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26 de septiembre de 2015

SOBRE LA INDEPENDENCIA


Primero que nada, y ante los comentarios que llegaron preguntando el porqué no había publicado nada en este blog, les debo una disculpa por no haberlo hecho en estos días, he andado muy ocupado dado unas cuestiones laborales, pero ya estamos de vuelta y aquí estamos con un tema que se suponía iba a salir la semana pasada, pero no pude concluir.

En las últimas semanas de agosto, circuló en las redes sociales el llamado a no celebrar la noche del 15 de septiembre la ceremonia de El Grito, acto casi litúrgico con el que se celebra la Independencia de México y mismo que sorprende a los extranjeros por su esencia totalmente ritual; mientras que en EUA o en cualquier otro país en el que se celebra el día nacional, el Jefe de Estado se limita a dar un mensaje televisado a todo el país, es un día feriado y se da por la noche la detonación de fuegos artificiales, con ocasionales desfiles, sean militares o alegóricos, en México, los festejos engloban dos días: el 15 y el 16 de septiembre: por la noche del 15 se sigue un estricto ritual fijado por la costumbre o la tradición, en que el Jefe de Estado, o los gobernadores estatales y los alcaldes de ciudades y pueblos aparece en la sede del gobierno, esto es el Palacio Nacional en el caso del Presidente, recibe la bandera de una escolta de alguna de las principales academias militares, sale al balcón, hace sonar la campana del reloj del palacio, que en el caso se trata de una de las que figuraba en una de las torres de la iglesia parroquial del mencionado pueblo del Bajío guanajuatense en el ya lejano 1810, y lanza una arenga que consiste en gritar vivas a los nombres de los "héroes" de la Guerra de Independencia a medida que son recitados por el mandatario, y terminar con un sonoro "¡Viva México!", después, se canta el himno nacional, el Presidente devuelve la enseña nacional a la escolta y sigue el espectáculo de pirotecnia; horas previas, se dio la presencia de cantantes de mariachi y la degustación, en la plaza pública, de platos típicos.

Al día siguiente, el 16 de septiembre, por la mañana, se celebra el desfile militar, en el que se ha podido constatar en los últimos años, las indudables mejoras y mayor poderío que han ido adquiriendo nuestras fuerzas armadas, en particular el Ejército de tierra y la Marina, aunque nuestra Fuerza Aérea sigue siendo anacrónica y débil.

La razón de todos estos ritos es artificial y obedece a razones políticas del pasado. Originalmente, tras la Independencia, se solemnizaba el 27 de septiembre, fecha en que entró el Ejército Trigarante, conformado por las Fuerzas Realistas y Rebeldes que se unieron bajo el mando de Agustín de Iturbide para proclamar la independencia respecto de España, realizándose un desfile militar que rememoraba el efectuado por las tropas de aquel caudillo en 1821; sin embargo, el triunfo de los Liberales llevó al traslado de la fecha al 16 de septiembre, para recordar la arenga y el alzamiento del Cura de Dolores: Don Miguel Hidalgo y Costilla, aunque éste no proclamase realmente la independencia y más bien lanzara un movimiento en contra, precisamente, de los Liberales Españoles que habían conformado juntas de gobierno no reconocidas como legítimas en América, ante la prisión del Rey Fernando VII por Napoleón, y la convocatoria a las Cortes constituyentes en Cádiz. Aún así, la figura de un sacerdote rebelde, al que luego pintaron con los colores más heréticos y libertinos, les resultaba más atractiva a los masones encandilados por la Ilustración Francesa y la constitución de EUA que un militar monárquico al que ellos derrocaron azuzados por Washington, pese a que el clérigo guanajuatense estaba más inspirado por Santo Tomás de Aquino, Vitoria o Suárez que por Rousseau y Montesquieu.

Por otro lado, el primero en reproducir la arenga del sacerdote a su feligresía la mañana del 16 de septiembre de 1810 no fue otro que el emperador Maximiliano de Habsburgo en su visita al pueblo de Dolores el día 16 de septiembre de 1865, pues antes ningún Presidente lo había hecho, como esta acción de Maximiliano durante su corto reinado cobró popularidad, Juárez y sus sucesores continuaron haciéndolo, hasta que el General Don Porfirio Díaz cambió la realización de la ceremonia no al amanecer del día 16, sino a la noche del 15 de septiembre por un motivo muy importante: era el día de su cumpleaños y santo; así, el Dictador, concebido como un verdadero padre de la patria, festejaba su onomástico ligado al de la Nación.

