Si como mencioné en el post anterior, la victoria electoral de Donald Trump y su regreso a la Casa Blanca ha ocasionado una conmoción enorme en todo el mundo, y se enmarca en el cambio de orden vigente, --quién sabe si no también veremos en EUA un cambio sustancial del orden político, pues al menos, ya ha anunciado algunas reformas drásticas, incluso a nivel constitucional que propondrá, y obtendrá, al tener la mayoría asegurada en ambas cámaras del Legislativo-- que sin duda, truncarán o modificarán, al proceso de Globalización que, desde los años 90 parecía conducir al mundo a una integración completa en lo económico, comercial, y hasta político.; sin embargo, es claro que en adelante, lo que se implantará será la fragmentación, quizá en bloques, o más bien, entre los distintos Estados en la búsqueda de su interés nacional, como era hasta antes de la Segunda Guerra Mundial; el comercio será únicamente un medio para lograrlo.
Hay muchos síntomas que nos indican que Europa en general, como el Bloque conocido como Unión Europea, como varios de sus principales naciones, en particular el cuarteto de las históricamente grandes potencias del Viejo Continente: España, Francia, Inglaterra y Alemania, junto con algunos de sus adláteres, como Holanda o Suecia, muestran síntomas indudables de un declive acelerado y doloroso, sin que, a pesar de posibles cambios políticos, estos lleven a un auténtico rescate o salvación de los pueblos europeos al corto o mediano plazo; y quién sabe si realmente tengan remedio.
Lo ocurrido en Valencia hace apenas unos días muestra la postración actual de aquella potencia que llegó a fundar el primer Imperio global en el que nunca se ponía el sol, ahora enfrentándose a una situación propia del Tercer Mundo, a la que, en algunas regiones de México estamos tan acostumbrados. Los gobiernos "democráticos" llegados tras la muerte del Generalísimo Franco han demolido y descuidado diversas obras hidráulicas que se hicieron bajo su dictadura con las que no solamente se salvó a la ciudad de inundaciones ante la crecida de los ríos, sino que brindó posibilidades de regadío y disponibilidad de agua para las zonas agrícolas, industria y el propio consumo humano. Sin embargo, como Franco está demonizado como un "dictador fascista", sus obras también lo son, además de que son contrarias al medio ambiente, como lo es igualmente la actividad agrícola. Así, la ciudad de Valencia y sus suburbios como Paiporta, pasaron de ser parte del Primer Mundo a un muladar tercermundista lleno de lodo por decisiones de los políticos defensores de la Democracia, la Ecología y la Diversidad. Ante las demandas y protestas de los afectados, Pedro Sánchez y otros funcionarios democráticamente electos huyeron despavoridos, sólo el Rey Felipe VI y la generalmente polémica Reina Letizia Ortiz se quedaron para consolar a los habitantes y brindar la ayuda de parte del Estado.
Inglaterra, hace 900 años con Ricardo I Corazón de León acudió a Medio Oriente al frente de la Tercera Cruzada para frenar la expansión del Islam; hoy esta doctrina ha llegado a la propia isla de Gran Bretaña y amenaza con apoderarse de la misma, lo que está provocando conflictos sociales cada vez más fuerte, entre los inmigrantes provenientes del Medio Oriente y que traen consigo una doctrina que no solamente es religiosa e incompatible con la cultura británica de raigambre cristiana pese al cisma anglicano, sino imperialista e impositiva, dispuestos a cambiar al reino insular en un emirato o república islámica.
Francia se derrumba bajo el gobierno de Emmanuel Macron, quedando en evidencia con las peores Olimpiadas de la Historia, donde se mostró una enorme corrupción, desatada para sustentar objetivos ideológicos, una ciudad de París insegura, sucia, contaminada, dominada por los inmigrantes, y un proceso electoral para la renovación del Poder Legislativo sucio y tramposo a fin de favorecer a algunos y evitar la llegada al poder del Partido de Marine Le Pen, contrario a los intereses de la banca y de las grandes multinacionales que apoyan al Globalismo del que el mandatario galo, antiguo ejecutivo, precisamente bancario, es un principal impulsor.
