Continuando con el tema central de este blog durante este año, jalonado por la presunta profecía maya del fin del mundo (ahora todavía más en descrédito con el hallazgo de las ruinas de una casa en Guatemala, al parecer residencia de un antiguo matemático y escriba maya en la que, por primera vez en américa, se descubrieron escritos en los muros de una casa particular,--cuya carencia hasta ahora, según señalábamos en el post anterior sobre los Mayas, era señal de la escasa alfabetización de esa sociedad precolombina, cosa que sigue confirmándose, pues se trataba de un personaje de elite que usaba los muros de su habitación de trabajo como pizarrón para apuntar sus cálculos--de la que se desprenden cálculos calendáricos señalando fechas posteriores al 21 de diciembre de 2012, hemos hablado también de los Iroqueses y de la manipulación histórica que recientemente se ha hecho sobre ellos en EUA, para ahora hablar del pueblo que quizá es el ejemplo mayúsculo de manipulación de la Historia y de su existencia, logros y modo de vida, con una finalidad política e ideológica: me refiero a los Aztecas.
Los Estados americanos sufrimos, en general de un problema de falta de legitimación histórica: no cabe duda que somos producto de la colonización europea: española, británica, portuguesa y francesa principalmente, de los que tomamos la Civilización Occidental con las particularidades propias de cada uno, además, recibimos grandes cantidades de inmigrantes provenientes sobre todo, del resto de los países europeos, aunque el factor africano, debido a la esclavitud y una importante inmigración asiática terminaron por configurar una población heterogénea para todos los países entre Alaska y Tierra del Fuego, en la que los indígenas americanos, finalmente, solo son un factor más, ni dominante (salvo quizá el peculiar caso de Bolivia) ni tampoco imperceptible en la conformación de las poblaciones y de las culturas del continente.
El fenómeno migratorio, además, no se detuvo tras la finalización de la época colonial, sigue hasta nuestros días, por lo que podemos decir que la población americana no ha terminado su proceso de formación y por ende, las identidades nacionales, como ya en otros posts lo he mencionado, todavía no se constituyen; así, las independencias, que iniciaron con la separación de EUA de la Corona Británica a fines del siglo XVIII y terminaron hasta el siglo XX con Panamá, Canadá o Belice, se hicieron en una etapa temprana, en la que no existía todavía una clara diferenciación con las sociedades metropolitanas, por lo que de inmediato se buscaron justificaciones para la creación de nuevos Estados y sus identidades propias, se inventaron nombres o de plano, como en Estados Unidos, se optó por no tener ni nombre propio ni identidad, sino sustentar su razón de ser en una serie de doctrinas políticas y sistemas de control de la actividad gubernamental ideados por los Racionalistas Británicos y los Iluministas Franceses, creando un experimento más que un país que se convirtió en la Primera Potencia Mundial dada la tendencia europea a destruirse en guerras y al afán experimentador político de los hispanoamericanos; así, sin rival, Estados Unidos creció sin freno aún sin conformar una verdadera Nación, aunque sí un poderoso Estado.
En el caso de México, desde la adopción del nombre, originalmente de la ciudad que es su capital, y como escudo nacional, el emblema prehispánico de la misma ciudad, hecho a partir de la misma Consumación de la Independencia por Iturbide, en 1821, se marcó el inicio de una tendencia a reducir únicamente al factor indígena la identidad mexicana, pese a que este caudillo y emperador propusiese la unión entre todos los habitantes del país sin importar su raza y la adopción de un sistema monárquico-constitucional evidentemente tomado de Europa. No sería sino hasta después de la Intervención Francesa y el Imperio de Maximiliano que el indigenismo se convertiría en el sustento del inventado nacionalismo mexicano, irónicamente en una época en que los indígenas se vieron marginados, despojados de sus propiedades y marginados a ser peones acasillados y a la pobreza por la aplicación del Liberalismo Económico sin cortapisas, aunque los dos gobernantes más importantes del periodo: Juárez y Porfirio Díaz, eran así mismo indígenas oaxaqueños, el primero Zapoteca y el segundo Mixteca.
Es entonces cuando se pretende sustentar ese nacionalismo mexicano en el recuerdo del "Imperio Azteca", y es aquí donde empieza la elaboración de mitos y si no falsificaciones de la Historia, sí interpretaciones interesadas de la misma.
Para empezar, hay que señalar que los "Aztecas" no existieron; existieron los "Mexica"; "Azteca" es una terminología probablemente artificial y muy posterior a la época Precolombina y a la Conquista Española, nacida sobre todo en la Historiografía Anglosajona, quizá porque resulta más fácil de pronunciar para alguien de habla inglesa la palabra "aztec" que "mejíca" o "meshíca", formas en las que se puede pronunciar, y solo encuentra fundamento en el mito sobre el origen que los indígenas habitantes de la ciudad de México-Tenochtitlan contaron a los Españoles: la procedencia de un lugar llamado "Aztlán", esto es "Lugar de Garzas" o "Lugar de Blancura", de donde vendría el gentilicio "Azteca", la única vez anterior a los historiadores anglosajones en que se usa este término se encuentra en las crónicas del Franciscano Juan de Torquemada, quien en su obra "Monarquía Indiana", que como su nombre lo indica, es un ensayo sobre la monarquía imperial mexica, habla de un episodio en el que todo un grupo de indígenas venidos del norte es dividido en varias tribus por un prodigio de Huitzilopochtli, dios de la Guerra y tutelar de los Mexica, a quienes impuso ese nombre, diciéndoles que dejasen de llamarse Azteca, nombre genérico que compartían con otros pueblos con los que compartían su origen nómada provenientes del norte y tomasen el nombre de Mexica, gentilicio que, en realidad, parece provenir de Mexi un tranquilo dios agrícola del maíz en floración y que al parecer fue asimilado al dios guerrero, el "Colibrí Siniestro", deidad de origen totalmente ajeno a Mesoamérica y llegada del norte.
