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17 de enero de 2011

JUAN PABLO II

Una noticia que en el ámbito católico está teniendo una gran repercusión y ha generado una gran alegría, es el anuncio de la beatificación del Papa Juan Pablo II para el próximo 1 de mayo. Por supuesto, no han faltado las voces críticas de siempre, como la de León Krauze, con quien nuevamente me lié en un agarrón vía Twitter (el hecho que el --sobrevaluado, pero que esta vez tiene toda la razón,-- escritor Pérez Reverte hable en una columna sobre lo estéril que es el Twitter y las Redes Sociales indica cómo abundan las discusiones bizantinas y vacías en esos medios, tal y como yo lo critiqué en una entrada pasada) Jorge Ramos y toda la banda de opinadores, politólogos, opinadores y demás tan conocida, ya que cuestionan o ponen como negrito en el arroz de la trayectoria del Pontífice Polaco su cercanía con el villano favorito de los últimos tiempos, el Padre Marcial Maciel y el horrible delito de la pederastria, y por ello no solo negar su santidad, sino hasta casi casi desbancarlo del podio de la Historia donde los mismos medios se la habían pasado colocándolo y alabándolo en forma por demás hipócrita, y arrojarlo a las llamas del infierno, y es que los Medios pretenden ser la nueva Iglesia, moldeando conciencias y condenando o canonizando a los que los pontífices de las pantallas entregan sus antipatías o preferencias, muchas veces de acuerdo a los intereses de su corporativo o de los políticos con los que se haya hecho alianza. También una gran causa de esto radica en la sobrepolitización de todos los aspectos de la vida y de la visión en el Occidente de las Democracias Electorales: incluso en actos religiosos, totalmente alejados de la Política, se buscan ver indicios de tendencias partidistas, ideológicas o con repercusiones de grupos de poder.

Resulta curioso además que de lo que acusan ahora a Juan Pablo II se pudo haber acusado también a Juan XXIII, pero como resulta que el primero fue el azote del Comunismo Marxista y el segundo le abrió las puertas a tal ideología con la Teología de la Liberación, los medios liberales y de izquierdas señalan a uno y al otro le siguen diciendo el "Papa Bueno".

No hablaré aquí acerca de la incongruencia de izquierdosos y liberales que a la vez que denuncian y se horrorizan más histriónicamente que de verdad respecto a tan nefanda práctica como es la pederastria,  buscan sexualizar más y más a los niños y adolescentes, o cómo hasta la Revista Vogue publica fotos de niñas en poses provocativas, ni siquiera hablaré sobre Maciel porque sobre él ya hablé antes y por supuesto merece toda condena y porque ahora Benedicto XVI está haciendo mucho por corregir errores y sinvergüenzadas en el pasado,así como brindando los medios para que los Legionarios de Cristo se estén disolviendo por sí mismos en vez de una "cacería de brujas" estilo Templarios como quisieran los medios, para luego criticar la intolerancia, por supuesto. 

Prefiero hablar de la figura de Juan Pablo II y señalar porqué creo que es sin duda se trata de un santo, y no nada más eso, es un gigante histórico, en un siglo XX que presenció a personajes como Churchill, Gandhi, Kennedy, Nasser, Stalin, Luther King, Teresa de Calcuta, gigantes dentro de lo bueno y de lo malo, con sus defectos y virtudes, Karol Wojtila se erige como el coloso que cierra un siglo pleno de grandes personalidades, luchas entre titanes y el establecimiento de férreos sistemas de acero y concreto contra la libertad, mostrando la futilidad de las ideologías y volviendo hacia la sencillez de la espiritualidad. Es curioso, la Edad Antigua fue cerrada por un Papa grande que finiquitó al Imperio Romano y negoció directamente con sus enemigos ante la inoperancia de su monarca: San León I Magno, La Civilización Occidental sería inaugurada por otro gran Papa, que empezó a sentar las bases ideológicas de la fusión entre los elementos Grecorromanos, Judeocristianos y Germánicos tras la caída definitiva de las Civilizaciones Clásicas en Occidente y el inicio de la Edad Media: San Gregorio I Magno. San Juan Pablo II Magno será considerado como el Papa que cerró la Civilización Occidental tras el fracaso de las ideologías (Fascismo, Comunismo y Capitalismo) surgidas todas ellas de los sueños de la razón del siglo XVIII.

