Hace una semana falleció, víctima de cáncer de hígado, el músico, cantante y actor David Robert Jones, mejor conocido con el nombre artístico de David Bowie, a los 69 años de edad.
Si hace apenas unas semanas lamentábamos la pérdida de Lemmy Kilmister, quien fue decisivo para el desarrollo de algunos subgéneros del Heavy Metal como el Speed y el Thrash, la pérdida de Bowie significa el adiós a un coloso, de un histórico, comparable a la muerte en 1991 de su amigo Freddy Mercury, y algunos se atreven a semejarla a la muerte de alguna de lasfiguras seminales del Rock and Roll, como Elvis Presley o John Lennon, y es que, efectivamente, la influencia de Bowie es enorme, no solo en la música, donde sus aportes dispararían el movimiento Punk en su natal Inglaterra en los años 70 o el Glam Rock, que tendría representantes incluso en el Rock Pesado como Kiss en los propios años 70, y durante los 80 con bandas como Mötley Crüe o Poison, entre otras, tampoco es de escatimarse el peso que tuvo en el Rock Progresivo, en el Pop y en la Música Electrónica, o el cómo convirtió los conciertos de simples recitales musicales en verdaderas puestas en escena, sino también en la cultura popular de la segunda mitad del siglo XX para lo bueno, lo malo y quizá también para lo pésimo.
El camaleón del rock fue alguien dotado de un enorme talento poético y musical, con las letras de sus canciones que realmente encierran reflexiones acerca de las propias experiencias del compositor o de los acontecimientos que le tocaba presenciar; igualmente, dotado de un indudable talento histriónico que le llevaría a incursionar en el cine con algunos papeles emblemáticos, siendo especialmente de recordar el de Jareth, rey de los duendes en la obra de culto de Jim Henson Laberinto, al lado de la adolescente y angelicalmente hermosa Jennifer Connelly, su encarnación de Andy Warhol en Basquiat, o el drama bélico Feliz Navidad, Mr. Lawrence, donde quizá se encuentra su mejor interpretación, entre otros, pero de hecho, su carrera musical se edificó sobre la encarnación de diversos personajes lo que le valió ese apodo del camaleón, además de la asimetría entre sus pupilas, producto de una pelea adolescente por una chica que le produjo una grave herida en un ojo, los más famosos, el astronauta fascinado por el cosmos Mayor Tom, el extraterrestre andrógino Ziggy Stardust y el sibarita Duque Blanco, cuando no, él mismo, fue un personaje siempre, quizá solo su familia y sus más allegados llegaron a conocer a David Jones, pero para el mundo existía el personaje de David Bowie que hasta se interpretaba a sí mismo, como en el filme cómico Zoolander con Ben Stiller y Owen Wilson, una sátira al mundo de la moda, tema también muy presente en su obra y sobre el que también influyó.
Hijo de una familia de clase obrera de los suburbios de Londres con antecedentes de locura, Bowie fue un genio autodidacta perteneciente a la cola de la generación que vivió su juventud en los 60, esa generación rupturista, cansada y enojada con la anterior que hizo la Segunda Guerra Mundial y con la de sus abuelos, que hizo la Primera; que cuestionó los valores de Dios, Patria y Honor para tratar de construir un mundo que, sin ellos, significaría puro Amor y Paz. Por ello la transgresión como forma de romper con el pasado al que se culpaba del desastre, y Bowie fue uno de los más acabados profetas de esa transgresión con sus ambigüedades y sus travestismos... aunque también, según el testimonio de gente que le conoció bien, mucha de esa transgresión obedecía a un bien calculado afán mercadológico o el fin de lograr la atención de los medios, incluso sus dichos y propias declaraciones de haber tenido amores o relaciones homosexuales son puestos en duda por ellos; y es que Bowie también tuvo una innata habilidad para hacerse notar y descubrió la fuerza del escándalo como medio publicitario o el aprovechar la tendencia del momento como su primer gran éxito que lo catapultó a la fama: Space Oddity, publicado una semana después, en 1969, a la llegada del Apolo XI a la superficie lunar, la circunstancia le permitió llegar a la cima de las reproducciones de su canción en la radio y la venta de sus discos, aunque quizá el presenciar la carrera espacial le llevó a tener en la Ciencia Ficción una fuente constante de inspiración.
Si bien fue el impulsor de la cultura gay en los años 70 que culminaría en el medio de la música disco a fines de esa década, y que tendría un impacto en la política y la sociedad hasta tiempos actuales, pese al SIDA y demás, Bowie no dejaba de mostrar sus contradicciones, podía ser transgresor, drogadicto, hablar de la "energía del cosmos" y casi trasvestirse para cuestionar los valores morales y un mucho también de la represión e hipocresía inglesas heredadas de la Era Victoriana, y fundamentalmente llamar la atención (aunque con el alcance quizá inesperado de afectar a la sociedad con su ejemplo), mientras matriculaba a su hijo, el hoy cineasta Duncan Jones, nacido de su primer matrimonio con la modelo Angela Barnett, no en Summerhill o alguna otra escuela considerada semillero del progresismo británico, sino en escuelas muy conservadoras y prestigiosas, como el Commonwhealth American School en Vevey, Suiza o la escuela escocesa Gordonstoun y le criaba como un padre normal impulsándole su gusto por la literatura, el cine y el arte en general.
