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7 de julio de 2024

DE LONDRES A PARÍS, LA EUROPA CONVULSA

 Mesa redonda "Elecciones en Francia y Reino Unido: impacto en Europa y el  mundo" - Real Instituto Elcano

En otros episodios de este interesante año electoral, nuevamente vemos la lucha que se ha desatado dentro de nuestros países occidentales entre Globalismo y Antiglobalismo, esto ya no es de Izquierda, entendida ésta como conformada por posiciones políticas cercanas al Marxismo o que pregonan una serie de cambios revolucionarios y la Derecha defensora ya sea de un Capitalismo Liberal e individualista o, yendo más allá, de la antigua noción de unión entre trono y altar y la defensa del orden cristiano y natural. En realidad, estamos viendo la pugna entre el establishment conformado por los beneficiarios y defensores del orden Neoliberal y la Globalización, que se impuso desde la década de los 80 de la mano de líderes como Margaret Thatcher, Ronald Reagan, e incluso, del mismo Juan Pablo II, --quien luego se dio cuenta del monstruo desatado, se bajó del barco y denunció las consecuencias nocivas de aquello,-- y por otro lado, los que defienden la ruptura con la Globalización, la vuelta de la identidad nacional y el patriotismo por encima de los Mercados.

Como hemos dicho aquí, el comportamiento del electorado en México, incluso en Argentina con la elección de Milei y la tendencia favorable a Trump responde a esa lógica, y lo mismo ha ocurrido en Gran Bretaña y Francia, aunque ahí, va a ser muy difícil derribar el edificio del Globalismo, faltando ver qué es lo que pasa en nuestro vecino del Norte, donde seguramente las élites financieras, tecnológicas y mediáticas no van a dejarse despojar del poder que han construido durante cuatro décadas por el rebelde empresario neoyorkino, y como decíamos en el post anterior, prefieren seguir apoyando a un "muerto viviente" como prácticamente es Joe Biden, a dejarse vencer; el pronóstico así, es reservado.

En Inglaterra y Francia, países que al igual que EUA son nucleares para el Globalismo, no iba a ser sencillo el derrotar a esas élites. No iban a ceder el poder fácilmente y así lo han demostrado. Sin duda, los ingleses salieron el pasado 04 de julio a poner una golpiza de castigo al Partido Tory o Conservador tras catorce años de incongruencia, servilismo hacia la antigua colonia norteamericana, caos administrativo y desastre económico, eligiendo ahora ser gobernado por el otro partido tradicional británico, el Laborista encabezado por un aristócrata: Sir Keir Starmer; realmente, los ingleses, escoceses y norirlandeses no votaron por la ruptura, como habría sido el hacerlo por Nigel Farage, el impulsor del Brexit, quien ha formado un nuevo partido político: el Reformista, y quien obtuvo una buena votación pero que, de acuerdo al extraño sistema electoral representativo británico, apenas le alcanzó para lograr 13 escaños en la Cámara de los Comunes. Los británicos, siempre apegados a la costumbre y tradición, votaron por la opción de siempre, (al menos desde hace 100 años, desde que ese partido socialdemócrata, vinculado a los sindicatos, desplazara al vetusto partido Liberal o Whig, que por ahí continúa como una tercera y minoritaria opción bajo el membrete Liberal-Democrático) y esto, muy probablemente no lleve a grandes cambios en la política inglesa, más allá de ciertos matices.

Principalmente, los Conservadores no buscaban conservar nada, fueron incluso más wokes que sus antecesores Laboristas, donde un controvertido Tony Blair abandonaba el Anglicanismo y sus sinsentidos para hacerse Católico tras dejar el número 10 de Downing Street para no tener problema con la prejuiciosa e intolerante legislación inglesa hecha por tiranos y fanáticos de la talla de Enrique VIII, Isabel I u Oliver Cromwell; fue con David Cameron, principalmente, que se extendieron el aborto, las uniones homosexuales, el gasto público para financiar el transexualismo, se modificaron las doctrinas del Anglicanismo para la ordenación de sacerdotisas y obispas, y se abrieron las puertas a la inmigración descontrolada.

El propio Hombre de Malvavisco, como chuscamente se le apoda al ex Primer Ministro y ahora también ex Ministro de Relaciones Exteriores, fue lo bastante estúpido como para convocar innecesariamente a un referéndum sobre la independencia de Escocia, que aunque fue superado y ganó la manutención de la unión, no ha dejado de generar tensiones con la parte norte de la isla, en la que también se han visto absurdos como ver a un Persa liderar al Partido Nacionalista Escocés y portar orgullosamente un kilt o falda celta... nada más propio de los antiguos clanes de los Highlands que orar cinco veces al día orientado hacia la Meca... Igualmente, apostó a permitir otro referéndum sobre la salida de la isla de la Unión Europea tras el clamor en contra de las regulaciones, la burocracia del bloque y la inmigración abierta gracias a la pertenencia al Espacio Schengen. Cameron al parecer se confió en que ganaría... pobre ingenuo, el Brexit ganó, y el tipo se lavó las manos, desalojó Downing Street y le dejo el paquete a Teresa May.

