Hace apenas dos días, el 27 de septiembre de 2021, se conmemoraron los doscientos años de la llamada Consumación de la Independencia de México; de igual manera, otros países de Hispanoamérica han cumplido ese bicentenario entre las dos últimas dos décadas, aunque todavía faltan tres años para que se festeje la Batalla de Ayacucho, misma que se considera la que puso fin a la lucha independentista en Sudamérica, y en México aún tuvo una coda en 1825 con la toma del fuerte de San Juan de Ulúa, que continuaba siendo una base militar ibérica y la derrota en 1829, en Tampico, Tamaulipas, de la expedición del Brigadier Isidro Barradas que pretendía recuperar la Nueva España para Fernando VII, más por los mosquitos y la malaria que por las armas de Santa Anna.
Con esos acontecimientos terminó un larguísimo proceso que inició en 1808 con la Invasión Napoleónica a España y la renuncia sucesiva de Carlos IV y el mencionado Fernando al trono, que terminó en manos del hermano mayor de Bonaparte: José, quien nunca pudo consolidar su trono, ante el alzamiento popular español en su contra y la posterior entrada de tropas británicas bajo el mando del Duque de Wellington, que abrieron un frente occidental para el Corso, quien ya había comenzado a ver declinar su estrella a partir de la derrota de sus fuerzas en Bailén.
Ya en 2010, cuando se festejó con bombo y platillo, de manera un tanto fallida, por el gobierno del entonces Presidente Felipe Calderón, el llamado Bicentenario de la Independencia, en este espacio hablé acerca de la Independencia; a diferencia de lo ocurrido en Sudamérica, o incluso en EUA, en la Nueva España no hubo un movimiento organizado y que contara con el apoyo, en buena medida, unificado de parte de las élites del Virreinato. Cuando, en 1808 se intentó hacer algo similar, por parte del Ayuntamiento de la Ciudad de México y el Virrey Itirrugaray, éste fue derribado del poder y los principales instigadores, como el Síndico Francisco Primo de Verdad, eliminados. Lo que vino, a partir de 1810 fueron una serie de movimientos sucesivos, y aquí, tras once años, he de reconocer que algunos de esos posts fueron un tanto equivocados, pues he podido leer en línea algunas investigaciones históricas y documentos de la época sobre los movimientos de Hidalgo y Morelos, ninguno de los cuales, en realidad, significó un verdadero peligro para la Corona Española.
Hidalgo se lanzó a la rebelión por un malentendido; realmente, él y sus compañeros como los militares y terratenientes Ignacio Allende o Juan Aldama, representaban a una parte de la aristocracia criolla, descendiente de los primeros conquistadores y colonizadores que habían visto afectados sus privilegios y la gran autonomía económica y política con la que habían contado durante los siglos XVI y XVII, bajo el gobierno de los Habsburgo españoles, como las encomiendas, repartimientos y bajos impuestos, así como la oportunidad de ejercer y comprar cargos públicos y títulos nobiliarios, o incluso, como algunos señalan, el beneficiarse con el contrabando y la piratería provocadas por el monopolio y las restricciones del comercio con las otras potencias europeas; lo cual, al llegar la Casa de Borbón al trono de San Fernando, se terminó, ante una mayor centralización y control del poder por el monarca y la designación de Intendentes que respondían directamente ante Madrid y no ante el Virrey, y sobre todo, el incremento de la presión fiscal sobre las clases más altas de los territorios americanos, a fin de financiar el resurgimiento español impulsado por Felipe V, Fernando VI y Carlos III, no por amor a España, mismo que los Borbón nunca han tenido, sino por sus ambiciones dinásticas y apuntalar el poderío de sus primos parisinos.
