Permítaseme comenzar con algo que parecerá una disgresión:
Hace algunos años, como préstamo o cesión de mi cuñada, tuve la oportunidad de leer uno de los libros más extraños escritos en el siglo XX, se trata de El Retorno de los Brujos escrito por el periodista de divulgación cultura y científica belga Louis Pauwels y el físico nuclear francés Jacques Bergier en la década de los 60, es un libro que habla de mucho y nada a la vez en apariencia y que para muchos es la fuente de la pseudociencia, pues trata temas favoritos de esto: el supuesto contacto con extraterrestres, las presuntamente avanzadas civilizaciones ignotas del pasado, principalmente aquellas sobre las que se conserva poco material escrito, como las indígenas americanas, o incluso hablar de la Atlántida, Lemuria o Mu, la alquimia y la vinculación del Nacionalsocialismo alemán con sociedades secretas y el esoterismo, eso sí, históricamente probado.
El libro sin embargo, me produce una sutil sensación de miedo cada que lo leo, y no es para menos, creo que el mismo, en apariencia un libro charlatán, contiene en realidad una fuerte advertencia sobre el camino que llevó a la Segunda Guerra Mundial y el camino que tomaba la humanidad en la posguerra, sobre todo en los en mucho nefastos y definitorios años sesenta, porqué ¿qué motivaría a dos personas serias y respetables en sus campos de trabajo como Pauwels y Bergier a escribir lo que en apariencia es un texto que sirvió de inspiración a mucho farsante empezando por Erich Von Däniken, Jaime Maussan, J.J. Benitez o Daniel Estulín? Ambos autores sufrieron la Segunda Guerra Mundial en carne propia y la ocupación de sus países a manos de las fuerzas de Hitler, por lo que creo, esa experiencia personal les llevó a escribir este extraño texto, en el que se intercalan fragmentos de autores de la talla de Jorge Luis Borges y Arthur C. Clarke y se menciona a Verne, a Lovecraft y a Tolkien.
Creo que en mucho, el mensaje del libro es que los "magos" es decir, los científicos y la Ciencia en sí, pueden ser utilizados en forma de propaganda o medios para la reforma y el control de la sociedad, para ellos, la Alemania Nazi fue el intento de crear una civilización completamente nueva partiendo de bases eminentemente científicas, pero de una ciencia desvirtuada y utilizada torcidamente para manipular a las personas; por ello, los Nacionalsocialista tomaron mitos y leyendas germánicas y le dieron un sustento supuestamente científico: la teoría de la "Tierra hueca", la de una forma de energía oculta, el Vril, y cosas similares, además de la tesis sobre la superioridad de las razas, etc. Pero por ejemplo, hay un pasaje del libro que me parece primordial y tiene que ver en cómo se hizo que la sociedad y los individuos en particular olvidasen la distinción entre el bien y el mal, casi profético respecto a lo que vivimos actualmente y tiene que ver con la figura de Jorge Mario Bergoglio, el Papa (si es que lo es legítimamente) Francisco I y lo recientemente postulado en el Sínodo sobre la Familia celebrado en esta semana que concluye.
El pasaje en cuestión, es una transcripción de un relato que se debe a un oscuro autor norteamericano de cuentos de terror: Arthur Machen, ligado a una de las sectas masónicas más siniestras: la Golden Dawn y el mismo resulta ser bastante aterrador, no en cuanto a que aparezcan fantasmas, seres de ultratumba, monstruos o vampiros, sino porque nos describe, con precisión y frialdad, la verdadera naturaleza del mal y del pecado, y el cómo muchas veces, no podemos reconocer a alguien malvado, he aquí transcripciones de partes claves del relato:
"Ambrosio dijo:
—Brujería y santidad, he aquí las únicas realidades. —Y prosiguió—: La magia tiene su
justificación en sus criaturas: comen mendrugos de pan y beben agua con una alegría mucho
más intensa que la del epicúreo.
—¿Os referís a los santos?