Karol Wojtyla vivió bajo los dos totalitarismos más sanguinarios, violentos y feroces de la Historia: el Nazismo, tan justamente vilipendiado y el Comunismo Marxista, que goza, a pesar de todo de seguidores, simpatizantes y porristas, pero como venció a aquella otra ideología en la Guerra Mundial, se aseguró de contar con "buena prensa" pese a sus más de 100 millones de muertos.Nació en la martirizada tierra de Polonia, país que siempre fue la víctima de sus vecinos: alemanes y rusos, pues a pesar de lo que nos quejamos los mexicanos de tener de vecino a los norteamericanos, no podemos imaginar lo que es tener a dos colosos a ambos lados, además, sumamente agresivos y ser tierra de paso para sus constantes confrontaciones a lo largo de la Historia. Los Polacos ante una Historia de invasiones, abusos, sometimientos y desmembramientos, únicamente han contado con el refugio de su fe, que les ha permitido continuar, cuando muchas otras naciones habrían desaparecido.

Por ello, Juan Pablo II colocó como prioridad de su mandato el luchar por la libertad, no solo de su Tierra, sino de toda Europa Oriental, sometida al poder absoluto del Kremlin y sus virreyes, que se llenaban la boca diciendo que luchaban por los proletarios y contra el capitalismo, pero vestían Armani, bebían champaña y habitaban los palacios de los antiguos aristócratas expulsados por la "Robolución" mientras saqueaban las riquezas de sus países y se sometían a los intereses del Imperio Ruso-Soviético, habiéndose llegado a esta situación gracias a la cobardía y complacencia de los líderes occidentales: un Churchill y un Roosevelt que prefirieron regalarle medio continente a Stalin con tal de tenerlo de su lado contra Hitler.

Stalin se había burlado en la conferencia de Potsdam ante la tímida sugerencia de Harry Truman de tomar en consideración al Papa en el proceso de paz tras la contienda mundial: "¿Cuántas divisiones tiene el Papa?" observó el georgiano que prefería ser llamado ruso.Cuarenta años después, ese Imperio, que parecía sostenerse fuerte sobre los pilares de sus servicios de inteligencia, sus campos de concentración, su poderoso ejército y una ideología que prometía el paraíso en la tierra se desmoronaba; víctima de sus contradicciones internas, ciertamente, pero también gracias a que hubo un Papa que llamó a todo el mundo a no tener miedo de buscar la libertad.

Eso casi le costó la vida: es un secreto a voces que los servicios secretos comunistas, la KGB rusa y la Stazi de Alemania Oriental estuvieron detrás de Alí Agca, miembro de un grupo fundamentalista musulmán y de izquierda: "Los Lobos Grises", opositor al gobierno turco, entonces estrecho aliado de EUA, secularista y miembro de la OTAN contra el Pacto de Varsovia. Juan Pablo II salvó la vida milagrosamente y continuó en su lucha; Agca, ahora libre de prisión, esconde las verdaderas razones de sus acciones detrás de una bien estudiada y fingida locura, y más le vale, porque hoy en día, bajo Putin, la ahora llamada FSB sigue teniendo los brazos largos y las armas listas, y el resentimiento es el mismo, y por ello en 2005, al morir el pontífice, Rusia no envió representante alguno al que fue el funeral más grande de todos los tiempos y ni la Iglesia Ortodoxa ni el Gobierno se muestran abiertos a aceptar una futura visita del Papa romano al gigante eslavo, pese a manifestaciones, más bien de dientes para afuera, de buena voluntad de algunos prelados rusos.

Pero además, en su vida personal y a raíz del atentado, operó un cambio extraordinario en Wojtyla: de ser un hombre de aspecto orgulloso y altivo, el dolor y el sufrimiento lo volvieron humilde y concentrado, además, empezó a manifestar síntomas de Mal de Parkinson, y el sufrimiento es el camino hacia la santidad: su imagen, arrodillada al entrar a la Basílica de San Pedro en el Jubileo del 2000 resumen esa santidad: ese Papa que siente sobre sus hombros la culpa y el sufrimiento de todos los que han padecido por causa del Cristianismo, tanto cuanto éste fue perseguido como perseguidor, que pide perdón por la Inquisición, por Galileo y demás, algo que los Comunistas no han hecho ni harán, ni los Musulmanes, ni el Feminismo radical ni ninguna de estas otras corrientes ideológicas, ninguna de ellas ha reconocido sus equivocaciones ni sus maldades, como sí lo hizo Juan Pablo II y seguramente reconoció las víctimas de los abusos en el seno de la Iglesia. (Maciel incluido). Algo que también me impactó fue ver, cuando su cadáver estuvo expuesto en la Basílica de San Pedro, sus zapatos: sencillos, viejos y de suelas gastadas, resumen completo de la humildad y como símbolo de todo lo que recorrió al ser el "Papa Viajero"

