Una disculpa por estar tan alejado últimamente del Blog, pero he estado ocupadísimo en mi trabajo como abogado, y un tanto también, distanciado de la Academia... la pandemia dejó a las universidades más apegadas a medios tecnológicos que les permiten ahorrarse salarios de profesores y tener a un solo docente en un campus para dar clase a varios planteles al mismo tiempo... en fin lo que es pragmático y contribuye a economizar costos se prefiere en detrimento de la calidad y de la experiencia personal en la educación, no debe sorprendernos que, como se han hecho pruebas psicométricas, el coeficiente intelectual promedio de las personas, al menos en Occidente, se reduce, y así como se desarrolla la Inteligencia Artificial, la Natural disminuye, no siendo de extrañar que se hable de un desplazamiento del hombre por la máquina; como tampoco es de extrañarse la cada vez mayor mediocridad de líderes políticos, la falta de creatividad y originalidad en las artes y el entretenimiento, el infantilismo y la ociosidad se hacen cada vez más presente ante el olvido de la cultura y una formación universitaria cada vez más dirigida a producir gerentes enfocados en las ganancias monetarias, pero no gente pensante capaz de generar conocimiento y revolucionar la existencia humana.
Desde el 2020 estamos viendo el progresivo colapso de la Civilización Occidental, vivimos un momento sin precedentes en que el poder mundial está cambiando del Norte de América y Europa hacia el oriente, a Asia, donde aceleradamente, se construye un eje de poder entre Pekín-Moscú-Teherán-Riyhad-Nueva Delhi. La Guerra de Ucrania será trascendental históricamente, porque es la contienda en la que se juega, como dijo Putin, la existencia misma del Estado Ruso, pero igualmente, la existencia del Imperio Estadounidense, y éste, va perdiendo.
Veamos los diferentes escenarios de este movimiento tectónico que, cuando concluya, probablemente en los próximos meses, o quizá en uno o dos años, nos dejará un mundo irreconocible:
1.- Ucrania:
Como muestra quizá del espantosamente bajo nivel de formación, en este caso del personal diplomático y militar de EUA, tenemos el caso del origen del conflicto en Ucrania.
Es bastante obtuso pensar que un país con 47 millones de personas, con una economía más agraria que industrial, --donde además, la mayor parte de dichas industrias se encuentran en la parte oriental, el Donbass, totalmente prorrusa y ahora ocupada-- con un índice altísimo de pobreza y una enorme corrupción, podía ser convertida en rival de Rusia, que cuenta con 147 millones de habitantes, una economía impulsada por la exportación de materias primas, principalmente los hidrocarburos, y sobre todo una base de industria militar sumamente potente, además de ser poseedor del arsenal nuclear más grande del mundo actualmente con más de 6,000 ojivas.
Sin embargo, la Administración Obama fue la que comenzó a provocar a Rusia con el golpe de Estado del Euromaidán, que derrocó al Presidente, legítimamente electo y prorruso Víctor Yanukovich, y de la que, a la larga vendría la llegada al poder de Volodímir Zelensky, como un evidente títere de los intereses norteamericanos; sin embargo, de 2014 a 2022 es muy poco tiempo para haber modernizado, industrializado y fortalecido a Ucrania; por el contrario, el régimen surgido desde aquel golpe continuó siendo una cloaca dedicada al lavado de dinero de oligarcas y aún de personajes norteamericanos como el actual Presidente Joe y su hijo Hunter Biden, en negocios oscuros, concertados incluso con personajes rusos y chinos, ahora señalados como enemigos de Washington por el gobierno actual.