Sin embargo, hay que tomar con reservas esto, pues Torquemada no escribió su obra sino hasta inicios del siglo XVII, esto es, más de 80 años después de la llegada de los Españoles, y tomando como base a documentos y tradiciones Mexica, quienes fueron los primeros en manipular la Historia en su favor, y así, en esa obra aparecen como los descubridores del fuego y de los lanzadardos, mortífera arma parecida a una ballesta primitiva que usaban los indígenas y cuya utilización, por supuesto, ya se conocía en toda América desde antes de que sus antepasados cruzaran el Estrecho de Behring.
Y es que los Mexica eran intrusos, tan extranjeros como los Españoles para los pueblos Mesoamericanos; aducían provenir de Aztlán, un lugar situado al norte, de donde se derivan muchas teorías: si aceptamos la traducción del topónimo como "Lugar de Blancura" bien podría hacer referencia a la nieve o a la niebla y no a las garzas, por lo que recientemente ha tenido más extensión la teoría de que Aztlán bien podría estar en Canadá, incluso en Vancouver, pues hay que recordar que Aztlán, como se puede ver en la imagen precedente, sacada de la "Tira de la Peregrinación" que narra el éxodo de los Mexica de su lugar de origen hasta poco antes de la fundación de la Ciudad de México, el mítico lugar era una isla enmedio de un lago o del mar, o bien, si se toma como "Lugar de Garzas", podría ser en la isla de Mexcaltitán en Nayarit, donde se halló una escultura que representa a una garza agarrando a una serpiente con las patas, esta escultura no quiere decir nada, ya que (si no se trata de una falsificación, como puede ser) las aves y las serpientes, o las águilas sobre nopales no son sino motivos iconográficos bastante frecuentes entre los indígenas del ahora centro del país, aunque esta localización es la otra teoría aceptada, la tesis de Vancouver tiene el respaldo en la difusión de las lenguas Yuto-Aztecas, entre las que se encuentra el Náhuatl, hablado por los Mexica y más extendido en Mesoamérica, pero eso tampoco quiere decir nada, o aún los Tolteca-Chichimeca en el siglo VII, según lo plantea en un interesante libro: "El Primer Mestizaje" el historiador Christian Duvergier, todo indica que este idioma era ya la "lingua franca" de la región mucho antes de que llegaran los Mexica, aunque posiblemente ellos pertenecían ya a ese tronco lingüístico, igual que Huicholes, Tarahumaras o Apaches y Comanches además de que la semejanza con las costumbres, danzas y música de pueblos indígenas de la Columbia Británica, la aparente coincidencia de topónimos como Michoacán-Michigan, y la semejanza de Huitzilopochtli con deidades guerreras norteamericanas, pueden ser claves para confirmar un origen puramente norteamericano de los Mexica, como incluso las descripciones físicas de ellos como altos y corpulentos, similares a los "Redskins" gringos y diferentes a los Náhuas y otros pueblos Mesoamericanos, de estatura promedio más baja y constitución más delgada.
Como sea, los Mexica eran un pueblo bárbaro: "Chichimeca" (quienes viven como perros, en Náhuatl), muy similares a los Pieles Rojas en su versión original, vestidos con trajes de pieles y nómadas, que se dirigieron al sur, probablemente siguiendo a las inmensas manadas de bisontes que en aquella época llegaban hasta lo que hoy es el estado de Hidalgo, y quizá no hablaron la lengua Náhuatl sino hasta que la adoptaron al entrar en Mesoamérica en el siglo XII, donde pronto se hicieron con fama de buenos soldados, participando como mercenarios en la Guerra Civil que puso fin al Imperio Tolteca, pero también de extraordinariamente crueles y violentos, pues si los Mayas o los Tolteca hacían unos cuantos sacrificios humanos al año, los Mexica hacían verdaderas matanzas rituales, por lo que, cuando no eran contratados para combatir en las guerras que sacudieron el hoy Valle de México durante los siglos XIII y XIV eran perseguidos como plaga, finalmente, otros bárbaros nómadas, como los Acolhúas o los Chalca, terminaron por asentarse y fundaron ciudades como Texcoco o Chalco y adoptaron la cultura Náhuatl que venía desde la época de Teotihuacán (contemporánea a Roma) y fueron admitidas por las ciudades-estado (altépetl en Náhuatl que quiere decir: "Agua-Monte" y que significa lo que nosotros entendemos por "Estado") que surgieron del colapso Tolteca, aunque no sin resistencias ni tensiones en su "sistema-internacional" desde inicios del siglo XIII, mientras los Mexica siguieron merodeando, violando, saqueando y sobre todo: matando, hasta 1325, en que después de haber sido derrotados por una coalición de varias ciudades en Chapultepec, encontraron refugio en una isla enmedio del hoy seco y urbanizado Lago de Texcoco, única tierra libre donde fundaron la actual capital de nuestro atormentado país.