Y es que la santidad no es que la persona adquiera un estatus de perfección absoluta o inmanente, como es el Nirvana entre los budistas, el Santo lo es no por haber alcanzado un estado de permanecer fuera del mundo y caminar sobre las nubes; no, la santidad es ante todo lucha pese a mantener los errores, vicios y defectos como hombre, es una búsqueda. La Biblia tiene, en la historia del Rey David, una descripción de lo que es ser santo. Si uno lee los dos libros de Samuel, uno encuentra la fascinante narración de la vida, no de un Rey, sino de un hombre, en un estilo que ningún pueblo antiguo se habría atrevido a escribir sobre su gobernante: un hombre que fue un adúltero, a veces traicionero, asesino, que ante la violación de una de sus hijas prefiere guardar silencio para evitar un escándalo y como consecuencia se genera la rebelión de su hijo Absalón, quien es derrotado y muerto, pero por el que no puede evitar dolerse y llorar porque era su hijo. La santidad, como se describe en la vida de David, no es estar rodeado de una esfera, de un campo de fuerza y hacer siempre todo lo correcto: la santidad es reconocer cuando se está mal y hacer el bien para compensar esas malas acciones, es reconocer los errores o que se ha obrado mal, anfrontar las consecuencias y avanzar, superarse siempre, eso hizo David y por eso fue santo y que de su descendencia  nacería el Mesías, no porque fuese perfecto, sino porque tenía conciencia de que no lo era.

Así es el caso de Juan Pablo II: lo de Maciel no fue su único error ni su único exceso, también lo fue el centrar la Iglesia demasiado en su actuar personal y en el abuso mediático, depender demasiado de su carisma y convertir a la Religión en un espectáculo masivo, instrumentar el Vaticano II sin hacer una revisión profunda del mismo y sus conclusiones, incluso, que en sus afanes de lograr un entendimiento pacífico con otros credos se llegó a un exceso en el ecumenismo como fue el encuentro de Asís en 1986, como lo señalan sectores más conservadores en la Iglesia. Pero nada de esto puede borrar la huella dejada a su paso: le dió la libertad a millones de personas, cuestionó los modelos económicos, políticos y sociales de nuestro tiempo, se acercó a los jóvenes y su ejemplo y palabras le abrieron el camino a muchas personas en todo el mundo para mejorar sus vidas, la acción social de organizaciones religiosas se hizo presente en los países más pobres del mundo, infundió fuerza, ánimo y ganas de vivir a millones de personas que de otro modo aceptarían rendirse ante la desesperanza, el pesimismo y la ruina como parecen por momentos quererlo hacer los medio por los mensajes que difunden, hizo también que muchísimas personas tuvieran conciencia de su dignidad y de lo que significa ser persona, más allá del materialismo actual.

Por ello, Juan Pablo II es no solo beato, es santo y es un coloso histórico ante el cual, sus críticos parecen ínfimos en estatura, verdaderos enanos que solo grande tienen la envidia, que bravamente gritan contra el Cristianismo, pero callan como cobardes ante las matanzas que están ocurriendo en Medio Oriente y la amenazante cimitarra del radicalismo islámico, que campea al saber que Occidente no moverá un dedo en su contra, amordazado y controlado por los paladines del secularismo también radical, reflejo de los tiempos turbulentos y decadentes que vivimos y sin un liderazgo del tamaño y de la calidad que tuvo Karol Wojtyla.
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"Zelayazo" en el Magreb

En Túnez, la antigua Cartago, la población, según se dice movilizada por las redes sociales, derrocó al régimen de Ben Alí, y propició la instauración de un régimen democrático. Esto puede resultar un tanto preocupante. El régimen derrocado era de inspiración Kemalista-Nasserista, esto es: laico, secular y de vocación además Mediterránea, con fuertes nexos con Europa, principalmente Francia, mientras que con la democratización se abre la puerta, lo mismo que en Argelia, o lo que está ocurriendo en Turquía con Erdogan y su partido, al crecimiento de los partidos y grupos de inspiración islamista radical. Hemos de recordar que Túnez, desde la antigüedad cuenta con una posición estratégica en el control del Mediterráneo: Cartago prosperó como potencia marítima y comercial. Tras la dominación romana y la conquista árabe, la antigua ciudad de Aníbal desapareció y una aldea vecina: Tunisia creció y ocupó su lugar, siendo uno de los puertos más importantes de los imperios musulmanes hasta los tiempos de los Otomanos, sede de los grandes piratas patrocinados por los Califas Turcos, como los Barbarroja, tanto San Luis IX de Francia, que moriría a sus puertas, como Carlos V que pudo llegar a tomarla brevemente, intentaron conquistarla sin poder mantenerla en su búsqueda de aminorar el poder marítimo islámico.

Hoy en día, la situación de Túnez y su capital es grave, pues no se sabe qué consecuencias tendrán los acontecimeintos actuales; lo que sí, regímenes como el de Hosni Mubarack en Egipto, Gaddafi en Libia o las petromonarquías del Golfo deberían poner sus barbas a remojar...

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