Desde el 2003 en que empezó a mostrar problemas de salud como infartos, Bowie vivió en una especie de retiro, disminuyendo su participación en filmes, en medios y no grabó discos nuevos sino hasta el 2013; durante ese tiempo, según testimonios, se dedicó a vivir tranquilamente con su segunda esposa, la modelo somalí Iman y la hija de ambos. En 2013 sacó Next Day, con el vídeo de la canción que daba nombre a la placa, protagonizado por Gary Oldman, en que parecía lanzar una crítica durísima a la crisis de la Iglesia Católica en la que muchos tradicionalistas, incluso, coincidirían, para ahora, el 8 de enero, día de su cumpleaños 69 y apenas a unos días de su muerte, sacar el álbum Blackstar, un verdadero testamento musical impresionante, con reflexiones acerca de la muerte que sabía inminente y acerca de cómo había vivido. Basta escuchar Blackstar, o Lazarus, ambas con pensamientos similares a las planteadas por Phillip K. Dick y Ridley Scott en el personaje del replicante Roy Batty sobre la muerte y el valor de la vida. Y qué tal Dollar Days, donde contempla el pasado de fama, sexo y fortuna pero se da cuenta de que la muerte se aproxima y nada de eso quedará, o I can´t give everything away, con la que cierra el disco y su carrera, y en la que habla precisamente de su mensaje repleto de contradicciones y sus arrepentimientos ante el tiempo que se acorta. Es un disco impresionante, quizá uno de los mejores, sino casi el mejor de su carrera y conmovedor visto ahora después de darse la muerte del músico.
Bowie, más allá de degeneres o escándalos nos deja una vasta obra musical compleja y extraordinaria que sin duda será objeto de estudio por muchos años, pero que sobre todo, queda a la posteridad para disfrutarse, y la enseñanza de que todos podemos ser héroes, al menos por un día.
DESCANSE EN PAZ
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En un enero que está siendo marcado por la muerte de gente del espectáculo, tenemos que sentir pesar también el fallecimiento del gran actor británico Alan Rickman, lo más lamentable quizá sea que será más recordado por el gran público por su buena interpretación de un personaje mediocre como Severus Snape en la saga de Harry Potter o los papeles de acción como el Sheriff de Nottingham antagonizando a Kevin Costner en Robin Hood, Príncipe de los Ladrones o como el terrorista Hans Gruber, el primer villano que enfrenta al John McClane de Bruce Willis en la saga de Die Hard, cuando fue un actor de carácter con una carrera tremenda en teatro y en el cine británico que queda para públicos menos comerciales.
De igual forma, lamentamos el deceso de Glenn Frey, el excelente guitarrista de la banda de rock norteamericana Eagles, cuyos solos serán siempre una muestra de virtuosismo y pulcritud con el instrumento, mientras que él pasará como una verdadera estrella que se caracterizó por su sencillez, seriedad y profesionalismo.
En México, falleció el líder de la banda Tex-Tex: Lalo "el muñeco" Tex, o Everardo Mújica Sánchez; un excelente grupo de rock que no fue muy promocionado por los mezquinos y torpes medios mexicanos, mismos que siguen embebidos en el ya casi muerto género de la balada, en el pop más soso y cursi o en montajes televisivos, toda la herencia de Raúl Velasco, pero que no apoyan a gente con talento como era este grupo. Aún así contó con una gran base de fans e hizo buena música, que es lo que cuenta.
DESCANSEN EN PAZ.
Si bien fue el impulsor de la cultura gay en los años 70 que culminaría en el medio de la música disco a fines de esa década, y que tendría un impacto en la política y la sociedad hasta tiempos actuales, pese al SIDA y demás, Bowie no dejaba de mostrar sus contradicciones, podía ser transgresor, drogadicto, hablar de la "energía del cosmos" y casi trasvestirse para cuestionar los valores morales y un mucho también de la represión e hipocresía inglesas heredadas de la Era Victoriana, y fundamentalmente llamar la atención (aunque con el alcance quizá inesperado de afectar a la sociedad con su ejemplo), mientras matriculaba a su hijo, el hoy cineasta Duncan Jones, nacido de su primer matrimonio con la modelo Angela Barnett, no en Summerhill o alguna otra escuela considerada semillero del progresismo británico, sino en escuelas muy conservadoras y prestigiosas, como el Commonwhealth American School en Vevey, Suiza o la escuela escocesa Gordonstoun y le criaba como un padre normal impulsándole su gusto por la literatura, el cine y el arte en general.