La tradición así, ha llegado hasta nuestros días, y ahora, ante el descontento social, muy real, existente contra el Gobierno de Peña Nieto, es que ha surgido el llamamiento a boicotear los festejos, pues dicen que "no hay nada que celebrar"... La verdad, a mi me parece que los festejos de la Independencia, si bien giran en torno a la figura del Jefe del Estado, entendido éste como representante del Estado Mexicano, no son para festejar a tal o cual presidente, --salvo, claro está, el caso de Díaz-- sino se festeja un hecho histórico, aunque de manera errónea, que es el surgimiento de México como Estado-Nación.

Yo nunca he sido en exceso patriota: me parece que caer en el chauvinismo o patrioterismo es algo hipócrita y un sin sentido en el actual mundo globalizado; bien se dice que el nacionalismo es una enfermedad que se cura viajando, y que el nacionalismo, sobre todo desde que empezó a definirse allá por el siglo XV, pero que llegó a su culmen en el siglo XIX y en la primera mitad del XX provocó terribles baños de sangre y odios aberrantes entre seres humanos que tenían más en común entre sí que diferencias. También creo que "México", al igual que todas nuestras naciones americanas desde Canadá a Argentina respondemos más a constructos artificiales hechos a toda prisa, que a realidades culturales e históricas como las naciones europeas, hoy decrépitas y amenazadas por el Islam, así la tragedia de EUA es que llegó a ostentar la hegemonía mundial cuando es todavía un edificio a medio terminar en el que no ha surgido ni una identidad ni una cultura propia y definida. 

En el caso de México, se nos dio una imagen y una música típicas de la mano del cine y de la radio, el régimen del PRI, en sus primeras décadas fue quien se abocó a la tarea de definir un nacionalismo mexicano de la mano de cineastas, actores, músicos, cantantes, pintores y escritores, el indigenismo, la novela costumbrista, todo ello, colaboró para crear una idea de México y de lo que es ser mexicano; lo mismo la Historia Oficial contada en plan marxista de lucha de clases y maniqueísmo de lucha del bien contra el mal y la pésima idea de basar la identidad en los indígenas neolíticos y conquistados.

Poco a poco, sin embargo, y gracias al enorme acceso a la información con el que se cuenta ahora desde la aparición hace 20 años del Internet, crece la reflexión de la gente no solo acerca del presente, sino del pasado: cada vez son más aquellos que se cuestionan los supuestos hechos heroicos de Benito Juárez al quedar patentes y exhibidos los actos de subordinación del abogado zapoteca a los intereses de EUA, el presente de crisis económicas y corrupción deja por tierra al mito de los logros de la Revolución de 1910, y la gente comprueba que aquellos caudillos que se veneran como héroes en realidad se asesinaron los unos a los otros en una feroz lucha por el poder que nada tuvo que envidiar a las purgas estalinistas. Poco a poco crece el número de personas que encuentra sin sentido en honrar a un cura que fue apresado y ejecutado por las autoridades virreinales a los pocos meses sin tener nunca claros los objetivos de su lucha, pero dejando tras de sí una estela de muerte y destrucción estériles. Por supuesto, la "Historia Oficial" se defiende y aparecen dizque historiadores, dizque críticos como Francisco Martín Moreno, que en realidad buscan reforzar los mitos oficiales: "el malvado eterno es el clero", a base de chismes, tergiversaciones e invenciones de hechos y circunstancias sin sustento, gozando de popularidad y procurando evitar que la gente abra los ojos.

A nivel incluso de Hispanoamérica está creciendo cada vez más todo un movimiento de revisión histórica, que claro, encuentra resistencias en la Izquierda y el indigenismo victimista. Sobre todo revalorando lo que fue el Imperio Español, aunque también incurre en lo contrario a veces, que es imaginar una "leyenda dorada" y caer en excesos de misticismo y considerar que su único papel fue la evangelización o caer en chauvinismos y odios, como el señalar con dedo flamígero el papel nocivo de Inglaterra a través de la piratería, la creación y difusión de la "leyenda negra" o el apoyo a la independencia de los virreinatos americanos; bueno, que no se olvide que España, torpemente, apoyó antes la independencia de EUA, Londres, evidentemente no se quedó con los brazos cruzados y por supuesto que apoyó las independencias hispanoamericanas, además de que así evitó que las riquezas de las provincias de ultramar españolas contribuyesen a sustentar las aventuras de Bonaparte. Finalmente, Inglaterra por aquel tiempo pudo resistir la pérdida de Virginia, las Carolinas y demás, pues por aquel entonces consolidó su control sobre la mucho más rica India; España, cuyo ímpetu conquistador se había frenado y destrozada por la invasión francesa, no encontró nuevas posesiones con las qué subsanar la pérdida de América.

