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8 de mayo de 2014

GUADALAJARA, EN RUINAS


Como tapatío, no pude evitar sentir tristeza ante el incendio y destrucción del Mercado Corona en el centro de la ciudad, uno de los mercados más tradicionales y antiguos de la ciudad, fundado en 1891, por el Gobernador de Jalisco, General Don Ramón Corona de quien tomó el nombre, y que ya anteriormente había sufrido tres incendios y sucesivas reconstrucciones, el edificio actual, derruido con el incendio era de inicios de los años 60, hecho tras un incendio igualmente destructor.

Para mi, el mercado tiene algunos recuerdos personales, en mis primeros años de estudiante en la Universidad, el centro de la ciudad era frecuente lugar de mis merodeos para buscar y comprar libros de segunda mano en las tiendas de usado ubicadas por aquellas calles, siendo el mercado visita obligada, sobre todo las taquerías ubicadas en su primera planta, por el lado de la calle Independencia, igualmente, por aquellos años mi mamá tenía un pequeño negocio de cosméticos y sus proveedores se ubicaban en las calles de Juan Manuel y Santa Mónica, por lo que igualmente pasaba rato visitando también el mercado en mis frecuentes idas por mercancía o a realizar pagos, en ese mercado, desde la Secundaria, yo acostumbraba comprar también mis mochilas para la escuela, mientras que en la planta alta muchas veces mi madre compró hierbas para infusiones medicinales: Gobernadora para el estómago, Tila o Azahares para los nervios, mientras que los creyentes en el esoterismo y prácticas mágicas tenían en la planta alta de ese mercado, lugar donde inició la conflagración, el lugar más parecido al Callejón Diagón descrito por J.K. Rowling en sus libros de Harry Potter que podía haber.

Lo sucedido en el mercado es muestra de la situación de deterioro que existe en los mercados municipales que se extienden por diversas partes de la ciudad: el Mercado San Juan de Dios, cuyo mal estado ha sido denunciado ya desde hace años, el Felipe Angeles, el Alcalde, o, en el centro del municipio conurbado de Tlaquepaque, el Mercado Juárez, todos, absolutamente todos están en pésimas condiciones, los propietarios, esto es, los gobiernos municipales, no han hecho nada por restaurarlos... lo cual no es solo responsabilidad de las actuales administraciones, que no han dado el mantenimiento debido a las instalaciones, sino que es un problema que viene de tiempo atrás en que prácticamente se han dejado caer los mercados municipales, resultando curioso que ahora los regidores panistas asuman la pose de defensores de los comerciantes cuando, durante el tiempo que ellos estuvieron a cargo de los municipios no hicieron nada por mejorar los mercados, salvo aquel intento del Gobernador Ramírez Acuña por intervenir en San Juan de Dios, mismo que fue evitado por el poder de los locatarios.

Y es que en mucho ellos han tenido la culpa de lo sucedido: todo indica que la causa del incendio fue la sobrecarga eléctrica ocasionada por los "diablitos" o tomas de energía irregulares instaladas por los comerciantes, ellos mismos han sido reacios a invertir en mejoras, limpieza y mantenimiento en general del mercado, puesto que siempre han esperado a que "Papá Gobierno" haga todo el trabajo para conservarlo operacional, aunque en los últimos años era clara la cada vez peor higiene y las peores condiciones; en el caso de San Juan de Dios o del Mercado Juárez, ha sido clara la resistencia de los comerciantes a la situación que se vive en ellos, y su tendencia a minimizar los problemas, a pesar de que el observador profano puede apreciar claramente que dichos mercados están tan afectados que necesitan o una remodelación integral o de plano la demolición y la reconstrucción, que ha sido planteada por las autoridades sin encontrar eco, lo que se combina con la politización y la intervención de los partidos políticos que llegan hasta inventar conspiraciones y ahora a decirnos que el incendio fue provocado por el propio ayuntamiento con tal de sacar a los comerciantes y hacer negocio.

Esto, sin embargo, no quita responsabilidad a la pésima administración de Ramiro Hernández en la capital de Jalisco: su gobierno, ciertamente, ha sido desastroso, una plaga bíblica verdaderamente: desde el escándalo de corrupción de la Regidora Elisa Ayón, conocida como Lady Panteones por la manera tan "amable" con la que extorsionaba a los trabajadores de los cementerios municipales, el problema insoluble de los vendedores ambulantes en el centro de la ciudad, la lentitud y la mala calidad con la que se realizan obras de restauración de pavimentos en distintos puntos de la urbe, todo ello exhibe que el Sr. Hernández, de quien se podía esperar más por su trayectoria política, ha sido una terrible decepción; el centro de la ciudad sigue en manos de "tribus urbanas", nombre eufemístico para referirse a pandillas de malvivientes, vándalos y depravados, que lo tienen lleno de graffitti, basura, olores a excrementos y orines, droga y vicio, con fincas antiguas de valor histórico o artístico en estado de abandono, el tráfico incesante daña con su paso y sus contaminantes a edificios como la Catedral o el propio Palacio de Gobierno, la enorme mayoría de los pavimentos de la ciudad están en un estado lamentable, las áreas verdes olvidadas, convertidas en basureros o vandalizadas, pero eso sí, la burocracia jamás había sido tan grande y la discusión política entre los partidos jamás había sido tan interminable y estéril como ahora.

Urge tener un gobierno que realmente actúe, no con una burocracia de escritorio, sino con puestos operativos en las áreas verdes, en las obras públicas, en inspección, y urge poner fin a los conflictos políticos que no benefician a la sociedad, salvo a los partidos, que se frotan las manos ante la enésima "Reforma Política" que no tiene como objeto más que aumentar su poder y su capacidad para obtener recursos económicos del erario, que dárselos a los partidos es como echarlos por el inodoro.

En cuanto a los mercados municipales, creo que debe cambiar el esquema: de ser propiedad de los municipios deberían pasar a ser propiedad de los propios comerciantes, el Ayuntamiento debería venderles los locales mediante arrendamiento financiero y que al final, sean los propios locatarios los preocupados y los encargados de cuidar su propio patrimonio: el mercado, de lo contrario, como ha sido en la existencia del Corona, los incendios, daños y deterioros seguirán siendo crónicos; como decía Aristóteles (el estagirita, por supuesto, no el Gobernador) lo que es de todos es de nadie, mientras que nada se cuida más que aquello que es propio. El Estado no tiene porqué ser casero de nadie ni propietario de desarrollos comerciales, se daría un gran paso para el adelgazamiento del aparato estatal y se enseñaría a la gente, al menos a un sector, a valerse por sí mismo y a ser responsable de sus cosas y acciones.

Recordemos que Porfirio Díaz había dado el secreto para el desarrollo de México: "Poca política y mucha administración"... Hoy vivimos a la inversa.

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