Desde el 2003 en que empezó a mostrar problemas de salud como infartos, Bowie vivió en una especie de retiro, disminuyendo su participación en filmes, en medios y no grabó discos nuevos sino hasta el 2013; durante ese tiempo, según testimonios, se dedicó a vivir tranquilamente con su segunda esposa, la modelo somalí Iman y la hija de ambos. En 2013 sacó Next Day, con el vídeo de la canción que daba nombre a la placa, protagonizado por Gary Oldman, en que parecía lanzar una crítica durísima a la crisis de la Iglesia Católica en la que muchos tradicionalistas, incluso, coincidirían, para ahora, el 8 de enero, día de su cumpleaños 69 y apenas a unos días de su muerte, sacar el álbum Blackstar, un verdadero testamento musical impresionante, con reflexiones acerca de la muerte que sabía inminente y acerca de cómo había vivido. Basta escuchar Blackstar, o Lazarus, ambas con pensamientos similares a las planteadas por Phillip K. Dick y Ridley Scott en el personaje del replicante Roy Batty sobre la muerte y el valor de la vida. Y qué tal Dollar Days, donde contempla el pasado de fama, sexo y fortuna pero se da cuenta de que la muerte se aproxima y nada de eso quedará, o I can´t give everything away, con la que cierra el disco y su carrera, y en la que habla precisamente de su mensaje repleto de contradicciones y sus arrepentimientos ante el tiempo que se acorta. Es un disco impresionante, quizá uno de los mejores, sino casi el mejor de su carrera y conmovedor visto ahora después de darse la muerte del músico.
Bowie, más allá de degeneres o escándalos nos deja una vasta obra musical compleja y extraordinaria que sin duda será objeto de estudio por muchos años, pero que sobre todo, queda a la posteridad para disfrutarse, y la enseñanza de que todos podemos ser héroes, al menos por un día.
DESCANSE EN PAZ
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En un enero que está siendo marcado por la muerte de gente del espectáculo, tenemos que sentir pesar también el fallecimiento del gran actor británico Alan Rickman, lo más lamentable quizá sea que será más recordado por el gran público por su buena interpretación de un personaje mediocre como Severus Snape en la saga de Harry Potter o los papeles de acción como el Sheriff de Nottingham antagonizando a Kevin Costner en Robin Hood, Príncipe de los Ladrones o como el terrorista Hans Gruber, el primer villano que enfrenta al John McClane de Bruce Willis en la saga de Die Hard, cuando fue un actor de carácter con una carrera tremenda en teatro y en el cine británico que queda para públicos menos comerciales.
De igual forma, lamentamos el deceso de Glenn Frey, el excelente guitarrista de la banda de rock norteamericana Eagles, cuyos solos serán siempre una muestra de virtuosismo y pulcritud con el instrumento, mientras que él pasará como una verdadera estrella que se caracterizó por su sencillez, seriedad y profesionalismo.
En México, falleció el líder de la banda Tex-Tex: Lalo "el muñeco" Tex, o Everardo Mújica Sánchez; un excelente grupo de rock que no fue muy promocionado por los mezquinos y torpes medios mexicanos, mismos que siguen embebidos en el ya casi muerto género de la balada, en el pop más soso y cursi o en montajes televisivos, toda la herencia de Raúl Velasco, pero que no apoyan a gente con talento como era este grupo. Aún así contó con una gran base de fans e hizo buena música, que es lo que cuenta.
DESCANSEN EN PAZ.
1 comentario:
"La película fue el primer éxito para el director, Roman Polanski, un personaje indeseable, acusado y arrestado por todo tipo de delitos sexuales contra menores, pero nunca condenado."
Comentario anacrónico y/o inexacto, Polanski si fue condenado, con toda justicia.
"Al año del rodaje de la película, miembros de una secta satánica asesinaron ritualmente a la esposa de Polanski, encinta de ocho meses. Los asesinos eran familiares del asesino en serie Charles Manson, quien afirmó haber sido "programado" para responder a mensajes ocultos en canciones de los Beatles."
Manson decía estar programado para asesinar en nombre de los Beatles, ISIS dice estar programado para asesinar en nombre del Islam, muchísimos otros han dicho estar programados para asesinar en nombre de Cristo, y una larguísima lista de etcéteras: evidentemente es fácil echarle la culpa a otro (percibido como "superior") para justificar la propia decisión de asesinar a alguien...
"El que prefiere creer que todos estos datos son pura coincidencia es libre de hacerlo. Yo, por si acaso, me mantengo a una distancia prudencial de todo lo que huele a azufre."
Aun cuando el supuesto olor a azufre no provenga realmente de ese "todo", sino del miedo y el odio con el cual se ha aprendido y se elige mirar y oler ese "todo"..
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