En esas condiciones, resulta ilusorio pensar que Ucrania, situada al nivel de una república bananera centroamericana, podría enfrentar y tener éxito contra una de las tres primeras potencias militares; hay que reconocer que los soldados kievanos han combatido valerosamente y en condiciones de severa desventaja ante, no el propio ejército ruso, sino respecto de una corporación privada como PMC Wagner y las milicias provinciales chechenas y las fuerzas irregulares del Donbass, ahora equipadas por Moscú, quien ha aplicado una estrategia de ir, paso a paso, y comiendo pedazo a pedazo, a Ucrania, habiendo tenido desde el principio la capacidad para aplastar a la antigua provincia fronteriza del Imperio Zarista y de la URSS, desgajada en 1991; pero no lo ha hecho, porque el objetivo no es la toma de Kiev, o hasta de la occidental y antigua urbe polaca de Leópolis, sino el objetivo es quebrar las economías y la opinión pública de los países miembros de la OTAN.
Y como consecuencia de ello, romper y transformar el orden internacional.
Pero por supuesto, Ucrania va a pagar el precio de ser un títere occidental, y terminará completamente arrasada, Bakhmut, donde Zelensky y la OTAN apostaron por convertirla en un bastión de resistencia contra las fuerzas enviadas por Putin, está cayendo en poder del CEO de Wagner, Yevgeny Prigozin, quien se está revelando como un gran estratega empresarial y militar, y recuperando su nombre ruso de Artiomovsk. Avdivka, otra ciudad-fortaleza, está igualmente derrumbándose ante los embates moscovitas, sin que se vea que la ayuda militar y financiera occidental esté surtiendo efecto favorable para Kiev, probablemente porque detrás de la misma existen pingües negocios sucios para políticos estadounidenses, europeos y de la propia Ucrania, y ni las armas, ni el dinero llegan al frente, sólo a los noticiarios.
2.- Estados Unidos:
La Administración de Joe Biden es un desastre. La prioridad de este Gobierno, cuestionado desde su origen por las irregularidades presentadas en el proceso electoral de 2020, es la sexualidad; la distinta variedad de prácticas sexuales existentes únicamente como vía para la obtención de placer sensible y no para la reproducción, lo que anteriormente se denominaban como perversiones o fetichismos, ahora son derechos e identidades, y factores que están llevando al menoscabo de verdaderos derechos fundamentales como la libertad de pensamiento, de conciencia, de expresión y destruyendo la herencia cultural de siglos o milenios en Occidente.
Sin negar que detrás de esto se esconden razones realmente perversas e incluso, satánicas, esto también es parte de la entrega ciega de las élites empresariales y financieras norteamericanas y europeas a ideales utópicos del Transhumanismo y la creencia de ser parte de una casta dominante y superior que merece la inmortalidad y busca eliminar al resto de personas que ya no necesita como trabajadores por la automatización, pero sí busca hacerlos perdurar lo más posible como consumidores, (de esto hablaremos en otro post) de ahí que se trate de acabar con la natalidad, lo que, sin embargo, con esto no está haciendo más que, como el personaje de Wile E. Coyote, de los Looney Tunes, serruchar la rama del árbol sobre la que están parados, lo más probable es que, al final, habrán sido embaucados por Yuval Noal Harari y otros tantos vendedores de humo, mientras destruyen un sistema y una sociedad que fue la fuente de sus riquezas, puesto que, al debilitarla, fortalecen a rivales hostiles a ellos como lo son a todo lo occidental, y acabarán, previsiblemente, en la misma miseria que aquellos a quienes ven como simples ratas de laboratorio; solo esperemos y eso ocurrirá, decían los griegos que cuando los dioses desean perder a alguien, primero lo vuelven loco, y eso pasa aquí, en que es claro que nuestras élites financieras, empresariales y políticas están conformadas por sociópatas que, ante un sistema que ha dejado de lado la moral, pudieron medrar y escalar sin obstáculos, gente de la que no se puede dudar de su genialidad, como Bill Gates, pero de la que tampoco se puede desconocer que, probablemente padecen ciertos grados de autismo, falta de empatía y psicosis.