Las cosas cambiarían cuando, tras 1428, los Mexica lograron, de repente, convertirse en la nueva gran potencia mesoamericana, tras haber liderado la alianza que acabó con la supremacía de Atzcapozalco, entonces fue cuando Itzcóatl, Tlatoani o Rey de México-Tenochtitlan asumió el título de Huey-Tlatoani (literalmente "Gran orador") que tenía una connotación imperial o de gobierno sobre el Anáhuac, la "Tierra entre las Aguas" o el mundo conocido para ellos, es decir, América, dicho título había sido usado por Tezozómoc, Rey de Atzcapozalco y artífice de su grandeza, así que ahora los Mexica se presentaban como los herederos de la tradición política en el Altiplano: la idea de un Imperio Universal.
El artífice de esto fue un personaje llamado Tlacaelel, quizá uno de los genios políticos más interesantes producidos por el Continente Americano, amén de Jefferson, Bolívar y demás de épocas posteriores, hijo del segundo Rey de Tenochtitlan y hermano de Moctezuma I era sumo sacerdote de Coatlicue, y por tanto ostentaba el cargo de "Cihuacóatl" o "Mujer Serpiente", al ser la diosa madre de Huitzilopochtli, la función de su sacerdote debía ser igualmente de protección y guía del gobernante, por lo que llevaba aparejado el papel de Primer Ministro o Jefe del Gobierno y la Administración del Estado, Tlacaelel llegó a tener en sus manos un poder inmenso que se extendió por toda su vida hasta su muerte, en 1481, por encima de los monarcas que ostentaron la corona de oro y jade del imperio.
Tlacaelel comprendió que la imagen y el terror eran factores importantes para obtener y conservar la hegemonía: poder blando y poder duro, a fin de tener el primero, el Ministro optó por modificar la Historia de su pueblo, así que ordenó quemar todos los libros de Historia y reescribirla, a fin de que apareciera que los Mexica eran elegidos por los dioses para cumplir con una misión, además, aprovechó el que el primer Rey de Tenochtitlan: Acamapichtli, fue hijo de una princesa segundona de Culhuacán y un noble Mexica, de la dinastía real tolteca que conservaba el trono de esa pequeña ciudad-estado, para afirmarse como continuadores de Tula y su ideal imperial, se adoptó la cultura tolteca-teotihuacana plenamente y se trató de borrar la idea de que los Mexica eran extranjeros: los Mexica, al igual que todos los pueblos Náhuatl, provenían de Chicomoztoc, las Siete Cuevas o Siete Ciudades de Oro, situadas al norte, un origen totalmente mítico, para emparentarlos forzosamente con los demás pueblos, borrando las trazas de su pasado nómada, su carácter de mercenarios y su también carácter detestable como bárbaros, diciendo que su éxodo tuvo un objetivo divino qué cumplir: fundar una ciudad sagrada donde se definiría el destino del mundo y sujetarlo todo a los designios del guerrero dios-colibrí, alimentando diariamente al sol con sacrificios sangrientos para evitar su destrucción, igualmente, la leyenda del águila y la serpiente sobre un nopal es pura ficción salida de la maquiavélica mente del hábil político Mexica, que como lo hemos dicho, debió tomar de la iconografía existente: el águila representa al sol que se posa sobre el nopal, cuyo fruto: la tuna, simboliza al corazón humano, y devora a la serpiente para significar que el Sol, nutrido con la vida de los hombres, obtiene fuerzas para luchar contra la oscuridad cada día, en pocas palabras, nuestro escudo nacional es la representación simbólica de que el sacrificio humano permite el amanecer, y que la función del Estado, representado por la piedra en medio del lago, (Altépetl) es sustentar al sol mediante el sacrificio.
Las crónicas que narraban o mostraban la verdadera cara de los Mexica se conservaron en fragmentos en otros pueblos del Valle, que transmitirían a los Españoles trazas de la verdadera Historia, así, es posible que el nombre de "Mexica" y de México como primer nombre de la ciudad, no haya venido de la Luna ni de Mexi el olvidado dios agrario, sino sea en realidad un mote peyorativo, como lo recoge el documentado Gary Jennings en su novela "Azteca" (buena investigación, novela mala y secuelas pésimas, aunque con datos interesantes, que se pierde mucho, como buen Anglosajón hispanófobo en loqueras eróticas y en leyendas negras anti-españolas y anticristianas) que significase: "Comedores de Hierba" aludiendo a la situación desesperada en que se encontraron tras su derrota en Chapultepec y en un islote miserable. De ello, se procuró que no quedara trazos en los libros de la "Historia Oficial".
Después siguió el embellecimiento de la ciudad, tal y como puede verse en las ruinas del Templo Mayor, en el centro de la Ciudad de México, el templo original, pequeño y austero fue siendo sustituido y engrandecido en diversas etapas posteriores.
