Para los medios masivos de comunicación "mainstream", los recientes resultados de las elecciones para el Parlamento Europeo resultaron sorpresivas y preocupantes ante el avance de los partidos y movimientos que despectivamente han sido calificados como de "Extema Derecha", "Fascistas" o hasta "Neo-Nazis", en particular, ha causado gran revuelo el triunfo de el Frente Nacional en Francia, partido dirigido por Marine Le Pen (en la imagen), hija del fundador de dicho partido: Jean Marie Le Pen, y que ha transitado, poco a poco y tenazmente, de la marginalidad a ahora un súbito auge y a la antesala de llegar al Palacio del Elíseo y a ocupar la mayoría de la Asamblea Nacional en París.
Hay que señalar que el Parlamento Europeo no es en realidad un órgano legislativo como ocurre al interior de los Estados, la función de creación de normas corresponde, en realidad, a la Comisión Europea, sin embargo, el Parlamento es un ente representativo de la población del continente y una vía para expresar, presuntamente, en forma indirecta, la voluntad del electorado europeo y servir como un órgano de control de cuentas y fiscalización del quehacer de la cúpula comunitaria; sin embargo, la conformación del órgano colegiado continental es un barómetro de los posibles resultados de las elecciones legislativas y ejecutivas en los países que integran la Unión.
En realidad, estos resultados no son tan sorprendentes, y la satanización de movimientos como el Frente Nacional, Amanecer Dorado en Grecia, el UKIP en Inglaterra, el Partido Jobbik húngaro a los que se les endilga el tan socorrido sambenito hitleriano, mismo que resulta tan efectivo para desprestigiar al rival político, más cuando éste aparece cuestionando al establishment democrático que actualmente ostenta el poder y que tanto se beneficia de él, tal y como podemos verlo en el caso de México y los billonarios montos del financiamiento público que reciben los partidos políticos, o cuando, yendo más allá, cuestiona los fundamentos ideológicos mismos del sistema. Nadie puede cuestionar los Dogmas de la Democracia Representativa fijados por los viejos profetas: Rousseau, Montesquieu, Voltaire o Jefferson, hacerlo es incurrir en el pecado de Fascismo, según los corifeos del sistema y el que lo comete debe sufrir el ostracismo, en el interín, olvidan que el Fascismo, lo mismo que el Liberalismo o el Comunismo surge de esas mismas fuentes: las ideas contenidas en El Contrato Social, El Espíritu de las Leyes, La Enciclopedia y hasta la Declaración de Independencia de EUA, sólo que las tres ramas siguieron rumbos distintos en la interpretación de dichas doctrinas.
Digo que esto no es sorprendente si se percibe la sensación de hartazgo y decepción que crece poco a poco en Europa contra el bloque continental sobre todo a partir del 2008 y la crisis del Euro; el error principal, según muchos expertos es el haber buscado convertir a lo que era una unión aduanera que funcionaba muy bien como tal, en un Estado multinacional o en un nuevo modelo de comunidad política: el Ente Supranacional, algo que los críticos dicen, estaba desembocando en la construcción de un verdadero Imperio al estilo soviético, controlado por una burocracia cada vez mayor y una serie de normatividades y medidas impuestas desde Bruselas por encima de la Soberanía de los Estados bajo el pretexto de los principios de Subsidiariedad y Supranacionalidad: normas que han permitido la apertura a la migración, a la imposición de medidas en materia económica y ambiental, que no han resultado beneficiosas para todos los miembros de las Comunidades Europeas, por el contrario, han resultado generadoras de éxitos para los países más fuertes del bloque: Alemania, Francia y hasta Reino Unido pese a la reluctancia de éste a participar plenamente en la Unión, mientras que, como se ha visto en los últimos años, los países pobres de Europa, como Grecia, Irlanda o Portugal y los otrora miembros del Bloque Comunista la ven negras, y algunos de desarrollo medio, como España o Italia han encontrado en la pertenencia a las Comunidades Europeas una serie de obstáculos para su crecimiento, cuando no incluso la causa de la terrible crisis económica que viven ahora.
Ante esta situación, es natural que el electorado europeo se haya decantado por aquellos partidos o políticos que ofrecen una alternativa a la política de la Unión Europea, por ello, es que en España vemos el triunfo del partido "Podemos", un grupo político más bien de ultraizquierda --y a quien nadie censura como al caso de Le Pen, por estar alineado con lo "políticamente correcto" hoy en día-- pero igualmente euroescéptico, lo mismo que el movimiento "Cinco Estrellas" del comediante Pepe Grillo en Italia.
