Definitivamente el mexicano es el pueblo más fácil de ser manipulado en el juego democrático de los partidos políticos. De naturaleza resentida y rencorosa, el mexicano siempre se siente víctima, quizá sea por que, precisamente para facilitar su manipulación, se le ha educado para nunca reconocer sus responsabilidades y creerse víctima de las acciones de otros y que así delegue siempre la tarea de mejorar su vida en otros, en particular del Gobierno, así quien se presente como aspirante a gobernar puede aparecer como el mesías que, en caso de llegar a la silla presidencial, se convertirá en una especie de mesías, elegido o iluminado capaz de resolver todos los problemas con unos cuántos pases mágicos y palabras maravillosas.
Para alcanzar la cima, basta aprovechar el resentimiento del mexicano que siente siempre contra ese "otro", ese puede ser ya sea el extranjero: español, estadounidense o francés, al extranjero siempre se le tiene miedo, pues siempre ha querido quedarse con las riquezas reales o imaginarias de nuestro territorio, ese "cuerno de la abundancia" que nos presentaban superpuesto al mapa del país en los libros de texto de primaria, el mexicano siempre se ha dejado engañar por el extranjero, desde que los Aztecas (porque los mexicanos, aún los rubios o pelirrojos, los de ojos claros, etc., todos somos los mismos Mexicas, derrotados, humillados y despojados de nuestras raíces por los malvados europeos) cambiaban oro por espejitos, nos dicen, por lo que la labor del súpergobernante debe ser evitar que el extranjero nos despoje de lo nuestro. Se le tiene rencor a la Iglesia Católica que engañó a los Aztecas para dejarse conquistar y quiso someter al país a la oscuridad hasta que llegaron Benito Juárez y los Liberales a acabar con la opresión sobre el espíritu con sus grandiosas Leyes de Reforma. Se le tiene rencor a los ricos y a los emprendedores, puesto que buscan someter a los demás a la explotación. Se le tiene rencor al PRI con todo y que fue el régimen emanado necesariamente de la Revolución a la que se glorifica por haberse dirigido contra el tirano Porfirio Díaz y los malvados ricos, pues sólo ha brindado corrupción.
Si un líder, sea político o de opinión quiere gozar del favor del público en México, basta con que se presente como abanderado del resentimiento y del rencor, que use un discurso agresivo, no importa que el mismo difunda el odio y la división en una sociedad a la que conviene mantener así, partida; es cierto, el Gobierno actual es un desastre y lo hemos apuntado antes: corrupción, debilidad, imprevisión, exceso de confianza son los principales lastres que arrastran al fondo a la Administración de Peña y con ella a México entero, cumpliéndose aquella idea bíblica del gobernante como aval del pueblo. Sin embargo el Gobierno emanado del PRI que actualmente ocupa Los Pinos no es sino una parte de una clase política entera, corrompida y agotada, alejada de los problemas reales que vivimos la gente de a pie todos los días; y que además se encuentra fragmentada y enfrentada entre sí a través de los partidos que la componen.
Así, vemos que el manejo del resentimiento tiene sus frutos, más ante un pueblo desmemoriado como el mexicano: el discurso estridente, lleno de furia, indignación, majaderías y odio --no sé qué tanto fingido y qué tanto sincero-- como el de la senadora Layda Sansores es señalado y elogiado como "valiente" o de que "dice la verdad" y nadie se acuerda que la señora es la mayor tránsfuga de la política mexicana, que ha estado ya en cuatro partidos distintos, empezando en el PRI, por cierto, y que por tanto, siempre ha buscado, como todos los demás politicastros mexicanos, mantenerse viviendo del presupuesto, es gente del sistema que vive de una imagen de antisistema que no es real.
O lo mismo ocurre con Enrique Alfaro aquí en Jalisco y su retórica retadora y de fanfarrón, nadie se acuerda ahora de sus orígenes priístas, de los negocios oscuros hechos con los anteriores consejeros electorales locales, o de que durante su mandato municipal en Tlajomulco el municipio se llenó de laboratorios de metanfetaminas; lo importante es que se la pasa señalando a los demás de corruptos y desahogando los rencores y decepciones de la gente.
Carmen Aristegui es representante y vocera en realidad de la Izquierda, y de la Izquierda radical, proviene del misterioso Grupo San Angel del que he hablado anteriormente y que, en mi opinión, si fuera investigado a fondo se encontraría en su seno muchos y muy jugosos conflictos o colusiones de intereses entre comunicadores como ella y otros como Ferriz de Con, Javier Solórzano, Denisse Dresser y Denisse Maercker, etc., políticos como Vicente Fox, Martha Sahagún, Porfirio Muñoz Ledo, Santiago Creel o Cuauhtémoc Cárdenas, intelectuales como los fallecidos Monsiváis o Fuentes, así como Elena Poniatowska o Enrique Krauze, y personajes siniestros como Elba Esther Gordillo. A mi parecer, dicho grupo no fue más que un gran acuerdo para mantener el status quo a favor de grupos privilegiados tras que se diera la salida del PRI del poder presidencial, el empoderamiento de los medios de comunicación y el reparto del botín y las cuotas de poder.
Aristegui ha hecho lo mismo de los ejemplos anteriores, acusó a su otrora amigo y cofrade de San Angel Felipe Calderón de alcohólico a fin de apoyar a López Obrador con quien hizo alianza, hoy ha sido pieza fundamental para que la masacre de Iguala contra los estudiantes de Ayotzinapa, que realmente fue responsabilidad de un Presidente Municipal emanado de la Izquierda pasara a ser tema de acusación en contra del Presidente Peña; y en cuanto a sus relaciones laborales, ya nadie se acuerda que cuando le convino estuvo de socia de Javier Solórzano y Ferriz de Con para después dividirse el grupo, trabajó con Televisa sin empacho, ha dado las noticias en Telfórmula, empresa también de los Azcárraga, y ahora lo de MVS me parece que fue una trampa urdida por la propia periodista a fin de obtener un escándalo favorable para ella y para ostentarse como víctima de la censura del régimen.
El actuar de la Aristegui fue poco ético: uso a empleados de la compañía de medios en la que trabajaba: MVS, como si fuesen empleados propios, montó un sitio de noticias: Mexileaks, con recursos de la propia empresa, y eso orilló al despido de los reporteros, ella exigió la reinstalación de aquellos y cuando se lo negaron, renunció para mostrarse como víctima de alguna orden de Peña de silenciarla.
Pero no, la gente, sin importar su clase social, la seguirá apoyando, ella ha sabido fomentar el resentimiento y el rencor en contra de los Gobiernos del PAN o del PRI y no será cuestionada, satisface las necesidades del pueblo mexicano de encontrar siempre un culpable de sus desgracias y en quien desahogar sus frustraciones, ni siquiera se ponen a pensar que si Aristegui fuese sincera, no solamente revelaría lo de la "casa blanca" de Peña Nieto, algo que sí estuvo bien revelar lo de los conflictos de interés y favoritismos entre la actual administración y la constructora HIGA, también revelaría de dónde obtiene financiamiento López Obrador para seguir en campaña electoral de manera permanente o los negocios del partido MORENA, revelaría también de dónde sacan el financiamiento los padres de los estudiantes de Ayotzinapa, supuestamente humildes y que se aventarán un verdadero tour por 43 ciudades de EUA en protesta, o investigaría el porqué la impunidad de vándalos y anarquistas.
Sin embargo, esto no ocurrirá, el caso Aristegui demuestra que no solo tenemos los gobernantes que nos merecemos, también tenemos los periodistas que nos merecemos.