—Sí. Y también a los pecadores. Creo que vos caéis en el error frecuente de quienes limitan
el mundo espiritual a las regiones del bien supremo. Los seres extremadamente perversos
forman también parte del mundo espiritual. El hombre vulgar, carnal y sensual, no será
jamás un gran santo. Ni un gran pecador. En nuestra mayoría, somos simplemente criaturas
de barro cotidiano, sin comprender el significado profundo de las cosas, y por esto el bien y
el mal son en nosotros idénticos: de ocasión, sin importancia.
—¿Pensáis, pues, que el gran pecador es un asceta, lo mismo que el gran santo?
—Los grandes, tanto en el bien como en el mal, son los que abandonan las copias
imperfectas y se dirigen a los originales perfectos. Para mí, no existe la menor duda: los
más excelsos, entre los santos, jamás hicieron una «buena acción», en el sentido corriente de
la palabra. Por el contrario, existen hombres que han descendido hasta el fondo de los
abismos del mal, y que, en toda su vida, no han cometido jamás lo que vosotros llamáis
una «mala acción»..."
"...el asesino no mata por razones positivas, sino negativas; le falta algo que
poseen los no asesinos. El Mal, por el contrario, es totalmente positivo. Pero positivo en el
sentido malo. Y es muy raro. Sin duda hay menos pecadores verdaderos que santos. En
cuanto a los que llamáis criminales, son seres molestos, desde luego, y de los que la sociedad
hace bien en guardarse; pero entre sus actos antisociales y el Mal existe un gran abismo,
¡creedme!"
"...¿Opináis, pues, que no comprendemos la verdadera naturaleza del Mal?
—Lo sobreestimamos. O bien lo menospreciamos. Por una parte, llamamos pecado a las
infracciones de los reglamentos de la sociedad, de los tabúes sociales. Es una exageración
absurda. Por otra parte, atribuimos una importancia tan enorme al «pecado» que consiste en
meter mano a nuestros bienes o a nuestras mujeres, que hemos perdido absolutamente de
vista lo que hay de horrible en los verdaderos pecados.
—Entonces, ¿qué es el pecado? —dijo Cotgrave.
—Me veo obligado a responder a su pregunta con otras preguntas. ¿Qué experimentaría
si su gato o su perro empezaran a hablarle con voz humana? ¿Y si las rosas de su jardín se
pusieran a cantar? ¿Y si las piedras del camino aumentaran de volumen ante sus ojos? Pues
bien, estos ejemplos pueden darle una vaga idea de lo que es realmente el pecado."
"—Me asombra usted —dijo Cotgrave—. Jamás había pensado en todo esto. Si es realmente
así, hay que volverlo todo del revés. Entonces, según usted, la esencia del pecado sería...
—Querer tomar el cielo por asalto —respondió Ambrosio—. El pecado consiste, en mi
opinión, en la voluntad de penetrar de manera prohibida en otra esfera más alta. Esto explica
que sea tan raro. En realidad, pocos hombres desean penetrar en otras esferas, sean altas o
bajas, y de manera autorizada o prohibida. Hay
pocos santos. Y los pecadores, tal como yo los entiendo, son todavía más raros. Y los
hombres de genio (que a veces participan de aquellos dos) también escasean mucho... Pero
puede ser más difícil convertirse en un gran pecador que en un gran santo.
—¿Porque el pecado es esencialmente naturaleza?
—Exacto. La santidad exige un esfuerzo igualmente grande, o poco menos; pero es un
esfuerzo que se realiza por caminos que eran antaño naturales. Se trata de volver a
encontrar el éxtasis que conoció el hombre antes de la caída. En cambio, el pecado es una
tentativa de obtener un éxtasis y un saber que no existen y que jamás han sido dados al
hombre, y el que lo intenta se convierte en demonio. Ya le he dicho que el simple asesino no
es necesariamente un pecador. Esto es cierto; pero el pecador es a veces asesino. Pienso en
Gilíes de Rais, por ejemplo. Considere que, si el bien y el mal están igualmente fuera del
alcance del hombre contemporáneo, del hombre corriente, social y civilizado, el mal lo
está en un sentido mucho más profundo. El santo se esfuerza en recobrar un don que ha
perdido; el pecador persigue algo que no ha poseído jamás. En resumidas cuentas, reproduce
la Caída."