Sin embargo, estos criollos aristocráticos se levantaron en contra de la invasión francesa y el temor de que los Liberales Afrancesados que conformaban las Juntas de Regencia que, a nombre de Fernando VII, ejercieron el gobierno en España, terminasen por rendirse ante Napoleón, con el que, ideológicamente, presuntamente tendrían afinidades --por ahí tengo pendiente escribir algo sobre Napoleón, de quien se cumplieron igualmente 200 años de su fallecimiento-- A diferencia de lo ocurrido en Sudamérica, los movimientos insurgentes, es decir, rebeldes, de Hidalgo y luego de Morelos, si bien éste tomaría algunas ideas derivadas de ello, como lo de formar un Congreso y una Constitución, eran anti-liberales y profundamente conservadores; incluso es de observarse que de los últimos virreyes, sólo Felix María Calleja se podría haber calificado de conservador y favorable al absolutismo borbónico (y aún así aceptó someterse al régimen constitucional cuando la Carta de Cádiz entró en vigor, sin pretender rebelión alguna en contra); porque tanto Francisco Xavier Venegas, como Juan Ruiz de Apodaca y el ya no Virrey, sino Jefe Superior Político de la Provincia de México: Juan O'Donojú, eran liberales, y debieron sus cargos a esas Juntas y a las Cortes constituyentes de Cádiz.
Sin embargo, y como dije, ni el movimiento de Hidalgo, ni el de Morelos pudo vencer al régimen imperial español: el de Hidalgo fue un movimiento desordenado, carente de objetivos claros y que impulsó a una horda de saqueadores fuera de control a cometer una orgía de crímenes; la falta de disciplina, de organización, de armamento y de pericia militar de parte de sus líderes terminó por llevarlo a ser aplastado, de manera rápida y hasta cierto punto, fácil, por el ejército virreinal encabezado por Calleja.
El movimiento de Morelos, fue completamente distinto al de Hidalgo pese a su discurso de continuidad, si bien más organizado, ya que intentó continuar con la línea marcada por Ignacio López Rayón, éste sí un criollo empapado de las ideas de la Ilustración, de darle un sustento jurídico al alzamiento, y organizar ya una especie de gobierno independiente, no fue, sin embargo, más que un experimento que en realidad no logró impulsar a mucha parte de la población en su favor; en su momento culminante, Morelos no pudo extender su lucha más allá del sur del Virreinato y sólo encabezó a un ejército no mayor a tres mil efectivos, que además, se encontraban repartidos bajo su mando directo y el de sus lugartenientes como Nicolás Bravo, Hermenegildo y Pablo Galeana o Mariano Matamoros, Guadalupe Victoria, Juan Álvarez y Vicente Guerrero, de donde cada uno de estos dirigía una partida conformada por unas cuantas decenas, o a veces centenas, de hombres. Su Congreso de Anáhuac, lo mismo que la anterior Junta de Zitácuaro formada por Rayón, no representaba a nadie más que al propio caudillo, con diputados electos por él y a quienes les había impuesto los puntos sobre los que tenían que jugar a legislar, con los Sentimientos de la Nación, de donde emergió el Decreto Constitucional para la América Mexicana, que nunca tuvo vigencia real, además de ser muy deficiente e impracticable, y que tácitamente ya contemplaba la interesada cesión de los codiciados territorios del norte a EUA a cambio de su apoyo.
Además, lejos de la imagen de genio militar que la Historia Oficial ha construido sobre el sacerdote michoacano, la realidad es que Morelos sólo realizaba ataques guerrilleros que perjudicaban al comercio, las haciendas agrícolas y la industria antes que lograr objetivos políticos, y nunca pudo controlar con firmeza un territorio definido y por tiempo prolongado; tomaba pueblos y ciudades debido más al pequeño tamaño del ejército realista y la imposibilidad de que éste pudiese igualmente ocupar permanentemente un gran territorio, siendo más bien una fuerza móvil, que a verdaderos triunfos contra las armas hispanas, y quizá salvo el sitio de Cuautla, las acciones militares que sostuvieron ambas fuerzas se parecieron más a operativos policiacos dirigidos por las tropas del rey contra gavillas de guerrilleros o asaltantes sediciosos, casi como actualmente contra los carteles criminales, que a verdaderas batallas. De esta manera, Calleja, ya convertido en Virrey, sólo tuvo que esperar a que las fuerzas de Morelos se agotaran, perdieran el apoyo que podían tener de la población local y aún de algunos miembros de las élites (como el Obispo de Oaxaca Antonio Bergosa, que simpatizó con Morelos y por ello fue castigado por Calleja, obligándolo a practicarle la degradación sacerdotal, lo que hizo bañado en lágrimas) , dada la nefasta actuación de sus tropas, que arruinaban numerosas fuentes de riqueza y ejercían el bandidaje, la extorsión y el cobro de "impuestos revolucionarios" con lo que ya después pudo ir cazando a sus subalternos para finalmente lanzarse contra él en lo particular.
