A tan solo un mes de que tome posesión el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, hemos recibido una pequeña muestra de la pesadilla que será su gobierno de seis años. Ya teníamos indicios, pero ahora queda claro que lo que nos espera es un gobierno a base de ocurrencias, caprichos y negocios turbios entre el mandatario, su grupo cercano y empresarios, como Riobóo, que tendrán la exclusiva de obras y concesiones, y la oportunidad de sus vidas para enriquecerse como nunca.
La cancelación anunciada por el próximo titular del Poder Ejecutivo, que aprovecha el vacío de poder existente en el largo periodo de transición existente entre la celebración de elecciones, el 1 de julio, y la toma de protesta del Presidente, el 1 de diciembre (¡5 larguísimos meses!) para ya mandar y disponer como si ya estuviese instalado en la silla presidencial, muestra también que está sin duda decidido a ejercer un poder absoluto, al más puro estilo de Presidentes del pasado priísta del que dice ser una alternativa, pero al cual se encuentra ligado por formación y carrera política en su juventud. Llevará a cabo un gobierno en el que no tendrá contrapesos: el electorado le dio la mayoría absoluta en ambas cámaras, y en cuanto al Poder Judicial, es muy probable que instale como Ministra de la Suprema Corte ni más ni menos que a la esposa de Riobóo, o a la hija de su futura Secretaria de Gobernación y ex ministra del mismo alto tribunal, Olga Sánchez Cordero, lo cual puede hacer con todo descaro y hasta, cínicamente, presumiendo de honestidad y seguir despotricando contra el nepotismo y favoritismos de los gobiernos anteriores... sabe que no habrá nadie que le diga que no.
La presunta consulta pública fue una farsa, ilegal pues no fue sancionada por autoridad alguna y sin mínimos requisitos de objetividad y seguridad, conducida para producir la convalidación del dicho y los deseos del caudillo, si ahora plantea el proyecto --por muchos motivos inviable-- de construir la terminal aérea en Santa Lucía, es seguramente porque detrás se esconde un negocio de grandes proporciones y beneficios para su camarilla.
Las reacciones de los mercados que enfilan a nuestro país hacia una nueva crisis económica parecen no preocuparle, en primer lugar, dudo que las comprenda, él no cuenta con formación académica ni experiencia en territorios económicos, él es un activista y un político de calle y plaza, y además, no le interesa; formado por tanto como tantos "líderes charros" de la política priísta tradicional de los años sesenta y setenta, sólo está dirigido a la consecución del poder y su ejercicio sin cortapisas, tampoco le interesa el exterior, encerrará y aislará a México para volverlo al viejo "Nacionalismo Revolucionario". Las consultas amañadas se dirigirán a legitimar su autoritarismo, el capricho y la ocurrencia, y generará miseria, la cual usará para sostenerse: los demagogos viven de los pobres y de mantenerlos como tales, a fin de seguir teniendo un mercado que le compre sus promesas.
El contraste entre lo anunciado por López Obrador y lo que ocurre en otros países como China o Turquía, donde Reccep Tayyip Erdogan acaba de inaugurar un nuevo e inmenso aeropuerto para Estambul (Constantinopla), es diametral: la construcción de un aeropuerto, de una carretera, de una infraestructura, no puede dejarse al arbitrio de las masas; es una decisión técnica, en la que confluyen temas como la meteorología, la orografía, la ubicación, etc. que condiciona que un lugar sea mejor que otro para su construcción; si se trataba del lecho seco del Lago de Texcoco, los Chinos, Japoneses y Cingaleses han levantado aeropuertos sobre islas artificiales en el mar, pero la diferencia está en que en esos países, aún en el caso de Erdogán, se ve por la grandeza, el tirano turco sin duda es uno de los hombres más maquiavélicos y perversos que ostenta el poder actualmente y es un demagogo, pero su discurso no consiste en acabar con los ricos para establecer la pobreza universal como garante de igualdad y satisfacer envidias y resentimientos de las masas, sino en buscar el retorno de la antigua grandeza de su pueblo mostrada en el Califato Otomano, es enemigo de Occidente, pero es uno de los principales adalides del Islam como poder global y el indudable caudillo de los turcos y su autoritarismo se encuentra en buena parte apoyado por un pueblo que desea reivindicarse y volver a ser poderoso, pero es, finalmente, porque los turcos y los musulmanes en general se perciben como conquistadores y llamados a difundir el mensaje del Corán, lo cual ha impulsado sin duda no solo a Turquía y a Erdogán, sino también a Arabia y la Casa de Saud, o a los Jeques de Emiratos Árabes o Qatar, a desarrollar sus países.
Pero en México no tenemos eso; el pueblo mexicano ha elegido a AMLO como Presidente porque es el que se adecúa a su forma de ser: la envidia, el rencor, el deseo de tenerlo todo fácilmente, la añoranza de un mesías que todo lo solucione con su palabra, el complejo de inferioridad ante el extranjero, y el temor a los cambios, aún cuando estos pudieran ser beneficiosos; no, el Mexicano desea volver a su zona de confort, cuando "papá gobierno" le era siempre dadivoso aunque no lo sacara del agujero en que estaba, no desea empuñar las riendas y ser arquitecto de su destino. En pocas palabras, el mexicano no desea superarse y mejorar, se quiere quedar donde está, sentado en el cactus y cubierto con su poncho y sombrero dejando que el mundo gire, aunque lo arrolle.
Es cierto que podían haberse dado irregularidades y hasta delitos en la construcción del aeropuerto nuevo, pero, si de verdad se quería combatir la corrupción bastaba con hacer una auditoría, labores de fiscalización y retirar concesiones a quienes fuesen encontrado culpables y otorgarlas a otros, pero para nada cancelar y hasta demoler la obra lo que implica un derroche de miles de millones de dólares, pérdida de empleos y pérdida de confianza de inversionistas, lo cual tendrá consecuencias mucho más graves que cualquier acto de corrupción.
Por si fuera poco, sabedores que pueden hacer lo que quieran, en la Ciudad de México se plantea ahora por parte del mismo partido de López Obrador el dar el derecho a recibir herencia a los animales, (los verdaderos herederos serán los sinvergüenzas que funjan como "tutores" de perros y gatos) --mientras se niega condición humana al no nacido-- en lo que a mi modo de ver es pura manifestación de soberbia sin que les importe lo racional o no de la medida, se trata sólo de demostrar que se tiene el poder absoluto hasta para decretar que los burros pueden volar y que el día es noche y viceversa, no les importa que la realidad les contradiga, lo importante es mostrar fuerza y que nadie les puede detener.
Para concluir, la situación de México me recuerda lo que alguna vez le escuché a un sacerdote: Dios castiga, pero ese castigo no es que lo imponga directamente, sino que, como al Faraón, cuando ordenó la muerte de los primogénitos judíos en el Éxodo, escogió el castigo para sí y su pueblo por desafiar el mandato de liberar a los esclavos hebreos; simplemente, Dios decide enfrentarnos a las consecuencias negativas de nuestras malas acciones u omisiones; en el caso de México, tenemos muchos y graves pecados como pueblo, nosotros mismos hemos escogido y nos hemos impuesto el castigo, ahora tendremos que sufrirlo.
Se avecinan tiempos difíciles y oscuros... ¿tendremos el valor de afrontarlos?