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16 de agosto de 2010

¿CONQUISTA O REVOLUCION?


Con verdadera pena ajena llega la noticia de que en España, en Medellín, Extremadura, el pueblo natal de Hernán Cortés, conquistador de Tenochtitlan, apareció la estatua de su monumento manchada de pintura roja. El o los vándalos responsables de esto, por supuesto no han dado la cara, pero en España ya se habla de que fue algún mexicano.

Esto, de ser cierto, la verdad, sería para llenarnos de vergüenza: por un lado porque es muestra nuevamente de la pésima formación y falta de civilidad y respeto de los mexicanos que en sí misma resume nuestro fracaso social y educativo, comparable a aquel bochornoso incidente en el Mundial de Fútbol de Francia 1998 en que un mexicano borracho apagó la flama perenne de la tumba del soldado desconocido orinando, o aquél, también en el Mundial de Fútbol, pero de 2002, en que otro mexicano, bromeando, apretó el freno de emergencia del tren de alta velocidad en Japón, o de aquel otro turista borracho que en el avión, llegando a la India dijo traer una bomba consigo... una verdadera galería de la payasada vergonzosa.

Pero además de eso, de haber sido un mexicano demostraría lo bien que han surtido sus efectos los adoctrinamientos desde hace unos 130 años en que se forjó la "Historia Oficial" de nuestro país que sigue viendo en Hernán Cortés al enemigo y al odiado, al opresor y no al fundador de una nueva nacionalidad ni al que estructuró e incluso, prácticamente condujo al mestizaje que sería base de nuestra identidad y de nuestra sociedad, ni tampoco han entendido los mecanismos de la mal llamada "Conquista Española", por que más que eso, se trató de una profunda revolución que culminó por la elección de los propios indígenas, de la monarquía hispánica en vez de la monarquía mexica como cabeza del Anáhuac; no en balde, pocos años después, el Padre Francisco de Vitoria, en sus Relecciones, obra fundacional del Derecho Internacional, hacía referencia a lo ocurrido en lo que ahora es México, al darse la aceptación por parte de naciones indígenas del Rey Carlos I de España como soberano, o de la alianza establecida entre España, por conducto de Cortés y la República de Tlaxcala para acabar con el dominio Mexica.

Los indígenas que se aliaron con Cortés en modo alguno fueron traidores, es como decir que entonces Espartaco (de moda por la serie) fue un traidor a Roma por rebelarse contra su injusto sistema de escalvitud, o traidor Washington por aliarse con La Fayyette en contra del Imperio Británico; los Mexica o Azteca habían establecido un sistema de dominación tremendamente opresivo y que funcionaba en base al terror más puro y duro: fácilmente podría decirse, por el militarismo y el culto a la muerte y a la guerra que los mexica impusieron a buena parte de Mesoamérica, que fueron una especie de Nazis de la América antigua. Su escultura y pintura está dominada por la guerra y la muerte, aparecen una y otra vez representadas lanzas, escudos, flechas, armaduras (hechas de algodón y cuero o carrizo trenzado y hervidas en agua salada, recubiertas de plumas o pintadas de colores, llamadas ichcahuipilli) espadas o macuahuitl, de hoja de madera y filos de obsidiana, calaveras y templos en llamas, el tzompantli o muro de cráneos servía para advertir cuál era el destino de aquel que buscaba rebelarse o bien, cuál era la utilidad de los sometidos, convertidos en víctimas-trofeos. Contrasta enormemente la visión idílica planteada por los indigenistas respecto a que se aceptaba la muerte y se acudía dócilmente al sacrificio con algunas evidencias pictóricas en Mesoamérica, como los murales de Bonampak, en el caso de los mayas, donde se advierte el terror y la desesperación de quien va a ser ofrendado a los dioses del vencedor, así como contrasta con el verdadero odio sentido no solo por Tlaxcala, tan ajena a los Mexica como Cartago a Roma, sino de los pueblos sometidos al imperio como los Totonaca de Cempoala o los Otomíes de Matlatzinco, sometidos al Imperio y que se aliaron a Cortés, sin ese hartazgo y odio, no se habría explicado que el extremeño iniciara el sitio de la Ciudad de México con un ejército de aproximadamente 150,000 hombres, de los cuales, los europeos solo eran 1,400.