Tan débil era la Insurgencia que a la captura y ejecución de Morelos el movimiento prácticamente se extinguió, ninguno de los caudillos que surgieron en el periodo, o se mantuvieron en la lucha, tuvo la capacidad de hacerlo renacer y derribar el régimen virreinal o constitucional español; ni siquiera Francisco Xavier Mina, agente de la Masonería Británica, misma que impulsó en el sur los alzamientos de Bolívar o San Martín, y su expedición de mercenarios pudo lograr gran cosa; rápidamente fue capturado y eliminado tras unas pequeñas victorias sin importancia motivadas por la sorpresa de su aparición. Los demás, o se acogieron al indulto, como Rayón, o permanecieron fugitivos, como Victoria, o se encerraron en rincones inaccesibles donde era difícil que fuesen reducidos, y su acción patriótica reducida a atacar el comercio, como en el caso de Guerrero.
Por ello, la independencia sólo pudo venir de los únicos que podía asegurar un rompimiento con España: el propio ejército realista y las élites que decidieron que la Constitución Española de Cádiz representaba un peligro para sus intereses, y designando como encargado de tal empresa al Coronel Agustín de Iturbide, quien se había distinguido en la campaña contra Morelos y era el militar realista más popular, así como uno de los más capaces, y también... había sido acusado en repetidas ocasiones de corrupción.
Se ha dicho que por tanto, el definitivo y verdadero movimiento por la Independencia, que encabezó el conocido como Dragón de Hierro, tenía un carácter netamente conservador, sin embargo, resulta un tanto contradictorio con esta visión que el Plan de Iguala, documento en el que se plasmaron las bases para lograr la separación de España plantease el establecimiento de un régimen monárquico-constitucional, mismo que era rechazado por Fernando VII, a quien sin embargo, se planteaba el invitar a reinar como Emperador de México --país al que se oficializaba llamar así, pese a ser éste sólo el nombre de una ciudad, la hasta entonces capital de la Provincia de México según el régimen constitucional y anterior asiento del Virreinato, -- siendo evidente que el Borbón rechazaría la oferta.
Lo interesante del Plan ideado por Iturbide, y probablemente por el grupo que conspiró en la Iglesia de la Profesa, es que apelaba a unir a toda la sociedad novohispana, sin importar su lugar de nacimiento o su origen étnico; en ese sentido, el proyecto planteado apelaba a contentar a todos: ofrecía una continuidad con el sistema monárquico de España con un Imperio, manteniendo además el carácter Católico como una de las tres garantías para lograr la independencia, pero a la vez, se abría al régimen constitucional y parlamentario para contentar a los liberales y a los antiguos Insurgentes, quienes, como hemos dicho, tampoco eran tan "liberales" en sentido estricto, en realidad eran parte de la misma elite, sólo que los que hasta el momento habían defendido la monarquía hispánica no habían tenido una amenaza tan real al orden de cosas como hasta 1820 en que se da el golpe de Estado por el General Rafael del Riego, actuando bajo los influjos de la masonería, controlada a su vez, desde Londres, recordemos que Inglaterra estaba consolidándose como la nueva potencia hegemónica tras haber derrotado a Napoleón en Waterloo, y ahora trataba de evitar un resurgimiento de España, para lo cual buscó y logró desmembrar el Imperio Español y así, evitó que el país ibérico, que hasta 1808 había estado en la liza por el predominio mundial, volviese a convertirse un rival a temer.
En cierta forma, que Inglaterra pudiese consolidar su Imperio transoceánico durante la Era Victoriana se debió al quiebre del Imperio Español. único que podía competir con él en el dominio de los océanos.