Alemania es quizá el caso más patético, al ver cómo su poderío industrial se desmorona producto de su posición en el conflicto ucraniano y alinearse sin ningún tipo de obstáculo a la política de EUA, con los costos de la energía por las nubes, con la apuesta por fuentes ecológicas caras e ineficientes, el cierre de fábricas y la amenaza de quiebra de una emblemática empresa como la Volkswagen, la inmigración desbordada, la natalidad por los suelos y sin capacidad para revivir un poder militar que le permita tener una política de defensa propia, los germanos avanzan hacia la pauperización, la irrelevancia e incluso, la próxima desaparición de Alemania como Estado y Nación
la decadencia de las otrora grandes potencias europeas se deriva primordialmente de dos factores, no de una conspiración del Club Bilderbeg, los Iluminati, los Sionistas o hasta los Pleidianos o quien quieran: esto deriva primordialmente de 80 años de una serie de clases políticas pachorrudas que en mayor o menor medida, fueron subordinándose a los intereses norteamericanos a cambio de que EUA se fuese haciendo cargo de la seguridad de los países europeos y también sus economías se fueran imbricando con la norteamericana. En mucho, los ahora miembros de la Unión Europea, desde la posguerra y con el Plan Marshall, fueron renunciando a su independencia, cediendo la dirección de su política de seguridad y defensa a EUA, y también la dirección de sus políticas económicas, subordinada a los intereses de Washington que fue limitando en cierta forma, la libertad para comerciar y relacionarse con otras potencias rivales de la situada al otro lado del Atlántico, aunque fuera en detrimento de las propias.
No en balde, por ejemplo, se sospecha de la implicación de los servicios secretos norteamericanos y de Henry Kissinger, en el asesinato del Almirante Carrero Blanco en España, quien se oponía al ingreso del país ibérico en la OTAN y quien, tras la muerte de Franco y la entronización, acorde con la sucesión pactada del Caudillo, de Juan Carlos I como Rey, hubiera quedado como Jefe de Gobierno y habría guiado al nuevo régimen hacia la consolidación de España como potencia industrial por derecho propio, el planteamiento de una política propia de defensa, incluso con la búsqueda de poder nuclear, y por supuesto, intentar recuperar su influencia y la integración económica con su antiguo Imperio americano, lo que habría llevado a chocar con EUA. Tras la muerte del Almirante, y la posterior del Generalísimo, vino una transición presumiblemente guiada desde el exterior, que llevó a la desindustrialización de España con su ingreso en la Unión Europea y su subordinación a la OTAN en el terreno militar.
Ahora, con Biden, por ejemplo, y con el pretexto de la Guerra en Ucrania, parece que decidió seguirse una política de desindustrialización de Alemania, al elevar a niveles prohibitivos los costos energéticos con la ruptura a la que se vio obligada Berlín al seguir los dictados de la OTAN en contra de Moscú, y llevar al rompimiento de la relación entre Alemania y el gigante eslavo, siguiendo las ideas de Mackinder, respecto a evitar el control ruso del Hearthland, que en mucho ha obsesionado a Británicos y Norteamericanos desde el siglo XIX, en que los Ingleses rivalizaron con los moscovitas por el dominio de Asia Central, en el llamado Gran Juego, pero que venía ya desde mucho antes, y no solo por los anglosajones: los Zares germanófilos Pedro III y Pablo I fueron derrocados y eliminados por los más afrancesados Catalina II (con todo y que ella era de origen alemán, pero enemiga de Prusia) y Alejandro I (quien terminó derrotando a Napoleón, pero asumiendo una postura nacionalista eslava, contraria a lo germano, lo anglo y lo galo por igual) y hacer que las empresas germanas no pudiesen competir, ¿para qué? Por la desesperada necesidad de reindustrializar a Estados Unidos, algo en lo que es claro y expreso, que Trump continuará.
En Francia, tras Charles De Gaulle, quien buscó que su país recuperara la grandeur, y tomase una política propia y autónoma, lo que incluyó incluso la salida de Francia de la OTAN, los gobiernos siguientes al altísimo general se fueron subordinando a los intereses atlantistas, resignándose o incluso buscando, que francia se volviese una potencia segundona con mera retórica grandilocuente, tocando fondo con los sucesivos gobiernos de Sarkozy, con quien París volvió a la Alianza Atlántica, Hollande y por supuesto, Macron, participando en el enorme crimen de la destrucción de Libia o ahora, siendo el más furibundo centro del eje antirruso.