May, quien quiso verse como una nueva Thatcher no fue más que una caricatura, se enredó en el proceso de salida del país isleño respecto del Bloque continental, no supo concretar una nueva opción, como sería aprovechar la existencia de la Commonwealth para convertirla en un poderosísimo bloque comercial y económico, y ante la creciente crisis económica, abandonó el cargo, pasándolo a Boris Johnson quien tuvo inicialmente un gran apoyo electoral porque los números económicos no eran tan malos y había euforia por la salida de la Unión.

Éste, que había sido igualmente uno de los impulsores del Brexit, no quiso ser sino un imitador de Donald Trump a la británica, hombre culto y crítico, probablemente criptocatólico, ya que su esposa es fiel a Roma y bautizó a su hijo como tal en una iglesia florentina; pero víctima de los excesos y pasmado al verse en el poder y con la Pandemia del COVID-19 estallando, se entregó incondicionalmente a los brazos e intereses de Washington, y pasaba el tiempo en bacanales que organizaba en la residencia oficial del Ministerio mientra establecía un durísimo régimen de confinamiento sobre la ciudadanía. Estallando la Guerra de Ucrania, y siempre genuflexo ante las disposiciones del Presidente en turno en Washington, se unió al belicismo de Biden y personalmente reventó las negociaciones entre Zelensky y el Gobierno Ruso, convenciendo al comediante kievano de suicidar a su país enfrentando a Moscú en una guerra imposible de ganar, pero que forra de dinero al complejo militar-industrial americano, que no a la población de la ex-colonia, cada vez más depauperada ante las irracionalidades y desatinos del senil mandatario.

Además, la crisis económica en ciernes estalló: rotos los nexos de libre comercio con Europa, y rotos también los vínculos de compra de energéticos a Rusia, la isla se hundió en escasez de productos básicos y elevados precios de energía. Johnson, ante sus escándalos, cedió el poder a Liz Truss, quizá la persona menos inteligente que ha ostentado la Jefatura del Gobierno, así como la que menos tiempo lo ha ejercido: 44 días, en los que se dio la muerte de Isabel II, quien seguramente vivió amargada sus últimos días, viendo cómo la estabilidad que garantizó para el país se derrumbaba gracias a la serie de verdaderos papanatas con los que tuvo que gobernar los 12 últimos años de su vida y reinado.

Y entonces llegó Sunak, quien en sí mismo no es más que la muestra máxima del wokismo o progresismo globalista en Inglaterra: perteneciente a una de las familias más ricas de banqueros de la India, lo mismo que su esposa, pero nacido casi accidentalmente en Gran Bretaña y educado en sus universidades como la mayoría de los integrantes de las élites hindúes, llegó siendo el más joven de los Ministros desde Pitt, hace poco más de 200 años y ya bajo el cetro de Carlos III. Sunak, un verdadero júnior, estaba más desconectado de la realidad del inglés de calle que incluso el propio monarca (se dice que la fortuna de la familia de Sunak, en la India, es superior a la de los mismísimos Hannover-Windsor que ostentan la corona británica), y tuvo varios dislates, que lo demostraron, como preguntarle a un indigente si había decidido emprender algún negocio... 

El joven Ministro, pese a dar en varias ocasiones muestra también de oponerse al homosexualismo político y otras políticas woke, por proceder de un entorno tradicionalista, no hizo nada para contrarrestarlas o detenerlas, así como que siguió sometido a los dictados y deseos de EUA, sosteniendo el esfuerzo bélico contra Rusia. Entre tanto, en Inglaterra crece la inflación, la quiebra y cierre de negocios provocado todo por los altos costes de la energía, así como la falta de productos en los supermercados. Ante ello, se convocó a elecciones, y la gente ha votado al Laborismo.

Pero Starmer no será un cambio radical, por el contrario, se trata de alguien que, probablemente, intentará regresar al Reino Unido a la Unión Europea, ante la decepción que muchos británicos han manifestado ante el Brexit y pese a que muchos aún confían y apoyan a Farage, quien igualmente fue un tonto, por no decir algo más fuerte: habiendo sido el principal promotor de la escisión respecto al bloque, decidió salir de la vida política y dedicarse al periodismo televisivo. Ahora regresa, justo cuando el Brexit peligra y es visto como un fracaso, y por tanto, él no logró una gran presencia en el Parlamento.

Starmer, por otro lado, viene de desempeñarse como abogado en materia de derechos humanos, campo abierto para el Progresismo, ante cuyos temas se ha manifestado bastante ambiguo, y de igual manera, viene con promesas de gasto social que deben irritar  sobremanera a Milei, así como reconstruir al NHS National Healtcare Service, especie de "IMSS inglés", que al igual que este organismo mexicano es presa de la corrupción, la ineficiencia, el desabasto y la quiebra económica, y por supuesto, seguirá promoviendo el feminismo, lo que se ve en la conformación de su gabinete, y no pondrá trabas a la inmigración, ni tampoco cesará el apoyo a Ucrania y, en el caso de Israel, pretende igualmente quedar bien con Palestina y buscar la utópica "solución de los dos Estados"...