"—Advierta, por favor, que en esos textos de mi religión aparece reiteradamente el nombre de
«mago», que me parece la palabra clave. Las faltas menores, que se denominan pecados, sólo
se llaman así en la medida que el mago perseguido por mi religión está detrás del autor de
estos pequeños delitos. Pues los magos se sirven de las flaquezas humanas resultantes de la
vida material y social, como instrumentos para alcanzar su fin
infinitamente execrable. Y permita que le diga esto nuestros sentidos superiores están tan
embotados, estamos hasta tal punto saturados de materialismo, que seguramente no
reconoceríamos el verdadero mal si no; tropezáramos con él.
—Pero, ¿es que no sentiríamos, a despecho de todo, un cierto horror, este horror de
que me hablaba hace un momento, al invitarme a imaginar unas rosas que rompiesen a
cantar?
—Si fuésemos seres naturales, sí. Los niños, algunas mujeres y los animales sienten este
horror. Pero, en la mayoría de nosotros, los convencionalismos, la civilización y la
educación han embotado y oscurecido la naturaleza. A veces podemos reconocer el mal por
el odio que manifiesta al bien y nada más; pero esto es puramente fortuito. En realidad, los
Jerarcas del Infierno pasan inadvertidos por nuestro lado.
—¿Piensa que ellos mismos ignoran el mal que encarnan?
—Así lo creo. El verdadero mal, en el hombre, es como la santidad y el genio. Es un
éxtasis del alma, algo que rebasa los límites naturales del espíritu, que escapa a la conciencia.
Un hombre puede ser infinita y horriblemente malo, sin sospecharlo siquiera. Pero repito: el
mal, en el sentido verdadero de la palabra, es muy raro. Creo incluso que cada vez lo es más.
—Procuro seguirle —dijo Cotgrave—. ¿Cree usted que el Mal verdadero tiene una esencia
completamente distinta de lo que solemos llamar el mal?
—Absolutamente. Un pobre tipo excitado por el alcohol vuelve a su casa y mata a patadas
a su mujer y a sus hijos. Es un asesino. Gilíes de Rais es también un asesino. Pero, ¿advierte
usted el abismo que los separa? La palabra es accidentalmente la misma en ambos casos, pero
el sentido es totalmente distinto.
«Cierto que el mismo débil parecido existe entre
todos los pecados sociales y los verdaderos pecados espirituales, pero son como la sombra y
la realidad. Si es usted un poco teólogo, tiene que comprenderme."
De todo este texto qué tenemos: el verdadero mal es, en realidad, decidir que queremos y creer que podemos, cambiar la naturaleza de las cosas, la Soberbia y la Vanidad que esta provoca son, como lo dice Al Pacino en su extraordinaria interpretación del demonio en el filme El Abogado del Diablo el pecado favorito, y nosotros, hoy en día, hemos caído en él de la mano de dirigentes políticos y de los "magos" es decir, de los científicos e intelectuales que nos hacen creer que hemos llegado a un punto en que podemos cambiar la naturaleza de las cosas: en mucho la sodomía o las prácticas homosexuales tienen mucho de esto: ¿qué más antinatural que convertir lo que en principio es un acto destinado a la procreación y que solo puede darse entre un hombre y una mujer en un acto limitado a la búsqueda del placer a través de un órgano destinado en origen a la expulsión de los desechos de la digestión? Porque ese es su origen evolutivo, desde los primeros seres pluricelulares, cuyo tubo digestivo tiene dos extremos: boca y ano, uno para introducir el alimento y otro para la expulsión de los desechos. Si, lo que a todas luces tras ver esto, se le pretende dar carta de naturalidad con pretextos de vínculos emocionales, y decir que no es nada anormal, pues estamos reaccionando con indiferencia ante la vista de un rosal cantando o una silla moviéndose por sí misma, se trata de una alteración misma de la naturaleza de las cosas. Y esto no tiene que ver con posturas ideológicas o creencias religiosas, hoy consideradas igual a las supersticiones, sino con simple sentido común y observación de la Naturaleza.
