiente futurista, con el recuerdo reciente de la carrera espacial hacia la Luna. Esa simplicidad le hizo ser fácilmente asimilable y comprendida por el público.

Sin embargo, la última entrega: Los Últimos Jedi ha desatado enorme controversia entre los espectadores, y esto por diversas razones:


  1. En primer término, las deficiencias del creador de la historia: George Lucas, como narrador, la realidad es que Star Wars surgió de un cúmulo de lecturas e influencias del cineasta, pero al momento de redactar el guión, no siguió un plan premeditado ni hizo un esbozo general de la historia, por ello se dio ese extraño comienzo a la mitad, a partir del episodio IV, Una Nueva Esperanza, en 1977, cuestiones tales como la identidad de Darth Vader como Anakin Skywalker, y la paternidad de éste sobre Luke y Leia, fueron improvisadas y escritas sobre el camino. En pocas palabras, Lucas quería contar una saga, pero sin tener la más mínima idea del pasado y el futuro de sus personajes, quizá también porque cuando filmó en 1977, lo hizo con ánimo de experimentar y no sabía si su idea tendría éxito o no.
  2. El afán de lucro del propio Lucas y sus limitaciones como narrador, hicieron que posteriormente a la conclusión de la primera trilogía con El Retorno del Jedi en 1983, y ante la voracidad de la multitud de fans de la serie, deseosos de saber qué pasaba después de la victoria final de los rebeldes sobre el Imperio, le llevaron a licenciar sus personajes para la elaboración de series animadas, guiones de videojuegos y sobre todo: novelas, la mayoría de regulares a malas y a pésimas, juegos de rol y cómics, creando el llamado Universo Expandido, que al contar con la aprobación de Lucas, llevó a que, para muchos fanáticos, aquello constituyera una especie de canon, como si se tratase de una Biblia, considerando que, posteriormente, de hacerse nuevas películas dentro de la serie, se tendrían que ajustar a lo narrado en tales historias.
  3. Las precuelas y su controversia: veinte años después del éxito de la trilogía original, Lucas decidió contar por él mismo lo que había pasado antes del Episodio IV, así que se enfocó con La Amenaza Fantasma, El Ataque de los Clones y La Venganza de los Sith, contar la historia del ascenso y caída de Anakin Skywalker, sin embargo, se inventó un personaje innecesario como Jar Jar Binks, buscando como agregarle algo de comedia a la saga, pero con un personaje infantil, sobrante y pesado que no convenció a nadie. La elección de un novel actor como Hayden Christensen que no supo interpretar la tragedia interna del patriarca espacial de forma convincente, salvo su ira, tampoco contribuyó a que estas películas contentaran a los fanáticos, pero sobre todo, la incapacidad de Lucas por dotar de profundidad a su historia y de un contexto político y social creíble o coherente, propio de "Ciencia-Ficción Dura", como era su intención, le restó méritos a las películas, por lo demás filmadas en forma espectacular y con nuevas innovaciones técnicas.
  4. La llegada de Disney: Lucas más que un cineasta es un empresario, y como tal, no dudó en vender su casa productora y los derechos de su historia al cada vez más enorme monopolio del entretenimiento que es Disney. Esta, decidió tomar en sus manos la continuación fílmica de la saga y exprimirla lo más que se pueda; pero a la vez, impregnarla de su agenda política, identificada con las doctrinas de la ideología de género, el multiculturalismo y demás puntos propios de lo "políticamente correcto" que han sido pregonados por el Partido Demócrata de EUA, los Clinton y Obama, llevó a la "casa de Mickey Mouse" a desoír las voces de los seguidores de la saga y reescribir el canon según sus intereses tanto monetarios como políticos.
Como consecuencia, hemos tenido ya dos entregas: El Despertar de la Fuerza, y ahora Los Últimos Jedi, que han sido un tanto decepcionantes, pues en mucho, no coinciden con las historias del "Universo Expandido", han traicionado la esencia de los personajes como originalmente fueron diseñados por Lucas y por otro lado, han carecido de total originalidad.

Como ya en su momento lo señalé en este espacio, el episodio VII fue una especie de refrito del episodio IV, dirigido por un J.J. Abrams que, según daba la impresión; tenía un plan original que hubiera sido interesante con el desertor Finn, --interpretado, a mi parecer, muy bien por el nigeriano John Boyega--, como protagonista, pero que después, ante las presiones de Disney por forzar a una protagonista femenina, como es el caso de la Jedi Rey, terminó por hacer una película desangelada y que se va desinflando a medida que corre el metraje, a la vez que repite situaciones y circunstancias ya antes vistas. De nada sirvió además que buscara reproducir la crudeza de una serie interminable de guerras por treinta años y sus efectos devastadores, así como lo cruento de los combates con armas generadas por una tecnología como la presentada en los filmes, la película no termina de cuajar.