Pero algo que fue enormemente nocivo para las Independencias Hispanoamericanas, en contraste a la de EUA, en su momento, fue la figura de Napoleón, que fue el germen del caudillismo; las 13 colonias iniciaron su lucha mientras el corso era un infante, Washington actuó bajo el control político del Congreso, que se formó antes del inicio del movimiento, y contó con el apoyo de Francia y España, a través de LaFayette y Galvez para lograr la victoria, pero los movimientos independentistas de Hispanoamérica inician a partir de 1808, justo en el auge de la aventura de Bonaparte, razón por la cual estos movimientos pronto serían copados por personajes que se convirtieron en líderes militares y políticos de ellos, hacedores de constituciones y primeros gobernantes, eso lo podemos ver el caso de Bolívar, San Martín, O'Higgins, Hidalgo, Morelos, y por supuesto, Iturbide, y dejó escuela para muchos posteriores que buscarían todo, ser nuevos Napoleones tropicalizados. Finalmente, el Corso se convirtió en jefe de la Revolución a la que terminó traicionando, convirtiéndose en monarca con más ínfulas de aquel que había sido derrocado al iniciarse el movimiento, y éste sería un ejemplo a seguir no sólo en América, sino en otras partes: Hitler, Stalin, Mao, Pol Pot, Idi Amin, Bokassa, serían verdaderos discípulos de Bonaparte.
Quizá nada pudo reflejar más esto y ser más premonitorio de lo que se veía venir en la vida del México independiente que la litografía hecha por el austriaco Ferdinand Bastin sobre la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México por la Garita de Belén, y que representa a Iturbide y el alto mando de la fuerza militar que, salvo algunas pequeños enfrentamientos militares en Durango y en Azcapotzalco, logró la Independencia prácticamente sin combate; la realidad es que, ante la deserción --porque eso fue-- de Iturbide y los principales comandantes del ejército real en la Nueva España, las autoridades españolas se dieron cuenta que ya estaba todo perdido, y habían abandonado la ciudad desde días antes al 27 de septiembre de 1821, O'Donojú ni siquiera llegó a la capital a tomar posesión de su gobierno, y firmó con Iturbide los Tratados de Córdoba, pactando la transición del poder en agosto, por lo que, en realidad, el desfile del día celebrado como la Consumación de la Independencia fue un mero acto protocolario.
Pero volviendo a esa litografía de Bastin, veámoslo:
Rodeando a Iturbide, se encuentran otros generales que luego tendrían una destacada participación en los acontecimientos y sobre todo, enfrentamientos por el poder hasta la llamada Reforma Liberal de 1857, se encuentran Santa Anna, Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo, Anastasio Bustamante, Melchor Múzquiz, Miguel Barragán, Valentín Canalizo, Pedro Celestino Negrete, José Antonio Echávarri, Vicente Guerrero, incluso Mariano Aldama, único de los hermanos que secundaron a Hidalgo en 1810 que seguía vivo y en activo, (aunque según otros se trata de Juan, ejecutado en 1811) y a los que el dibujante agregó a otro líderes militares de la insurgencia como homenaje póstumo: Ignacio Allende, Luis de Herrera, Vicente Valencia y Leonardo Bravo; resultando curioso que no se incluyera en ese mismo sentido a Morelos o a Hidalgo, Matamoros o Galeana.
La cuestión es, que esa pintura ilustra claramente la falsa expectativa de unidad que se dio ese 27 de septiembre de 1821, el grupo ahí representado estaba conformado por miembros de dos bandos rivales que habían luchado entre sí, a veces de manera encarnizada y que ahora se aliaban en torno a la causa de la Independencia; la realidad es que esa alianza era frágil y tan pronto como se firmó la Declaración por la Junta Superior Gubernativa, formada por los notables que habían conspirado en la Iglesia de la Profesa y por ningún Insurgente. La exclusión de estos del poder, por supuesto, los dejaría a la espera de cómo hacerse con él, lo mismo con otros comandantes realistas súbitamente encumbrados; un error de Iturbide fue, que, buscando contentar a todos, reconoció, otorgó o ascendió rangos a Insurgentes y Realistas por igual, él mismo, de Coronel se convirtió en Generalísimo-Almirante, oficiales como Santa Anna que pasaron de capitanes a generales de división, y ni qué decir de guerrilleros que actuaban más bien como salteadores como Bravo, Victoria o Guerrero, convertidos igualmente en generales. Todo esto no logró apaciguarlos, sino, por el contrario, despertó en ellos más la ambición, además de que en mucho, ello significó que el ejército mexicano durante la primera mitad del siglo XIX fuera pésimo al enfrentar guerras reales, como la separación de Texas, la Guerra de los Pasteles y la derrota definitiva ante EUA en 1848, dirigido por comandantes improvisados y que obtuvieron sus rangos y mandos, junto a jugosos salarios y prestaciones, por un compromiso político antes que por méritos reales.