El caso es que también todo esto funciona de maravilla como distractores ante una realidad cada vez más oscura: las sanciones contra Rusia, en un mundo globalizado que necesita de sus materias primas y de sus hidrocarburos, han terminado por volverse contra sus promotores. La inflación es galopante en EUA, el dólar se debilita ante el ascenso del yuan chino, utilizado ahora cada vez más como moneda en transacciones comerciales, las adicciones, principalmente al fentanilo y otras drogas durísimas, han crecido como verdadera pandemia, generando cada vez más masas de indigentes, en crecientes cinturones de miseria en las ciudades, semejantes a los tan habituales al sur del Río Bravo, o incluso peores; en la América Profunda y rural, pueblos enteros se abandonan, sus casas se caen a pedazos, y las tierras agrícolas son compradas por Gates, Bezos o empresas chinas que luchan por hacerse con el acaparamiento de la producción de alimentos.
La infraestructura es vieja, ineficiente e insegura, como lo demuestran los recientes descarrilamientos de trenes de carga, como el de Ohio (en la foto que abre esta entrada), cuyos efectos reales se desconocen; para muchos, ha sido un desastre comparable al de Chernóbil, pero los medios han silenciado y dejado atrás lo sucedido, y al Secretario de Transportes, Peter Butigeg, cuyo único mérito es ser un homosexual declarado, sólo le interesa que las carreteras "no sean racistas", sin que se sepa exactamente cómo un camino puede serlo, o que en los trabajadores de obras públicas haya la adecuada representación de todas y cada una de las etnias que conforman la población de EUA; pareciera por momentos, que las intenciones de este gobierno son convertir a su país, del hegemón, en otra republiqueta tercermundista, preocupada en cumplir con postulados ideológicos y en los discursos antes que en brindar servicios públicos eficientes y de calidad para todos por igual.
Para mayor INRI, el hecho de que se haya desatado una persecución política en contra de Donald Trump, quien cuenta con grandes posibilidades de regresar a la Casa Blanca en las elecciones de 2024, fincándole un proceso penal derivado de su pasada relación con la actriz porno Stormy Daniels, deja a EUA al nivel de un país centroamericano en el que el dictador en turno encarcela al líder opositor para sacarlo de la boleta electoral; la situación actual, como nunca, ha desnudado la realidad del sistema estadounidense, que está muy lejos de ser una cacareada Democracia y ha mostrado más bien, ser una Oligarquía, donde, precisamente, las élites empresariales y financieras, unidas al establishment político, busca eliminar de la jugada a un personaje que ha resultado peligroso para el mantenimiento del estatus quo existente entre las clases dirigentes norteamericanas, prefiriéndose descararse y aún dañar internamente a su país antes que permitirle ocupar de nueva cuenta la primera magistratura del país.
Aún así, EUA se juega el todo por el todo en Ucrania, aunque la contienda parece que se dirimirá hasta el último ucraniano, esto no garantiza que la lucha no vaya a extenderse; más cuando ahora, Moscú afirma que no habrá negociación posible sin un --ahora nuevamente la frase-- Nuevo Orden Mundial, uno concebido en el que la república norteamericana deje de ser el poder hegemónico y conductor de la Globalización, porque de esto se trata; es ingenuo pensar que Rusia y Putin son el "bando de los buenos" y EUA y la OTAN son "los malos", la realidad es que, como en el eslogan con el que hace uno años se publicitaba la película Alien Vs. Depredador, "no importa quién gane, nosotros perdemos", es decir, la contienda actual tiene como objeto el derrocamiento del hegemón actual (Estados Unidos de América) y el establecimiento, efectivamente, de un nuevo orden mundial, es decir, de una hegemonía nueva, o de lo que parece más bien actualmente, de un reseteo del tablero de juego en el que tendremos nuevos competidores por la hegemonía: China, Rusia, el mundo islámico y la India principalmente; actualmente parecen estar aliados con ese objetivo común, pero es claro que, en el futuro, chocarán entre ellos.