Aquí tampoco hay que creernos que se trata de un logro puramente Mexica, la ciudad fue construida y embellecida por arquitectos, escultores, pintores e ingenieros de los pueblos antiguos del Valle de México proporcionados por Netzahualcóyotl, el Rey de Texcoco y co-emperador según el sistema planteado por el propio Tlacaélel. Igualmente, el sistema de diques que contuviesen las inundaciones sufridas por la ciudad, y que nunca constituyeron un sistema realmente efectivo para evitarlo, lo que no dejó a los Españoles más remedio que desaguar el lago en el siglo XVII, lo mismo que el acueducto que llevaba agua potable a la ciudad de los manantiales de Chapultepec fue obra de expertos de esos mismos pueblos, y en cuanto a los pretendidos logros calendáricos de los Mexica, estos no hicieron más que adoptar el ya utilizado por todos los Mesoamericanos; los Mexica no innovaron en nada, ni aportaron nada nuevo a lo ya existente, sino que adoptaron y aprovecharon los conocimientos y el desarrollo de las civilizaciones mesoamericanas hasta el momento, a las que depredaron.
Y sí, las depredaron, pues la otra parte de la política ideada por Tlacaélel consistió en el terror puro y duro: el Imperio, para empezar, no era en realidad un Estado unificado bajo un Gobierno centralizado, como Roma, Persia, el Egipto Faraónico, la China antigua y medieval o hasta los Incas, no, el Imperio se mantuvo, en primer lugar, como una Alianza entre dos ciudades que habían encabezado la rebelión contra el poder de Atzcapozalco que sí amenazaba con ser absorbente y anular totalmente la independencia local de las ciudades-estado obtenida tras la caída de Tula: México-Tenochtitlan y Texcoco, para equilibrar las cosas, se incluyó a Tlacopan, hoy Tacuba, un suburbio de la primera ciudad convertida en megalópolis, donde se colocó como Rey a un noble descontento con el régimen de Maxtla, el tiránico y torpe último Rey de Atzcapozalco, los tres fueron coronados como emperadores o Huey-Tlatoani, sin embargo, los Mexica destacaban en una cosa y era en su excelente organización militar, con lo que su Monarca se reservó el mando supremo de todas las fuerzas militares de la alianza, al culto y pacifista Netzahualcóyotl eso no le interesó mucho, él prefería construir parques públicos, como Chapultepec, e irse a escribir poesías en jeroglíficos a su palacio de veraneo, lo mismo hizo su hijo, Netzahualpilli, y cuando éste murió, los sucesores fueron débiles y entregados a los placeres, con lo que los monarcas Mexicas eran los únicos y verdaderos dueños del cotarro, pues nada tenían que temer de los reyes de Tlacopan, que les debían la creación de su trono y eran meramente decorativos, si en un principio, el reparto de los botines y de los tributos era equitativo entre las tres cabeceras imperiales, para cuando llegaron los Españoles, Tenochtitlan se llevaba la parte del león en la repartición de los ingresos tributarios y las otras cabeceras se llevaban simples limosnas. No en balde, esto motivó que durante el sitio que Cortés impuso a la Ciudad de México, Texcoco rompiera con la Alianza y se pusiera del lado de los Ibéricos.
Y es que la recaudación de tributos era la única finalidad de las conquistas, Tlacaélel creó un sistema burocrático directamente bajo el control del Cihuacóatl, o sea, él mismo, dedicado al cobro de tributos en especie dependiendo de qué era lo de mayor producción había en tal o cual región, además, el comercio quedaba en manos de los mercaderes Mexica que guiaron las conquistas de acuerdo con sus intereses económicos. Toda sujección al Imperio se limitaba al pago de tributos onerosos y el proporcionar tropas al ejército, por lo demás, los reinos sometidos quedaban independientes al interior, no cambiaban sus gobernantes y ni siquiera había una guarnición permanente. Tlacaélel estaba consciente de la fragilidad del sistema, así que decidió fortalecerlo con un clima de miedo permanente: las guerras floridas y los sacrificios humanos masivos con los prisioneros obtenidos en tales combates ceremoniales contribuían a ese terror, en las guerras reales, el sacrificio de los vencidos y la exhibición de sus cráneos clavados en estacas contribuía a generar miedo, sacrificios masivos como los 20,000 muertos en la consagración de la etapa final del Templo Mayor hacia 1490 seguramente incidieron en mucho al deterioro del sistema que así, se sustentaba en los alfileres del miedo y a formar sociedades de personas permanentemente atemorizadas, acostumbradas al expolio y a la pérdida de sus mejores elementos en los altares. Quizá no se ha tomado en cuenta esto, pero es probable que la mortandad de los mejores exponentes de los pueblos sometidos contribuyera al atraso científico y tecnológico en que encontraron los Europeos a los indígenas de Mesoamérica.