Como resultado, y contrario a lo que dice el Presidente López Obrador, ha sido la Independencia la que ha fracasado, no la Conquista ni la Colonización Española; el 27 de septiembre de 1821 se puso fin a lo que había sido una Historia de éxito: el Virreinato de la Nueva España era una de las zonas de más alto desarrollo del mundo, cuya moneda era la utilizada para el comercio internacional incluso en el Lejano Oriente. En cuestión de 30 años, bajo el gobierno de Antonio de Mendoza, Mesoamérica pasó de estar en la extraña mezcla de Antigüedad y Neolítico en la que se encontraba, para convertirse en parte integrante de la Monarquía Hispánica, inmersa en el Renacimiento, dotada de Universidades, hospitales, imprenta, puertos, caminos, ciudades desarrolladas según las plantas ideadas por genios como Da Vinci, Miguel Ángel y otros que idearon la construcción de ciudades ideales (el diseño de una plaza central, rodeada por los edificios públicos más importantes: la Catedral, sede del poder religioso y el palacio real o sede del Gobierno civil, así lo indica, y es algo que contrasta con la dispersión y el desorden de las ciudades europeas) y con una sociedad en la que se integraban razas y etnias, es algo que jamás se ha logrado; EUA sufre actualmente una severa crisis debido a la falta de integración de los Anglosajones originales con todas las demás etnias que llegaron después como esclavos o inmigrantes, en contraste; porque igual, su independencia ha venido, a largo plazo, a significar un fracaso, en otro post diré porqué lo considero así.
Por el contrario, la Independencia significó divisiones, la marginación de los indígenas por la mezquina élite criollo-mestiza que luego a su vez se dividió entre ella en luchas por el poder entre Conservadores y Liberales, lo que nos llevó a perder el tiempo en una serie de guerras civiles, rebeliones y golpes de Estado, en decenas de planes políticos y proyectos de constitución, en constituciones a cual más imprácticables, ajenas a la realidad hispanoamericana, copiadas de EUA o Francia y mal, con todos sus vicios y sus puntos positivos pero extraños a México, persecuciones religiosas, destrucción de la propiedad comunal indígena y posteriormente su reintroducción equivocada hasta para los no-indígenas, y todo siempre, para beneficiar a las élites, cuyos representantes incluso cayeron en traiciones a la patria en beneficio de los intereses de Estados Unidos a cambio de apoyo para ejercer el poder. Incluso, llegamos al ridículo de reunir un Congreso Constituyente mientras el ejército norteamericano se aproximaba a Ciudad de México, en vez de planear y dirigir la defensa. Todo esto es lo que ha sido causa de nuestro subdesarrollo, no la colonización española.
Y esto ha sido similar para toda Hispanoamérica, algo de lo que ya se está tomando conciencia, incluso por parte de alguna parte de la Izquierda, de lo que no está enterado nuestro gobierno actual que se encuentra en esa tendencia política, como es el nicaragüense Augusto Zamora, en su obra Malditos Libertadores, un antiguo sandinista, hoy denuncia la Leyenda Negra Antiespañola y los errores de la Independencia.
Así, y para concluir, creo que más que celebrar el bicentenario de la Independencia, hay que reflexionar sobre lo que ha significado la misma para nuestro país y cuestionar la Historia Oficial hecha para sostener y legitimar a una clase política que la ha empleado para aferrarse al poder desde hace 200 años, porque efectivamente, los políticos de ahora son herederos de los mismos que entraron ese 27 de septiembre de 1821 a la capital. A través de numerosos acontecimientos, su posición actual les vino de aquellos, y han continuado, igual que ellos, comportándose como dueños del país al que han esquilmado desde entonces.