Pero más allá de esto, es claro que si Fernando VII --quien no era ningún idiota, sino que se obcecó en defender un absolutismo centralizador y burocrático a la francesa, como buen Borbón, desoyendo los consejos de la camarilla de los Persas, quienes le aconsejaban recuperar las figuras del Derecho Castellano que los Austrias habían respetado para ejercer un poder real fuerte pero en un marco jurídico y político con representación del pueblo, descentralización y límites definidos, lo que hubiese sido una alternativa exitosa al constitucionalismo también de origen galo-- hubiese sido menos miope y le hubiera llevado a constituir algo similar a la Commonwhealth británica con sus antiguas posesiones ultramarinas, aceptando la corona de éstas convertidas en reinos independientes, se hubiera creado un futuro portentoso para España y para los países hispanoamericanos como grandes potencias.

Incluso, en una Cuba donde ante el restablecimiento de relaciones con EUA y el más que probable levantamiento de sanciones parece augurar el fin del régimen comunista de los Castro --en mi opinión, sin embargo, creo que el régimen goza de cabal salud y se reconvertirá en un sistema parecido al chino, con el beneplácito de Washington y el Vaticano-- y en Puerto Rico, donde la catástrofe del endeudamiento público del gobierno local sin ayuda del Gobierno Federal norteamericano, hace dudar a los boricuas de sus lealtades, está llevando a plantear en algunos círculos la reincorporación, como comunidades autónomas en el esquema de la Constitución de 1978, de ambas islas a España. 

Este renacimiento del hispanismo no quiere decir que la independencia haya sido un error, en primer lugar, es un hecho consumado, en segundo, era algo que iba a darse, tarde o temprano, quizá lo ocurrido después, en que las élites criollo-mestizas que han ejercido el poder en nuestra Hispanoamérica se comportaron como dueños de sus países y se mantuvieron en la cúspide a base de corrupción y abusos y destrucción, ahora sí de los indígenas en sus libertades, derechos y dignidad que fuera respetada y defendida por el Estado Español a través de la labor evangelizadora de la Iglesia y de las Leyes de Indias, fue lo que nos precipitó al subdesarrollo, quiere decir que reconozcamos nuestra herencia y nos concibamos como parte importante de la Civilización Occidental, superando el indebido "trauma de la conquista" que llevamos arrastrando como un lastre psicológico.

Claro, como en todo hay quienes exageran y caen en extremismos, en generar una Leyenda Dorada que nos describe al Virreinato como un edén, que tampoco lo fue, o al Imperio Español abocado únicamente a una misión religiosa, que tampoco fue lo único, sino que España, como potencia mundial, operó en geopolítica, con intereses económicos y alto grado de pragmatismo como sus rivales Inglaterra y Francia. Carlos V, Felipe II, Felipe IV (a menudo minusvalorado) o el Conde-Duque de Olivares fueron grandes geopolíticos, por ejemplo. Y también caen en la conspiranóia o en la denostación racista incluso, de aquellos rivales, principalmente los británicos, incluso hoy, a siglos de los agravios cometidos en la lucha por el poder mundial entre ambas potencias.

Es curioso, pero ahora, este 27 de septiembre, verdadero día de nuestra independencia, deberíamos dedicarnos más a reflexionar acerca de nuestra hispanidad, y enorgullecernos de ella, es nuestra herencia principal y debe ser la base para fincarnos un futuro; puede que la herencia de  Cervantes, de Cortés y de Pizarro, sea en los próximos años, fuente de fuerza y unión en el ominoso panorama que se pinta para el mundo.

5 comentarios:

Esteban dijo...

Crees que nuestro pais todavia tiene esperanza alguna para sobresalir?

YORCH dijo...