Tampoco esto implica odio al homosexual como persona, en mi caso, admiro enormemente a figuras como Freddie Mercury o Truman Capote, o reconozco a Alan Turing el fundador de la moderna informática, y conozco homosexuales que son personas brillantes y enormemente valiosas, pero eso no implica estar de acuerdo con sus prácticas o en todo lo que hacen o hicieron, o no advertir en ello un error, que en el caso de Mercury hasta le llevó a la muerte, toda persona es valiosa y merece lo mejor, pero precisamente por ello no se denotará que algo que haga o no haga pueda resultar hasta nocivo para ella misma o para otros o la sociedad en general; en otro ejemplo se puede admirar la obra musical de Sid Barret pero no por ello se puede decir que sus adicciones que al fin lo volvieron demente hayan sido encomiables, o lo mismo con Jim Morrison y su modo de vida pese a haber sido un poeta y cantante magistral.
Tampoco es que me escandalice como "cucaracha de sacristía" yo tengo debilidad por la belleza femenina y como dice Gómez Robledo al hablar de la vida de Maquiavelo en su Introducción a El Príncipe, también he sacrificado en los altares de Venus, pero tampoco es algo de lo que realmente me pueda sentir orgulloso ni lo presumo, es mejor reconocerse uno mismo en sus debilidades a ser un hipócrita y dárselas de santo, finalmente uno está en la Iglesia porque uno es pecador y no por ser perfecto, de ser así, uno no buscaría ni el Evangelio ni los Sacramentos porque no los necesitaría. En la Edad Media, antes de la llegada del puritanismo mentiroso y cruel de los Protestantes esto se entendía muy bien y por eso Boccaccio y sus escenas subidas de tono en El Decamerón jamás fueron censuradas ni causaron bochorno, sino más bien humor y fueron tomadas como muestra de la humanidad de sus personajes.
Pero además, este pasaje que les he transcrito, resulta aplicable a la situación actual cuando vemos que la gente ya no distingue al mal ni al malvado al estar entre ellos, o que se ha normalizado su presencia o se confunde la misma con el bien, y hasta se impulsa que el mismo domine, y eso es lo que nos está pasando. A mi parecer, y no soy el único, es Jorge Mario Bergoglio, Papa Francisco I, quien hoy, más que nunca aparece como interesado en causar un daño terrible a la Iglesia Católica, misma cuyo gobierno le ha sido conferido tras la renuncia de Benedicto XVI, --¿o derrocamiento tras un golpe palaciego?-- en pro de adoptar una agenda diseñada por los "magos" de la política mundial.
Olvídemonos solo del tema de moral sexual: la Biblia desde el propio Génesis proscribe los actos homosexuales como algo nefando dada su propia característica de reto a la naturaleza o de tergiversación de la misma, y el propio Jesucristo proscribió el divorcio y las segundas nupcias al señalar que se trataba de adulterio. El hecho que Bergoglio, que quiere aparecer como un refundador de la Iglesia Católica tras 2,000 años de errores y de falta de humildad (¿es realmente humilde quien se ostenta como tal y pretende se le reconozca por ello?) haya prácticamente impulsado y patrocinado la posición de los llamados "Progresistas" va mucho más de dar la venia moral que muchos esperan para no tener estigmas sociales o remordimientos de conciencia en su vida promiscua o para luego ir por más y justificar aberraciones y crímenes como la pederastia, --es curioso que el autor citado por Pauwels y Bergier use el ejemplo de Gilíes de Rais, caballero medieval y lugarteniente de Juana de Arco juzgado y ejecutado por pederasta y asesino serial como un malvado absoluto, precisamente por torcer la naturaleza con sus acciones-- no va contra toda la moral como un todo y además, contra la esencia misma del Cristianismo.