En descargo de Iturbide, es de reconocerle su compromiso por la unidad y sus buenas intenciones de convertir al recién creado Estado en un Imperio; pero nadie quiso arriesgarse a gobernarlo salvo él, que quizá no contó con las dotes suficientes para ser un verdadero gobernante. Pero quizá porque sí contaba con el carisma, y el ideal de unidad y paz, es que era un obstáculo tanto para EUA, que tenía ya el plan de ser la primer potencia del continente y deseaba los territorios del norte, como para la bola de hipócritas ex-Insurgentes y ex-Realistas que le habían apoyado originalmente y ahora deseaba cada quien, su pedazo de pastel. Por ello, Iturbide merece ser reivindicado y honrado.
Por otro lado, creo sin embargo que México y posiblemente todo el continente se acerca al colapso del orden que comenzó a gestarse en 1776 y que llevó al establecimiento de la América que conocemos; las élites tanto en Washington como Ciudad de México o Buenos Aires parecen agotadas y decrépitas, y cada vez más queda a la vista que han sido las únicas usufructuarias del estado de cosas, ¿qué vendrá después? ¿La verdadera independencia de los pueblos respecto de ellas?
2 comentarios:
El nacionalismo mexicano no solamente se usa como elemento diferenciador contra España sino incluso contra otros países hispanoamericanos; exaltando nimiedades tales como nuestro “acento neutro”, la comida, nuestra “herencia” azteca y llegando a extremos ridículos de decir “yo no hablo español, hablo mexicano” o que el mexicano tiene más en común con un gringo o un canadiense que con un argentino o un colombiano.
Sobre esto último, el hecho de que haya llegado Morena, un partido de tendencias indigenistas, nacionalistas y bolivarianas, hará ver lo equivocados que estaban los “norteamericanistas” respecto a los “sudacas”:
Retiro de monumentos a Colón (igual que en Venezuela y Argentina)
Tratar de borrar aquello que recuerde a los gobiernos autoritarios del pasado (las leyes de memoria histórica en España, con exhumación de Franco incluida, Argentina y Chile respecto a las dictaduras que tuvieron).
Se han rendido honores por el natalicio de Simón Bolívar, (algo que, que yo recuerde, nunca se había hecho en México) y hasta su retrato en palacio nacional.
El plan golpista BOA, tomado de los chavistas.
Gas Bienestar igual a Gas Comunal del gobierno de Venezuela
La venta del avión presidencial, igual a lo que hizo Chávez con las naves de la petrolera venezolana.
El tipo que interrumpió una mañanera para pedir ayuda al peje como el que lo hizo durante un discurso de Nicolás Maduro.
El “Yo no me pertenezco, les pertenezco a ustedes” dicho primero por Hugo Chávez.
La propuesta de una morenista de permitir el voto de los presos, aplicada ya por los hampones kirchneristas en Argentina.
El venderse AMLO como un tipo de talante amoroso con eso del “Abrazos no balazos” igualito al discurso de Lula da Silva en Brasil (“lulinha paz e amor”) y que terminó, en ambos casos, con uno de los periodos más sangrientos de la historia de esos países.
El hecho de que se haya permitido el ingreso de grupos radicales feministas muchos de ellos incitados por sudamericanas (principalmente argentinas) para hacer desmanes en México.
El salvarle el pellejo al dictador pederasta Evo Morales.
Quitar los recursos a pacientes enfermos de cáncer y otras enfermedades igualito a lo que hizo el boliviano.
Su intento de refinería en Dos Bocas que quedara como elefante blanco, igual que la refinería del Pacífico iniciada por el zurdo Rafael Correa en Ecuador.
Y la presencia omnipotente de los narcos bajo los gobiernos sucialistas.
Y muchas más.
Quizás todo esto nos haga buscar una solución regional en vez de tratar de frenar la avanzada socialista con recetas pueblerinas (léase nacionalistas) y actuar todo el mundo hispano como bloque conjunto.
Saludos.
Siempre interesante. Ahora se puede leer la historia de México, con este artículo al lado. Algo que parcialmente se aclara con ésta, es justamente esa tan mala defensa ante los useños de la región Tejana. Desde mi lejanía, me resultaba incomprensible, en el fondo, hasta incluso la versión useña. Aquí la lejanía pretende justificar la lectura superficial, o de manual.
Y uno siempre pide más: alguna vez sería bueno que funde o profundice lo grabado sobre los borbones: falta de amor a España y solo ambición. Sería una linda aclaración o disgresión en algún futuro artículo. Saludos. Gerald.
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