Y digo europeos porque en el ejército de Cortés aunque la mayoría eran españoles, y de Castilla, había también alemanes, portugueses, los omnipresentes italianos e irlandeses, flamencos y hasta un inglés y un griego, mercenarios todos, eso sí, y que habían jurado lealtad a la corona hispana.

Esto explica también que se dieran episodios como el ya relatado de la fundación de Querétaro, con personajes como Conin que buscaron adaptarse a la nueva situación y beneficiar a sus comunidades y crear un verdadero "Nuevo Mundo" con la fusión cultural, no solo biológica, de Europa y América, aunque claro, no siempre el cambio provocó beneficios ni se puede negar que no fuese traumático ni que no causara graves daños, como lo ocurrido por la difusión de enfermedades eurasiáticas en el nuevo continente, ni tampoco puede negarse que hubo muchas injusticias ni explotación; sin embargo, el espíritu de los españoles fue siempre incluyente y de integración motivado por el pensamiento universalista proveniente del Catolicismo y que tuvo en Carlos V o I de España a su último representante, muy diferente a las políticas de exterminio dirigidas por británicos y portugueses o de exclusión e indiferencia seguida por los franceses respecto a los indígenas.

Así que más que una conquista aquello fue una revolución en que diversos pueblos vieron en la superioridad tecnológica la posibilidad de derrota de un pueblo o un grupo dominante y feroz, advenedizo además como eran los Aztecas, y en la Religión Cristiana la posibilidad de un cambio en la forma de vida, como consecuencia de ello, efectivamente, surgió un mundo nuevo, surgió nuestra América y nuestro México que no hemos sabido aceptar porque hay gente a la que le conviene que sigamos sin aceptarlo.

Por ello, la mancha no cae sobre Cortés, cae sobre los ignorantes que lanzaron la pintura sobre su estatua, aunque probablemente también el o los responsables no sean mexicanos, sino españoles, mismos que se han tragado toda entera a la leyenda negra y creen que deben pasarse el resto de sus días pidiendo perdón por su pasado y haciendo penitencia por ello...

La culpa, esa maldita culpa:

Si hay un factor que como ninguno está sirviendo para matar a nuestro mundo occidental es el enorme y pesado sentimiento de culpa colectiva que tenemos arraigado en nuestras sociedades europeos, anglo y latinoamericanos; proviene, sin lugar a dudas, de uno de los aspectos peor comprendidos de la doctrina cristiana y que es la cuestión del pecado y la culpa, y la todavía peor entendida idea del perdón y la redención.

Un ejemplo: el otro día en el cable en un canal que pasan películas europeas apareció un documental francés en el que el realizador, un joven con aspecto de nerd, y de Izquierdas, ni duda cabe, aparecía señalando con un celular que pues sí, era un aparato maravilloso, pero que el mismo se encontraba manchado de sangre, y comenzaba con una larga perorata que relacionaba los bajos salarios de los obreros chinos que los arman con los diamantes de sangre africanos y bla bla y todo por culpa de los occidentales que queremos vivir con comodidades y de las empresas occidentales malvadas y todo eso... claro, el fulano no dijo nada, por ejemplo, que el mercado más grande de consumo de telefonía celular no es Occidente, sino China y que esos obreros chinos de bajos salarios viven mucho mejor y con un nivel de vida muy superior a sus antepasados de hace 150 o más años, y mucho mejor incluso que sus padres en la época de la Revolución Cultural cuando China era un país agrícola y aislado del resto del mundo, libre de las "malvadas" empresas occidentales.

Lo curioso además es que el francesito éste seguramente usa los celulares, usa el internet y viste y usa multitud de productos que sin el malvado capitalismo y la malvada globalización no existirían, pero lo que quiero resoaltar es el concepto de que Occidente tiene la culpa de todos los males del resto del mundo, y ese sentimiento de culpa es responsable de muchos fenómenos que actualmente vemos y que son parte de la decadencia de nuestro mundo.

