20 de junio de 2025

EMPATE TÉCNICO

Escombros en el centro de Israel tras los ataques de Irán 

La guerra entre Irán e Israel cumple una semana y la misma ha llegado a una situación de "empate técnico", aunque los primeros días el Estado Judío actuó con sorpresa y efectividad, decapitando a la cúpula militar persa, ésta no tardó en recomponerse de alguna manera e iniciar un contraataque mediante sus fuerzas de misiles, únicas que se encuentran en condiciones realmente de desarrollo para lograr un impacto sobre sus enemigos.

Al parecer, muchos hemos subestimado al poderío militar de la República Islámica, e igualmente, hemos creído que la organización de sus fuerzas armadas era meramente vertical y rígida, por lo que la eliminación de sus jefes de Estado Mayor y comandantes, implicaría un debilitamiento irremediable para ellas, al tratarse de personajes irreemplazables; sin embargo, lo que hemos apreciado en estos días es que, por un lado, Irán cuenta con fuerzas de misiles no solamente potentes sino con desarrollo tecnológico y un sistema capaz de aprender de la actuación de las defensas israelíes para identificar sus falencias y aprovecharlas, mejorando, progresivamente durante la semana, la eficacia de los ataques, encabezados además por misiles hipersónicos, indetectables e imposibles de parar por el avanzado sistema de defensa Cúpula de Hierro, lo que está provocando que, poco a poco, el paisaje urbano de ciudades como Tel-Aviv o Haifa, se vaya convirtiendo, en una ironía, evidentemente buscada por el mando Persa, en una reproducción del de Gaza tras la feroz guerra contra Hamas.

De igual manera, es claro que tanto el mando del ejército regular como de la Guardia Revolucionaria, cuerpo de élite paramilitar políticamente dependiente del clero chiíta que estableció el régimen actual en 1979, es más horizontal y ha generado una amplia capa de oficiales y jefes capaces de sustituir a los caídos de inmediato sin que se pierda la línea de la estrategia a seguir o disminuya la efectividad de la misma; no es de extrañarse, ya en la Antigüedad, bajo los Aqueménidas, el ejército iránio contaba con el cuerpo de élite de los Inmortales, llamado así porque caído alguno, otro inmediatamente ocupaba el puesto y continuaba con la misma estrategia o acción implementada, de manera que parecía que el anterior no había sido eliminado, porque la muerte del anterior no había afectado en nada el funcionamiento de la maquinaria militar persa.

La realidad es que ninguno de los dos países puede derrotar al otro: las Fuerzas de Defensa de Israel son uno de los ejércitos más letales y efectivos del mundo, sin duda, cuentan con un gran desarrollo tecnológico, sus soldados son valientes, altamente capacitados, tienen una moral muy alta y son impulsados por el ideal de no dejar que los Judíos vuelvan a ser masacrados sin defensa como en los tiempos del Tercer Reich y en otras persecuciones y matanzas del pasado, cuentan con un indudable poderío aeronáutico y el apoyo, en materia de Inteligencia y comunicaciones, de sus aliados como EUA, Inglaterra y en general la OTAN con excepción de Turquía, o el reino cliente de Occidente, Jordania. Sin embargo, pesa contra ellas que, efectivamente, son fuerzas con una doctrina militar meramente defensiva, su relativamente pequeño número de tropas, motivado por la reducida población israelí, de apenas 7 millones de personas, la falta de un poder naval más allá de guardacostas, y que, por décadas, han sido más entrenadas para guerra urbana y contra milicias guerrilleras que para enfrentar a ejércitos reales.

Así, Israel no cuenta con el poderío suficiente como para organizar una expedición militar que atraviese los territorios de los ahora aliados sirios, penetre en el territorio iraní y lleve la guerra a las grandes cordilleras y vastos valles de las míticas tierras persas, basta leer a Jenofonte y la Historia de Alejandro Magno, para recordar que aquellas hazañas de los griegos, aún el día de hoy con la logística y medios modernos, serían realmente casi propias de semidioses el realizarlas al enfrentar a un enemigo numeroso y organizado que, además, estaría defendiendo su propia tierra.

Por su parte, Irán cuenta con fuerzas terrestres de respeto, pero una Fuerza Aérea risible, y un poder naval un poco mayor al hebreo, pero apenas suficiente y concentrado en, dado caso, cerrar el Estrecho de Ormuz al comercio Occidental por el Golfo Pérsico, lo que podría arruinar la economía mundial al evitar el tráfico del petróleo por ahí y obtener una moneda para el chantaje. Lejanos están los días, debido al cambio de condiciones tras tantos siglos, en que bajo el mando de Jerjes, Cambises o Cosroes, podían mover a cientos de miles de hombres hacia el Mediterráneo arrasando a su paso a lo que encontraran enfrente, así que la única forma que tiene para alcanzar a Israel es a través de sus misiles y drones, como a su vez, los Israelitas sólo pueden alcanzar las tierras persas con sus cazabombarderos, misiles y drones.

De esta manera, la guerra ha entrado en un estancamiento con destrucciones mutuas y equivalentes de zonas urbanas e instalaciones militares e industriales, en lo que podrían enfrascarse por semanas sin llegar a nada para nadie; y creo que eso es lo que pretende que pase el Presidente de EUA, Donald Trump.