Y es que el periodo Postclásico, (ss.XI-XVI) dominado por los Mexica fue confundido por los cronistas de la Conquista y los siglos posteriores como el de mayor esplendor indígena, y no fue así, el mayor esplendor ocurrió en el periodo Clasico (ss. I-X d.C.) el Postclásico empezó con gravísimas convulsiones como el colapso Maya, el derrumbe sucesivo de Teotihuacán en el siglo VII y el de Tula en el XII, guerras constantes, sequías y probablemente ciertas epidemias ocasionadas por la anarquía y los movimientos de población: Tenochtitlan palidece ante la verdadera gloria imperial de Teotihuacán, y la influencia y rutas comerciales de ésta ciudad que llegaban hasta la zona de los Grandes Lagos y Costa Rica al menos, la evidencia de más y mayores centros urbanos por todo el continente, la extensión lenta, por la carencia de medios de comunicación más veloces como en Europa (caballos) de innovaciones como la metalurgia o la agricultura del maíz, pero que se daban, demuestran que, a comparación, la época Mexica era una verdadera "Edad de Tinieblas" o de decadencia en la que lentamente empezaba a resurgir la vida cultural, gracias en parte a la muy relativa estabilidad brindada por los Imperios Mexica y Andino de los Incas, pero que estaba todavía muy lejos de lograrse.
En mucho, esta confusión fue propiciada por los propios Mexica, con la destrucción de los documentos históricos antiguos y su manipulación para aparecer como los fundadores de la civilización, y es que se ha dicho que los Españoles destruyeron las fuentes históricas, pero esto es un mito como la destrucción de la Biblioteca de Alejandría por los Cristianos del siglo V d.C., en realidad destruída por Julio César y el populacho alejandrino en sus luchas de poder con Cleopatra y consumada por otro Romano: Diocleciano y el mismo populacho trescientos años después; también se dio la destrucción de los documentos y fuentes por los propios Indígenas, en especial los Mexica, que quisieron aparentar que con ellos iniciaba una nueva era: el "Quinto Sol".
En un próximo post hablaré precisamente de la mitificación de los Mexica y su conversión en los "Aztecas" y de ahí, en el "México antiguo".
Los Estados americanos sufrimos, en general de un problema de falta de legitimación histórica: no cabe duda que somos producto de la colonización europea: española, británica, portuguesa y francesa principalmente, de los que tomamos la Civilización Occidental con las particularidades propias de cada uno, además, recibimos grandes cantidades de inmigrantes provenientes sobre todo, del resto de los países europeos, aunque el factor africano, debido a la esclavitud y una importante inmigración asiática terminaron por configurar una población heterogénea para todos los países entre Alaska y Tierra del Fuego, en la que los indígenas americanos, finalmente, solo son un factor más, ni dominante (salvo quizá el peculiar caso de Bolivia) ni tampoco imperceptible en la conformación de las poblaciones y de las culturas del continente.
El fenómeno migratorio, además, no se detuvo tras la finalización de la época colonial, sigue hasta nuestros días, por lo que podemos decir que la población americana no ha terminado su proceso de formación y por ende, las identidades nacionales, como ya en otros posts lo he mencionado, todavía no se constituyen; así, las independencias, que iniciaron con la separación de EUA de la Corona Británica a fines del siglo XVIII y terminaron hasta el siglo XX con Panamá, Canadá o Belice, se hicieron en una etapa temprana, en la que no existía todavía una clara diferenciación con las sociedades metropolitanas, por lo que de inmediato se buscaron justificaciones para la creación de nuevos Estados y sus identidades propias, se inventaron nombres o de plano, como en Estados Unidos, se optó por no tener ni nombre propio ni identidad, sino sustentar su razón de ser en una serie de doctrinas políticas y sistemas de control de la actividad gubernamental ideados por los Racionalistas Británicos y los Iluministas Franceses, creando un experimento más que un país que se convirtió en la Primera Potencia Mundial dada la tendencia europea a destruirse en guerras y al afán experimentador político de los hispanoamericanos; así, sin rival, Estados Unidos creció sin freno aún sin conformar una verdadera Nación, aunque sí un poderoso Estado.
En el caso de México, desde la adopción del nombre, originalmente de la ciudad que es su capital, y como escudo nacional, el emblema prehispánico de la misma ciudad, hecho a partir de la misma Consumación de la Independencia por Iturbide, en 1821, se marcó el inicio de una tendencia a reducir únicamente al factor indígena la identidad mexicana, pese a que este caudillo y emperador propusiese la unión entre todos los habitantes del país sin importar su raza y la adopción de un sistema monárquico-constitucional evidentemente tomado de Europa. No sería sino hasta después de la Intervención Francesa y el Imperio de Maximiliano que el indigenismo se convertiría en el sustento del inventado nacionalismo mexicano, irónicamente en una época en que los indígenas se vieron marginados, despojados de sus propiedades y marginados a ser peones acasillados y a la pobreza por la aplicación del Liberalismo Económico sin cortapisas, aunque los dos gobernantes más importantes del periodo: Juárez y Porfirio Díaz, eran así mismo indígenas oaxaqueños, el primero Zapoteca y el segundo Mixteca.
Es entonces cuando se pretende sustentar ese nacionalismo mexicano en el recuerdo del "Imperio Azteca", y es aquí donde empieza la elaboración de mitos y si no falsificaciones de la Historia, sí interpretaciones interesadas de la misma.