¿Qué valor tendrá como doctrina el Cristianismo si queda, desde una óptica positivista como algo que puede cambiar y adaptarse con el tiempo como lo hacen los Legisladores con las leyes escritas? ¿Puede reconocérsele como Dios mismo a su fundador si después el Papa puede enmendarle la plana y decir que lo que dijo hace 2,000 años era válido entonces, pero ahora ya no lo es? ¿Qué valor tienen los sacramentos como dispensadores de gracia divina si se les tiene como no necesarios para la vida conyugal, si el matrimonio es un simple acuerdo de voluntades como lo concibe el Derecho Civil y no un estado de vida y un compromiso que va más allá de una simple atracción física y sexual? ¿Cómo queda el amor si se le reduce a esa mera atracción? ¿Dónde quedan esos matrimonios de antaño que duraban toda la vida y donde era patente el amor entre ancianos sin que ya hubiese por cuestiones físicas el impulso sexual de la juventud? ¿Dónde queda la necesidad misma del Salvador cuando la idea de pecado se elimina en aras de un Dios concebido como un idiota que es misericordioso y todo lo pasa, pero que no es justo?
El mundo, los medios de comunicación, estaban ávidos de que saliera avante la propuesta del temerario Sínodo a favor de la Eucaristía a los divorciados, --algo que dañaba la naturaleza misma del más grande sacramento,-- en aras de la abolición de la Moral objetiva y en pro de su estúpida y liberticida idea de la Etica como mera medida de comportamiento público con respecto a la Ley, lo que convierte al Estado en la medida de todo y es la base de un nuevo totalitarismo que impone el relativismo en función de los intereses partidistas o privados del gobernante en turno como guía para la sujeción de las personas; yo no entiendo cómo pueden quejarse, por ejemplo, de lo que sucede en México, donde la violencia impera, los abusos de los gobernantes y poderosos son cotidianos y la desvergüenza, el robo, el fraude y la mentira son la forma de vida de millones de personas hasta grados extremos como lo que está pasando estos días en Guadalajara, donde los daños a los oleoductos de PEMEX para robar combustible han llegado a dimensiones tales que hay desabasto de combustible y rechazar el concepto de Moral y tampoco aceptar que la enfermedad material que sufrimos como sociedad parte de una enfermedad espiritual y se rechace como tabú y hasta con odio el hablar de Dios y de Religión... increíblemente los supuestamente izquierdistas extremos de los FMLN en El Salvador lo entendieron y llegados al poder establecieron la enseñanza del catecismo en las escuelas públicas, pero no así los supuestamente "mochos" del PAN ni mucho menos los liberaloides Priístas ni por supuesto los farsantes de Izquierda del PRD, pues aquí se le sigue teniendo más miedo al fantasma de Benito Juárez, el fundador de la doble moral tan mexicana, que a la situación de estallido social que vivimos.
Pero ahora, ¿cómo se puede acudir ante la Iglesia como referente moral si ella misma evidencia división y conflicto interno? Cuando ha sido el mismo Sumo Pontífice Francisco I el que ha ocasionado el conflicto con su parcialidad e impulso a ideas y propuestas no solo ajenas, sino contrarias a la doctrina inveterada de la Iglesia que arranca hasta de tiempos veterotestamentarios, y la noción misma de la existencia de una Moral Objetiva y Natural inscrita en la conciencia del hombre. ¿Cómo se contrarrestará a un Estado supuestamente libertario y democrático, que en realidad se está convirtiendo en la Dictadura más atroz y abyecta como en su tiempo lo predijeran Tocqueville o Donoso Cortés pues ha invadido la esfera del fuero interno de las personas? La Iglesia ha sido hasta ahora el baluarte contra esas invasiones, y por eso las persecuciones desatadas, como en el caso de México, por los Gobiernos Liberales de Juárez o Calles que deseaban el poder moral para el Estado más allá del político y la plena libertad únicamente para hacer dinero sin escrúpulos, obstáculos o frenos, cabe decir que el sexo es un negocio multibillonario que beneficia desde los tratantes de blancas, moteleros, farmacéuticas y productores de pornografía en todo el mundo.