Históricamente se han dado casos de naciones consideradas débiles o con problemas y que repentinamente toman un lugar predominante: el caso del Reino de Macedonia, que entre los Estados Griegos era considerado como semibárbaro y atrasado es paradigmático, repentinamente y aprovechando la debilidad del resto de Grecia tras las Guerras del Peloponeso y de Tebas, supo hacerse con la supremacía sobre los helenos gracias a que contó con dos grandes estadistas: Filipo II y Alejandro Magno al frente en forma sucesiva.

Para que México pueda romper con esta situación necesita de la llegada de estadistas al frente, que rompan con el pasado y que tengan visión del futuro, que aprovechen la debilidad de otros poderes, como un EUA que irá camino de la decadencia tras Obama y una Europa que no levanta, y de un pueblo más consciente que sepa romper con los mitos históricos que lo atan.

Creo que puede darse, pero no es sencillo y lleva tiempo, mucho tiempo lograrlo.

L.b-C. dijo...

Deslumbrante entrada y con un potencial convocante poco frecuente en Internet.
Como quiera que sea, don Porfirio tenía razón en esto: "Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos".
Si no me equivoco, el proyecto bonapartista de instalar a Maximiliano de Habsburgo en el trono de México y el contemporáneo hecho de la Secesión de los estados sureños de Estados Unidos -claramente vinculados, se quiera o no- que provocaran sendas guerras civiles, las más mortíferas del siglo XIX, tenían por finalidad cortar en la cuna el desmesurado crecimiento de EE.UU. y fundar un gran imperio proeuropeo y más o menos católico al sur de la calvinista Unión que ya, por entonces, enlazaba ambos Océanos.
El ambicioso proyecto de Luis Napoleón no cuajó por que los yankis se dieron cuenta y echaron al fuego todo lo que tenían para evitarlo, además de las acechanzas que en Europa debilitaban al insidioso Emperador de los Franceses. La gran guerra civil mexicana está inserta en este capítulo, a mi parecer, que se saldó con el gobierno masónico de Benito Juárez -un vulgar cagatintas yanki- y más tarde el larguísimo porfiriato, que salvó lo esencial de México para la posteridad, con sus luces y con sus muchas sombras...
Por eso el porfiriato terminó -como todo lo bueno de México- en Revolución; pero esta vez, estaba en manos de ineptos o ingenuos que lo único que lograron fue que, finalmente, la masonería yanki se apoderara pacíficamente del ejercicio del poder, hasta hoy. Por mi parte y por lo demás, creo que México es el único ejemplo de toda Hispano-américa donde las autoridades realistas declararon la Independencia a fin de evitar la entrada en vigor de la odiosa "Pepa" (la constitución española de 1812) precisamente porque no eran territorios ultramarinos de España sino Reinos donados por el Papa al rey de Castilla, pero no como "reinos de España", sino como bienes realengos. Esta sencilla explicación, tan insistentemente omitida por interesados historiadores -vuestro Vasconcelos la menciona claramente- cambia completamente el eje del razonamiento sobre la llamada "Independencia" americana y la valoración de sus protagonistas.
No menos, que la temeraria aventura de Napoleón III que le he comentado, que, si bien se mira, forma parte de un mismo misterio histórico.
Cordialmente desde Buenos Aires para mis queridísimos hermanos mexicanos, a quienes Dios proteja. Sobre todo de Estados Unidos.
L. b-C.

YORCH dijo...

Es poco conocido en la actualidad, pero en EUA también existieron proyectos monárquicos, por lo menos hasta la Guerra con Inglaterra de 1812: poco después de la independencia y ante el fracaso del sistema de la Confederación que llevó a la constitución de 1787, se planteó ofrecer la corona de Norteamérica a algún príncipe de la dinastía de los Hohenzollern prusianos; uno de los llamados "Padres Fundadores": Aaron Burr, se ganó el rechazo de la Historia Oficial no solo por matar en duelo al prócer del federalismo Alexander Hamilton, sino por plantear la creación de un Imperio Norteamericano en el que se fusionase la Nueva España con EUA en que católicos y protestantes, anglosajones e hispanos, africanos e indígenas, tuviesen igualdad de derechos bajo un príncipe cristiano, fuese católico o protestante.

Itzayana-chan dijo...

¡Vaya! Eso si que no lo sabia. Osea que EUA se parece mas a sus paises vecinos de lo que a veces se cree.