¿Cambiaron todo para no cambiar nada los ingleses? ¿se fueron por un espejismo? Veremos qué pasa...

En Francia, por su parte, el electorado auténticamente francés estaba decidido por la ruptura, con la victoria apabullante del partido Agrupación Nacional de Marine Le Pen en la primera vuelta electoral la semana pasada, sin embargo, en ese extraño sistema mixto presidencial-parlamentario de la Quinta República Francesa, se ha llevado a cabo la segunda vuelta y el resultado es que no logrará la mayoría absoluta y por tanto, no podrá por sí misma lograr que su protegido: el joven Bardella, asuma el cargo de Primer Ministro y actúe como contrapeso a la destructiva y demoledora labor de Emmanuel Macron en la Presidencia.

¿Porqué se dio esto? Porque Macron y las élites detrás de él parecen estar decididos a seguir en esa labor de zapa porque no hay otro remedio: en el fondo, la migración descontrolada en Francia y en toda Europa es parte de un problema demográfico que surgió como resultado de una serie de cambios económicos y con ellos sociales posteriores a la Segunda Guerra Mundial que los tienen atrapados quiéranlo o no, más que de una oscura confabulación de tintes esotéricos en ritos satánicos de banqueros, nobles y hasta alenígenas reptilianos como las teorías de la conspiración lo dicen.

Las 2 Guerras Mundiales significaron para Europa una catástrofe poblacional, por supuesto, se tuvo que incorporar a las mujeres al ámbito laboral y es significó que abandonasen las tareas de la maternidad y el hogar, sirviendo el Feminismo como una carnada ideológica para incorporarlas a la mano de obra. Como resultado, la natalidad disminuyó tras el boom de los años 40 y 50, pero se generó mucha riqueza que creó un mercado de consumo muy atractivo; así, las grandes empresas apostaron porque siguiera una natalidad baja para que esa riqueza se gastara en comprarles sus artículos de consumo y las aspiraciones presentadas por la publicidad. Cuando, como resultado, en los años 80 empezaron a bajar los números de jóvenes tanto hombres como mujeres que se incorporaban al mercado de trabajo, hubo que traerse gente que desempeñara esas labores y que por otro lado, resultaban ser más baratos que los locales al no ser calificados. Así, se fomentó la inmigración tanto legal como ilegal, que no es más que tráfico de personas, y luego, para darle una justificación y lavarle la cara, se empezó a difundir la idea del multiculturalismo, el luchar contra el racismo e impulsar la tolerancia.

Ahora, es una espiral que ya no se puede detener, o en todo caso, es muy difícil que se pare. Los europeos (y en general buena parte de Occidente, es algo que llega incluso a las clases medias y altas mexicanas, por ejemplo) siguen entregados a un modo de vida hedonista y que no quiere responsabilidades (las generaciones de los Millenials y Z), estimulados por el consumo, las grandes empresas de todos los ramos quieren seguir recibiendo esa riqueza de ellos y generando productos y servicios para satisfacer ese hedonismo, (el famoso "no tendrás nada, pero serás feliz") pero no pueden ser trabajadores si buscan carreras universitarias cada vez más inútiles o desapegadas del "trabajo sucio", y pese a que la Inteligencia Artificial suene promisoria, necesitan y necesitarán seres humanos que lleven a cabo gran parte de los procesos productivos, por lo que no se puede detener la migración para subsanar la falta de renovación de la población nativa.

Así, Macron movilizó a los inmigrantes, no es de extrañarse que saliera el futbolista Kylian Mbappé, él mismo de origen africano a apoyar al Presidente, ante el temor de que, de ganar Le Pen, se diese la expulsión de los inmigrantes (algo que sería la muerte de todas las industrias francesas, que se quedarían sin obreros) y que todos estos, ya ciudadanos galos, saliesen a votar no solo al Partido del ex-ejecutivo bancario, sino también a las opciones de Izquierda que no son más que Globalistas como Macron o los Laboristas ingleses y los Tories. Todo ello, impidió que la Agrupación Nacional venciera y consumara la ruptura.

Como se ve, el panorama actual es complejo, y hasta candente. Si los franceses nativos están despertando y dándose cuenta de que han sido víctimas de los juegos económicos-demográficos que hemos descrito aquí arriba, y se dan cuenta que los inmigrantes son el principal obstáculo para pararlos y recuperar el control de su país, las advertencias del Presidente francés de que en Francia puede estallar una Guerra Civil no son tan descaminadas. Como sea, creo que todos podemos percibir que Europa, y en general todo el mundo, está a punto de despeñarse en el abismo del cambio, hacia un nuevo orden desconocido.




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