Sin embargo, lo que es interesante, es que en el caso de los movimientos identificados como de "Derecha" tienen un común denominador: la defensa de la identidad europea, la oposición a la inmigración, fundamentalmente en contra de la islamización del continente, y corresponde, aunque en su mayoría sean partidos netamente laicos, salvo los casos de la Nueva Derecha en Polonia, o el Jobbik húngaro, a cierto renacimiento de la conciencia cristiana que se está dando en Europa, curiosamente, en parte de la juventud, que parece estar despertando del sueño hedonista y libertino heredado de los sesenta; de igual manera, todos abanderan la oposición al crecimiento enorme de la burocracia comunitaria: para muchos, resulta un entramado bastante ineficiente pero extraordinariamente caro que no hace nada por realmente representar los intereses de los ciudadanos de cada uno de los países miembros del bloque, sino que impone las decisiones tomadas por una élite de altos funcionarios, generalmente políticos desempleados en su país de origen que encuentran en la estructura de gobierno continental ocupación, en lo que esperan un nuevo periodo o proceso electoral nacional con qué regresar al candelero, pero mientras, no pierden tiempo de seguir viviendo del erario, que para eso los Estados cooperan para mantener a las instituciones comunitarias, pero sobre todo, cada vez queda más claro a los europeos que todo el entramado ha terminado por beneficiar a una hegemonía alemana que ni Guillermo II ni Hitler hubieran pensado que se podía lograr sin disparar un cañonazo... bueno, pero sí cañonazos de 50,000 o muchos más euros, parafraseando al General Alvaro Obregón.
A la vez, han identificado en la euroburocracia y la normatividad comunitaria como peligros para la libertad personal y de pensamiento y conciencia, pero además, ven a la Unión en un peligroso camino de expansión hacia el oriente que está llevando al enfrentamiento con Rusia por la búsqueda de adherir a ella a los países que incluso pertenecieron al Imperio Ruso-Soviético en algún momento, como ahora es el caso de Ucrania.
¿Estamos presenciando el inicio de grandes cambios en Europa, no solo en la política, sino en la ideología? No es de dudarse que el movimiento identitario y el tradicionalismo católico hayan tenido que ver en Francia con la pérdida de apoyo hacia la Izquierda y en general, a todos los partidos políticos de siempre en el país galo, junto con la pésima administración de Hollande que aparece como el gobernante peor valorado de la Historia de la Quinta República Francesa, y es que ya no solo se cuestiona al partido o a los partidos en el poder, sino a todo el sistema desde sus fundamentos mismos, --no en balde, se habla que el príncipe Luis Alfonso de Borbón, representante de los "Legitimistas" franceses dentro de los monarquistas galos, mismos que no son tan escasos como parece (pero hay otras dos facciones en ellos: los partidarios de los Orleans, quienes ostentaron la corona de 1830 a 1848 y los Bonapartistas) se ha manifestado con serias esperansas de alcanzar el trono en una hipotética restauración de la monarquía-- es muy posible que empiece a darse ya un cambio a raíz de un "efecto Putin", esto es, a una confrontación contra la Modernidad y sus valores ante su más que evidente fracaso y la búsqueda de nuevos modelos que en mucho, rescatan aquello que viene de las épocas premodernas.
Ahora, si estas elecciones cimbraron o parecen golpear los fundamentos de la Unión Europea y de las Democracias Representativas que la conforman, esperemos que el edificio se tambalee aún más: tengamos los ojos puestos en, primero, los cada vez mayores rumores de la salida de Reino Unido de la Comunidad, y también, la muy posible independencia de Escocia, donde no me extrañaría, ver que Moscú decide acudir en auxilio de la nación celta y ser de los primeros que reconozcan el hecho, cuando no hasta financie, apoye y promueva a los impulsores de la separación de la tierra de Pictos y Escotos respecto a Londres; un hecho así tendría consecuencias impensables: el aliento al separatismo de otras regiones europeas, como Cataluña o el País Vasco en España, la Lombardía y Venecia en Italia, la salida de la Unión de otros países, y el reconocimiento al separatismo de las regiones del este y sur ucraniano para su reincorporación a Rusia; el caos se sembraría en el Viejo Continente y el gran ganador de ese revoltijo sería sin duda alguna el Kremlin, junto con las potencias emergentes, que no dudarían en aprovechar esto para aparecer como los grandes donadores de ayuda financiera para las independencias: el proceso de "latinoamericanización" de Europa y su subordinación a los nuevos grandes intereses estaría servido y continuaría.
Ante esta situación, es natural que el electorado europeo se haya decantado por aquellos partidos o políticos que ofrecen una alternativa a la política de la Unión Europea, por ello, es que en España vemos el triunfo del partido "Podemos", un grupo político más bien de ultraizquierda --y a quien nadie censura como al caso de Le Pen, por estar alineado con lo "políticamente correcto" hoy en día-- pero igualmente euroescéptico, lo mismo que el movimiento "Cinco Estrellas" del comediante Pepe Grillo en Italia.
