No había tenido oportunidad de ver las procesiones de Semana Santa en España salvo por algunos pasos de cofradías, hasta que este Viernes Santo decidí, en Youtube, seguir la transmisión en directo de la parte final de la llamada "Madrugá", con el paso del Señor de la Sentencia, y las imágenes marianas de "La Esperanza de la Macarena" y "La Esperanza de Triana"; es algo impresionante, sin duda, como pueden ver en el vídeo inserto arriba. Cuesta trabajo creer que una de las banderas o partes del discurso de la Izquierda Española, sobre todo la propuesta del partido Podemos compuesto por verdaderos "júniors" como son Pablo Iglesias y otros más, típicos de la generación de los millenials descontentos y enojados con todo, que consideran que todo: tradiciones, patria, religión, familia, vida, es malo y ellos tienen la receta para cambiar las cosas basados en la aplicación del marxismo tanto económico como cultural para lograr así, la vida perfecta, en que todos seremos iguales y el mundo será para todos.
La realidad es que lo que proponen los "Progresistas" lleva a una simplificación de la vida humana al grado de dejarla seca, estéril, sin lugar para la belleza, el arte o la cultura, reducir, en pocas palabras, a su sentido más primitivo, más material y hasta animal, reducido a sus necesidades e instintos más primarios, los cuales, en esta curiosa y extraña alianza de intereses ultracapitalistas con las ideas y propuestas más radicales del marxismo, beneficia a financieros y empresarios, que han creado un sistema económico sustentado en el consumo y para el que todo, es industria: la música, el cine, toda disciplina estética ha dejado de serlo para ser una mera mercancía que se compra y se vende, se consume, y de ahí el enorme fraude del arte moderno. La política basada en la democracia de partidos es un mercado más y en definitiva: un negocio, el cual se sustenta en estimular esos instintos primitivos para obtener del consumidor su dinero y su fidelidad absoluta. En un mundo de negocios, no hay lugar para la fe, ni hay lugar para la belleza, solo para el lucro. ¿Cómo es posible que en los mismos países del hemisferio occidental hace 300 años la música la definieran Vivaldi, Bach o Händel y hoy la define el reggaetón? Eso sólo es posible por pasar de la expresión del creador en busca de la belleza a lo consumible, pegajoso y propio para audiencias que carecen de los conocimientos y del buen gusto, pese a estar rodeados de información.
Hace 100 años, Chaplin hacía reír sin necesidad de hablar, hoy, los comediantes se basan en la irreverencia y el insulto, y en las redes sociales, el "meme" es la forma de expresar la estupidez propia o ajena que ha sido generalizada.
Por la tarde, decidí ver un clásico del cine: La Agonía y el Éxtasis, del director británico Carol Reed, estrenada en 1965 y con Charlton Heston en el papel de Miguel Ángel Buonarroti, y Rex Harrison como el Papa Julio II... guardando las proporciones, se trata de dos gigantes de la actuación interpretando a otros dos titanes históricos en el gran duelo de egos entre el artista de un lado, y el pontífice guerrero por el otro en una genial adaptación de la novela histórica homónima del escritor Irving Stone relativa a la realización de los murales de la Capilla Sixtina por el pintor y escultor florentino y la conflictiva relación entre los dos personajes.
El filme muestra la estrecha relación entre fe y belleza, sin fe, no existe belleza, y sin ésta, el mundo está perdido. Hoy, desgraciadamente, nos encontramos en una época en que ya no existe un Miguel Ángel, cuando tenemos que las obras de "arte" son animales en formol, montones de basura acomodados para supuestamente expresar un mensaje --supuestamente político, la más veces-- y no hay un Julio II (de quien se expresa que sus acciones bélicas no estaban dirigidas a la gloria personal, sino a lograr la independencia de la Iglesia respecto de los intereses de las grandes potencias del Renacimiento como España o Francia), en su lugar tenemos a un Francisco I que parece no entender los artículos de la fe que supuestamente debe representar y defender, o está decidido a destruirla con sus expresiones heréticas para quedar bien con los "progresistas".
Y vamos, hoy en día no tenemos ni siquiera a un Heston o a un Harrison... basta ver la última entrega de los Óscares para comprobar la decadencia absoluta del cine.
En definitiva, este Viernes Santo fue para mi un reencuentro con la belleza que proviene de la fe. Espero que para ustedes haya sido, igualmente, algo significativo.