3.- El Regreso del Mercenario, la vieja (y nueva) forma de hacer la Guerra:
Ya desde la Guerra de Irak, hace 20 años, era patente cada vez más el regreso oficial, a los campos de batalla, de los mercenarios; aunque vamos, la realidad es que estos jamás se han ido. Las fuerzas mercenarias o de soldados profesionales, enganchados por contrato a un patrón, que podía ser un potentado, o finalmente, un Estado, fueron los principales combatientes durante las guerras de la Baja Edad Media, el Renacimiento Italiano y la Edad Moderna, que sustituyeron a las mesnadas de caballeros, hombres de armas e infantes sujetos a vasallaje a señores y reyes en la mayor parte del Medioevo, mismas que a su vez sustituyeron a los masivos ejércitos de ciudadanos del Imperio Romano y las pólis griegas de los tiempos clásicos.
Las fuerzas mercenarias, tras la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas, fueron proscritas en el Congreso de Viena, --de hecho, hasta el día de hoy, la única fuerza conformada por mercenarias reconocida legalmente es la Guardia Suiza pontificia-- en el cual incluso se estableció un estatus de neutralidad para Suiza, lo que llevó al país alpino a convertirse en el primer paraíso fiscal y financiar así su rápida industrialización en materia de lácteos, armas, relojes y artículos de lujo, tras haber sido el mayor productor de soldados de fortuna. Aún así, durante el siglo XX los mercenarios jugaron un importante papel en los conflictos africanos y en los Balcanes.
Pero en este siglo XXI han regresado de lleno, pero ahora estructurados como corporaciones empresariales, quizá como parte del proceso de privatización de la seguridad; sin ir más lejos, en México, desde la década de 1990, han proliferado las empresas de seguridad privada, cuyos elementos, en muchas ocasiones, se encuentran autorizados hasta para portar armas de fuego; pero en EUA, con excombatientes de sus fuerzas armadas se conformó la empresa Blackwater, que comenzó a funcionar como ejército privado proporcionando seguridad a jeques y líderes tribales --afectos o no a la ocupación norteamericana-- en Irak, pero ahora, en Ucrania ha aparecido una corporación que está siendo quien lleva el peso de la lucha, la llamada PMC Wagner, una empresa que, precisamente, actúa como un ejército privado, extraordinariamente bien armado y equipado, y que ha sido de alguna manera "contratado" por el Gobierno Ruso para conducir las principales operaciones en Ucrania, y conformado por miembros de las más diversas nacionalidades; lo que permite a Putin minimizar sus bajas en sus fuerzas, así como su gasto directo en municiones... lo que dice esto es que, a pesar de la dureza de los combates, Wagner, una empresa privada, ha podido derrotar, e incluso masacrar a las fuerzas ucranianas, lo que muestra la enorme debilidad de éstas, y que si el otrora Ejército Rojo entrase sobre Ucrania, aquello sería una carnicería sin precedentes; ciertamente, la guerra ya habría terminado, pero con un costo humano mucho mayor, que Putin no quiere que se produzca, porque quizá le mueve tanto cierto sentimiento de hermandad con los kievanos --que diga lo que digan los medios occidentales, son en realidad rusos-- como el deseo de prolongar las cosas para seguir viendo cómo los gobiernos europeos y el propio Biden continúan dañando sus propias economías y exhibiéndose.
Sin duda, el éxito de Wagner, y la presencia en Transnistria, la provincia desgajada de Moldavia, de una corporación similar, e igualmente prorrusa: Grupo Sheriff, y el que igualmente, el peso del combate por parte de Ucrania lo lleven a cabo mercenarios, implicará una modificación a futuro de la forma en que se hace la guerra: más dependiente que nunca de la tecnología, y que no requerirá grandes masas de soldados, sino unidades relativamente pequeñas de contratistas, con la aparición de ejércitos de alquiler. Es el regreso de los condottiere de la Italia del cuattrocento, y que retratara Paul Verhoeven en su película Flesh and Blood con Rutger Hauer, pero a nivel global y con "mentalidad de tiburón", que ve en la guerra una oportunidad de emprender.
En un próximo post, continuaremos con este panorama del estado actual de la política internacional; sin duda, estamos presenciando el violento y doloroso parto de un nuevo mundo, que en mucho, será un reinicio al sistema clásico de potencias en lucha permanente por la supremacía. Es la Dialéctica de Imperios, como la denominara Gustavo Bueno.