Para empezar, hay que señalar que los "Aztecas" no existieron; existieron los "Mexica"; "Azteca" es una terminología probablemente artificial y muy posterior a la época Precolombina y a la Conquista Española, nacida sobre todo en la Historiografía Anglosajona, quizá porque resulta más fácil de pronunciar para alguien de habla inglesa la palabra "aztec" que "mejíca" o "meshíca", formas en las que se puede pronunciar, y solo encuentra fundamento en el mito sobre el origen que los indígenas habitantes de la ciudad de México-Tenochtitlan contaron a los Españoles: la procedencia de un lugar llamado "Aztlán", esto es "Lugar de Garzas" o "Lugar de Blancura", de donde vendría el gentilicio "Azteca", la única vez anterior a los historiadores anglosajones en que se usa este término se encuentra en las crónicas del Franciscano Juan de Torquemada, quien en su obra "Monarquía Indiana", que como su nombre lo indica, es un ensayo sobre la monarquía imperial mexica, habla de un episodio en el que todo un grupo de indígenas venidos del norte es dividido en varias tribus por un prodigio de Huitzilopochtli, dios de la Guerra y tutelar de los Mexica, a quienes impuso ese nombre, diciéndoles que dejasen de llamarse Azteca, nombre genérico que compartían con otros pueblos con los que compartían su origen nómada provenientes del norte y tomasen el nombre de Mexica, gentilicio que, en realidad, parece provenir de Mexi un tranquilo dios agrícola del maíz en floración y que al parecer fue asimilado al dios guerrero, el "Colibrí Siniestro", deidad de origen totalmente ajeno a Mesoamérica y llegada del norte.
Sin embargo, hay que tomar con reservas esto, pues Torquemada no escribió su obra sino hasta inicios del siglo XVII, esto es, más de 80 años después de la llegada de los Españoles, y tomando como base a documentos y tradiciones Mexica, quienes fueron los primeros en manipular la Historia en su favor, y así, en esa obra aparecen como los descubridores del fuego y de los lanzadardos, mortífera arma parecida a una ballesta primitiva que usaban los indígenas y cuya utilización, por supuesto, ya se conocía en toda América desde antes de que sus antepasados cruzaran el Estrecho de Behring.
Como sea, los Mexica eran un pueblo bárbaro: "Chichimeca" (quienes viven como perros, en Náhuatl), muy similares a los Pieles Rojas en su versión original, vestidos con trajes de pieles y nómadas, que se dirigieron al sur, probablemente siguiendo a las inmensas manadas de bisontes que en aquella época llegaban hasta lo que hoy es el estado de Hidalgo, y quizá no hablaron la lengua Náhuatl sino hasta que la adoptaron al entrar en Mesoamérica en el siglo XII, donde pronto se hicieron con fama de buenos soldados, participando como mercenarios en la Guerra Civil que puso fin al Imperio Tolteca, pero también de extraordinariamente crueles y violentos, pues si los Mayas o los Tolteca hacían unos cuantos sacrificios humanos al año, los Mexica hacían verdaderas matanzas rituales, por lo que, cuando no eran contratados para combatir en las guerras que sacudieron el hoy Valle de México durante los siglos XIII y XIV eran perseguidos como plaga, finalmente, otros bárbaros nómadas, como los Acolhúas o los Chalca, terminaron por asentarse y fundaron ciudades como Texcoco o Chalco y adoptaron la cultura Náhuatl que venía desde la época de Teotihuacán (contemporánea a Roma) y fueron admitidas por las ciudades-estado (altépetl en Náhuatl que quiere decir: "Agua-Monte" y que significa lo que nosotros entendemos por "Estado") que surgieron del colapso Tolteca, aunque no sin resistencias ni tensiones en su "sistema-internacional" desde inicios del siglo XIII, mientras los Mexica siguieron merodeando, violando, saqueando y sobre todo: matando, hasta 1325, en que después de haber sido derrotados por una coalición de varias ciudades en Chapultepec, encontraron refugio en una isla enmedio del hoy seco y urbanizado Lago de Texcoco, única tierra libre donde fundaron la actual capital de nuestro atormentado país.
Las cosas cambiarían cuando, tras 1428, los Mexica lograron, de repente, convertirse en la nueva gran potencia mesoamericana, tras haber liderado la alianza que acabó con la supremacía de Atzcapozalco, entonces fue cuando Itzcóatl, Tlatoani o Rey de México-Tenochtitlan asumió el título de Huey-Tlatoani (literalmente "Gran orador") que tenía una connotación imperial o de gobierno sobre el Anáhuac, la "Tierra entre las Aguas" o el mundo conocido para ellos, es decir, América, dicho título había sido usado por Tezozómoc, Rey de Atzcapozalco y artífice de su grandeza, así que ahora los Mexica se presentaban como los herederos de la tradición política en el Altiplano: la idea de un Imperio Universal.
El artífice de esto fue un personaje llamado Tlacaelel, quizá uno de los genios políticos más interesantes producidos por el Continente Americano, amén de Jefferson, Bolívar y demás de épocas posteriores, hijo del segundo Rey de Tenochtitlan y hermano de Moctezuma I era sumo sacerdote de Coatlicue, y por tanto ostentaba el cargo de "Cihuacóatl" o "Mujer Serpiente", al ser la diosa madre de Huitzilopochtli, la función de su sacerdote debía ser igualmente de protección y guía del gobernante, por lo que llevaba aparejado el papel de Primer Ministro o Jefe del Gobierno y la Administración del Estado, Tlacaelel llegó a tener en sus manos un poder inmenso que se extendió por toda su vida hasta su muerte, en 1481, por encima de los monarcas que ostentaron la corona de oro y jade del imperio.