Es de dudarse que en el secularizado y mundanizado tiempo actual los divorciados vueltos a casar estén ansiosos, en su mayoría, por comulgar o ser considerados como plenamente católicos y se les permita "reconstruir sus vidas", pero lo que hay detrás de la postura adoptada sobre todo por los Obispos Alemanes muy probablemente tiene en realidad un tinte económico detrás, como se señala en el artículo que pueden encontrar aquí; ante la secularización galopante y la destrucción de las familias en Europa y en general en el Mundo Occidental, la Iglesia quiere adoptar una cara más incluyente y amigable para que las recaudaciones en las charolas de las limosnas o en el impuesto religioso, los diezmos y demás, no se vea patente la reducción del número de los verdaderos fieles, esto es tristísimo, y demuestra cómo detrás de Kasper o Bergoglio en realidad se encuentra la Mercadotecnia y la propaganda tan típica de un político latinoamericano con mentalidad electorera preocupado por su popularidad antes que por lo correcto.
Finalmente, las ideas expuestas en el documento preparatorio del Sínodo no fueron asumidas para el documento definitivo, gracias a 2/3 de los obispos presentes; sin embargo, el daño ya está hecho, la Iglesia Católica aparece dividida y al borde de un cisma: Bergoglio, como buen peronista, se lavará las manos y dirá que el "progresista" era Kasper, mientras a la vez se venga de Burke, Müller y demás opositores, a quienes irá expulsando de la Curia y mientras los medios los destrozan por ser "Conservadores", --para los medios y muchas personas, es peor ser conservador que padecer el ébola tan de moda-- y arropan al Papa argentino como un líder de la modernidad; resulta curioso también para el bando Tradicionalista en el que desgraciadamente pululan sujetos extremistas que creen que Hitler era una especie de "príncipe cristiano" y que todavía ven en Argentina a una pobre víctima de la maldad anglosajona encarnada por Inglaterra y EUA, que sea en este último país donde se encuentre el movimiento "Tradi" más centrado, certero y fuerte, y de donde haya salido el Cardenal Burke, mientras que la defensa de la fe y la recta doctrina haya encontrado en los obispos africanos de color a los mayores defensores mientras Kasper, sacando al Nacionalsocialista que lleva dentro los haya ninguneado por inferiores... se equivoca, si los africanos se oponen al homosexualismo y varios gobiernos del "Continente Negro" emiten leyes en que proscriben esas prácticas es porque durante milenios estuvieron extendidas entre las élites guerreras de tribus como parte de la iniciación de los jóvenes, lo que fue propicio para la expansión de enfermedades, entre ellas el SIDA, por lo que ellos lo ven como un peligro a la salud pública, ni más ni menos.
Vivimos tiempos oscuros, no se si apocalípticos, pero solo nos queda rezar, confiar y esperar de que el amanecer está cerca y con ello el despertar de la pesadilla de la Modernidad; yo, tras ver los acontecimientos en Medio Oriente, Ucrania y mi propio país creo que eso no está lejos, creo también que el despertar será duro, pero necesario, y por fin podremos ver con los ojos bien abiertos el resplandor de la verdad, porque es en la verdad, que es Dios donde deben centrarse nuestros ojos y lo que debe guiarnos, el Credo de Nicea, símbolo de nuestra fe, claramente dice creer en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y por supuesto, en la Iglesia, y esto es mucho más que el Papa, aunque muchos creen que el Papa en sí mismo es santo e infalible (solo lo es en las raras ocasiones que habla ex-catherdra), quizá todavía deslumbrados por el gigante que fue San Juan Pablo II y suponen que Bergoglio es algo similar; se equivocan, el centro de nuestra fe debe ser Jesucristo, y así lo entendieron San Atanasio o San Juan Crisóstomo, Santa Catalina de Siena y Dante Alighieri, y así lo entendió también Marcel Lefevbre, quien algún día será reivindicado. Oremos y no desesperemos, como Tolkien lo dice: cuando más oscura está la noche es porque el día ya se acerca.