E Inglaterra, tuvo su último gobierno verdaderamente independiente con Margaret Thatcher, con quien la isla se mantuvo como aliada en plan de igualdad con su antigua colonia; después, bajo John Major, y sobre todo a partir de Tony Blair, vino la subordinación completa a los dictados de Washington. Reino Unido ha seguido a EUA en todas sus aventuras desde entonces: Irak, Afganistán, Libia, Ucrania, sin rechistar ni cuestionar.
Y ante esa pereza de los políticos europeos que se entregaron a los intereses norteamericanos, vino el centrarse en decisiones y medidas en las que hicieron primar las ideologías antes que las necesidades de su sus pueblos, en mucho, porque como ya lo he repetido en ocasiones anteriores en este blog, cuando tienes los problemas reales resueltos, o al menos, aparentemente solucionados, queda el crear nuevos problemas, aunque sean ficticios, con tal de justificar la existencia de un sistema de Democracia de partidos en el que se viva una permanente búsqueda del cambio: el calentamiento global, la agenda LGBTQ, inmigración, etc., se convirtieron en puntos centrales de los programas de gobierno, mismas que además, parecían también venir de EUA, pero igualmente de los poderosos lobbies financieros Globalistas; al final, todo esto ha debilitado a los países miembros del Bloque, ha reforzado la existencia y el poderío de una burocracia supranacional que ahoga las libertades individuales y el desarrollo económico de sus habitantes, y que al final, ni siquiera ha beneficiado directamente a la potencia americana, sino a China, a la propia Rusia, y hasta a las potencias islámicas que prácticamente les chantajean con el arma de la migración.
Pero ahora, ¿Qué puede pasar? Aunque pueda parecer puramente negativo, --lo mismo que para México, y luego lo comentaré-- puede ser positivo, pero también peligroso:
Por un lado, el deseo de Trump de que EUA se encierre en sí mismo y abandone las aventuras exteriores, puede llevar a que los europeos ahora sí busquen contar con gobiernos realmente independientes que vean por sus intereses, que la Unión Europea, tal y como la conocemos, deje de ser una integración asfixiante para convertirse en una alianza que mantenga el libre comercio pero en el que los miembros puedan planear estrategias de defensa común y de relaciones económicas que realmente les beneficien, y que hagan esto aún en oposición y en contra del propio Estados Unidos.
De entrada, ya vemos el primer paso, el hasta ahora cobarde y torpe Olaf Scholz, ha decidido reanudar el contacto con Vladimir Putin de Rusia, mientras que Macron, en uno de sus conocidos cambios de timón, parece llamar a todo el Bloque Europeo a prepararse para la embestida de aranceles norteamericanos con los que Trump parece amenazar a todo el mundo, ya que el neoyorkino, lo que parece, es querer poner fin a la Globalización y poner en primer lugar, como lo dice su lema de campaña, Make America Great Again, poner el interés nacional por encima de cualquier búsqueda de interés colectivo o bloque. Igualmente, y aunque no abandonan la postura antirrusa, Macron y Starmer parecen hablar de renovar la alianza francobritánica sin contar con EUA, para una defensa compartida, planteada hasta ahora, en contra de Rusia.
Y aquí viene lo peligroso: como ya lo decía en un post anterior, el orden internacional surgido en 1945 está derrumbándose ante nuestros ojos y lo que vemos surgir es un mundo multipolar, y por ello, más caótico, inestable y belicoso. Así, las alianzas serán cambiantes y los buenos pasarán a convertirse en malos y viceversa para unos y otros. Me pregunto si no veremos un alejamiento de Europa, al que llegarán gobiernos de partidos con visiones más nacionalistas, o la conversión de líderes Globalistas, que verán a Trump como enemigo, en sus opositores, e incluso, dispuestos a hacer alianza con Rusia o China y otros miembros del hasta ahora Eje del Mal con tal de derribar a la todavía potencia hegemónica y a la que consideran ahora como descarriada.
Veamos cómo evoluciona esto, se pondrá interesante.