Tlacaelel comprendió que la imagen y el terror eran factores importantes para obtener y conservar la hegemonía: poder blando y poder duro, a fin de tener el primero, el Ministro optó por modificar la Historia de su pueblo, así que ordenó quemar todos los libros de Historia y reescribirla, a fin de que apareciera que los Mexica eran elegidos por los dioses para cumplir con una misión, además, aprovechó el que el primer Rey de Tenochtitlan: Acamapichtli, fue hijo de una princesa segundona de Culhuacán y un noble Mexica, de la dinastía real tolteca que conservaba el trono de esa pequeña ciudad-estado, para afirmarse como continuadores de Tula y su ideal imperial, se adoptó la cultura tolteca-teotihuacana plenamente y se trató de borrar la idea de que los Mexica eran extranjeros: los Mexica, al igual que todos los pueblos Náhuatl, provenían de Chicomoztoc, las Siete Cuevas o Siete Ciudades de Oro, situadas al norte, un origen totalmente mítico, para emparentarlos forzosamente con los demás pueblos, borrando las trazas de su pasado nómada, su carácter de mercenarios y su también carácter detestable como bárbaros, diciendo que su éxodo tuvo un objetivo divino qué cumplir: fundar una ciudad sagrada donde se definiría el destino del mundo y sujetarlo todo a los designios del guerrero dios-colibrí, alimentando diariamente al sol con sacrificios sangrientos para evitar su destrucción, igualmente, la leyenda del águila y la serpiente sobre un nopal es pura ficción salida de la maquiavélica mente del hábil político Mexica, que como lo hemos dicho, debió tomar de la iconografía existente: el águila representa al sol que se posa sobre el nopal, cuyo fruto: la tuna, simboliza al corazón humano, y devora a la serpiente para significar que el Sol, nutrido con la vida de los hombres, obtiene fuerzas para luchar contra la oscuridad cada día, en pocas palabras, nuestro escudo nacional es la representación simbólica de que el sacrificio humano permite el amanecer, y que la función del Estado, representado por la piedra en medio del lago, (Altépetl) es sustentar al sol mediante el sacrificio.
Las crónicas que narraban o mostraban la verdadera cara de los Mexica se conservaron en fragmentos en otros pueblos del Valle, que transmitirían a los Españoles trazas de la verdadera Historia, así, es posible que el nombre de "Mexica" y de México como primer nombre de la ciudad, no haya venido de la Luna ni de Mexi el olvidado dios agrario, sino sea en realidad un mote peyorativo, como lo recoge el documentado Gary Jennings en su novela "Azteca" (buena investigación, novela mala y secuelas pésimas, aunque con datos interesantes, que se pierde mucho, como buen Anglosajón hispanófobo en loqueras eróticas y en leyendas negras anti-españolas y anticristianas) que significase: "Comedores de Hierba" aludiendo a la situación desesperada en que se encontraron tras su derrota en Chapultepec y en un islote miserable. De ello, se procuró que no quedara trazos en los libros de la "Historia Oficial".
Después siguió el embellecimiento de la ciudad, tal y como puede verse en las ruinas del Templo Mayor, en el centro de la Ciudad de México, el templo original, pequeño y austero fue siendo sustituido y engrandecido en diversas etapas posteriores.
Aquí tampoco hay que creernos que se trata de un logro puramente Mexica, la ciudad fue construida y embellecida por arquitectos, escultores, pintores e ingenieros de los pueblos antiguos del Valle de México proporcionados por Netzahualcóyotl, el Rey de Texcoco y co-emperador según el sistema planteado por el propio Tlacaélel. Igualmente, el sistema de diques que contuviesen las inundaciones sufridas por la ciudad, y que nunca constituyeron un sistema realmente efectivo para evitarlo, lo que no dejó a los Españoles más remedio que desaguar el lago en el siglo XVII, lo mismo que el acueducto que llevaba agua potable a la ciudad de los manantiales de Chapultepec fue obra de expertos de esos mismos pueblos, y en cuanto a los pretendidos logros calendáricos de los Mexica, estos no hicieron más que adoptar el ya utilizado por todos los Mesoamericanos; los Mexica no innovaron en nada, ni aportaron nada nuevo a lo ya existente, sino que adoptaron y aprovecharon los conocimientos y el desarrollo de las civilizaciones mesoamericanas hasta el momento, a las que depredaron.