Y es que, evidentemente desesperado ante un empate en el que sale malparado, el Primer Ministro Israelí, Benjamín Netanyahu, está buscando presionar por todos los medios a Trump para que ordene un ataque, mediante bombas anti-bunker, a las instalaciones nucleares iraníes, y le ayude además, a eliminar al Ayatollah Alí Khamenei, Líder Supremo de la República Islámica, para motivar un cambio de régimen, presumiblemente a la restauración del trono de Ciro el Grande en la persona de Reza Pahlavi, hijo y heredero del último monarca Mohamed Reza, derrocado por la Revolución en 1979.

Sin embargo, esto no es muy atractivo para el mandatario norteamericano: primero, porque no hay garantías de que su bomba anti-búnker realmente pueda penetrar hasta los laboratorios nucleares persas, que fueron construidos, precisamente previendo esto, bajo enormes montañas, y quizá se vería obligado a intentar de nuevo el ataque, con una bomba nuclear táctica, lo que terminaría por acabar con la imagen de EUA, ahora como el único país que, por tres veces, habría empleado armamento atómico. Segundo: porque eso llevaría a una guerra abierta entre EUA e Irán, en que los norteamericanos, por fuerza, debería iniciar una campaña de bombardeos intensivos sobre un país enorme de un millón y medio de kilómetros cuadrados, habitado además por 90 millones de personas, que ha demostrado tener con qué responder al fuego y no cuenta con fuerzas maltrechas y cansadas como las de Irak en 1991 o en peor estado en 2003. Sobre todo, necesariamente tendría que mandar fuerzas a poner pie en las tierras de Irán, agrestes y de climas diversos, donde sufrirían enormidades, aparte de necesitar un ejército inmenso para lograr dominarlo.

Tercero, por que una de sus promesas de campaña fue el no más guerras, en contraste con la belicosidad de los Demócratas que provocaron la Guerra de Ucrania, y estaban dispuestos a lanzar a los europeos contra Moscú, --ahora, ellos, impulsados por los mismos lobbies tecnológicos y financieros que los Demócratas, son los que desean irse al precipicio solos-- y más para defender a un tercer país. En EUA, por ejemplo, crece el descontento, y hasta el antisemitismo contra Judíos estadounidenses como Ben Shapiro que claman por la defensa de Israel, cuando al gringo promedio, aquello no le quita el sueño ni comprende porqué sostener a los Judíos en sus reclamos por Jerusalén es tan vital para su país. Atacar a Irán puede ser visto como que el bravucón y orgulloso Trump se subordina a Netanyahu y que Benny, es el verdadero jefe en EUA, para solaz de tanto conspiranoico y Neonazi.

Así que, si bien puedo equivocarme, creo que Trump, tal y como lo anunció su Secretaria de Prensa, va a esperar dos semanas; ¿porqué ese plazo? Porque en dos semanas, tanto Judíos como Persas estarán en la lona, agotadas sus municiones y sus dineros, y destruidas sus capitales (Tel-Aviv es la capital de facto de Israel aunque históricamente y de Iure lo sea Jerusalén). En ese momento, ambos contendientes, por sí solos, acudirán a tocar la puerta de la Casa Blanca a solicitar la mediación del magnate, quien de esta manera, podrá al fin, anotarse una victoria: ser el pacificador de Medio Oriente.

Trump está urgido de un triunfo, hasta ahora, ninguna de sus políticas ha surtido el efecto querido, y la migratoria está en proceso: recordemos que su objetivo no es la "limpieza étnica" o que realmente tenga un odio racial hacia los mexicanos que somos mestizos y/o indígenas, sino lo que quiere es hacer quebrar a California, que sustenta su economía en la mano de obra inmigrante, y dejar al Partido Demócrata y a las élites tecnológico-financieras sin fuente de recursos para sustentar los movimientos woke, hasta ahora, lo va logrando, ya que las protestas en su contra, evidentemente nada espontáneas y organizadas quizá con dinero de Musk, Soros y demás, no tuvieron el eco esperado gracias al estallido en Medio Oriente, aunque también, su desfile militar fue vergonzoso.

Sin embargo, ¿qué tal sería el doblegar a dos viejos orgullosos como Netanyahu y Khamenei? Hacerles acudir ante él para que, como mediador, establezca un tratado nuclear, en el que ambas potencias regionales renuncien a su expansionismo, reduzcan sus programas atómicos y cesen las hostilidades sería una victoria digna de ser galardonada con el Premio Nobel, algo que el neoyorkino busca, a fin de dejar su nombre labrado en la Historia, según sus objetivos narcisistas.

Puedo equivocarme y que Trump ceda a las presiones y lance un ataque contra Irán este fin de semana, pero creo que eso sólo lo haría si ciudadanos norteamericanos son atacados directa e intencionalmente por los Persas, por lo que debe estar teniendo cuidado con cualquier falsa bandera que pueda orquestar el Mossad o algún subordinado fanático evangélico y estúpido como Ted Cruz, a fin de que no se le salga de control ese plan; pero por mi parte, eso es lo que creo que va a pasar.

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