Sin embargo, lo que es interesante, es que en el caso de los movimientos identificados como de "Derecha" tienen un común denominador: la defensa de la identidad europea, la oposición a la inmigración, fundamentalmente en contra de la islamización del continente, y corresponde, aunque en su mayoría sean partidos netamente laicos, salvo los casos de la Nueva Derecha en Polonia, o el Jobbik húngaro, a cierto renacimiento de la conciencia cristiana que se está dando en Europa, curiosamente, en parte de la juventud, que parece estar despertando del sueño hedonista y libertino heredado de los sesenta; de igual manera, todos abanderan la oposición al crecimiento enorme de la burocracia comunitaria: para muchos, resulta un entramado bastante ineficiente pero extraordinariamente caro que no hace nada por realmente representar los intereses de los ciudadanos de cada uno de los países miembros del bloque, sino que impone las decisiones tomadas por una élite de altos funcionarios, generalmente políticos desempleados en su país de origen que encuentran en la estructura de gobierno continental ocupación, en lo que esperan un nuevo periodo o proceso electoral nacional con qué regresar al candelero, pero mientras, no pierden tiempo de seguir viviendo del erario, que para eso los Estados cooperan para mantener a las instituciones comunitarias, pero sobre todo, cada vez queda más claro a los europeos que todo el entramado ha terminado por beneficiar a una hegemonía alemana que ni Guillermo II ni Hitler hubieran pensado que se podía lograr sin disparar un cañonazo... bueno, pero sí cañonazos de 50,000 o muchos más euros, parafraseando al General Alvaro Obregón.
A la vez, han identificado en la euroburocracia y la normatividad comunitaria como peligros para la libertad personal y de pensamiento y conciencia, pero además, ven a la Unión en un peligroso camino de expansión hacia el oriente que está llevando al enfrentamiento con Rusia por la búsqueda de adherir a ella a los países que incluso pertenecieron al Imperio Ruso-Soviético en algún momento, como ahora es el caso de Ucrania.
¿Estamos presenciando el inicio de grandes cambios en Europa, no solo en la política, sino en la ideología? No es de dudarse que el movimiento identitario y el tradicionalismo católico hayan tenido que ver en Francia con la pérdida de apoyo hacia la Izquierda y en general, a todos los partidos políticos de siempre en el país galo, junto con la pésima administración de Hollande que aparece como el gobernante peor valorado de la Historia de la Quinta República Francesa, y es que ya no solo se cuestiona al partido o a los partidos en el poder, sino a todo el sistema desde sus fundamentos mismos, --no en balde, se habla que el príncipe Luis Alfonso de Borbón, representante de los "Legitimistas" franceses dentro de los monarquistas galos, mismos que no son tan escasos como parece (pero hay otras dos facciones en ellos: los partidarios de los Orleans, quienes ostentaron la corona de 1830 a 1848 y los Bonapartistas) se ha manifestado con serias esperansas de alcanzar el trono en una hipotética restauración de la monarquía-- es muy posible que empiece a darse ya un cambio a raíz de un "efecto Putin", esto es, a una confrontación contra la Modernidad y sus valores ante su más que evidente fracaso y la búsqueda de nuevos modelos que en mucho, rescatan aquello que viene de las épocas premodernas.
Ahora, si estas elecciones cimbraron o parecen golpear los fundamentos de la Unión Europea y de las Democracias Representativas que la conforman, esperemos que el edificio se tambalee aún más: tengamos los ojos puestos en, primero, los cada vez mayores rumores de la salida de Reino Unido de la Comunidad, y también, la muy posible independencia de Escocia, donde no me extrañaría, ver que Moscú decide acudir en auxilio de la nación celta y ser de los primeros que reconozcan el hecho, cuando no hasta financie, apoye y promueva a los impulsores de la separación de la tierra de Pictos y Escotos respecto a Londres; un hecho así tendría consecuencias impensables: el aliento al separatismo de otras regiones europeas, como Cataluña o el País Vasco en España, la Lombardía y Venecia en Italia, la salida de la Unión de otros países, y el reconocimiento al separatismo de las regiones del este y sur ucraniano para su reincorporación a Rusia; el caos se sembraría en el Viejo Continente y el gran ganador de ese revoltijo sería sin duda alguna el Kremlin, junto con las potencias emergentes, que no dudarían en aprovechar esto para aparecer como los grandes donadores de ayuda financiera para las independencias: el proceso de "latinoamericanización" de Europa y su subordinación a los nuevos grandes intereses estaría servido y continuaría.
¡Qué tiempos más interesantes! Como les decía alguna vez y como dicen los comentaristas de fútbol: ¡Auuuun vieeene lo mejooor!