Pero ahora, Los Últimos Jedi es una película que, en general sería "buena", pero hasta ahí, si no fuera parte de la saga; sin embargo, termina por desarticular y romper con la historia original de George Lucas en su esencia, y eso tiene a los fans desencantados, cuando no, hasta enojados con el resultado. 

Y es que veamos, el personaje de Finn va apagándose a medida que va avanzando la historia, de ser el presunto protagonista en el episodio anterior, se va volviendo cada vez más irrelevante. Poe Demerone, --pésimamente interpretado por Oscar Isaacs, quien además da cátedra de sobreactuación-- es probablemente el peor personaje desde el ya mencionado y despreciado Jar Jar Binks: es insoportable, es un verdadero idiota, insubordinado, temerario y peligroso que manda a sus tropas a la matanza para conseguir un resultado mínimo a cambio, y la reacción de la Princesa Leia, --la decadencia física de Carrie Fisher es más evidente en este filme que en el anterior, recuérdese que falleció, a causa de sus excesos y vicios que nunca superó pocas semanas tras concluir el rodaje-- ante ello, es irreal, mínima cuando un sujeto así, en cualquier ejército debía ser sometido a corte marcial ante el desprecio hacia la vida de sus compañeros y la pérdida de recursos valiosísimos para continuar con la lucha, por una República que no sabemos cómo volvió a derrumbarse y a volverse un movimiento de rebelión contra un poder surgido de la nada (La interrogante sobre de dónde salió el Líder Supremo Snoke, y su extraordinariamente armada Primera Fuerza continúa, además que resultó ser un villano de pacotilla, sin el poderío ni el misterio que Ian McDiarmind imprimía a Palpatine/Darth Sidious) que parece querer restaurar al Imperio.

De la protagonista Rey, ni se diga, es un panfleto feminista en sí misma, como lo fue también, la hasta eso, muy superior precuela Rogue One, además que la actuación de Daisy Ridley tampoco convence del todo. Mientras que el Luke Skywalker que vemos aquí, derrotado, indeciso, y que al final muere, o se hace uno con la Fuerza de manera inexplicable tras hacer, quizá la escena más memorable de la película y quizá una de las mejores de toda la saga, como es el enfrentamiento virtual con Kylo Ren, no convenció ni al propio Mark Hamill, quien criticó, con resignación, su papel en esta película. Lo mejor, sin embargo, en ambos episodios de la trilogía actual ha sido la actuación de Adam Driver como Kylo Ren/Ben Solo, personaje que, a diferencia de los anteriores, ha sido bien escrito y diseñado con sus conflictos morales y sentimentales, dudas y objetivos, además de que la interpretación del joven actor está por encima de la de sus compañeros de reparto. Otras cosas muy buenas de la película es el enfrentamiento entre Luke y Kylo del que hablé, y la escena final, donde vemos a un niño esclavo sensible a la fuerza que nos rememora al origen de Anakin Skywalker, como prometiendo un nuevo comienzo... ¿será eso el inicio de otra trilogía prometida en que no saldrá nadie con el apellido famoso?

Como ya comentaba Ben Shapiro, parece que Disney intenta matar a la historia como originalmente la planteara Lucas y con la que crecimos tantos a lo largo de nuestra vida, no sin antes exprimirla hasta sacarnos a los espectadores el último centavo, para después hacer un reboot de la saga según la agenda ideológica y mercadológica de la casa del ratón.

Porque, finalmente, Star Wars no puede ni debe ser tomada tan en serio: es sólo cuestión de negocios,  y evolucionará según los estudios de mercado que lleguen al consejo directivo de Disney, aún así, hay mucho esclavo del consumismo que compra hasta la pijama y el disfraz para el perro como alguno de los personajes, o la taza con el yelmo de Darth Vader y las figuras coleccionables que nunca sacará de su caja, por no decir los verdaderos idiotas que hasta creen en la religión Jedi. No es más que cuestión de negocio, mercadotecnia y mucho dinero. Si no les gusta lo que hacen, no compren, no vean, no vayan, y si realmente quieren épica: lean las historias clásicas o aquellas que menos conocidas, suponen un mayor reto al intelecto que la artificiosa, simplona y poco coherente historia de los Skywalker, pónganle un alto al voraz monstruo en que se ha convertido lo engendrado por el viejo y genial Walt.


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