Las dos Guerras Mundiales, por ejemplo, dejaron en Occidente un temor completo hacia la violencia y la guerra, de forma que surge no una búsqueda de la paz pero sin cobardías ni la posibilidad de lucha, ya hemos dicho, como Ghandi, si bien no usó medios armados sí empleó otros métodos no menos fuertes contra los ingleses, que nada tenían de pasivos y sí mucho de provocadores y económicos. El Occidental ahora prefiere transigir y conceder antes de molestar al contrario y que esto provoque conflicto, prefiere tolerar hasta lo aberrante con tal de que no se le tache de discriminador e intolerante, prefiere decir mentiras antes de defender la verdad, porque como ésta no peca, pero ofende, es mejor no ofender y así no provocar conflictos, y finalmente, se pide que todo mundo se golpee el pecho y se pida perdón una y otra vez por las Cruzadas, la Conquista de América, la Inquisición, el Juicio de Galileo, la muerte de Hipatia, el Holocausto, el desarrollo industrial, la contaminación del ambiente, el trato a los animales, etc. etc. Lo que finalmente está produciendo también gente timorata que teme a actuar en un sentido u otro por temor a causar daño, esto poco a poco, genera personas temerosas a ejercer su libertad y a arriesgarse; hoy en día, un aventurero tipo Cortés capaz de quemar sus barcos para no tener marcha atrás es ya imposible, por el contrario, tendremos cada vez más personas atenidas a que "papá gobierno" los lleve de la mano y que los funcionarios y políticos les digan qué es correcto y que no con leyes que normarán hasta la forma de orinar.

De esta forma, es mantenernos anclados en el pasado, no pasar la página y no buscar la superación, tanto individualmente como colectivamente, no hay nada más destructivo que el sentimiento de culpa en vez del sentido de responsabilidad que enseña a vivir con las consecuencias del pasado, ni tampoco del verdadero sentido de la idea de redención, que implica el superar el pasado y aprender de los errores, pero también a mantenerse firme en lo correcto y lo verdadero, sin claudicar cobardemente ante lo falso y lo malo para no molestar.
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El Misterio del Aguila:


Con gran gusto me encuentro con la publicación de la novela "El Misterio del Aguila" del joven historiador Juan Miguel Zunzunegui, mismo que ha desarrollado, junto a Jaime del Arenal, de quien ya he hablado en posts anteriores, cursos, artículos y conferencias respecto a la verdadera Historia de México y desenmascarándo muchos de los mitos y mentiras que nos ha enseñado la Historia Oficial; Zunzunegui plantea sacar una serie de novelas que abarque los momentos clave de nuestra Historia: la Independencia, la Reforma y la Revolución para mostrarnos que hemos estado venerando a los héroes equivocados, como a Hidalgo, hemos subestimado a los verdaderos grandes como a Morelos y de plano ignorado y sido ingratos con el que principalmente fue el autor de nuestra Independencia: Iturbide, mientras que el resto no ha sido más que una prole de políticos mediocres y asesinos, no muy diferentes a los actuales que se la pasaron peleándose por el poder desde 1821 hasta la fecha.

Altamente recomendable, léanla en este año del Bicentenario, servirá para abrirles los ojos y quizá contribuya para que en un futuro no muy lejano, los restos de Iturbide sean trasladados a la Columna de la Independencia, que es donde deben estar, quizá así nos libremos de la maldición de Bolívar, quien se había vuelto amigo epistolar del caudillo de Iguala, e incluso acogió a uno de sus hijos que fue su ayudante personal hasta su muerte en 1830; el venezolano, al saber del fusilamiento de Iturbide expresó, refiriéndose a México: "Los pueblos que matan a sus padres, a quien les dió la libertad, no merecen ser felices, ni libres ni prósperos..." Quizá hemos arrastrado los efectos de esa maldición y es hora de romperla.

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