Y sí, las depredaron, pues la otra parte de la política ideada por Tlacaélel consistió en el terror puro y duro: el Imperio, para empezar, no era en realidad un Estado unificado bajo un Gobierno centralizado, como Roma, Persia, el Egipto Faraónico, la China antigua y medieval o hasta los Incas, no, el Imperio se mantuvo, en primer lugar, como una Alianza entre dos ciudades que habían encabezado la rebelión contra el poder de Atzcapozalco que sí amenazaba con ser absorbente y anular totalmente la independencia local de las ciudades-estado obtenida tras la caída de Tula: México-Tenochtitlan y Texcoco, para equilibrar las cosas, se incluyó a Tlacopan, hoy Tacuba, un suburbio de la primera ciudad convertida en megalópolis, donde se colocó como Rey a un noble descontento con el régimen de Maxtla, el tiránico y torpe último Rey de Atzcapozalco, los tres fueron coronados como emperadores o Huey-Tlatoani, sin embargo, los Mexica destacaban en una cosa y era en su excelente organización militar, con lo que su Monarca se reservó el mando supremo de todas las fuerzas militares de la alianza, al culto y pacifista Netzahualcóyotl eso no le interesó mucho, él prefería construir parques públicos, como Chapultepec, e irse a escribir poesías en jeroglíficos a su palacio de veraneo, lo mismo hizo su hijo, Netzahualpilli, y cuando éste murió, los sucesores fueron débiles y entregados a los placeres, con lo que los monarcas Mexicas eran los únicos y verdaderos dueños del cotarro, pues nada tenían que temer de los reyes de Tlacopan, que les debían la creación de su trono y eran meramente decorativos, si en un principio, el reparto de los botines y de los tributos era equitativo entre las tres cabeceras imperiales, para cuando llegaron los Españoles, Tenochtitlan se llevaba la parte del león en la repartición de los ingresos tributarios y las otras cabeceras se llevaban simples limosnas. No en balde, esto motivó que durante el sitio que Cortés impuso a la Ciudad de México, Texcoco rompiera con la Alianza y se pusiera del lado de los Ibéricos.
Y es que la recaudación de tributos era la única finalidad de las conquistas, Tlacaélel creó un sistema burocrático directamente bajo el control del Cihuacóatl, o sea, él mismo, dedicado al cobro de tributos en especie dependiendo de qué era lo de mayor producción había en tal o cual región, además, el comercio quedaba en manos de los mercaderes Mexica que guiaron las conquistas de acuerdo con sus intereses económicos. Toda sujección al Imperio se limitaba al pago de tributos onerosos y el proporcionar tropas al ejército, por lo demás, los reinos sometidos quedaban independientes al interior, no cambiaban sus gobernantes y ni siquiera había una guarnición permanente. Tlacaélel estaba consciente de la fragilidad del sistema, así que decidió fortalecerlo con un clima de miedo permanente: las guerras floridas y los sacrificios humanos masivos con los prisioneros obtenidos en tales combates ceremoniales contribuían a ese terror, en las guerras reales, el sacrificio de los vencidos y la exhibición de sus cráneos clavados en estacas contribuía a generar miedo, sacrificios masivos como los 20,000 muertos en la consagración de la etapa final del Templo Mayor hacia 1490 seguramente incidieron en mucho al deterioro del sistema que así, se sustentaba en los alfileres del miedo y a formar sociedades de personas permanentemente atemorizadas, acostumbradas al expolio y a la pérdida de sus mejores elementos en los altares. Quizá no se ha tomado en cuenta esto, pero es probable que la mortandad de los mejores exponentes de los pueblos sometidos contribuyera al atraso científico y tecnológico en que encontraron los Europeos a los indígenas de Mesoamérica.
Y es que el periodo Postclásico, (ss.XI-XVI) dominado por los Mexica fue confundido por los cronistas de la Conquista y los siglos posteriores como el de mayor esplendor indígena, y no fue así, el mayor esplendor ocurrió en el periodo Clasico (ss. I-X d.C.) el Postclásico empezó con gravísimas convulsiones como el colapso Maya, el derrumbe sucesivo de Teotihuacán en el siglo VII y el de Tula en el XII, guerras constantes, sequías y probablemente ciertas epidemias ocasionadas por la anarquía y los movimientos de población: Tenochtitlan palidece ante la verdadera gloria imperial de Teotihuacán, y la influencia y rutas comerciales de ésta ciudad que llegaban hasta la zona de los Grandes Lagos y Costa Rica al menos, la evidencia de más y mayores centros urbanos por todo el continente, la extensión lenta, por la carencia de medios de comunicación más veloces como en Europa (caballos) de innovaciones como la metalurgia o la agricultura del maíz, pero que se daban, demuestran que, a comparación, la época Mexica era una verdadera "Edad de Tinieblas" o de decadencia en la que lentamente empezaba a resurgir la vida cultural, gracias en parte a la muy relativa estabilidad brindada por los Imperios Mexica y Andino de los Incas, pero que estaba todavía muy lejos de lograrse.
En mucho, esta confusión fue propiciada por los propios Mexica, con la destrucción de los documentos históricos antiguos y su manipulación para aparecer como los fundadores de la civilización, y es que se ha dicho que los Españoles destruyeron las fuentes históricas, pero esto es un mito como la destrucción de la Biblioteca de Alejandría por los Cristianos del siglo V d.C., en realidad destruída por Julio César y el populacho alejandrino en sus luchas de poder con Cleopatra y consumada por otro Romano: Diocleciano y el mismo populacho trescientos años después; también se dio la destrucción de los documentos y fuentes por los propios Indígenas, en especial los Mexica, que quisieron aparentar que con ellos iniciaba una nueva era: el "Quinto Sol".
En un próximo post hablaré precisamente de la mitificación de los Mexica y su conversión en los "Aztecas" y de ahí, en el "México antiguo".